Y la realidad se estremeció, el mundo tembló. Una dura sacudida asoló todo cuando la tercera piedra fue destruida. Las montañas temblaron y aullaron con un fuerza sin igual. Rocas se desprendian de las cimas arollando cuanto encontraban en su camino. Las cimas escupieron fuego liquido.
Los animales emergieron de las cuevas, algunos más grandes, otros menores, pero todos huyendo del cataclismo.