La plaga (Se puede unir cualquiera)

Geralt se encontraba en los desiertos de norte, aunque normalmente en un desierto no había agua, y aquí estaba lleno de nieve hasta donde le alcanzaba la vista.

Estaba a punto de llegar al primer pueblo humano de este territorio. Era un pueblo relativamente grande, de unos 200 habitantes, con casas pequeñas y de un color oscuro. Según los rumores, esa zona se encontraba azotada por una plaga de peste de gran virulencia, por lo que se habían cortado las comunicaciones, dejando esos pueblos a su suerte. Pero lo que mas preocupaba a Geralt era que, entre todas las mentiras y exageraciones típicas de los rumores, había detectado los claros rastros de brujería, necromancia concretamente, en la enfermedad. Si la inquisición se enteraba mandaría un ataque y, de capturar al culpable el resto de brujos correría peligro. Tenia que encontrar la amenaza y neutralizarla sin dejar rastro o sospechas. Cuando antes, mejor.

Tan rápido como el viento, los rumores se habían extendido y habían llegado hasta mis oídos. Como médico, no podía dejar de acudir a solucionar el problema.

Ataviado en un traje aislante del frío y completamente blanco como el marfil, me personifiqué en el lugar con el aura al nivel de un ángel común, para no llamar demasiado la atención.

Mis pasos e intuición, me guiaron hacia un poblado oculto entre las nieves del desierto. Pude entonces apreciar a un hombre de larga cabellera blanca, ataviado en una oscura armadura que bien le hacía resaltar entre tanta blancura. Me acerqué hasta él, había percibido en su aura la magia oscura, estaba claro que se trataba de un brujo.

- Buenos días, caballero -Saludé dando a conocer mi gran porte de ángel, pues, a pesar de que el brujo fuera un hombre alto, aun le sacaba una cabeza-. O no tan buenos debido a las malas noticias... He sido enviado a estas tierras debido al aclamo de la plaga que parece haberse extendido por este lugar. Mi nombre es Lucius, soy médico... -Dije tendiéndole mi gran mano izquierda para estrechársela con cordialidad, la cual agarré con suavidad cuando éste me la estrechó, y tras asegurarme de que no hubiera nadie cerca, me incliné hacia su oído para susurrarle lo siguiente, de manera que sólo él pudiera escucharlo-. Y el Soberano del Cielo.

Tras la confesión, me alejé de él liberando su mano, con una mirada entre cómplice y preocupada, que desvié hacia el lugar para echar una visual, transmitiendo una calma que si bien, pudiera resultar ciertamente contagiosa.

- ¿Seríais tan amable de ponerme en antecedentes? -Solicité con una exquisita cortesía, al tiempo que mis pupilas se afilaban como las de un gato, activando mi Buena Visión.

El ángel, vestido de un blanco tan inmaculado parecía invisible en la nieve. Geralt no lo habría visto de no ser por su altura, ademas de que se había plantado a su lado. Era medico, bien, le seria mas fácil localizar el nigromante si sabia exactamente el tipo de peste, ademas de que una rápida curación de la población reducía el riesgo de ser exterminados por la inquisición.

No todos los días se tiene a un rey cubriéndote las espaldas dijo Geralt con una ligera inclinación de cabeza Bueno, para empezar, los humanos caerán como moscas, la plaga es... hizo una pausa, consumido por el remordimiento nuestra, necromancia, sin lugar a dudas. Los humanos no pueden combatirla con medicinas ordinarias, si supiera el brote exacto seguramente podrías crear un remedio, pero el responsable simplemente la alteraría un poquito y el remedio seria inútil. Tenemos que encontrar el responsable y eliminarlo, luego podremos tratar la plaga.

Dio un par de pasos hacia adelante, luego se paro, dubitativo. Pensaba que el brujo había infectado esta zona porque los humanos locales eran fuertes y resistentes, que intentaba crear una plaga para barrer la humanidad, pero es aun peor Se quedo mirando el ángel a los ojos, de un intenso azul La plaga no se extiende mas rápidamente con cada ''mejora'' del brujo, como seria normal en las plagas humanas, sino que ataca mas intensamente, la plaga es para criaturas resistentes a las enfermedades comunes, es para criaturas como nosotros. Si no lo encontramos antes de que pueda afectarnos no lo contaremos

Escuchaba cada palabra de lo que me explicaba el brujo sin perder detalle de la visual con la que analizaba el terreno. Después posé mi mirada felina de nuevo en él.

- Disculpadme, pero aun no sé vuestro nombre... -Dije con suavidad-. Y si lo que decís es cierto, sólo un Hechicero versado en la magia de purificación y sanación podría revertir el hechizo. Yo puedo tratar de ayudarle, pero me temo que la magia sólo se puede combatir con magia, en estos casos.

Avancé un paso, devolviendo la vista al frente.

- Si encontramos a un afectado por esta peste, puedo extraer una muestra y llevarla a mi laboratorio para tratar de hallar una cura. No está lejos de aquí, en las cavernas de estos desiertos helados -Volví a posar la mirada en el brujo, acercándome a él y posando esta vez mi mano izquierda sobre su hombro, con suavidad-. Sé, que a lo mejor es pediros demasiado, pero para un caso como éste necesitamos contar con toda la ayuda posible... Si conocierais a algún hechicero... o a algún brujo experto en la nigromancia y las maldiciones... nos sería de mucha gran ayuda.

En aquel instante, las auras de un grupo de ángeles comenzaron a percibirse a lo lejos. Mi mirada observó en aquella dirección.

- Ya vienen... -Volví la mirada de nuevo hacia el brujo-. Mis ángeles pueden ayudarnos con todo lo que sea necesario, yo mismo las he entrenado. Incluso avisar a más gente, versada en estos campos, si conocierais a alguien.

Comenzaron a divisarse tres figuras femeninas en la nieve. Al poco se pudo apreciar que se trataba de tres hermosas ángeles. La primera era castaña con una atenta mirada color ámbar, la segunda lucía un largo cabello negro azulado y unos brillantes ojos cristalinos como el agua, y la tercera era la más exótica de las tres, de piel ligeramente bronceada, largos cabellos flameantes rojos como el fuego y unos exóticos y rasgados ojos caobas. Las tres, iban ataviadas con el mismo traje térmico, idéntico al que yo llevaba.

Me encontaba caminando en el desierto de nieve, mi capa ondeaba por el suave viento de la noche al igual que los mechones de cabello que sobresalian de la capucha de la mi, y en mi mano tenia como una llama de magia ensendida para alumbrar mi camino, iba tranquila disfrutando de la nieve que se veia alrededor solo extrañada de no haber nada mas que eso a los alrededores, cuando localice a dos personas a lo lejos, al parecer el que llevaba el cabello blanco era un brujo que en cierto modo me parecio conocido, y el de alado me pareció ser un angel o eso persivia, solo que este angel tenia un poder bastante admirable. Camine hacia ellos en silencio, tube miedo al principio pero el angel me hizo recuperar la paz. Cuando oi que nesecitaban un hechicero me atevi a abrir la boca.

- Disculpen... - empece - ¿escuche algo sobre una plaga? - pregunte curiosa, no pretendia ser chismosa ni nada solo que de solo pensar que alguien nesecitaba ayuda me hizo prender esa parte protectora de mi.

Geralt reflexiono sobre las palabras del ángel, apenas había brujos poderosos, al menos de los que se dedicaban a salir fuera de su territorio y, en cuando hechiceros, solo conocía a una hechicera que no había intentado desintegrarlo.

Podrías llamar a una hechicera, su nombre es hace una pausa y detecta a la nueva, a la que saluda con un inclinación de cabeza Merlina, este es Lucius. Vosotros dos me vais a ayudar a curar esa plaga

Geralt dedica los siguientes minutos a poner al día a Merlina sobre los orígenes de la plaga y la necesidad de encontrar el nigromante antes de curarla, todo mientras avanzan por el pueblo, que destaca por la falta de cadáveres tirados, una señal mas de que es una peste nigromantica, seguramente los cadáveres se levantan solos al caer la noche.

Bien, lo primero es identificar el tipo de plaga y como se propaga Se gira hacia los otros dos, rebusca en su bolsa y les tiende un par de cristales colgando de unas cadenas NO toquéis el cristal, sujetarlo de las cadenas como yo y hacer que toque las cosas que creéis infectadas como agua y comida. Si se pone negro, eso esta infectado. También procurar identificar los síntomas, la peste nigromantica empieza con fiebre y toses, pero los siguientes síntomas dependen de cada tipo de peste.

Yo buscare al nigromante, me asegurare de que quemen los cadáveres y todo eso, nos reuniremos en la plaza en una hora

Escuche con atencion lo que decia y al final tome el cristal de la cadena y escuche lo que tenia que hacer, no sabia de que peste se trataba pero de un modo u otro lo descubriria. Iba pensando mientras caminabamos a la ciudad. Al final levante mi mano con el puño cerrado y el pulgar hacia arriba y sonrei:

- puedes contar con migo Geralt - me gire hacia el angel y dije - porcierto, un gusto en conocerte Lucius - hamablemente.

FDI: Disculpad la demora, con el Consejo no me queda mucho tiempo ni ganas para rolear. >.<
Podéis saltarme el turno si veis que me retraso mucho y manejar a mis ángeles si lo creéis necesario, pues son PNJs que están aquí para ayudar.
_______

Mis ángeles llegaron finalmente hasta nosotros y realizaron una protocolaria inclinación de cabeza que respondí del mismo modo, mientras escuchaba las indicaciones del brujo. No tardé en detectar el aura de la hechicera. "Muy oportuna su llegada." Pensé para mis adentros con una sonrisa. Casualmente, fue ella la que me permitió conocer el nombre del brujo, pues parecía que se conocieran.

- El placer es mío, Merlina -Me incliné hacia ella con unos modales impecables y posé un suave beso en el dorso de su mano, que apenas le rozó la piel.

Geralt, que al parecer así se llamaba el brujo, sacó entonces de su bolsa unos cristales que colgaban de unas cadenas. Le observé, parecía que aquellos objetos estuvieran dotados con magia. Me gustaba el artefacto. Tomé por las cadenas los que me tendía y los examiné detenidamente por unos instantes más de cerca.

Intercambié entonces una instantánea mirada hacia mis ángeles, y en seguida la de cabellos azabaches con reflejos azulados, se quitó la mochila que llevaba puesta para sacar unos guantes de un material aislante, unas mascarillas del mismo estilo y gafas especiales, pues nos harían mucha falta a todos.

- Es recomendable que os protejáis del contacto con los afectados, para evitar que también os infectéis vosotros -Expliqué mientras Ariel se los repartía a cada uno de los presentes-. La enfermedad puede transmitirse tanto por las partículas del aire como por el propio contacto.

Tras la explicación, yo mismo me coloqué la protección, primero recogiéndome el cabello en una coleta que quedó más o menos a la altura de la nuca, para luego colocarme la mascarilla sobre la nariz y la boca, a continuación las gafas para proteger los ojos y por último los guantes aislantes de gérmenes sobre las manos.

- Alissia, Ariel, Mera -Las nombré siguiendo el orden de aparición, cuyas posiciones todavía mantenían-. Dispersaos y acompañad cada una a uno de nosotros. Tomad muestras de todo lo que que los cristales indiquen como infectado, para llevarlo luego al laboratorio.

Una vez protegidas con el material y el cabello recogido, tal cual había hecho yo, cada una de ellas hizo acopio de mis palabras con un sencillo asentamiento y se se unió a cada uno de nosotros. Ariel, la morena que había repartido el material, acompañó a Merlina. Mera, la pelirroja se fue con Geralt y Alissia, la castaña de atenta mirada color ámbar, me acompañó a mí.

Geralt iba acompañado de Mera, aunque se mostraba amable, su presencia angelical le causaba picores, cosa que lo irritaba bastante, aunque se cuidaba mucho de mostrarlo.

Ignoro los lugares obvios que contenían la infección, el pozo y el granero eran lo suficientemente obvios como para que se les ocurrieran a los otros. En vez de eso, se puso a hablar con los lugareños, rozándolos ligeramente con el cristal, aunque raro, seria posible que el nigromante controlase a unos pocos muertos para que parecieran vivos y pudieran contagiar la infección directamente, aunque no hubo suerte. Fue de esa manera como se entero del porque no habían muertos en las calles, el enterrador sacaba los muertos personalmente y los quemaba al anochecer en un claro de las afueras. Parecía alguien que sabia lo que se hacia.

Lo conoció un poco mas tarde, saliendo de una casa con una carretilla cargando el cadáver de un muerto. Era un hombre joven, rubio, de ojos verdes, alto y mucho mejor alimentado de lo que se esperaba de un trabajo tan pobre como el de enterrador. A Geralt le cayo bien de inmediato, se paso varios minutos consolando a la familia llorosa de cuya casa se estaba llevando el muerto, las palabras justas y necesarias, que provocaron que cesara el llanto, e incluso conmovieron a Geralt y Mera. Era todo un experto, seguramente por la practica. Ademas, un anillo dorado con forma de serpiente y una esmeralda, una joya increíblemente ostentosa, destacaba en su dedo. Era demasiado ostentosa como para inducir a sospechar que saqueaba a los muertos, parecía mas bien un recuerdo de tiempos mejores.

Se estaba poniendo el sol y estaba llegando la hora de reunirse con los otros, al parecer llegaba ultimo.

OFF: Poner lo que encontréis y la explicación a los otros directamente, como si ya estuviéramos reunidos. Recordad, síntomas y focos de infección, curar gente si os apetece.

Iba acompañada de Ariel, traia el material en mis manos.
Habiamos pasado por varias personas una de ellas, una viejita que se porto muy hamable y nos dio un par de pistas de lo que ocurria, tambien nos topamos con dos niños que sollozaban y temblaban de miedo por ciertas cosas. Ariel y yo, los consolamos, nos habia dado bastante pena verles en ese estado, tocaron la parte sensible de mi ser.

Los llevamos a un lugar seguro, mientras yo intuia con mi sexto sentido los lugares donde se hayaba la enfermedad, evitamos pasar por ahi mientras buscabamos un poco mas de informacion. Oimos de una muerte cerca del centro a lo que acudimos por lo que vimos una pequeña niña era la que llevaban en una camilla vaya que aquello se estaba poniendo feo.

Estabamos caminando cuando Ariel me aviso que ya casi era hora de reunirse, puesto que el sol asomaba sus ultimos rayos por el horizonte.