Reunión de reyes

Me encontraba en la biblioteca, leyendo un libro interesante sobre meteorología cuando observé el reloj. Dejé el libro en su sitio y me dirigí hacia el salón de reuniones. Una vez dentro me senté en el asiento del anfitrión y me dispuse a esperar a que aparecieran las invitadas.

Esta vez preferí usar la ruta normal y no aparecer de la nada en el Infierno, que no tenía mucha confianza con Aspicious. Los guardias me abrieron la puerta de la sala tras liberar un poco mi aura para convencerles de que era realmente yo, así que la suprimí de nuevo y entré. Aspicious ya estaba allí.
-Buenas noches. He venido tan rápido como he podido, ¿qué ocurre?- pregunté.

Me levanté del asiento para hacer una cordial reverencia.

-Realmente no habría hecho falta que te dieras tanta prisa, aún queda por llegar Luccie. Sin embargo tenemos temas importantes que tratar, ese es el motivo de esta reunión.

Hice con la mano un gesto indicando que se sentara en una silla.

Correspondí a su reverencia y me senté donde me indicó.
-Bueno, valoro la puntualidad, entre otras virtudes, y me gusta predicar con el ejemplo- sonreí levemente y entrelacé los dedos. Habría que esperar.

No tardé demasiado en aparecer por el infierno, unos guardias me llevaron a la sala abriendome las puertas-gracias-dije entrando viendo a Aspicious y a Aurora e hice una pequeña reverencia-siento la tardanza, asuntos de palacio me temo-dije acercandome a ellos.

-No importa - dije mientras le indicaba su asiento con el brazo -, bienvenida seas Luccie.

Una vez ya estábamos todos los presentes comencé con mi discurso.

-Como os podréis imaginar he convocado esta reunión con motivo de las piedras del equilibrio - dije cruzando los dedos de las manos y apoyándolas en la mesa -. Si bien nuestras razas poseen un pacto de alianza he creido conveniente informar sobre mis últimas investigaciones.

Me puse en pie y comencé a pasear alrededor de la larga mesa.

-Voy a ser claro y directo, tenemos poco tiempo. Actualmente quedan tres piedras de pie, manteniendo el sello de Omega. Estas tres piedras son suficientes para que el equilibrio del mundo no se vea gravemente afectado, al menos de momento. Según mis deducciones, lo que mantiene a Omega en letargo son diez canales de energía que convergen en un punto en concreto. Ese punto es el que veis aquí.

Me acerqué a la pared justo detrás de mi asiento y desenrrollé un mapa con las marcas que había hecho el otro día.

Spoiler:

-De ese punto en el océnano surgirá Omega para devastarlo todo. En estos momentos uno de esos diez canales está vacío, lo cuál no es suficiente para romper el sello. Sin embargo, si otra piedra es destruída quedarán como mucho cinco canales. Si eso ocurre sufriremos las primeras consecuencias del caos, pero Omega aún no habrá sido invocado. Cuando la cuarta piedra se destruya comenzará todo. He de suponer que el siguiente objetivo del mensajero del caos son los bosques de la discordia, aunque proteger ahora las piedras, como bien dije en la anterior reunión, es una pérdida de tiempo.

Me acerqué a la mesa y pegué un palmotazo fuerte.

-Debemos preparar nuestros ejércitos para ser capaces de contener a Omega, y por supuesto para evitar que otras estúpidas criaturas hagan cualquier locura que empeore la situación. Es por eso que estoy preparando a mis tropas para lo peor, y requiero de la colaboración de nuestras razas para poder llevar acabo esta hazaña.

Escuché a Aspicious y observé el mapa. Después volví a mirar a Aspicious.
-¿Cuánto tiempo crees que tenemos y cuál es tu plan?- pregunté. No nos habría convocado si no tuviese ya algo pensado.

-No podría decir con exactitud el tiempo que nos queda - respondí aún de pie -, pero debemos tener en cuenta que en cuanto la tercera piedra sea destruida las otras dos no tardarán mucho en colapsar. Eso nos dejaría aproximadamente dos meses, un mes, o quizá incluso menos...

Volví a sentarme y a cruzar mis dedos.

-Es por eso que debemos organizarnos militarmente en estos precisos momentos. Primeramente, ¿de qué tropas disponemos?

Atendí con toda mi atencion a lo que nos contaba Aspicious sin decir nada para interrumpirle, mirando el mapa, no estaba demasiado lejos de los dominios vampiricos y eso no me gusta,a enrecerre los ojos y volví a mirar a Aspicious-yo cuento con 6 especializados, los sombras, la caballería de sangre, paladines, arqueros, berserks y mi guardia, el 100% de mis soldados estan entrenando, cada uno en su especialidad, ya e mandado reparar, armas y armaduras.-dije tranquilamente.

No me gustaba mucho descubrir mis cartas, pero era necesario así que oculté mi recelo y dije:
-Mi ejército está organizado en escuadras de 101 soldados cada una, incluyendo al comandante, y cada comandante divide a su escuadra en los batallones que desea. En algunas predominan elementales de un grupo concreto, pero en todas hay de todo. Es un ejército muy fácil de mover y muy independiente, los he entrenado para ello. Sólo necesitan conocer el plan y qué escuadra se encarga de cada parte. Les suelo dar total libertad de acción en las batallas; siempre y cuando cumplan el objetivo sin obstaculizar al resto, cada escuadra puede cumplir su misión como el comandante desee- expliqué.

Escuché atentamente lo que cada una tenía que decirme. Estuve pensativo un rato.

-Mi ejército consta de diversos escuadrones elementales de élite, y dentro del gordo del ejército varios escuadrones mixtos. La guerra se acerca, y lo que creo conveniente es que organicemos nuestros ejércitos para realizar operaciones conjuntas. De esta manera podremos cubrir cualquier improvisto.

-No hay problema. Mis escuadras son muy flexibles, lo único que seguramente necesiten sea entrenar con vuestros soldados puesto que no están acostumbrados a combatir al lado de seres oscuros- propuse-. Además, en caso de necesidad, cualquiera de las escuadras puede ser transferida temporalmente a vuestros ejércitos y cumplir las órdenes que les deis, lo único que hace falta es que confíen en vosotros y eso se logra en los entrenamientos.

Miré a Aurora con una amplia sonrisa de satisfacción.

-En ese caso sería conveniente que dejaras que entrenara a tus escuadrones en los entrenamientos de mis escuadrones de élite. Cuanto antes se empiece mejores resultados obtendremos.

Después miré a Luccie.

-En cuento a tí, Luccie, creo preciso que hagamos lo mismo, aunque sea solo una toma de contacto entre nuestros ejércitos. ¿Qué opinas?

-Podría ser una buena idea, aun que nuestros poderes no sean ni siquiera parecidos, podríamos cojer lo que mas se parezca-dije con una amplia sonrisa, parecía que esto iba bien-si tienes demonios que controlen el agua mejor seran la caballería de sangre y cosas asi-comenté dando mi opinion-Mis sioldados siempre estaran dispuestos a luchar, con quien sea y cuando sea, mientras que se les de algun motivo o recompensa, yo me encargaré de esa parte.-

-me parece bien, aun que pienso que si entrenan juntos algunos dias, podrían combinar sus poderes y fuerzas, al menos algunos-dije encogiendo los homros levemente-cuando dij lo del lugar asentí-quizas si deveriamos, alun lugar, en el que podamos hablar tranquilamente?-mire atentamente a los presentes-Yo tengo uno, pero será mejor que no, hay un vacío dentro y me temo que no podreis respirar-

-No creo que eso sea un problema - dije riéndo levemente.

-Yo tampoco- comenté alzando las cejas-. Bien, puedo dar la orden para que mis escuadras vengan al Infierno a entrenar en cuanto acabemos la reunión. ¿Cuántos soldados podemos meter sin que haya problemas de espacio, Aspicious?- pregunté.

-En ese caso enviaré aquí a la primera escuadra en cuanto salga de la reunión. Tiene más elementales de aire que ninguna otra. En cuanto ellos acaben, mandaré entrar a la segunda, así iremos rotando- anuncié.

-Me parece correcto - dije asintiendo con la cabeza -. Será mejor ponernos en marcha cuanto antes.

Después me dirigí a Luccie.

-En cuanto a los vampiros, realizaré una visita a vuestro castillo para ultimar los detalles. De momento creo conveniente dejar esto así.

Me levanté de la mesa e hice una formal reverencia.

Me levanté también, pero algo me hizo marearme durante unos segundos y apoyarme en la mesa. Me llevé la mano al pecho, más pálida de lo normal. Lo malo de tener la percepción de auras tan entrenada, supongo. Cuando pasaba algo gordo, lo notaba, y el sentimiento no era agradable precisamente.
-Me parece que ha pasado algo- murmuré, preocupada-. Esta sensación no es normal. Me retiro, estaré de vuelta con mis caídos enseguida.
Tras hacer una inclinación de cabeza, mi imagen se distorsionó hasta desaparecer. Volvía al Limbo.