Aral Letsop Renegado Yasgeniod
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| Tema: El bolero Jue Sep 09, 2010 1:25 am | |
| Aquí os dejo una obra fruto de mis delirios. Es más interesante si la escuchais junto al Bolero de Ravel.
El bolero
Permitidme relataros algo. No digo que fuera una imaginación, o acaso una realidad. No estoy muy seguro de lo que fue, tal vez una experiencia onírica. Y al fin cuando siento que ese ser que me ha mantenido preso desde entonces acaba de bajar la guardia, puedo escribir ese viaje sin temor a perder la cordura.
Tiempo hace desde que todo ocurrió, cuando yo aún ni siquiera cursaba mis estudios de primaria. Nuestra maestra solía ponernos al gran Ravel para dormirnos. Su bolero era como canto de sirenas para el resto de alumnos, mas yo ni siquiera caía en sopor. Puede que mi naturaleza alborotada sirviera de escudo antes las majestuosas notas repetidas incansablemente una y otra vez durante la obra, pero lo que pasaba es que tenía un mal agüero. Esa canción me espantaba, como si de una obra de la misma Muerte Roja se tratara. Siempre esperaba pacientemente al final de la obra, y a que mis compañeros salieran de su hipnotismo. No obstante el maleficio de la obra un día me alcanzó y caí ante la hipnosis. Y esa fue mi perdición.
Me encontraba en una caja de cristal. Al principio me parecía un cubo pero cuando miraba a un lado, otro lado surgía a mi espalda. Finalmente perdí la cuenta de los lados y me deje caer, al suelo también en continua expansión. De repente puse atención a todo cuanto me rodeaba y pude notar un ritmo de fondo que no cesaba y me invitaba a seguir de pie y caminando por el suelo, cada vez más amplio y transformado en formas angustiosas nunca observadas por el ser humano. Finalmente el suelo de cristal se abrió y caí en una planicie. Pero a medida que avanzaba surgían montañas a mi vera y se tornaban para mirarse entre ellas con rostros enmascarados, sólo para luego darse la vuelta y yacer tumbadas frente a unos soles vestidos de seda que parecían estar guiándome en mi camino. Me fijé en que a medida que avanzaba el ritmo era más intenso y empezaba a escuchar esa melodía que tanto pavor me daba. Mas yo seguí caminando. Empecé a escuchar una voz que me aclamaba y me coronaba como el rey de aquel paraje desolador, mientras que una horda de animales escamados y alados volaba sobre mí formando círculos. Y la melodía seguía cada vez más fuerte convirtiéndose en la gran obra que me recordaría por todos los tiempos. Cuando alcancé el trono celestial que frente a mí se encontraba, el ritmo de mi corazón y el del bolero se sincronizaron y latieron como uno solo. Entonces contemplé el enorme paraje, poblado ahora de plantas escarlatas que se alzaban a abrazar un cielo grande, verde y vacío, donde se encontraba la cajita de cristal girando y convirtiéndose en una esfera. Y la esfera se abrió. De ella surgió un ser áureo, imposible, irreal, mofándose de mi débil reino de color cósmico. Los latidos de mi corazón se aceleraron a medida que se acercaba y se reía ese ser. Y los latidos y el ritmo se frenaron. Y volvieron para dar un estertor melódico que se fundía con el ser. Y otra vez. Y otra vez. Bum. Bum…Y finalmente cuando comprendí lo que sucedía, el ser, que era la melodía misma, se calló llevándose mi existencia y encerrándome en la caja de cristal del silencio.
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