El estertor de la noche

Centrado en mis pensamientos me encontraba yo, tumbado en la playa. Era ya muy tarde, o muy temprano, según se viera, y quedaban pocos minutos para que la noche acabara y diera comienzo el día. Con los ojos abiertos estaba mirando el cielo estrellado, que no duraría mucho en el firmamento.

El sonido del mar apaciguaba mi espíritu, el cuál no se encontraba ni siquiera listo para meditar.

Me llevé la mano al pecho. Pude sentir la cicatriz que ahí tenía desde hace mucho tiempo, siglos podría decir. La presión de los últimos acontecimientos estaban haciendo mella en mí, por lo que necesitaba relajarme en un lugar solitario y tranquilo para poder mantener la calma y dirigir con serenidad los sucesos que se avecinaban.

Para colmo algo había sucedido recientemente que me supuso un duro golpe del que salir adelante no sería fácil. Sin embargo yo era Aspicious Oicilpus, rey de los demonios, no me podía permitir un solo momento de debilidad, o sería mi fin. Solté un largo suspiro.

Mientras tanto en mi cabeza sonaba una canción...

*Canta, canta, pequeño diablo,
corre, corre, es todo un engaño,
no abraces la demencia hasta el fin...*

Me centré en pasear toda la noche, caminando por todas aquellas costas, sin nadie a mi alrededor. Paseé toda la noche hasta que ya se avecinaba el amanecer, había traido conmigo lo que no me dejaría combertirme en cenizas una vez llegada la hora. Una figua apareció tirada en la arena, absorta en sus pensamientos, su aura era perfectamente notable y me acerqué con una media sonrisa hacia el.-Vaya, tomando un descanso e?-dije a su lado, tenía la suficiente confianza con el como para poder quedarme allí un rato.

Sentí un aura conocida acercandose, y la verdad es que me alivió bastante que fuera aquella persona. Indudablemente se trataba de Luccy, sin necesidad de verla.

- Las cosas no están muy bien que digamos, todos necesitamos tomar un pequeño descanso, ¿no crees, Luccy?

Me senté a su lado-Claro que es cierto, sin salir un poco, moriria ahí dentro-dije refiriendome al palacio. Me quité las zapatillas y las dejé a mi lado para estar mas comoda-¿Ha ocurrido algo Asp?-Le conocia desde hace mas de 100 años, realmente era alguien en quien poder confiar y el podía confiar completamente en mi.

Aún permanecía tumbado. Al decirme aquello Luccie giré la cabeza hacia el otro lado. Sentí un pinchazo en el pecho al acordarme de cierto asunto.

- Han ocurrido muchas cosas, ciertamente - respondí con con una voz un tanto melancólica.

Me incorporé y miré cansinamente a la reina de los vampiros. Después agaché la cabeza.

- Un rey debe comportarse como tal... Por ello no puedo dejar de lado mis responsabilidades, aunque tenga que sacrificar otras cosas por ello.

-Es cierto que los reyes devemos comprotarnos devidamente, tenemos que ser responsables y dar ejemplo a todos los que vienen y van, pero no por ello devemos sacrificar cosas importantes para nosotros-asentí pausadamente mirandole, era duro y todos lo sabíamos-¿Que a ocurrido Asp?-esperé pacientemente a que contestara.

Sin levantar la cabeza la respondí con una voz triste y cansada.

- Digamos... Kaede ha decido que no quiere volver a verme más. Es como si hubiera pasado demasiado tiempo en mis asuntos y la hubiera dejado de lado. Al menos eso me dijo.

Después volví a mirar al cielo, a las estrellas.

- Ella es alguien muy importante para mí, pero jamás imaginé que podría doler tanto que tomara esa actitud conmigo. Es mucho más de lo que puedo soportar...

Suspiré-Porque no vuelves a hablar con ella, eres rey y tienes tus obligaciones, cosas que no puedes desatender, pero ella tiene que entenderlo a la vez que tu tienes que entender que ser rey no lo es todo, y necesitas tener tiempo que dedicarlo a las personas que quieres. Sino podrias perderlas y nunca es agradable-le sonreí levemente-seguro que a sido un malentendido, ademas, ni ella ni tu quereis separaros, seguro que lo arreglais-le di un suave toquecito en el brazo.

Ondeé mi melena y me levanté de la arena.

- Espero que tengas razón. ¿Te apetece dar un paseo? - pregunté devolviendola la mirada