Pensativa

Merodeaba por la zona de la costa, más concretamente en lo alto de un escarpado acantilado volcánico. Las rocas, afiladas y traicioneras como ellas solas, amenazaban con hacerme tropezar a la mínima que me descuidase. Podría haber ido por un sitio más fácil, pero me gustaba aquel lugar aunque no pudiera disfrutar de las vistas. Allí podía poner a prueba mis sentidos.
Aun así, aquel día mi mente estaba lejos del malpaís sobre el que caminaba, lo que me hizo apoyar la mano más de lo debido en una roca afilada como una cuchilla.
-Mier*da- murmuré para mí misma retirando la mano herida. Una niebla oscura rodeó el corte y lo cerró rápidamente.

Encontré aquel lugar por pura casualidad, nunca antes había estado alli.
Me perdí y mis pasos me llevaron hasta una diabla. La observé con atencion. La visivilidad no era demasiado buena y el olor de la admosfera menguaba mi olfato

-hola?

La presencia de alguien más me sacó de mis pensamientos del todo. Me giré, notaba a un maestro licántropo cerca.
-Hola- saludé lacónicamente. Su cercanía, como cualquier otro ser de la luz, me molestaba un poco, pero lo dejé estar. Mi preocupación era mayor que mis ganas de pelea en aquel momento. Me senté, me quité la venda y me masajeé los lacrimales.

La miré curioso y con un minimo de preocupacion.

-Noto algo raro... siendo meterme en lo que no me llaman pero... te pasa algo?...

Fruncí el ceño ligeramente. Mi primer pensamiento fue "¿y a éste chucho qué le importa?", pero me contuve. No tenía ninguna gana de pelea, algo extraño en mí. Estaba más cansada de lo que creía.
-En realidad, sí- respondí con voz queda-. ¿Nunca te ha parecido que uno de tus subordinados está tramando algo a tus espaldas? No me gusta esa sensación. Aunque no sea contra mí, no me fío- murmuré-. Por cierto, mi nombre es Angela, Angela Diazza.

La miré incomprensible.

-Nunca he tenido subordinados, de todas formas, los licantropos somos muy fieles. Sin ofender-dije, sin intentar ser mal educado-El mio es Andrew, Andrew Wingates.

-Suerte que tenéis, Andrew- suspiré, volviendo a ponerme la venda y girando la cabeza hacia el lugar del que procedía su voz. Nunca le negaría el hecho de que la lealtad era algo raro entre los de mi raza-. Y encima está el condenado príncipe vampiro... Me pregunto qué trapicheos se traerán esos dos- dije, pensando en voz alta.

Algo en mi se estremedio.

-Hablais de Walter...? Walter Wingates?...-quede un rato en silencio pensando-entonces a quien os referis es a ese tal Asp... ese diablo despreciable. No me fio ni un pelo de el... oli cosas bastante curiosas... Aun que... pense que era cosa de diablos... no solo de el...

No pude evitar pegar un bote al oír sus palabras. La alarma empezaba a sustituir a la preocupación.
-Conocéis a Aspicious, por lo que oigo- dije, alzando una ceja-. Pensaba que me ocultaba algo, veo que estaba en lo cierto. Lo que quiera que sea que está haciendo no tiene nada que ver con el resto de mi raza, podéis estar seguro. Si así fuera, me lo habría contado en vez de darme evasivas...
Solo podía imaginar por qué no había dicho nada, y ninguna de las opciones era buena.

-Uhh... valla con el canalla, era aun mas rufian de lo que pensaba. Te contaré todo lo que se acambio de algo...-hice una pausa y entonces la miré fijamente, con seguridad-Todo lo que vallais descubriendo, quiero estar enterado de ello, al igual de lo que pensais hacer al respecto. Puedo ayudaros bastante a descubir esto y ami me interesa saber lo que descubis

Me lo pensé bien antes de aceptar. Lo cierto era que a mí también me convenía aquel trato, aunque no me fiase de los seres de luz por definición...
-De acuerdo, me parece justo- acepté-. Dispara.

-Trato echo-la extendí la mano estrechandosela, cerrando el trato-Bien, en mi encuentro con Aps oli muchas cosas, en principio, no es alguien de fiar. Los diablos, sin ofender, no soys para andar con confianzas, la verdad... pero el olia aun mas que el resto. Entonces hablo de mi hermano y eso me llamo la atencion, olí que algo estaban tratando y me nego rotundamente a contarme sus planes... pero por lo que olí... no era algo leve... esta planeando algo bastante gordo y no me hace gracia que ande haciendolo con mi hermano. Tendría que investigar sobre el asunto pero no tengo demasiada idea de sus actividades, no he vuleto a verle desde entonces.

Medité sobre ello. Tampoco me molestó que pusiera en duda la confianza de los diablos, estaba quedando demostrado que tenía razón al menos con uno.
-Ya veo...- murmuré-. Bueno, en lo que a mí respecta, sé que esos dos han estado dándose muchos paseos últimamente. Hace poco se pasaron bastante rato buscando información en los archivos de mi raza, cosa que, si he de ser sincera, me molesta un poco, nadie le ha mandado meter las narices a un vampiro ahí- comenté con un leve mohín de fastidio-. Como sea, el caso es que, según mis contactos, han ido luego de excursión a unas extrañas cuevas que casi nadie ha explorado en el Infierno y a otras en el reino de los brujos. No sé si la reina Elinor andará metida en el ajo o la habrán engañado, pero no podrían haber ido allí si no fue con su permiso.

Quedé pensativo.

-Tienes alguna idéa de que puede haber en esas cuevas?-pregunté, rascandome la barbilla pensativo

-No tengo ni idea, pero sé de algunos diablos menores que han ido de excursión a las del Infierno y nunca han vuelto. Hay rumores muy extraños acerca de ese lugar. Unos dicen que chupa la energía con más rapidez que un vampiro sediento la sangre, otros dicen que hay monstruos vagabundeando por ellas, y otros simplemente afirman que no son más que un laberinto. Lo cierto es que quien se aventuró a averiguar la respuesta, no volvió, lo que da pie a imaginar mucho... aunque claro, a veces los rumores no son mentira del todo. Lo que quiera que sea, si es que hay algo, está bien protegido- concluí.

Quedé pensativo.

-Bien, investigaré sobre el tema. Tu habla con tu reina yo me iré a investigar por la biblioteca a ver si encuentro algo.

Asentí y me levanté. No sabía qué estaba tramando Aspicious, pero apostaba a que no le había dicho nada a Arshei. Y si la conocía bien, aquello no iba a gustarle nada... La preocupación volvió, pero esta vez no era por mí. Si efectivamente Arshei no sabía nada, era porque tal vez el plan de Aspicious la perjudicara, directa o indirectamente.
Se podía decir que yo era una de las pocas excepciones a la regla de la lealtad de los diablos. No traicionaría a mi reina, y no iba a permitir que otros lo hicieran sabiéndolo yo.
-Bien, hablaré con Arshei-sama. Tendrás noticias mías tarde o temprano- le aseguré-. Nos vemos, Andrew Wingates. Suerte en tu búsqueda.
Me envolví en una nube oscura y desaparecí de camino al Infierno.

Vi como se marchaba, permanecí un rato mas alli, pensando y despues me dirigí a mi reino a buscar informacion.