Forjando a una futura artista

[OFF Venimos de aquí.]

Aparecimos en la oscuridad de un callejón. Le solté la mano entonces con una sonrisa traviesa, suprimiendo mi aura para pasar desapercibida.
–Lucía, esta noche vas a comprobar en tus propias carnes el efecto que causas ahora... No quiero que mates a tu víctima, pero sí que juegues con ella, que la seduzcas. Pon en práctica lo que te he enseñado. ¿Entendido?

Aparecimos de repente en un oscuro callejón, era de noche y eso no dificultaba en absoluto nuestra cacería, sin embargo después de escuchar a Katerina me giré deprisa para mirarla. Me habría negado, pero sus palabras, su voz susurrante eran tan persuasivas.-yo.. esta bien, pero no se como hacerlo, nunca e echo algo parecido-En verdad si yo tenía sed, simplemente venia y bebía lo que me apetecía, nunca había jugado con mis victimas, tampoco había seducido a nadie en mi vida. Todo era demasiado nuevo para mi.

Sonreí, esto iba a ser divertido.
–Quiero que salgas ahí y camines entre la multitud, Lucía. Observa bien las reacciones de toda la gente que te observe y elige una víctima, la que más te guste, ya sea por sus reacciones o su atractivo. Siempre es más fácil si a ti también te gusta él o ella... –Susurré, sabía que lo hacía por instinto, pero también había comprobado que ella absorbiera mejor lo que le transmitía si lo hacía de ese modo... era como si le impactara más–. Cuando hayas hecho tu elección, debes hacerle saber a tu víctima tu deseo por él buscando su mirada y transmitiéndoselo a través de ella. Una vez lo hayas hecho, tu víctima será la que acuda a ti y ya sólo tendrás que jugar con él... negarle su ansiado caramelo pero sin soltarle del todo... –Con esto me refería a que las insinuaciones no debían terminar ahí, sino que ahí debería empezarle a tratar con coquetería e inocencia para atraparle aun más y despertar más su deseo. Ahí era donde debía demostrar su verdadera pericia en este arte, algo que en cada vampiro era diferente, según su personalidad–. Y cuando estés segura de que ya no idolatra a nadie más en el mundo más que a ti... te lo has de llevar a un lugar oscuro en el que nadie os pueda ver... Lo que hagas después con él, ya me es indiferente. Pero si consigues que eso pase, le habrás seducido satisfactoriamente.
Mi mirada se tornó seria ante estas últimas palabras. Realmente no quería saber si su juego de seducción permitiría a sus víctimas catarla aunque sólo fuera un poco... Todo lo que quería es que aprendiese que la caza para una vampiresa es todo un arte, un ritual, que bien desempeñado podía obtener un resultado mucho más satisfactorio que saciar su sed. Ya que todo esto, influía también al sabor de la sangre de la víctima cuando ésta accedía por voluntad propia, o incluso veía cumplidos sus mayores sueños antes de morir. Era en esos momentos cuando la sangre fluía y sabía mucho más deliciosa...

No podía imaginarme a mi misma haciendo eso, no podía jugar con mi victima y mucho menos seducirla como ella decía. Miré la calle especialmente transitada esa noche.-Katerina... lo intentaré, pero nunca e echo nada como esto...-susurré.

En un par de pasos estaba en medio de la calle, alguien me empujó y subí la mirada disculpándome. La chica me miró sorprendida y se alejó un par de pasos sin quitarme el ojo de encima, quería huir y esconderme en cualquier esquina, quería desaparecer en ese mismo instante, pero era demasiado tarde.
Paseé sin rumbo por las calles, avergonzándome levemente cada vez que alguien posaba su mirada en mi y cuchicheaban curiosos. Solo me faltó una pequeña mirada en un chico para pararme completamente y mirarle entre la multitud. Tenía el pelo negro como el carbón y los ojos del azul mas intenso que había podido encontrar. La ropa era un poco descuidada
Me le quedé mirando fascinada, hasta que noté la suya en mi, sonrojada la desvié durante unos segundos. Cuando la subí sonreía de medio lado y se estaba acercando.

Me alejé entre la multitud, esquivándole mientras que veía, que él, divertido me seguía. Me agarró del brazo en un pequeño momento de confusión, su piel estaba cálida, mi mirada se desvió hacia sus ojos, azules como el cielo. Me sentía perder en él-¿o.. ocurre algo?-pregunté amablemente. El solo sonrió y respondió-no es nada, solo me gusta perseguir bellas princesas-

Sus palabras me atravesaron el pecho, me sentía avergonzada y eso solo hizo que mis mejillas se sonrojaran y esquivara el cruce de miradas. Me levantó la cara durante unos segundos con la misma sonrisa de superioridad que antes-My lady... Permiteme que le diga que es muy hermosa, demasiado-susurró en mi oído. Su aliento cálido chocó contra mi cuello y mejilla, no tenía palabras para describir la vergüenza que estaba pasando. Cuando quise volver a mirarle el miraba hacia todos los lados hasta volver a mi-Me gustaría conocerla un poco mas y poder hablar tranquilamente, pero aquí hay mucho alboroto... ¿que le parece si me acompaña?- Al decir aquello tuve una pequeña idea. Sonreí como si no supiese lo que estaba pasando, mientras me soltaba con suavidad de su agarre-Tengo una idea, si le gusta perseguir princesas, porque no.. ¿intenta cogerme?- le guiñé un ojo mientras empezaba a alejarme de su posición, siempre viendo que el me siguiese por detrás. Al principio prestaba atención a su alrededor para no chocarse, pero poco a poco pareció darle igual y me siguió. No sabia si era buen momento aun así me adentré en un callejón sin salida y me di la vuelta-pa..parece que no me conozco esta ciudad tan bien como esperaba-

No me dio tiempo a reaccionar cuando el chico me acorralo con cuidado en la pared, pasó sus brazos por los lados de mi cabeza y sonrió-Ahora que te tengo... creo que merezco un pequeño premio-Antes de que pudiese decir nada juntó nuestros labios. Cerré los ojos con fuerza y los abrí al dejar de notar el contacto y descubrí miedosa como retiraba su chaqueta, relamiéndose los labios. Yo había venido a cazar, pero me sentía tan indefensa como una oveja ante un lobo hambriento.
Volvió a juntarse a mi, iba directo a mi cuello, intenté apartarle pero mis fuerzas fallaban, nunca me había visto en esa situación con nadie y lo hacia solo porque Katerina quería enseñarme, todo lo que ella sabía.
Besaba mi cuello y yo no podía decir ni hacer nada, solo mi cuerpo respondió al notar sus manos por debajo de mi vestido acariciándome el muslo con suavidad, aparté su mano como pude, pero solo recibí un bufido y mas fuerza, para que mis manos ahora debiluchas no lo parasen. Miré a las sombras con los ojos aguados, tenía miedo, mucho miedo, no sabía donde estaba Katerina, pero quería que estuviese conmigo, que me quitase esta presión que no me dejaba respirar.

Había estado observando toda la escena desde las sombras. No quería intervenir, era algo que tenía que hacer ella sola. Mi maestra me había hecho pasar por lo mismo cuando me estaba enseñando, por eso había creído conveniente que ella también lo aprendiera.
Noté su incomodidad primaria, era demasiado inocente y le costaba salir a fuera. Pero logró captar la atención de un apuesto joven, lo cual me alegró por ella. Observé cómo mantenían una conversación, a él se le veía muy interesado por ella y Lucía poco después empezó a jugar con él, atrayéndole a un callejón oscuro...
Había superado la prueba, estaba satisfecha.
Entonces, caminé con tranquilidad y altivez hacia el callejón, paseando entre la multitud. Me detuve en la esquina y agudicé el oído. No quería interrumpir si Lucía se estaba dando el festín, por lo que preferí cerciorarme... pero lo que escuché, no me gustó ni un pelo... pues parecía que la situación la estuviera dominando a ella...
Una fuerza descomunal apartó al joven de Lucía. Ahora él estaba contra la pared, retenido con fuerza con mi mano sobre su hombro y mis colmillos estaban frente a él, amenazadores.
–No vuelvas a tocarla... Ni a ella ni a ninguna mujer contra su voluntad... Y si te atreves a hacerlo vendré a por ti y te haré suplicar por tu vida, ¿me oyes?
Me giré ligeramente hacia mi protegida, sin soltar todavía a éste. No quería matarlo delante de Lucía. Era su víctima, si tenía que morir, debía hacerlo a manos de ella. No obstante, le golpeé en la nuca con moderada fuerza, la suficiente para no matarle y que cayera inconsciente. Éste no volvería a tratar mal a una mujer...
Me volví hacia Lucía, y al instante siguiente estaba frente a ella.
–Lucía, ¿estás bien? –Pregunté preocupada, acariciándole con suavidad el rostro, sin dejar de mirarla directamente a los ojos. No quería que le hubiera pasado esto, pero era la primera vez que lo intentaba y en el primer intento no siempre salía bien.

Cerré los ojos, temblorosa, parecía que mis piernas no pudiesen sostenerme. Algo me apartó aquel muchacho y yo caí al suelo tal y como habría predicho, oí una voz. Subí mi mirada y me pareció ver a Katerina entre las lagrimas que aguaban mis ojos. Ví caer al muchacho con un sonoro ruido al suelo. ¿esta muerto? me pregunté justo antes de ver una cara conocida delante de la mia.

No era consciente del momento en el que habia dejado de intentar librarme de su agarre, ni tampoco del tiempo que habia pasado hasta ahora. Una caricia, me hizo abrir mis ojos verdosos como si hasta ese momento hubiesen estado apagados, entonces me abracé a ella apretandola fuerte contra mi-Katerina..-dije empezando a llorar. Las lagrimas se resbalaban con facilidad por mis mejillas-Tenía mi-edo..-mis palabras se entrecortaban, hacia mucho que no tenía ese sentimiento de impotencia.

Se me abrazó como una lapa. Estaba asustada, temblaba... Tenía que admitir que me había pillado desprevenida, pero... en cuanto me restablecí –no había tardado demasiado–, le devolví el abrazo con suavidad, con cariño, estrechándola entre mis brazos como si fuera mi pequeña, protegiéndola...
–Tranquila, shh... Estoy aquí... –Le susurré, con suavidad, mientras le acariciaba el cabello también suavemente, tratando de consolarla–. Ya ha pasado...

Poco a poco, paré de lloriquear y temblar, cuando estaba en sus brazos diciéndome esas cosas, tranquilizándome como lo hacia me sentía mucho mejor. Me separé con cuidado secándome los mofletes.

Miré de nuevo al chico inconsciente en el suelo, sabia que había sido ella, y no me molestaba e estaba realmente agradecida por haberme salvado de aquello-No lo entiendo...-susurré de pronto. No entendía nada de lo que había echo ese chico y porque a mi me había inundado el terror, solo un mordisco habría faltado para matarlo y no había sido capaz-No comprendo... lo que estaba pasando..-bajé la cabeza-si yo no le gusto.. el no me gusta... porque me a dado un beso.. no lo comprendo para nada-

La observé con ternura... quizá había sido un error haberla persuadido para que hiciera aquello tan pronto, su alma era mucho más joven que su cuerpo...
–Se llama atracción... –Susurré, explicativamente–. Es el estado que se provoca en las víctimas cuando tu seducción es satisfactoria... consigues que ellos te deseen... por eso él te besó y quiso acariciar tu cuerpo... –Me interrumpí. Seguramente era la primera vez, dadas las circunstancias, que escucharía hablar de ello. Me pasó una idea descabellada por la cabeza y aparté la mirada por un instante avergonzada, negándome ese pensamiento–. Quizá tu necesites a alguien más amable... más considerado y tierno... que vaya más despacio... –Recapacité, pensando en voz alta. La miré a los ojos, con preocupación. No me gustaba verla así, me rompía el alma por dentro–. Lucía... ¿quieres que volvamos a casa? –Le pregunté con mucha suavidad. Evidentemente, me refería a mi casa. No quería que volviera a la suya con aquel mal trago...

Recopilé toda la información tragando fuerte, sentir eso es algo que nunca se me había pasado por la cabeza. Me cogí de su mano-¿de..despacio? no.. no lo se, puede ser...-susurré. No sabía que contestar a eso, no me había desagradado aquel muchacho hasta que me empezó a acariciar así que lo achaqué a lo que ella dijo, quizás hubiese ido demasiado deprisa.
Asentí ante su pregunta, levantándome mientras mi mano todavía temblorosa agarraba la suya, no quería soltarla.

-Vamos.. a casa.. -bajé un poco la cabeza, y me forcé un poco a sonreír, no quería que se preocupara, como ella había dicho todo había pasado aun que mi cuerpo siguiera dominado por aquel terror momentáneo.

Me agarró la mano y di un suave tirón para ayudarla a levantarse. Se quedó muy cerca de mí... la observé por un instante, preocupada, pero notaba que su cercanía me perturbase. Traté de apartar esos pensamientos y asentí, apretándole la mano con suavidad.
Desaparecimos en una densa niebla blanquecina.