Sangre por sangre (Eric, Neliel y Angeline)

Aparecimos en la enfermería, un lugar puro, repleto de luz en el que se alaba las acciones de los dioses del bien, especialmente la diosa de la luz y del día Acrisea.
Era una sala muy amplia, de planta circular donde amplias cristaleras dejaban penetrar aquella luz que hacía sanar a tantas personas. A pesar de ser un habitáculo redondo, estaba dividido en distintas dependencias y habitaciones.
Vienen conmigo. -dije alzando la voz con un pequeño y sencillo hechizo. No quería que se asustaran, aunque se notaba que las enfermeras estaban algo más nerviosas de lo normal.
Con Neliel en brazos y Angeline siguiéndome, entré en una de las habitaciones y la deposité en la cama con cuidado. Cierra la puerta por favor.

Al parecer aparecimos en un lugar blanco como la nieve, donde entraba la bella luz del sol por los gigantescos ventanales... ¡La luz del sol! Ésta me dió de repente sin darme cuenta, debido al telentransporte. Traté de contener un grito, sabía que este era un lugar donde los enfermos descansaban, y vi entrando a Eric en una sala, así que entré tras él, tapándome como podía los brazos, y la cara con mis cabellos, y cerré la puerta de golpe, tirándome al suelo y rodando bajo la cama.

Me mordí mi propio brazo, tratando de contener un grito, y absorbiendo algo de mi propia sangre, que si bien no servía para curarme de la quemadura, cosa que sí haría sangre viva, al menos su excitante y dulce sabor me tranquilizaría

(OFF: ay va, la luz claro jajaja no me acordaba)

Me sobresalté cuando entró tan repentinamente y me di cuenta de mi fallo. Lo siento Angeline. -realicé un pequeño hechizo que hizo que la luz del sol no entrara por las ventanas y una pequeña vela apareció para iluminar la habitación ya que si no no podría ver nada.
Me agaché rápidamente y coloqué mi mano en su frente trasmitiéndola mi magia para curar sus heridas, que eran superficiales al haber estado tan poco tiempo.
Cuando creí que estaría mejor la hablé. Lo siento, en este lugar siempre hay luz y no lo recordé. Perdóname. -estaba realmente preocupado por lo que había sufrido la vampiresa en tan poco tiempo.

Desde debajo de la cama vi cómo todo se oscurecía, y eso me tranquilizó, junto con el sabor de mi propia sangre, dulce como ella sola.

Entonces noté una mano cálida al mismo tiempo que mis quemaduras se aliviaban. Aun así, no pude reprimir un grito ahogado por el dolor.

¡HMMM!


Ya me sentía mejor, y él se había disculpado conmigo. Yo le miré con ojos llorosos, aún debajo de la cama, y volví a sorber mi propia sangre un poco más, hasta que separé mi boca ensangrentada, y le miré, un poco con el ceño fruncido.

Aahh.... No te preocupes...