Resurrección

Me cojí de su brazo, creyendo que ibamos a ir andando, pero para mi impresion sacó sus alas y nos elevamos, miré el paisaje nevado emocionada, siempre me gustó. Cuando llegamos, entré-Vaya!, es preciosa, aun que no hacia falta que me llevara en volandas, yo tambien tengo alas-dije fijandome en cualquier detalle existente, con una suave sonrisa, el hielo formaba muebles con gracia. Al paso nos salieron un monton de mujeres-ho..hola-dije en general haciendo una reverencia-Estoy bien no te preocupes, no quiero nada de tomar-dije quitandome la capa y doblandola con cuidado-Realmente es un sitio espectacular, aun que sigo sin saber porque escojer un lugar tan frio, sinceramente prefiero el agua templada--dije recordando algunas ocasiones en el mar.

Tan pronto como Luccie se retiró la capa, una de las ángeles se adelantó hacia la invitada, se inclinó en señal de respeto y extendió los brazos para recogerla.

- ¿Me permite, señorita? -Pidió amablemente la ángel. Ésta era castaña y sus ojos ámbar observaban a Luccie con curiosidad.

Yo sonreí. La verdad es que mis ángeles estaban bien entrenadas, aun siendo la mayoría comunes eran leales, amables, hospitalarias y buenas guerreras (aunque ahora no fuesen a demostrarlo).

- Gracias, Alissia -Sonreí a aquella ángel agradeciéndole su hospitalidad. Después me volví hacia Luccie, tomándola suavemente con la mano izquierda por el lado izquierdo de su cintura y la otra en su brazo derecho, y con suavidad la guié hacia un peculiar sofá. Estaba hecho de hielo, pero parecía tener los cojines rellenos de agua mantenida a la temperatura límite entre el líquido y la congelación, por lo que estaban más mullidos-. Por favor... -La invité a sentarse, liberándola nuevamente y esperando de pie, cortésmente a que la dama ocupara su asiento antes de acompañarla al otro lado del sofá.

Me acomodé de lado, cruzando la pierna que quedaba del lado interior sobre la otra, simplemente apoyando el tobillo sobre la rodilla, y apoyé el brazo cuan largo era sobre el reposacabezas, para poder entablar una conversación mirándola de frente.

- La respuesta a su pregunta es sencilla... Me siento cómodo entre este elemento. Además, se me antoja que en todo este tiempo a nadie se le haya ocurrido buscarnos aquí, en el hielo... Es quizá el último lugar donde esperarían hallar ángeles habitando en el frío. Realmente entre todos nos hemos ayudado mutuamente, cada cual con su elemento. Aunque está claro que para construir este lugar hace falta un dominio mucho mayor -Sonreí-. Debo insistir en ofreceros algo para tomar, aunque os pido mil disculpas, el adn angelical quizá no sea de su agrado, mi bella Luccie.

La observé por un instante, caí en la cuenta de que no estaba del todo seguro de que hubiera comprendido a la perfección el significado de dicho vocablo o tecnicismo que había usado para denominar la sangre.

- Disculpad mis modales... Quise decir "sangre". A veces no me doy cuenta de lo que digo cuando se trata de términos médicos... Durante este tiempo de exilio he podido estudiar las propiedades curativas del agua y he de admitir que me he vuelto especialmente hábil -Carraspeé. Quizá me estaba echando demasiadas flores, pero era mi forma de ser y además me sentía bastante cómodo en la presencia de la reina vampiresa-. Es una lástima que no la conociera en vida... quizá pudiera haber tratado el mal que os hace padecer ese tatuaje...

Le tendí mi capa, sonrojada-va vale..- Luego lucius me llevó a otro lugar, yo miraba distraida lo que había a mi alrededor y alguna que otra vez tocaba alguna de las paredes de hielo. Me senté donde me dijo, realmente era mucho mas comodo que mis sillas de piedra o madera, toqueteé de nuevo el cojin-definitivamente es maravilloso, sin duda han echo un trabajo estupendo, realmete sois unos genios-dije volviendo a mirar el interior. Me volvi a mirarle- se lo que significa, tambien estoy bastante familiarizada con esos terminos, pero me temo que ni es etico ni propio en estos instantes, ademas esstoy bien asi, gracias-incliné la cabeza suavemente-yo no me familierizo demasiado con la ciencia, pues se basa en que todo tiene una explicacion ogica y siendo quien soy y habiendo visto lo que e visto... hay muchas cosas que no lo tienen-me reí con suavidad._ no creo que huiera podido hacer nada, pues a pasado por ser quien soy y por adorar a quien adoro, casi me prefiero asi.

Sonreí ante cada una de las observaciones de la bella Luccie. Me maravillaba ver la emoción que parecía producirle estar en este lugar, lo a gusto que parecía sentirse al no afectarle el frío y lo cómoda que se la veía en mi presencia. Ciertamente, era la primera invitada de su clase a la que había podido invitar a mi humilde morada de hielo.

- Realmente no es tan acogedora como las comodidades que podría ofreceros en el Cielo -Sonreí con calidez y luego perdí mi mirada un instante, pensativo-. Creo que podría conservar alguna muestra de sangre humana de los pueblerinos que vinieron buscando mis servicios para curarles los males que acaecen en la alta montaña... -Comenté casi para mí mismo, aun pensativo. Le devolví la mirada a aquellos ojos verdes y sonreí, inclinándome de nuevo hacia ella como para comentarle una nueva confidencia-. Ellos no me consideraban médico realmente... Me llamaban... ¿Chicas? -Me volví hacia mis ángeles en busca de ayuda, a ver si ellas se acordaban.

- ¿El misterioso alquimista, mi señor? -Respondió otra de mis ángeles, ésta poseía un largo cabello negro azulado y los ojos cristalinos como el agua.

- Gracias, Ariel -Le sonreí-. ¿Mera? -Me dirigí ahora hacia otra de las ángeles, la cual tenía el cabello particularmente rojizo, flameante y unos profundos ojos caobas-. ¿Serías tan amable de acompañar a Ariel a por una muestra de sangre para nuestra invitada?

La pelirroja asintió y ambas ángeles se perdieron por una de las cavidades anexas a la caverna. Curiosamente, cada uno de los nombres de mis ángeles habían sido pensados para representar a su elemento.

- Bueno, es una mancha oscura, al fin y al cabo -Retomé la conversación con mi invitada mientras mis ángeles regresaban-. Y hasta ahora no he experimentado con personas de vuestra condición, sólo con personas vivas... Y la luz en teoría sólo puede curar a aquellos que poseen el aura luminosa... No quiero insistir si preferís conservar tan peculiar tatuaje. Pero debo confesaros que si me permitierais estudiarlo, quizá pudiera encontrar un remedio...

Los ángeles regresaron. Ariel portaba una bolsa congelada, aparentemente hecha del mismo material que los cojines, que contenía un líquido rojo oscuro y parecía tener pegado un trozo de tripa de cerdo en el que ponía A+.

- Mera... 35 grados, por favor... -Intercambié una mirada cómplice con Luccie, pues aquella era la temperatura a la que solía mantenerse la sangre humana cuando ésta fluye por las venas dando vida.

La castaña, Alissia, acercó una copa de cristal, ya que el hielo no soportaría dicha temperatura. Entonces, la pelirroja sacó unos pequeños fragmentos de yesca y pedernal y los frotó. En seguida surgió una pequeña llama, que rápidamente se adhirió a las palmas de sus manos. Ariel, acercó la bolsa y la sostuvo sobre la copa que había traído Alissia y rápidamente Mera acercó sus manos en llamas a la bolsa y comenzó a calentar la sangre...

- Bueno, mi bella Luccie... ¿No ibais a deleitarme con la historia de vuestro tatuaje...?

La sangre comenzó a bullir y poco a poco a deslizarse densa y lentamente por el contorno interior de la copa. Su color se había vuelto más carmesí, debido a la temperatura. Cuando la copa se llenó más o menos un poco más de la mitad, Alissia se la ofreció a Luccie con cuidado de no quemarse.

- Aquí tiene, mi señora.

Tras esto, las ángeles se marcharon abandonando la sala por una de las cavidades anexas a la caverna. Observé a Luccie con calidez. Seguramente necesitaría algo más de intimidad para sentirse con la suficiente seguridad como para poder hablar sobre su problema.

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FDI: Me he fijado en que en que este foro controláis la longitud de los posts. Pido disculpas si me esmeré demasiado en la extensión, pero es inevitable cuando se ambienta y se manejan NPC's. Ahora podremos centrarnos más en la conversación.

-Permiteme discrepar, es mucho mas comoda que algunas estancias en las que e estado y mas en el asiento de mi despacho, paso horas ahi metida y realmente acabo dolorida-me reí subiendo una mano para tapar mi boca levemente, empezaron entonces a preparar algo de sangre, yo ya me había negado a ello. Pero si me lo daban tampoco me iba a quejar, realmente eran muy hospitalarios. Escuché su historia, lo que le llamaban, era extraño, normalmente los humanos eran reacios a todo tipo de curaciones o cosas asi, pero aparte de todo aquello era fascinante.-bueno aun que intentaras curarlo, volvería a aparecer, es como una especie de maldicion aun que no sabría decirtelo a ciencia cierta. Ademas la luz me dañaría-dije rascandome la nuca. Tomé la copa que me tendieron y dí un pequeño sorbo, realmente me gustaba. ví que mi tatuaje le daba interes la verdad-bueno.. digamos que fue cuando yo era humana, vivia en un pueblo digamos que demasiado creyente de Kalhia, la diosa de la oscuridad, devido a algunos sucesos poco importantes yo era muy diferente a ellos, Shamasha es un diosa a la que yo siempre e adorado. Bueno digamos que los altos sacerdotes me pillaron y me sacrificaron a su diosa, fué entonces cuando antes de morir, mi padre me convirtió. Cuando quise huir me pillaron, me.. torturaron- Me levanté desabrochandome una pequeña parte del corsé para enseñarle las marcas de mi espalda, luego volvi a ponerme de cara a el y señalé las 6 marcas de mis mofletes.- pero nunca fuí capaz de dañarlos, ni a ellos ni a nadie. Guardo demasiada luz como para ser un ser de oscuridad, y si yo no puedo sacarlo... el mismo saldrá por si solo-suspiré con algo de nostalgia-y eso es todo, no es algo que se pueda quitar.-

OFF: no importa es normal xDDD

Sonreí ante su apreciación e incluso me contagié de su risa.

- Me alegro de que os sintáis cómoda, desde luego esa era mi intención -Sonreí con complicidad y luego guardé silencio para escuchar su relato con suma atención. Mis ojos no se apartaban de ella. Estaba alegre de haberla conocido y haber entablado amistad. Para mí era muy importante, pues significaba que ya podría regresar a casa-. ¡Ah...! La bella Samasha... es todo un placer compartir adoración por una diosa tan respetable... Me alegra conocer vuestras creencias, es difícil hablar de ello a veces... Normalmente entre los seres de luz suele haber confluencia de creencias... pero es extraño y a la vez emocionante que alguien como vos adore a una diosa tan luminosa... -Me levanté un instante del sofá, sin dejar de prestarle atención y me acerqué a un minibar hecho de hielo para servirme una copa fresca de vino blanco. Di un trago, degustándolo cual gourmet, para refrescarme-. ¿Vuestro padre era vampiro también? Una familia un tanto peculiar, si me permitís el comentario... -Regresé de nuevo al sofá de hielo y agua junto a ella, con la copa en la mano-. Y decís que fue él el que os convirtió... Si me permitís la curiosidad... ¿Nacisteis siendo ya una súcuba o vuestro padre se transformó después? -Realmente me picaba la curiosidad. Estos temas de vampiros siempre me resultaban muy curiosos... jugaban con la vida y la muerte de manera muy peculiar.

- Y es una lástima lo de vuestro tatuaje... -Comenté después-. Pero aun así, disculpadme por insistir... Será una maldición, pero podría averiguar más cosas sobre ella... la investigación es un mundo apasionante y, ¿quién sabe? Quizás averigüe algo interesante...

-Si, es agradable realmente, no todos la tienen en mucha estima, a mi me gusta por su bondad y su dulzura, es realmente la que rige mis acciones, en todo momento-sonreí tranquila- no, cuando nací era humana, y mi padre tambien, creo que fue en una de las visitas al bosque, de caza, volvió diferente, realmente me salvó la vida, pero tambien me la quitó.- me encojí levemente mirandole con dulzura, parecía como mi hermano mayor, pues su mirada era dulce y cariñosa. Cuando habló de conocer mas de aquello me puse la mano en el estomago instintivamente con una cara algo asustada-que.. que me vas a hacer?, que quieres.. saber?-dije temblorosa

Sonreí para mí al ver que se asustaba por lo del tatuaje. No había sido esa mi intención, pero tenía que reconocer que realmente Luccie se había vuelto muy adorable.

- Realmente todo lo que requiero es observación y, si es posible, una muestra para facilitarme la labor. Si no, me vería obligado a visitaros con frecuencia -Le dirigí una mirada de complicidad, transmitiéndole confianza, pues deseaba de todo corazón que se sintiera cómoda-. No temais, mi querida Luccie, pues no pretendo lastimaros en absoluto.

Hablaba honestamente, por lo que seguramente Luccie lo sabría apreciar.

Suspiré realajada cuando me conto aquello-bueno a mi no me importaría que me visitaseis, asi tendrías la posibilidad de conocer mi reino, el cual no creo que hayais visto.-Luego recordé la alegría de Amy al saber de mi hija y le miré-Bueno.. y tambien a mi marido y mi hija-sonreí. Luego me quedé un poco quieta-No creo que podais estudiarlo bien sin algo de oscuridad por estos lugares, solo reacciona ante ello. Pero no me importará que lo estudieis, si hay una forma de quitarlo... quiero hacerlo.-

Sonreí nuevamente. Me agradaba enormemente su gran acogida. Para mí este encuentro había resultado trascendental para el transcurso de los acontecimientos, era una señal que me indicaba que ya era ocasión de volver al Cielo.

- Estoy de acuerdo. Pero mis visitas a vuestro reino podrían ser con otro motivo y no exclusivamente por rutina. Aun así, me encantaría conocer a vuestra familia -Me interesó aquello. Cada vez Luccie me descubría más misterios acerca de la vida, o no vida, de los seres de su condición. Me resultaba alucinante y fascinante que hubiera podido engendrar a una hija... Un milagro, sin duda.

Aquello me llevó a pensar, que quizá su maldición la hacía diferente al resto, y que precisamente por ese motivo ella era un espécimen único y especial dentro de su especie. En cierto modo, me preguntaba si la gran luminosidad que emanaba de su ser tendría algo que ver con tal milagro.

- Creo que regresaré pronto a casa... -Comenté, tras degustar un nuevo trago de mi fresca copa de vino blanco-. Y me gustaría invitaros a conocerla si os place, querida.

La invitación, la había lanzado no sólo por el placer de su visita, sino porque también quería estudiar cual influencia podría tener el lugar más luminoso de Yggdrasil sobre ella.