Jardín del Limbo.

Llevaba bastante tiempo queriendo hacer algo así,y mas después de haber pasado por tan malos momentos. Llevaba un vestido blanco,corto hasta los muslos,y el pelo recogido en una coleta alta. Tenía una cesta de mimbre que llevaba tapada con un trapo, y una pequeña linterna. Salí al exterior del palacio con el aura totalmente suprimida,y observé que no había casi nadie por el lugar. Puede que se debiera a las altas horas de la noche que eran.

Cuando llegué a un trozo de tierra apartado bajo los característicos arboles grises del Limbo,colgué de una rama la luz,destapé la cesta y saqué pequeñas semillas,cada una de una flor distinta.
Las empecé a enterrar con cuidado. Me reconfortaba hacer aquello.
Al poco rato se me había quedado impregnado el olor de algunas flores que también había traído para plantar.

Largo tiempo hacía... Y había un tema que no había conseguido zanjar. Posiblemente el error del que más me arrepentía, y me arrepentiría por la eternidad.

Aquella mujer... no tuve más remedio que dejarla al borde de la muerte. No pude rescatarla de aquel cruel destino. Aquello me atormentaría durante el resto de mis días... Sin embargo, me pareció conveniente el acercarme a su hogar, aunque fuera solo para visitar su tumba, si es que acaso la tenía... Volé hacia las puertas del limbo, y una vez dentro continué volando hacia el el Palacio. Una gran tristeza inundaba mi alma y mi aura, pero tenía que hacerlo. Después de todo, era lo único que me quedaba.

Volé y volé y entonces observé un jardín que no se encontraba antes allí. En él se encontraba una ángel caída. Intenté descifrar su aura. Un aura poderosa, un aura que me traía gratos (y por otro lado no tan gratos) recuerdos. No había duda, era ella. Era Kaede.

Me acerqué tan acelerado como mi maltrecho cuerpo me lo permitía y aterricé con cierta dificultad. Allí estaba ella, pero... ¿Cómo podría presentarme ahora ante la princesa? ¿Cómo podría mirarle si quiera a la cara después de todo...? Pese a ello, me armé de valor, y alzando la vista y con la voz lo máximo formal que pude poner solté un tenue gemido.

- Así que estás viva... Estás... Viva...

Antaño hubiera derramado alguna que otra lágrima. Tal era la magnitud de las sensaciones que me inundaban que sin duda hubiera llorado (pese a que hubiera sido extremadamente difícil que lo hubiera hecho entonces). Sin embargo, ahora mi corazón estaba seco, por lo que de mis ojos no escapó ningún fluido.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo a la velocidad de la luz,helandome la sangre.Había reconocido esa aura,muy alterada,pero la había reconocido.No podía ser,¿oh si?Tanto tiempo esperándole,que la llama casi había conseguido extinguirse por completo..

Me di la vuelta al ver que había aterrizado a unos metros,le miré directamente a los ojos,clavando los míos en los suyos,pude comprender todos los matices de la soledad.


Si me hubieran preguntado que se sentía al tragarse un tornado,habría sabido responder con total claridad.¿Era todo un sueño más?.. Escuché sus palabras,y mi rostro se torno completamente serio,pero se mostraba cansado,triste.

-Así que era cierto..sabías que esta a punto de morir..y aún así..?...-mi voz trataba de salir fuerte,pero los tonos de fragilidad salían de vez en cuando.



¿Cuánto tiempo estuve esperando a que regresara?¿Con cuantas personas tuve que defender aquella idea?¿Por que no podía olvidarle,dejar de confiar en él?Después de todo ya había dejado claro que yo no le importaba en lo más mínimo,y aún así..

Quería golpearle,gritarle,echarle todo en cara,odiarle..desearía todo aquello,y sin enbargo..acababa de llenar todo mi espíritu de alegría al verle de nuevo aquí,deseaba que me abrazara,que me hablara,que todo se tornara al pasado,cogerle para no soltarle nunca más..y sin embargo..mi otra mitad me decía que me alejara,que me detuviera,que acabara.

Agaché la cabeza para que no detectara nada en mi.

Aquella situación era lo más extraña que podía ser. Por un lado, no podía creérmelo, después de todo... Después de todo allí estaba ella, viva, tan majestuosa como siempre, teñida de tristeza, y todo por mi culpa... Por otro lado no sabía cómo actuar. No sabía si lo correcto sería quedarme allí plantado, intentando preguntar qué había sido y qué sería de nosotros, o si correr a abrazarla para sentir su calidez tras tanto tiempo, para decirla que nunca jamás la abandonaría, pese a que me creyera o no.

Sin embargo, mis sentimientos estaban cruzados. Quería disculparme por todo aquello, pero sabía que ninguna excusa aliviaría su dolor. Había sido demasiado cruel con ella. Ella se merecía algo mejor. ¿Era el destino el que había hecho que las cosas sucedieran así...?

Sin saber muy bien cómo, procuré elegir las palabras más adecuadas, mas en mi interior supe que nada de ello serviría. Supe que nada de lo que dijera solucionaría mi error.

De este modo... Lo último que quería era hacerla sufrir más. Armándome de valor, y con voz entrecortada respondí a su pregunta.

- Nada de lo que diga va a reparar lo que hice. Sí, supe que ibas a morir... - en este punto mi voz empezó a temblar al borde del llanto - Supe que ibas a morir, por lo que comencé a buscar alguna solución, algo que evitara tan terrible catástrofe...

De pronto me callé y me llevé las manos al rostro, en un acto reflejo por la desesperación.

- Pero... Pero de pronto todo se torció, de pronto me vi inmerso en una serie de sucesos que escaparon de mis manos... - Al decir esto no pude evitar clavar una rodilla en el suelo, signo de que las fuerzas me estaban abandonando - No sé si querrás escuchar esa historia. Al fin y al cabo, no sé si querrás volver a verme jamás. No quiero hacerte más daño Kaede, que ya suficiente te he hecho. Si no quieres saber nunca nada más de mí lo entenderé y me marcharé de este lugar...

Vi todo lo que había empeorado su aspecto físico,y lo débil que se había vuelto. No comprendía nada de lo que estaba pasando en esos instantes,me sentía mareada,con las mejillas ardiéndome,y la respiración y el pulso demasiado acelerados.

Sin embargo,todo lo que le había ocurrido era por alcanzar sus metas,sus fines,todo por lo que el siempre había estado pensando,y por lo que en su día tuvo que verse obligado a elegir. Así que,si eso era lo que deseaba,no tenía por que sentir nada al respecto.

Escuché su última frase,y apreté los puños con fuerza,tanta que podía sentir el dolor de mi piel al tensarse de esa manera.Pero lo ignoré,por que había algo que necesitaba saber más que nada.


-Se que...yo no soy,y nunca seré..el motivo por el que has regresado a Yggdrasil,por lo que..dime,qué es lo que te ha hecho regresar?volverte más fuerte?seguir con tus tan ansiadas metas?...qué es!!?-dije elevando el tono de voz con impotencia en las dos últimas palabras,forzándome en no derramar lágrimas de nuevo,aún con las mejillas enrojecidas.

Al escuchar aquellas palabras sentí un puñal en el corazón. Pero ese puñal no era por la tristeza. Ese puñal era por la esperanza. En lo más recóndito de mi ser había nacido una esperanza por recuperarla, porque estaba dispuesta a escucharme.

Me levanté del suelo y levanté mi rostro para mirarla fijamente. Una mirada llena de ternura, que suplicaba perdón.

- Es una historia muy larga... Como también supongo que será la tuya, para haber logrado escapar con vida de tu maldición...

Antes de comenzar a explicarle lo sucedido me fui acercando poco a poco a ella.

- Como puedes ver este tiempo no me ha tratado bien, estoy demacrado, envejecido, y he perdido todo mi antiguo poder. Ni siquiera soy capaz de manejar la oscuridad ahora mismo... Sin embargo... Sólo si tú me lo permites...

Cuando terminé la última frase estaba a un solo paso de ella. Suave y tranquilamente rodeé con mis brazos su cintura y su cabeza y la apoyé sobre mi pecho. Después quizá ella no lo notara, pero unas pocas lágrimas calleron de mis ojos. Esas lágrimas significaban muchas cosas, muchas muchas cosas, pero aquel sentimiento que predominaba era la felicidad por haber tenido la oportunidad de volverla a ver.

Retrocedí un paso,pero me agarró y me abrazó contra el,posando mi cabeza sobre su pecho. Mis ojos estaban abiertos de par en par,y mi cuerpo frío y rígido.

Abrí los brazos y le rodeé, apretando con fuerza su espalda contra mi,y con la otra mano cogí con poca fuerza el pelo de su nuca,sosteniéndome y sintiéndole,después de todo aquello. Aquel abrazo sería probablemente el mas sentido que le había dado nunca.

¿Por qué me hacía cambiar de esta manera?..odiaba que eso ocurriera,pero era tal las ansias que tenía por que regresara..y al fin..ahí se encontraba,abrazándome.Que extraño me parecía los sentimientos de las personas,que incomprensibles.


Le apreté con fuerza,pensando que podría volver a perderle,y sentí su corazón,bastante debilitado.Le había extrañado tanto que no siquiera me parecía real verle,y en tal mal estado.


-Te lo suplico...no vuelvas a marcharte..te lo suplico,no olvides nuestra promesa,no me dejes..-dije empezando a derramar lágrimas,sin poder aguantarlas más,y apretando su camisa y pelo.

Al principio se mostró un poco reticente, pero después se entregó al abrazo como jamás hubiera podido esperar. Aquello me llenó de felicidad, aún no estaba perdonado por lo que había hecho, pero definitivamente descubrí que tenía una nueva oportunidad, y esta vez lo haría bien de principio a fin.

Mis lágrimas empezaron a caer cada vez más y más fuerte. No podía creer lo que estaba sucediendo, primero estaba viva, y segundo la tenía entre mis brazos, cosa que nunca habría imaginado.

Hablando casi entre balbuceos acerqué mi rostro hasta su oído y la susurré lo más arrepentido que había estado jamás.

- Lo siento... Lo siento... Lo siento... Nunca debí hacerte esto... Nunca debí haberte perdido, y ahora que veo que estás aquí... No sé si el destino ha sido demasiado cruel o demasiado benigno, pero estás aquí conmigo una vez más... Y eso es ahora lo único que me importa - Según continuaba mis palabras se iban tiñendo más y más de sentimentalismo -. Te prometo que no te abandonaré. De un modo u otro cuidaré de tí, Kaede.

Escuché entre sollozos sus palabras,que a mi entender,carecían de mentira alguna,y poco a poco,el llanto fue volviéndose mas silencioso y tranquilo.En mi interior algo se calmó un poco,encontrando gran parte de la tranquilidad que había perdido.

"Gracias,gracias por mantenerlo con vida"-pensaba una y otra vez,rezando a quien quisiera que estuviera sobre nosotros,controlando nuestro caprichoso destino,del que parecíamos no poder escapar.
Mi corazón se lleno de alegría y calidez al escucharle,y todas las esperanzas puestas en el que estaban "marchitas",recobraban poco a poco sus fuerzas.Sin embargo era obvio que no todo estaba resuelto,pero lo principal ya se había logrado,de alguna forma.

-Aspicious..-susurré-desde que nos conocimos,lograste poco a poco,con esfuerzo e insistencia,un fuerte lazo que nos uniera,igual que viceversa. Es por eso que,después de todo lo que me diste,no podía aceptar la idea de que te marcharas sin más,sin un porque..aún no logro comprenderlo,pero,la razón por la que mantenía la esperanza es por que en el pasado lograste merecerla con creces..sin embargo,si vuelves a desaparecer,no podré volver a perdonarte-dije con tristeza,aun eso era en lo último que estaba pensando en esos momentos.
Yo también voy a cuidar de ti,esta vez no permitiré que desaparezcas-dije con algo de llanto,pero ternura en la voz.Siempre había querido cuidar de él,y sobre todo en los últimos meses nos distanciamos demasiado. Verle en aquel estado me había puesto aún mas entristecida,¿qué le había ocurrido?A duras penas parecía mantenerse en pie,estaba debilitado,canoso,extremadamente delgado y magullado.Debía hacer algo lo mas pronto posible.

Le abracé con fuerza una vez más,y le acaricié el pelo con cuidado.

Suspiré agotada entre las emociones,las altas horas de la noche y los sollozos,pero estaba inmensamente feliz en ese momento.

-Todo saldrá bien...-susurré apoyada sobre su pecho.

Solté un largo suspiro después de todo. Las cosas se habían calmado, y había conseguido recuperar la serenidad. Tras estar un rato más abrazados me separé para poder sentarme en un banco cercano. Una vez relajado la pregunté mirándola a los ojos.

- ¿Querrías escuchar mi historia, princesa de los caídos? Quizás así puedas entender qué es lo que sucedió en verdad... - bajé la cabeza y mi voz se apagó ligeramente - No pretendo excusarme con esto, pero quiero que al menos sepas la verdad. Así mismo, también me gustaría escuchar cuál fue el milagro que te mantuvo aquí con vida - al recitar esas últimas palabras un brillo en mis ojos se encendió. Seguramente ella no se dio cuenta, pero era de ilusión.

Le observé aún con algo de cansancio,pero atenta.

-Habla, pues..-dije cruzándome de brazos,bastante expectante por saber que es lo que habría ocurrido.

Cogí la linterna y la cambié de rama para que iluminara la zona en la que nos encontrábamos.

Solté un largo suspiro. Era difícil recordar por todo lo que había pasado, pero gracias a ello estaba allí de nuevo.

- Bien… Como recordarás, poco antes de que comenzara la guerra tuvimos un percance. Recuerdo cómo me dijiste que desapareciera de tu vida… Y ahí fue cuando empezó todo.

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La miré con un desprecio desproporcionado.

- En mi vocabulario no existe la palabra imposible... No voy a dejar que Kaede muera. Si tú ya te has rendido entonces no tengo nada más de qué hablar contigo.

Dicho esto me dispuse a andar hacia la oscuridad de la noche, por callejones perdidos.

- Espera diablo… - dijo la bruja Neliel.

Cogió el colgante y lo miró por última vez. Después, lo lanzó con bastante elegancia, y haciendo una nube de oscuridad, empezó a desaparecer.

- Lo necesitarás.

Tomé el colgante al vuelo y lo agarré muy fuerte. Lo apreté contra mi pecho. Indudablemente era la esencia del ángel caído... A la mente me vinieron recuerdos amargos, pero debía comerme por una vez mi orgullo. Estaba en juego la vida de ella...

Después descubrí lo cálida que parecía para mí su aura... siempre había sido así, pero ahora me daba cuenta de ello más que nunca.

En un susurro que solo podía oír yo, me dije a mí mismo mientras me desvanecía en una nube de oscuridad:

- Te salvaré... aunque sea lo último que haga…

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Todo... ¿todo se iba a acabar? ¿Y ya está? Después de lo que me contó Neliel no podía permitir dejar marchar a Kaede. Haciendo acopio de un gran valor decidí viajar al limbo de incógnito.

Era de noche, y mi aura estaba completamente suprimida. Nadie conseguiría detectarme, salvo Aurora quizá. Me recubrí con una capa de oscuridad para que nadie me viera y me dirigí al castillo. En concreto a los aposentos de Kaede. No sabía dónde estaban, pero me guié por mi instinto y por cierta aura residual que pude rastrear. Volando llegué a la ventana de su habitación. Con un gran sigilo entré dentro.

Tenía que buscar algún tipo de pista, algo que me ayudara a evitar la catástrofe que se avecinaba. Sin embargo tampoco quería hurgar demasiado en su intimidad, no sería justo. Entonces vi un libro que me llamó la atención. Parecía bastante viejo, y se titulaba "El pájaro azul".

Le eché un vistazo por encima. Parecía una historia vieja, pero algo me dijo que si estaba encima de la mesa algo quería decir. Kaede no se hubiera dejado un libro así porque sí al despedirse. Sin duda aquello era una pista...

Lo tomé y me desvanecí del lugar entre la oscuridad.

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Con el libro en mis manos comencé a investigar, mas nada pude vislumbrar claramente de aquello. Estuve varios días intentando descifrarlo, pero se trataba solo de un cuento. Hasta que me di cuenta… Ese cuento relataba cómo me sentía yo en ese momento. ¿Sería casualidad? Tuvo que ser un relato el que me indicara la verdadera naturaleza de lo que me estaba sucediendo…

Y de pronto todo oscureció. Me encontraba en mis aposentos cuando todo desapareció. La oscuridad más profunda y absoluta, para luego dar paso a una tenue luz…

No podía creerlo, sin saber cómo, había regresado a la Cueva del Limbo. A la cueva de la Piedra del Conocimiento, a la misma sala donde se hallaba la Gema. Solo que esta vez no había ninguna salida, ninguna entrada, estaba allí encerrado. Encerrado sin poder hacer nada. Y en el fondo sabía por qué era. Sabía que pese a lo que a priori parecía… En mi visita a la cueva para obtener la segunda parte del conocimiento de los dioses algo no marchó bien. Es cierto que tomé el conocimiento, pero no realicé ningún tipo de pago.

Eso era extraño. Cuando conseguí la primera Piedra estuve semanas lisiado, pese a que contenía el poder de la oscuridad. ¿Qué sucedería si fuera el poder mixto? Sin duda las repercusiones serían mucho peores, pero no había sucedido nada.

Y así, durante un tiempo estuve allí confinado. La gema parecía una roca cualquiera, no me aportaba ninguna información, y el lugar era desolador. Una pobre luz grisácea emitida por la espiral de energía procedente del centro de la sala iluminaba un recinto sin suelo y sin techo, solo paredes en forma de cilindro. Si miraba abajo solo veía negrura, lo mismo que si miraba hacia arriba. Sin embargo me mantenía flotando sin ningún tipo de esfuerzo, como si una estuviera apoyado sobre una nube invisible.

Tras lo que parecieron varios días noté como el reloj de arena que marcaba el tiempo de Kaede cada vez se consumía más y más… y yo no podía hacer otra cosa que contemplarlo hundido…

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Ya quedaba muy poco, y seguía ahí encerrado. Fue entonces cuando apareció.

Al principio pensé que era una ilusión debido al delirio, pero pronto descubrí que no se trataba de eso. Aquella era la mismísima aparición de la Miandra, diosa suprema del tiempo y de las deidades neutras. Con su voz divina y sobrecogedora comenzó a hablar. Parecía que procedía de todos los rincones, y a la vez, de mi propia mente.

- Aspicious Oicilpus, el demonio ambicioso. Te he traído aquí por una sencilla razón: no realizaste tu pago. Quisiste el conocimiento de los dioses, y no diste nada a cambio... Ahora es tu momento de compensar tu pecado.

Su apariencia era la de una mujer vestida un largo vestido de seda holgado, con mangas anchas y voluptuosas y una pequeña tiara plateada en su largo y aterciopelado cabello. Alta y estilizada mostraba unos rasgos faciales de una belleza sobrenatural. Comenzó a flotar en círculos alrededor de mí mientras continuaba susurrando palabras, como si de un cántico se tratara.

- Por ello... ¿Qué ofrecerás, rey de los demonios? ¿Tu poder? ¿Todas tus posesiones? ¿Tu esperanza? ¿Tus sentimientos?... o... ¿Tu cordura? - esto último lo dijo posando su cabeza sobre sus manos, mostrando una sonrisa pícara a la vez que malévola.

Aquello era lo que llevaba esperando desde que salí victorioso del Limbo en ese entonces. El pago debía realizarse, y dadas las circunstancias no debía perder más el tiempo. Por ello tomé rápido la decisión.

- Mis posesiones, sin lugar a dudas - respondí sin titubear.

La diosa frunció el ceño y optó por adoptar una expresión fría y adusta. Al parecer no había quedado conforme con mi contestación. Empezó a negar con la cabeza y muy seria replicó.

- Me parece que eso no es suficiente, señor de los demonios. Sin embargo… por lo pronto tomaré tu preciado arco de marfil.

Dicho esto mi arma se desprendió de mi espalda y antes de darme cuenta se partió en mil pedazos. Un pequeño fragmento quedó oscilando frente a mis ojos, esperando a ser tomado.

- Puedes quedarte con ese trozo como recuerdo... mmhahaha - se burló la diosa con una risa histéricamente vil.

- En ese caso... - volví a responder sin la más mínima vacilación - Toma todo mi poder. El suficiente como para no acabar con mi vida.

- Bien pensado Aspicious... Eso haré. Pero no puedo tomarlo todo de golpe... Deberás primero pasar aquí el tiempo necesario para que asimiles todo el conocimiento...

Suspiré en mi interior. ¿Había alguna posibilidad de salir de allí antes de que el tiempo se agotara...?

Mis ojos me dieron la respuesta.

Del reloj calló el último grano de arena. Kaede había muerto.

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Después de aquello no supe cuánto tiempo transcurrió, quizá horas, días, meses, años. En mi profundo pesar, que durante el resto mi encierro fue consumiéndome poco a poco, me mostré frío e impasible. Mi corazón ya había llorado todo lo que podía llorar. Mis ojos se habían secado, y mi voz se había quebrado. Ya nada quedaba que pudiera manifestar mi dolor. Sin embargo, a la diosa no pareció importarle. Se limitó a desvanecerse en un halo místico mientras yo permanecía allí.

El tiempo siguió transcurriendo, y finalmente comprendí que lo único que me quedaba era esperar. Esperar y meditar, pues era la única manera de mantenerse cuerdo. En este lapso, descubrí que el conocimiento que me fue otorgado estaba en bruto y sin moldear. Esto supuso mi trabajo mientras me encontraba confinado.

Fue entonces cuando por fin conseguí asimilar todo lo que se me había proporcionado, pero al tiempo que lo hacía, mi poder se iba extinguiendo cada vez más, hasta llegar al punto de que ni siquiera me veía capaz de manejar la oscuridad. Estaba viejo y demacrado, como su algo hubiera robado mi esencia vital.

Finalmente, Miantra volvió a presentarse. Tal como se había marchado regresó, imponente y todopoderosa.

- Bien, bien… Parece que tu alma haya sido devorada por algún demonio… ¡Oh vaya! ¡Si tú eres un demonio! Mhahaha. Y además el más poderoso… Mmmm, pues no, no se te ve realmente poderoso, pareces un alfeñique, ¡ahahahaha! – la risa de la diosa era totalmente ofensiva y perturbadora. Sin duda disfrutaba de aquello, o al menos así lo manifestaba - Aunque he de reconocer que has demostrado tu valía… Quedas libre. Has cumplido con tu castigo.

Entonces abrí los ojos, tras tenerlos cerrados durante años. Entonces me levanté de la postura en la que había permanecido durante años. Entonces y solo entonces, volví a la vida.

Fue solo durante un instante, pero justo antes de desvanecerme de aquel lugar la diosa pronunció sus últimas palabras.

- Te lo has ganado… Disfruta de tu recompensa.

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Al terminar mi historia miré fijamente a Kaede. Muy serenamente y convencido la dije.

- Nunca te he olvidado en estos siete años.

Escuché con atención y en absoluto silencio su historia,cabizbaja. La tristeza se había vuelto a apoderar de mi alma.Aun que ya ni siquiera conseguía distinguir el motivo.
Le miré de nuevo,tan débil.Luego miré mis brazos,recordando un antiguo hechizo de Neliel,pero ahora no era momento.



Me levanté,posé mi mano en su hombro y ambos nos desvanecimos.Procuré hacerlo con la menor energía posible para no desestabilizarle.

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