Junto al rio (edrielle y andrew)

El llano terreno se extendia largo trecho, y continuaba allá donde la vista no alcanzaba. El seco pasto cubria el suelo, dejando a la tierra en un segundo plano, casi inperceptible. Un riachuelo resonaba no muy lejos, seguido por el chapotear de los peces. El sol se alzaba en lo más alto del firmamento, iluminando y calentando el ambiente, a lo que una sutil brisa llegada del norte consolaba del evidente calor del astro.

Mis pasos me habian llevado hasta ese lugar. Una más de miles habia salido a indagar por los bosques, y habia llegado hasta lugares que no esperaba llegar, pero que siempre reconfortaba ver. Caminaba entre los pastos acariciando el trigo, hasta llegar a un terreno pedregoso que delimitaba la orilla del riachuelo con los pastos. Algunos arboles cubrian esas zonas dando un respiro del sol al brindarnos sus sombras.

Me senté en una gran piedra, a descansar, pero mas que nada a ver el fluir del agua. Me hacia gracia ver los peces saltar de un lado al otro, y pese a que el agua me desagraba, me gustaba su claridad y transparencia.

Había pocas cosas que me gustasen más que perderme caminando entre bosques. Me había criado en ellos, y abandonarme en su interior era algo natural en mí.
Un resplandeciente rayo de sol se filtraba entre los altos árboles, cegando mis ojos acostumbrados a la oscuridad del bosque y disipando todos mis pensamientos. Decidí caminar hacia el potente rayo, hasta llegar a una enorme llanura dorada.

El sol bañaba aquellos campos de trigo con su luz, y el viento los acunaba suavemente a la vez que hacía danzar mis cabellos al son de la brisa.
A pesar de no estar acostumbrada a lugares tan luminosos como aquél, opté por quedarme y vagar por el lugar dejando que la calidez arropara mi cuerpo.
Descubrí un riachuelo pedregoso cercano a una gran piedra, en el cual introduje mis piernas, parte de mi vestido y mis manos con el fin de mitigar el calor. Pequeños peces nadaban en el riachuelo a mi alrededor, provocándome una sonrisa. Alcé la mirada para contemplar el perfecto horizonte, cuando para mi sorpresa descubrí a un muchacho sentado en la piedra de espaldas a mí, observando el río.

Todavía sorprendida, le miré atentamente sin saber muy bien qué hacer ante aquella sorpresa.

Ensimismado entre el ir y venir de mis pensamientos, habia perdido toda guardia posible, cosa que no solía sucederme. No obstante, un dulce olor me sacó de mi aturdimiento voluntario. Era un olor femenino, el cual nunca antes habia percibido. Alcé la cabeza al cielo, entonces pude darme cuenta de que ese olor emanaba tras mis espaldas. Me giré, curioso, pudiendo contemplar a una joven, inmovil, mirandome con sorpresa.

Alcé una ceja al ver su expresión "¿que la pasa?" me pregunté a mi mismo. El viento soplaba en mi contra, haciendo ondear mis negros cabellos siempre erizados. Penetraba en mi fina camisa blanca, meneandola a su merced. Entonces, pensé que era mejor saludarla, en vez de quedarme mirandola como un idiota esperando respuesta, la cual no habia pedido.
Mis labios se curvaron hacia un lado esbozando una calida sonrisa, bajando, claramente, mi ceja alzada y mostrando ahora un semblante mas relajado.

-Buenos dias. Lo siento, no me habia percatado de tu presencia.-me bajé de la piedra, poniendome ahora depié, mirando en su dirección.-Me llamo Andrew, encantado-era de mala educación no presentarse, o así me habian educado, asique la sonreí de oreja a oreja esperando respuesta

Observé atenta y cautelosamente cada uno de sus movimientos mientras descendía de aquél pedrusco. Todavía dentro del riachuelo, me debatí interiormente entre permanecer inmóvil o acercarme a él, hasta que sus afables gestos me demostraron que no parecía tener malas intenciones. Me acerqué a través del riachuelo hasta él, pero estando prevenida y preparada para cualquier intento de ataque. A lo largo de los años, se había cruzado en mi camino toda clase de farsantes e interesados, y la desconfianza era algo que no podía evitar sentir. Sin embargo, decidí darle un voto de confianza.
Mi mirada se encontró con sus ojos verdosos mientras este se presentaba. Andrew…

- Mi nombre es Edrielle. El placer es mío, Andrew. – dije haciendo una ligera inclinación de cabeza. – Disculpa mi exaltación, estaba tan perdida en mis pensamientos que no me percaté de tu aura y me sorprendió encontrar a alguien aquí.

Observé a mi alrededor por un instante, y me di cuenta de algo. Aquél lugar era precioso, era realmente tranquilo, pero él había llegado antes que yo y quizá mi llegada hubiera sido un estorbo para él.

- ¿Molesto o interrumpo algo…?

La contemplé, parecía indecisa al principio pero finalmente se acercó y presentó. Asentí sonriente ante su presentación y continué escuchando sus palabras. Reí entre dientes.

-No te preocupes, es normal. No suele haber muchas personas por estas tierras... es extraño, por que su belleza debería atraerles a todos cual imán... pero mejor para mi, así no hay ruido que perturbe la paz de su esencia.-hice una pausa, siguiendo su mirada, tratando de descifrar sus pensamientos, pero por su rostro no era demasiado dificil, entonces, habló. Negué con la cabeza-En absoluto... el paisaje es de todos y no sería coherente negar la belleza al primor. Es algo que está entrelazado por naturaleza-sonreí. No mentía con mis palabras, pero tampoco había tono sugerente en ellas. Estendí la mano, indicando la roca en la que antes me había sentado-Tu primero-dije, invitandola a sentarse, primero que nada estaba la educación.

Aliviada por saber que mi presencia no le resultaba molesta, atendí su invitación saliendo del pedregoso riachuelo y recostándome sobre aquella enorme roca.

- ¿Qué te ha traído a este lugar, Andrew? ¿Sueles frecuentarlo o… has venido por alguna razón concreta? – pregunté, esperando no ser demasiado descarada con mi pregunta. Quería romper el hielo, y nunca se me había dado demasiado bien.

Me detuve a contemplarle por un momento. Recorrí su fornido cuerpo con la mirada, preguntándome cuál sería su raza.

Se recostó en la piedra, no supe que hacer entonces, si tumbarme a su lado o quedarme de pié. Entonces decidí sentarme junto a ella, a una prudente distancia para no incomodarla mientras el viento seguía jugando a mecer mis ropas.

-Mis pasos me trajeron, la verdad. Me encanta perderme entre los bosques, y siempre termino en los lugares más insospechados. Pero no me quejo, siempre encuentro soledad para descansar y paisajes dignos de contemplar.-hice una pausa y la miré-¿y tu? ¿estás aqui por algún motivo en especial?

Entonces me fijé que se detenía a mirar mi cuerpo, alcé minimamente una ceja.

-mmm, ¿que pasa?-dije mirándome, por si tenía algo raro y no me había dado cuenta.

Escuché sus palabras, todavía observando su cuerpo y sus ropajes danzando con el viento.

- En realidad, di con este lugar por el mismo motivo que tú. – respondí dibujando una pequeña sonrisa en mis labios. – Me gusta perderme caminando sin rumbo definido…

Entonces, sus palabras me sobresaltaron, pues se había percatado de que observaba su cuerpo.

- Perdona, yo no… no quería ser impertinente, es sólo que… me preguntaba cuál sería tu raza. – murmuré ligeramente avergonzada sin poder evitar sonrojarme.

Imité su sonrisa, con sinceridad, complacido por su respuesta.

Entonces notablemente se sobresaltó, parecía absorta mirandome antes de que yo la despertara con mis palabras. Sonreí ampliamente, y reí entre dientes al ver su sonrojo.

-Soy un licantropo-la respondí, sin evitar mostrar un matiz de orgullo en mis palabras-y supongo que tu eres un angel caido, ¿me equivoco?

Un licántropo… Era el segundo licántropo que conocía. A decir verdad, era una raza de la que siempre había escuchado pestes, pero tanto Andrew como Hanako habían demostrado ser amables conmigo.

- Sí, como puedes ver, soy un ángel caído. – contesté girando mi cabeza para observar mis grisáceas alas plumíferas.

Volví mi mirada hacia él, descubriendo entonces un tatuaje en su cuello, que parecía continuar por parte de su torso. Por lo que sabía, los tatuajes siempre habían estado mal considerados, y en la antigüedad se utilizaban para marcar y avergonzar a los esclavos, pero poco me importaba el pasado de los tatuajes. Para mí, eran una demostración más de arte.

- Andrew, si no es indiscreción… ¿Cuál es la historia de tu tatuaje? Es extraordinario.

Sonreí.

-Si, ese color es característico en vosotros.

Dirigí la mirada hacia mi hombro y volví a mirarla, sorprendido.

-Valla, creo que eres la única persona que me ha preguntado sobre él, y eso que acostumbro a ir sin camiseta... por eso de mis transformaciones...-apresuré a aclarar. Entonces, alcé la mano hasta agarrar la camisa por la parte trasera y tiré, quitandomela y mostrando al completo el dibujo tribal que corría desde mi cuello, bajando por mi hombro, expandiendose por mi brazo e incluso invadiendo parte de mi pecho. Era curioso, hacia muchisimos años que lo tenía y aun el negro de la tienta no se había apagado ni un poco.

-Bueno... Cuando tenía 17 años, en uno de mis viajes sin rumbo fijo, iba hacia la caza y captura de un vampiro del cual tenía entendido residir por aquellas zonas; o almenos cazaba humanos en esas tierras, no debía estar muy lejos de allí su guarida. Tras noches en su busca, le encontré y nos enzarzamos en una sangrienta batalla, de la cual casi no lo cuento. No recuerdo cuanto tiempo luchamos, pero al final logré acabar con su vida. Entonces, aun cubierto por su sangre, me rodearon unas gentes de ropas primitivas. Me llevaron hasta su poblado, oculto en lo más profundo de un andrajoso bosque. Temiendome lo peor me llevaron hasta lo que parecía ser su lider. Entonces, para mi sorpresa, estos estaban sumamente agradecidos conmigo. Por lo visto, ese vampiro les había estado atemorizando durante años, le tenían como un demonio o algún tipo de ser maligno. Y yo pensando ya que me iban a cocinar-dije esta ultima frase riendo entre dientes. hice una pausa, y proseguí mirandome el brazo-Hubo una fiesta, comida en abundancia, risas y una música extraña durante toda la noche. Pasé unos días con ellos, hasta que me recuperé del todo de las heridas provocadas por el vampiro... por ese tiempo yo aun era mortal... Y entonces, antes de mi marcha, una especie de... chamán o sabio mandaron que me lo hicieran. Creo que, para ellos, este simbolo signifíca algo divino, como la marca del cazador, de un salvador... o incluso un heroe... no lo se, no les legré entender. Pero, para mí tiene otro significado-entonces la miré-Una prueva de que había resurgido, nunca antes habia vencido a alguien tan poderoso; almenos antaño. Entonces... es algo que me muestra que no he de rendirme, que debo seguir luchando pese a todo... que debía seguir buscando hasta alcanzar mi venganza.

en esta ultima frase agaché la cabeza, era increible que hubiese pasado tanto tiempo, todo lo que había vivido, y aun no pudiera quitarme ese odio de encima