Aspicious Rey Demonio
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Ficha de Personaje Breve descripción: Inventario:
| Tema: El caballero de las sombras Lun Ago 30, 2010 3:26 pm | |
| Esta es una historia que escribí hace algún tiempo, me he acordado de ella hace no mucho así que pensé en colgarla aquí.
El caballero de las sombras
La lluvia resbalaba por la negra armadura pizarra que cubría mi cuerpo. El casco solo me permitía ver lo que se encontraba delante de mí: aquella mujer vestida con armadura ligera y una espada en la mano, en posición amenazante. Su pelo mojado castaño le alcanzaba los hombros, sus ojos oscuros miel me miraban penetrantemente, su clara piel de marfil mojada por la lluvia lucía radiante a pesar del aguacero. De su boca surgieron palabras secas y duras, nada propias de aquellos labios finos y suaves:
- ¿Qué haces aquí? Jamás creí que te encontraría en este sitio... Eso solo significa que pretendes cometer alguna atrocidad de las tuyas... Márchate.
A mi alrededor se alzaba un páramo tenebroso, rodeado por grandes árboles que intentaban arañar el cielo. En el interior de la espesura un castillo majestuoso con dos torreones terminados en punta destacaba suntuosamente. Justo en el portón se encontraba ella, lista para combatir. Con voz temblorosa respondí:
- Esas palabras resultan demasiado directas… ¿Hay algún problema con que esté aquí? No entiendo por qué te pones así.
- Simplemente sé que no tramas nada bueno. Seguro que es algo tenebroso y oscuro – espetó con una mirada funesta.
Aquellas palabras se me clavaron como un puñal en el pecho. Inconscientemente hice una mueca de dolor.
- ¿Acaso sabes qué es lo que pretendo? ¿Acaso sabes lo que he hecho para llegar hasta aquí? ¡Tú no sabes nada de eso!
- No me importa conocer tus motivos para dejarte entrar a este lugar sagrado. Simplemente tu alma está corrompida, y no puedo permitir que pases – replicó ella en un tono tajante –. Repito que te marches.
- Veo que no eres capaz de entenderme… - comenté pensativo -. Nunca pudiste… Pero no puedo retroceder ahora, después de todo el camino que he recorrido. Ya está tan cerca… Solo tengo que cruzar esa puerta…
- No entras en razón, te he advertido. Solo me queda matarte – concluyó a la vez que lanzaba una embestida con su espada.
Rápidamente tuve que desenvainar mi arma y bloquear el ataque, reculando varios metros hacia atrás. La mujer continuó realizando golpes laterales, altos, bajos, fintas, mientras que yo solo conseguía defenderme. Tras una serie de encadenamientos mi adversaria se retiró por unos instantes. Alcé mi filo y miré fijamente su rostro. De repente sentí una desazón y una tristeza enorme, sin embargo tuve el valor suficiente para recluir todos estos sentimientos en lo más profundo de mi corazón. Suspiré. Una furia inmensa se apoderó de mí, y mientras realizaba mi contraataque injuriaba y gritaba, guiado por mi empeño.
- ¡Apártate de mi camino! ¡Tengo que cumplir mi deseo!
Lancé mi última estocada y cerré los ojos. Todo se calmó.
Al abrirlos contemplé la escena. Mi espada atravesaba el corazón de aquella persona… la mujer a la que amaba. De pronto sentí como el cielo se caía sobre mí y presionaba mi pequeña existencia. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Su cuerpo cayó en mis brazos, ya inerte, frío, sin vida, sin respirar, solo sangrando cada vez más y más. Observé mis manos teñidas de carmesí. De nuevo el cielo se cernía sobre mí, paralizándome. El suelo mojado encharcado, el aire denso y pesado que se arremolinaba en torno a nosotros… Aquello parecía un sueño, no sentía qué ocurría a mi alrededor, mis sentidos estaban embotados. ¿Qué hacía allí? ¿Qué estaba ocurriendo?
De pronto una gigantesca presión en el pecho me devolvía a la realidad. Delante de mí se encontraba mi amada, muerta por mis manos. La desesperación avanzó por mi ser como la ola gigante en la orilla que arrasa con todo a su paso. Abracé fuertemente el cadáver mientras un grito espeluznante de dolor y horror se extendía por todo el paraje. Las ardillas que en los árboles se encontraban huyeron rápidamente, los pájaros que en las ramas se posaban volaron precipitados hacia el cielo tormentoso, los insectos que se alimentaban en las hojas de los arbustos se escondieron en sus caparazones o en los recovecos que buenamente podían encontrar, la propia hierba que en el suelo crecía se tornó mustia y seca. Todo, todo se calló y se estremeció del alarido inhumano cargado de resentimiento que de mi garganta procedía. Mis lágrimas confundidas con la lluvia torrencial caían sobre la suave piel de mi más preciado tesoro, el cuál ni siquiera había sido capaz de despedirse. Toda luz que podía haber en mi vida se había apagado.
Extraje cuidadosamente la espada de su pecho y acaricié su suave pelo, que ya no luciría jamás como lo hizo antaño. La miré a sus ojos, vacíos y huecos, y comencé a llorar y gemir aún más fuerte. Algunos animales se fueron acercando poco a poco, tristemente compadecían mi dolor. Finalmente el caballero de las sombras se encontraba en la completa oscuridad, solo y desamparado.
De nuevo la abracé con todas las fuerzas que podía, no me separé de su cuerpo ni un momento. Fue entonces cuando tomé el arma homicida, dispuesto a acabar con todo. Cerré de nuevo los ojos y la hundí profundamente en el cuerpo de mi amada, atravesándome a mí con ella. Sentí que mi vida se apagaba, pero realmente ya lo había hecho unos minutos antes. En mi último suspiro observe de nuevo el rostro más bello que jamás pudiera haber encontrado. Acerqué mis labios a los suyos suavemente y como una tierna caricia la besé por última vez, antes de que todo terminara. | |
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