Un "invitada"

Llegué ahí con Algeline y Amy, cojí a Amy y la llevé dentro de una celda, cerrando la puerta. Hice una llave con mi sangre y la cerré, despues desice la llave y la sangre volvió a entrar a mi cuerpo, ahora si que nadie podría sacarla de ahí si yo no quería, pues por ser vampiros, las celdas estaban echas hasta a prueva de Licantropos. Ahora mismo el angel estaría mas y mas que fresquito. Me giré a angeline-Bien echo-dije con una gran sonrisa.

OFF: venimos de aquí https://creatureswars.forosactivos.net/t1288p30-la-sarten-del-desierto#27826

Observé como Luccie, mi reina, encarcelaba a Amy en la celda, con una llave particularmente diferente. Una sonrisa enorme se plasmó en mi rostro al igual que la suya, y respondí a su alentador comentario con energías, y una risotada maliciosa.

Jajajaja, gracias, mi reina. Este ángel estará a la sombra un tiempo, supongo, pero ¿pretendeis sacar algún beneficio de este secuestro?

Dije, interrogante, aún con voz burlona y enérgica. Mi mirada parecía pinchante, mientras observaba atentamente a los ojos de mi reina. Estaba malignamente alegre, y era divertido hacerse con prisioneros de tales rangos.

En mis sueños comencé a oir gritos, muchos pasos, y un golpe muy fuerte. Repentinamente, noté que me movía, y todos los gritos desaparecieron de mi sueño. Luego comencé a notar humedad, y frescor. Me pareció muy extraño. Repentinamente, abrí los ojos con lentitud, y miré hacia todos lados, asustada al saber dónde estaba. Una cama plegable, encerrada entre tres paredes de hormigón, y unos barrotes metálicos de aspecto resistente. Me levanté del suelo, con el corazón encogido en un puño, y comencé a respirar agitadamente. Me acerqué, con paso rápido, a los barrotes y me sostuve de ellos. Delante de mi celda, se encontraban Angeline, y otra chica a la que recuerdo de algo....¡La vampiresa Reina de la reunión! Con voz en cierto modo desesperada, grité hacia ambas, mientras tiraba de los barrotes con fuerza.

¡¿Dónde estoy?!¡¿Por qué estoy aquí?!¡¿Qué quereis de mi?!

Mi mirada denotaba tristeza, y por supuesto, descontento. Era algo increíble, que la chica con la que conversé durante pocos segundos me haya hecho su prisionera. Me quedé ahí, sosteniéndome de los barrotes, esperando una respuesta clara a mis preguntas.

Me reí-No lo se Angeline, pero de momento se quedará bastante tiempo aquí, hasta que decida que hacer con tal angelito-cuando la chica despertó gritó desesperada pegada a los barrotes, nunca me fié de los angeles asi que me mantube alejada de los barrotes.-Creo que es obvio donde estas, el porque... era divertido y un gran desafío conseguir capturar una reina, rodeada de dos superiores.-dije con una risita socarrona.

En el fondo me daba pena este ángel, ya que fue de forma un poco rastrera que consiguiéramos que esté presa. Pero también estaba alegre, pues es algo que difícilmente podríamos repetir. Cuando observé que el ángel se acercó a los barrotes, y gritó desesperada, mi reina se apartó. Tenía cierta expresión de cauta, parecía que no le inspiraban confianza. Mas su tono seguía siendo divertido, y respondió a todas sus preguntas. Iría a contestárselas yo también, pero no sin antes comentarle algo a Luccie, con tono malignamente alegre.

¿Y si obligamos a que nos firme un tratado que nos beneficie? Jajaja, sería graciosamente interesante.

Luego me giré hacia el ángel, y con un tono seductor, me dirigí a ella.

Sencillamente, estás en una celda, porque era interesante tenerte cautiva, y...el deseo..

Miré hacia el techo pensativa, con un dedo sobre mis labios, mientras continuaba sonriendo.

El deseo..puede ser cualquier cosa, querida, jajajaja Dije, con una maligna risotada que resonó por la sala. Este secuestro había sido un verdadero éxito, pero no sabía qué haría ella ante esta situación.

Me encontraba preocupada, a la vez que ligeramente enfadada. No hice acto malo alguno, como para que me encarcelasen estos vampiros. La Reina vampiresa se apartó de mi, aunque seguía riendo graciosamente. Empecé a dubitar. ¿Usar la fuerza para escapar o la diplomacia? No sabía qué hacer. Intenté primero el lado diplomático, a ver qué consigo. Una dulce vocecilla, con un toque preocupado, pude emitir por mis labios.

¿Era todo.. por diversión? Pero...pero...no es nada divertido que yo esté aquí encerrada... Por favor...soltadme de aquí...y olvidemos todo lo que ha pasado...

Intenté ser lo más sutil e influyente posible. No podía permitir que las relaciones vampiro-angelicales fueran a ir a peores, por cosas como ésta. Pero no parecían estar dispuestas ninguna a escuchar mis plegarias.

Agarré el rosario que cuelga de mi cuello con ambas manos, mientras observaba, suplicante, los ojos profundos carmesí de Luccie. Quería que esto se olvidase y arreglase...o no habría otra salida que la violencia..me temo...

Miré a angeline-un tratado no, pues cuando saliera podría romperlo facilmente-me reí ante lo que la vampiresa empezó a decir, realmente me divertía esa situacion, ademas el angelito no podía hacer nada. La celda impedía que usase sus habilidades mediante sellos de restricción. Pero cuando me miró a los ojos me puse seria, me daba lastima tener a alguien ahí encerrado, pero no la faltaría de nada asi que no me preocupé.-si diversión, somos sres de oscuridad, somos los malvados, los que siempre hacemosdaño no?, ahora todo ser de luz sufrirá la consecuencia de sus actos y realmente toda tu aura luminica me molesta, solo es una fase.-

Cuando vi que se reía y que dijo que un tratado no era lo requerido, me acerqué a ella, con mirada interesante. COntinué con mi tono burlón, ciertamente esto era divertido.

Bueno, no quería decir un tratado exactamente...simplemente no encuentro la palabra...un documento firmado, que sólo tuviéramos nosotros, viendo que nos cede algo, y nos aporedamos de ello, jajajaja.

Luego observé que se dirigía al ángel. Ser los seres oscuros...no siempre pensé que nosostros fuéramos los oscuros. A lo mejor la gente estaba más equivocada de lo que piensa.Pero es probable que lo seamos...aunque sigo sin estar de acuerdo. Me quedé expectante, en silencio, con una sonrisa maligna dibujada en mi rostro.

Escuché, espantada, la respuesta de Luccie. Ellas eran seres oscuros... es posible, pero la oscuridad necesita a la luz para existir. Lo mismo ocurre a la viceversa. Y parecía que esta chica no se daba cuenta de ello. Angeline comenzó a dar ideas a Luccie por mi cautividad, y me alarmé por ello. Podría encontrar algo que condenara nuestra raza...y estaría acabada. Me odiarían los míos, por no defender nuestra nación, mis enemigos, y quedaría sola. Respondí a todo ello, con un tono preocupado, asustada y alarmada, con expresión de dolor en mi rostro.

¡No! Los seres oscuros no siempre quieren destrucción... no siempre haceis daño. En vuestro interior sabeis que no quereis...buscais poder para burlar a la muerte....pero no deseais matar. Por favor, piénsalo. No eres mala...ni Angeline tampoco...Y..la consecuencia de mis actos...¡Pero no he hecho nada!¡Lo juro!

Apreté fuertemente el rosario contra mi pecho. Nunca hice daño a nadie, y menos a los de su raza. ¿Por qué merecería yo esto? A pesar de que probablemente esta cárcel tenga sellos mágicos, tenía otras maneras de actuar. Pero no quería. Quería el uso de la diplomacia. Y espero que eso baste para escapar de aquí. Si no...recurriré a todo lo que esté en mi mano. No puedo quedarme aquí...tengo que volver a ver a esa demonio otra vez...Caeli...aun en los peores momentos...te recuerdo...Ya veo a qué te referías...pero...creo que todo esto se puede arreglar...

Volví a la cruda realidad. Seguía estando allí, en mi celda. Lástima que no llegué a practicar ese conjuro de teleportación...tenía que haberlo hecho. Observé, con mirada suplicante a los ojos de Luccie nuevamente.

Por favor...todavía podemos arreglar esto...no dejes que esto vaya a peores...te lo suplico...

La miré con algo de rabia-Y a mi me lo vas a decir, que no todos los seres oscuros nos gusta la destruccion, porque tu no sabes nada, de como era yo antes-dije escupiendo cada palabra que salía de mi boca.-Y te equivocas en una cosa, me gusta matar para sobrevivir y disfruto cada vez que la sangre roza mis labios,-dije relamiendomelos, notaba como mi sello empezaba a resquebrajarse y me subí la camiseta hasta mostrar mi ombligo, toda la parte derecha del ombligo hacia abajo era un tatuaje, de una espiral con espinas que empezaba a crecer por si sola. Un aura oscura empezó a rodear el tatuaje, que aumentaba cuanta mas oscuridad absorvía, era oscuridad en estado puro, sin un matiz de luz, nada. Solo una gran espiral negra que comenzaba a bajar por toda mi pierna.
-Tu no sabes nada de la oscuridad, ni de como se la trata, -me acerqué a ella hasta que estube a unos centimetros de las barras-Esto!-señalé el tatuaje.
-Esto es por intentar ser buena persona, esto!! es por intentar ayudar a los demas, solo un maldito castigo divino.. que sabreis vosotros asquerosos seres de luz, de esto, del sufrimiento al ver que tu cuerpo es llevado por toda tu maldad aun que tus mas profundos deseos intenten evitarlo-me aparté de ella-Que sabras tu de la maldad... de la oscuridad... tu que has vivido por siempre en la luz.-dije bajando la camiseta-Te quedaras ahí hasta que decida que hacer contigo-dije seria

Llegué a las mazmorras atraido por un aura extrañamente luminosa. Habia recorrido los pasillos a gran velocidad solo para asegurarme. Desde luego no era algo que se viese todos los dias.
Abrí la puerta de las mazmorras y vi la gran serie de celdas. Avancé hasta situarme al lado de Luccie. Miré por encima de su hombre y vi al ángel.
-Vaya, vaya, vaya. Parece que tenemos visita. Ya pensaba que las mazmorras se iban a quedar sin estrenar. -Comenté de manera picara con un sanrisilla. Desde luego era una novedad interesante.
-¿Y a que debemos el honor? -Pregunté a Luccie y Angeline, la maestra a la que todavia no habia tenido ocasión de ver en persona.

Luccie habló en tono seco, y ligeramente enfadado. No parecía gustarle para nada mi presencia. Odia la luz. Mientras contaba su relato, se levantó la camiseta, y me mostró algo parecido a un tatuaje de color negro que comenzaba a crecer. Era una espiral con espinas, que giraba con lentitud. Luego se tapó el cuerpo, y continuó hablando. No estaba contenta con los de mi especie. Pero algo me decía que debía hacerla entrar en razón. Contesté a todo ello, con tono preocupado, ligeramente bajo, con una mirada preocupada que dirigí directamente a sus ojos.

Mi madre...sufrió algo parecido a lo tuyo. Ella era Embajadora celestial...que quiso hacer alianzas con el resto de especies...y de hecho lo consiguió...excepto con el diablo...me tenía a mi dentro cuando eso ocurrió. Nací al poco tiempo, y mi madre desapareció del Cielo. Jamás volvió...y ni sé si sigue viva acaso...Y yo...yo apenas sé algo del mundo. Soy ingenua...desconozco la cruda realidad, lo admito. Pero debes entenderme. Jamás te haría nada, ni en sueños.

Apreté ligeramente los dientes, y mis manos apretaron más y más el rosario contra mis senos. Si seguía apretándolo, acabaría clavándomelo en la carne. Pero era una reacción para no desprender ni una pizca de ira.

No muy lejos, un aura oscura se acercaba a gran velocidad. Un chico joven se detuvo frente a ambas vampiresas, preguntando a qué se debía mi presencia. Repentinamente, silencié mi relato, pues no sabía qué intenciones podía tener aquel joven.

Un chico, mientras el ángel relataba, vino corriendo. Su aura denotaba poder, pero al parecer no tanto como el de mi reina. Se detuvo frente a nosotras, dejando en el aire un comentario ligeramente burlón, con una sonrisa socarrona.

Contesté a su sutil pregunta con la misma sutilidad. Con cierta socarronería, y una sonrisa maliciosa ligera.
Jeje, la hemos, digamos, "invitado". Aprovechamos un momento de debilidad para secuestrarla, jejeje. Y a todo esto, encantada de conocerle, jovencito, jajaja.

Reía mientras hacía una reverencia formal, sosteniendo mi vestido con ambas manos, e inclinando ligeramente la cabeza. Luego volví a quedarme recta y observé a sus ojos directamente.

Soy Angeline Breedlove, un gusto, jajaja

Cuando Walter vino se me iluminó la cara-Walter!!- me acerqué a el corriendo para abrazarle, volví a mirar a la chica-Amy, estoy muerta, no necesito respirar, mi sangre caliente ya no fluye, no necesito que me lata el corazon-dije mirandola de nuevo seria-la perdida de una madre no se compara a nada de lo que yo e vivido-la verdad es que aquella historia no me daba ninguna lastima, cosas peores había vivido y los demas tambien-Tengo que mirar por el bien de mi reino y de mi hija..., te quedaras ahí-

Miré a Angeline que acababa de presentarse. Yo ya sabia su nombre, era mi trabajo estar al tanto de esas cosas. No obstante no la habia visto hasta este instante.
-Walter Wingates, principe de los vampiros. Encantado. -Hice un leve reverencia a modo de saludo.
Entonces Luccie me abrazó, correspondí a su abrazo y luego volví a mirar al ángel.
-Entiendalo "señorita ángel". No podemos permitir que se formen alianzas entre los seres luminosos, eso no nos convendria en absoluto. Y mucho menos teniendo en cuenta como estan las relaciones con los licantropos. -La sonrisa que se dibujó en mi rostro más que tranquilizadora era siniestra. Al parecer a la gente no le importaba el fin del mundo, todos parecian querer matarse entre ellos antes de ese momento. Me pareceia poco lógico, pero sumamente divertido, disfrutaria como un niño de ahora en adelante. Y mucho más ahora que volvia a haber inquisición.

La respuesta seca de Luccie me decepcionó. Sin embargo, me impresionó que fuera a abrazar como si fuera un amigo de toda la vida al príncipe. Al igual que también me impresionó que tuviera ya una hija. Puede ser algo interesante...una hija...Luego el príncipe, tras el abrazo, dibujó una sonrisa un poco temerosa. Esta clase de personas me daban miedo, le gusta la sangre, matar, y todo lo relacionado. He insistido e insistido e insistido. No me quieren escuchar. ¿No comprenden para nada que mis alianzas no son en contra de nadie? Si no quieren entenderlo por las buenas...tendrá que ser por las malas...

En aquel momento, mi rostro comenzó a moverse solo, sin seguir mis órdenes. Bajé la cabeza, y una sonrisa ligeramente maliciosa y seria se mostró ante todos. En mi mirada se podía notar que había llegado al límite de mi paciencia, pero no se podían observar mis ojos por el pelo que me los tapaba. Por lo bajo, le fulminé con una voz extremadamente seria, o eso pretendía mi "yo" autómata.

Ábreme la puerta de esta celda, y nos olvidaremos de todo. Ahora

Mentalmente, me asustaba de mis propios actos. ¿Así soy yo cuando pierdo la paciencia o estoy en situaciones extremo? Nunca lo había comprobado, pues nunca peleé con nadie, ni nadie quiso jamás pegarme a mi.

El chico se presentó, y se dirigió al ángel. Sin embargo no me hizo pregunta alguna extra. Supongo que sabe algo más de mi que mi nombre. Eso me gusta. La gente es competente.Sin embargo, creo que ya está escogido por otra, jejeje.

"Un momento...¿ha dicho hija?" Esa noticia me sorprendió bastante. No sabía que Luccie tuviera ya una hija, y por tanto, heredera. Yo sin embargo, más vieja que un árbol milenario, no he querido para nada un niño. En fin, es un hecho a tener en cuenta. Quizás deba planteármelo yo también. A veces siento que me falta algo y no sé qué es. Y puede ser que sea eso.

Sin embargo, algo interrumpió esta ola de pensamientos. El ángel repentinamente cambió su semblante angelical y dulce. Y ordenó que abriésemos su celda. Esto ha cambiado repentinamente.

Dudo mucho que te la abran, querida, jajaja. Eres un peligro público para nosotros.

Una ligera risilla maliciosa se escapó de entre mis labios al terminar mi respuesta a sus órdenes.

Me giré hacie el pequeño angel. Su semblante no era el que habia tenido hasta ahora. Y luego eramos nosotros los malos. Me encogí de hombros y suspiré. Era un vampiro jovfen y todavia me costaba librarme de las costumbres de la vida.
-No. No creo que estes en posición de exigir. No puedes salir de esa celda por la fuerza. Los barrotes son de una aleación extremadamente resistente, los sellos evitan que uses tus habilidades, son celdas hechas especialmente para mantener a cualquier ser dentro por muy poderoso que sea. Seguro que en vuestro reino tambien teneis algunas de estas. Me temo, querida, que estas a nuestra merced.

OFF A todos al parecer se os ha olvidado una "pequeñez" sin importancia. Y es que todavía tengo mi arco, jejeje. A eso se debe la amenaza.

ON

Descolgué el arco de mi espalda, y apunté con uno de los laterales hacia la cara del recién llegado, con los brazos tensos, y la mirada penetrante.

Sí tengo posición para exigencias. Hazte un favor, y ábreme. O alguno saldrá agujereado de aquí

El terror aumentaba. Una gota de sudor se escapó de mi frente, y empezó a recorrer mi rostro, pasando por mi nariz. Se quedó colgando en la punta de la nariz, intentando caerse. Me atemorizaba de mis propias reacciones. No sé a dónde llegaría con esto, pero algo hay que hacer, y debo salir de aquí. Todo mi cuerpo estaba en tensión. Me encontraba firme, con los músculos apretados y duros como piedras. Estaba rígida como una estatua, manteniendo esa postura, mirando seriamente a Walter a los ojos.

Mis ojos carmesí examinaron el arco, luego pasaron por la flecha y finalmente fueron a clavarse en los del ángel. Mi mirada era gelida y despiadada. Me desvanecí, las sombras tragaron mi cuerpo para luego devolverme justo en la puerta de la celda a escasos milimetros de la punta de la flecha. Esta estaba en mi cuelo y un hilillo de sangre caia del lugar donde la punta rozaba la carne.
-No lo entiendes, aqui no va a morir nadie. -Mientras hablaba la sangre recorria la flecha y llegaba al arco. -El favor te lo hacemos nosotros a ti. Puede que consiguieses matarme, pero entonces tú moririas. ¿O pensabas que matar a un principe no traia castigo? -La sangre ya estaba en el arco uniendolo de manera imperceptible con la flecha. La solidifiqué. Si trataba de disparar la cuerda se destensaria pero la flecha quedaria pegada al arco.
-Mi espada ha probado la sangre de muchos reyes, estoy seguro de que no quieres ser la siguiente. Dame el arco. -Extendí una mano esperando a que lo hiciese. Permanecí atento por si intentaba otra cosa. Además habia tejido una red con sangre en su carcaj por lo que no podria sacar otra flecha.
-¿Ves lo que has hecho? Ahora tendré que atar a un inocente para recuperar toda esta sangre.

OFF Bueno, en ningún momento dije que sacara la flecha, pero vale, me gusta esta acción.

ON

Comenzó el joven a observar mi arma, su munición y mi cuerpo. De repente, se apareció delante de mi, y clavó la punta de la flecha en su cuello levemente. Una gota de sangre comenzó a deslizarse por mi flecha, hasta mi arco. Repentinamente, estuvo hablando hacia mi con autoridad. Autoridad que yo se la quitaría. Pero quizás no era el momento. A los pocos segundos, imponente, me quiso amenazar con que había matado a otros reyes. También me horroricé cuando dijo que necesitaría atar a alguien para recuperar esta sangre. Mi expresión facial cambió, y mostraba cierto temor ligero. No contento con eso, me quiso quitar mi arco, con su mano extendida. Pero tendría que negarme. Este arco no puedo entregarlo. Es demasiado especial para mi. Preferiría entregar todas mis flechas. Mi tono volvió a ser el habitual, pero un poco suplicante esta vez. Quería que me quitase el resto de cosas, pero el arco no.

No, por favor, el arco no. Te doy las flechas, y el carcaj, pero el arco no puedo... Dejé el arco en el suelo, y descolgué el carcaj de mi hombro con suavidad, levantándolo por encima de mi cabeza. Luego se lo acerqué a Walter, con lentitud. Acto seguido me agaché, e intenté recoger la flecha que tenía cargada, pero no podía despegarla del arco. Observé la sangre, que se mantenía pegada, y vi que no fluía ya. ¡Se había solidificado! Ahora no sabía qué hacer. No quiero entregarle este arco. No es un arco cualquiera. Sino el de mi madre, el único recuerdo de ella. Me levanté, con una expresión soprendida y la boca abierta, sin poder decir nada.

Bufe por todas las acciones aconecidas, Walter era temerario, demasiado para mi gusto. Me acerqué y cojí las flechas inluida la del arco, sin embargo el arco quedó dentro-Dejalo, no puede usar sus habilidades ni sus flechas-dije volviendo a alejarme de ahí-No estas en posicion de exigir ahora angelito-dije con una sonrisa maliciosa.

OFF Ya poco me queda por decir aquí, jejeje...en fin, veremos a ver qué se me ocurre.
ON
Luccie, tras soltar unos cuantos bufidos por enfado, me arrebató mis flechas y carcaj, y con sequedad, me dijo que no estaba en posición de pedir. Mas debía hacer algo. No podía permanecer aquí, debía salir. Caí en la cuenta de que podría salir si le ofrecía algo que le gustase. Con rapidez, me quité los pendientes de cruces de plata con lapislázuli, y los sostuve en las palma abierta de una mano, y se la acerqué a Luccie con lentitud. Un tono de voz ligeramente dulce y amable, salió de mi rostro el cual tenía plasmado una ligera sonrisa forzada.

Reina de los Vampiros, por favor. ¿Seguro que no quiere nada a cambio de liberarme? Le puedo dar algo, lo que pida. Intentaré proporcionárselo. Por favor, se lo pido. No sabe con qué urgencia debo salir...se lo suplico...

Observé directamente a sus ojos con mirada suplicante. Necesitaba salir, a casi toda costa.

Me quedé en silencio, observando el devenir de los acontecimientos. "Creo que no debo molestar a mi reina en esto. Es algo personal entre Amy y ella. "

Me apoyé en una pared, recostando mi cuerpo sobre ella, cruzándome de brazos. Luego dirigí mi mirada hacia Walter. Parecía un buen chaval. Quise atraer su atención, para conversar con él, hablando en tono gracioso y divertido.

Señor Príncipe, por favor, ¿podría tener la bondad de acercarse? Me gustaría hablar con usted, mientras dejamos que nuestra gobernante se dedique a esta tarea. Me gustaría saber un poco más de usted, si gusta

Una sonrisa ligeramente maliciosa se dibujó en mi rostro. Ya que deduje que me conocía bastante, yo debería conocerle un poco más.

Off: Perdón~~ Lei mal ^^U

Rompí mi control de la sangre una vez Loccie hubo cogido el carcaj para que pudiese además coger la flecha del arco. La sangre quedó desparramada por el suelo de la celda y dejó de brotar del corte de mi cuello.
Entonces habló Angeline, la miré de arriba abajo, examinandola con mis ojos carmesí. Luego miré a Luccie en busca de su permiso para ir con Angeline.