Cabreada

Paseaba por la ladera de uno de los volcanes escondidos en la cordillera, descargando mi furia contra cualquier cosa que me rozase las piernas. Hierbas, zarzas, ramas... incluso algún animal acabó chamuscado por mi espada de fuego. La venda de siempre cubría mis ojos ciegos.

-- Vaya parece que alguién se levantó con el pie izquierdo -- dije aterrizando cerca de ella -- que te trae por aqui?' -- dije dando un golpe en el suelo con la escoba, convirtiendola asi en un cayado.

Me giré de golpe con la espada en alto al oír a Elinor.
-¿Acaso le importa eso a la reina de las brujas? Y por reina de las brujas- siseé- me refiero a la persona más traidora que rompió su alianza y nos abandonó cuando más aliados nos hacían falta.
Mi espada soltó una llamarada amenazante. Desplegué mis alas, que vibraban levemente.

-- oh, eso me ha dolido -- dije falsamente dolida -- si lo que quieres es pelea, la tendras -- preparé el callado a la espalda para atacar y me preparé. De uno de los extremos del cayado salió una cuchilla. Sonreí amenazadora -- addelante.

Solté un gruñido y mis garras empezaron a zumbar a mi alrededor mientras me lanzaba contra Elinor. Me importaba bien poco que me superase en poder. Mientras mis garras intentaban arañarla, mi espada se rodeó de fuego y traté de decapitarla con ella.

Me desaparecí con ayuda de la magia y aparecí a su espalda. Hice girar el cayado a mi alrededor y el último movimiento lo acompañé de una potente rafaga de aire. Volví a lanzar otra rafaga de aire con la mano para atacarla también desde otro ángulo. Volví a girar el cayado hasta su posición original.

El aire me empujó hacia delante, pero recuperé el equilibrio a duras penas con un potente batir de alas y me giré. Alcé un puño y el agua ambiental se sublimó en forma de veinte estacas de hielo que lancé contra ella a la vez.
-Pelea de frente, cobarde, esconderte a mi espalda no te va a servir de nada- gruñí.

Hice girar el aire a mi alrededor creando una esfera que desvió sus estacas:
-- Yo no me escondo, es que eres dificil de mirar -- la dije riendome. Generé un rayo en la palma de mi mano y se lo lancé. rapidamente, giré y la metí en una esfera de la que no podría salir ni pasando por su reino.

Esquivé el rayo por los pelos, al ser energía podía "verlo", pero la venda que cubría mis ojos saltó por los aires. También podía notar la prisión, no sólo bajo mis pies. La golpeé con la espada un par de veces, por probar no perdía nada.
-¿Es así como enfrentas a todos tus enemigos? ¿Qué haras el día que un ejército llame a las puertas de tu castillo, eh?- le espeté. Mis ojos, ahora abiertos, llameaban de furia. Naturalmente, seguía sin ver nada.

-- Cuando eso pase no esaras allí para descubrirlo -- alcé la mano y comencé a sacar el aire que había dentro de la esfera lentamente. Empezó a hacerseme aburrido, así que además electrifiqué la esfera.

Empezaba a faltarme el aire, así que me esforcé en aprovechar lo poco que quedaba. Apagué mi espada e iba a guardarla cuando Elinor electrificó la esfera. Las descargas recorrieron dolorosamente mis nervios, pero apreté los dientes. No iba a darle la satisfacción de oírme gritar; no aún. Además, si seguía así, perdería el conocimiento por la asfixia y dejaría de notar el dolor.

-- quiero que conozcas un pequeño truco que me se -- la dije al ver que no gritaba. Hice que su propia sombra se metiese dentro de su cuerpo y se clavara como una aguja en cada uno de sus nervios -- dime, ¿que te parece? -- pregunté como si fuera la mas normal del mundo.

Apretaba los puños tan fuerte que me hincaba las uñas en las palmas. Empecé a gruñir y mis rodillas se clavaron en el suelo, pero no grité. Mi orgullo me lo impedía, aunque el dolor era espantoso. Mi aura oscura se expandió cada vez más, presionando contra la pared de la esfera e intentando hacerla saltar por los aires. No tenía agua suficiente allí dentro para hacerla explotar... a menos que emplease mi propia sangre, cosa que no iba a hacer.
-¿Es esto... todo lo que tienes... pedazo de capulla?- conseguí mascullar.

-- Vaya... me impresionas he de reconocerlo... quieres más?? lo tendrás... -- dije cerrando el puño y haciendo la bola más pequeña.

Por suerte seguía teniendo suficiente espacio para no partirme las alas, esto de ser bajita servía para algo después de todo. Seguí empujando con mi aura, aunque mi fuerza cada vez era más débil. El dolor y la falta de aire iban haciendo mella, pero seguía resistiéndome a gritar.

Volví a reducir la esfera hasta que ya le era imposible moverse. Aumenté la intensidad de las descargas de la esfera y sonreí. La cuchilla del callado se hizo más grande:
-- ha sido divertido, pero... se te acabó el tiempo -- dijo mientras avanzaba hacía ella.

Plegué las alas todo lo que pude y me hice un ovillo, pero ya no podía más. A menos que saliera de allí, no podía hacer nada. Dejé de empujar y me desplomé sobre el suelo de la esfera, casi inconsciente. Ya comprendía por qué había ido a aquel lugar. Había ido a morir. En otra situación la furia habría hecho hervir mi sangre y la habría transformado en una mortífera ola roja, pero ¿qué podía hacer si no podía salir?

chasquee los dedos y la esfera desapareció, pero hice que se mantubiera en el aire con unos anillos del mismo material de la esfera en brazos piernas y cuello. Volví a chasquear los dedos y los anillos tiraron de ella:
-- hiciste mal en meterete conmigo

De repente el aire entró en mis pulmones de golpe y pude expandir las alas a gusto. Abrí mis ojos ciegos y oí cómo mi espada caía al suelo y se clavaba en la piedra. No importaba. Aunque no alcanzase a Elinor, aunque no sirviera de nada... moriría luchando. Sonreí levemente pese a las circunstancias y escupí a donde sabía por la ecolocalización que estaban los pies de la bruja.
-Tal vez- acepté-, pero no... me arrepiento... de NADA!!!!!!
Mi aura se expandió por completo en un instante y un géiser explotó tras Elinor, convirtiéndose en una ola que levitó unos segundos y cayó sobre ella, congelándose por el camino.

con un giro des cayado y un rayo rompí el hielo que se me venía encima, provocando una llvia de pequeños critales que no hacian daño a nadie:
-- patetico... -- dije avanzando hacia ella con la cuchilla del cayado. La clavé en su cintura y no me detube hasta que salió al otro lado, manhandome de sangre -- que asco -- comenté mirando lo que había quedado de ella. agité la mano y los anillos que la retenía desaparecieron. Me sacudí un poco y di un golpe en el suelo con mi arma, ransformandola de nuvo en escoba, suspiré mirando de nuevo los restos y me marché volando.

Noté la cuchilla atravesando mi cintura y escupí sangre. De la impresión ni me acordé de gritar de dolor. Caí al suelo, desorientada. Notaba la sangre formando un charco cada vez mayor debajo de mí y sabía perfectamente que no tenía suficiente poder para curar aquella herida.
-Mi señora... Arêsha-sama...- fueron las últimas palabras que salieron de mi boca antes de sumirme en el más absoluto de los silencios.