Reconociendo las plantas del entorno

Paseaba con las selvas, despacio, apoyándome bien en mi garrote para no caerme. Miraba cada planta, tratando de reconocerlas. No había caminado mucho por aquellos lugares pero al estar tan intimamente ligada mi raza a la naturaliza era como si tuviera en mi interior un recuerdo desconocido e innato de todas las plantas posibles, al ser engendrada por el gran Árbol Corazón.

Al ver, oler y palpar las plantas enseguida reconocía si eran venenosas y recordaba que dones curativos tenían la mayoria. otras mis hermanos ya me habían hablado de ellas, al igual que otras tantas las había leido en libros antiguos que englobaban todas las plantas de los continentes más famosos.

Estaba observando una planta de color lila, con una forma extraña, concentrándome en mi, ya algo gastada, memoria para analizarla cuando sentí que en aquel bosque no estaba sola.

Siguiendo los consejos de Lucius, llevaba mucho tiempo investigando por mi cuenta, descubriendo nuevas formas curativas, tecnicas y plantas que pudieran servirme. Aun que yo conocía muchas por ser un licántropo y andar todos los dias de un lado para otro por los bosques, no conocía ni la mitad de las plantas que podían existir; por lo tanto tampoco conocñia no un cuarto de los remedios que podían surgir con todo ese desconocimiento.

Caminaba con uno de los libros de la biblioteca de Eliria, pues los de la biblioteca de mi reino ya se me habían agotado. Era increible todo lo que se podía aprender pero a la vez asombroso todo lo que me faltaba por saber aun.
Quería ser un futuro buen medico. Ya que mis habilidades eran limitadas, pese a que entranaba mucho, quería poder ser util curando.

En este tiempo, a mi cinturón le había añadido algunas bolsas a su al rededor que contenian semillas y plantas de distintas variedades. Llevaba también una pequeña bolsa de cuero con más bolsitas por si encontraba nuevas plantas, para poder coger algunas muestras y analir sus efectos en el reino.

Pronto me di cuenta de que en aquella selva había alguien más, pero curiosamente mi olfato no me mostraba mayor ditinción en la naturaliza... esa persona... fuera quien fuera, olía como ella misma...
Era evidente que allí había alguien, pues lo sentía, y su poder era muy potente. Alcé la mirada, busncado por todas partes, poniendome en guardia, por si las moscas.

Fui caminando a mi paso, cuando a lo lejos avisté una figura. Aquella de la que ya me había dado cuenta. Seguí camiando a mi ritmo hacia él, sientiente.

-Valla, valla, jovencito. No pensaba encontrarme por aquí con nadie hoy-dije con una pequeña muestra de mi risa ronca.

Le miré de arriba abajo, ajustandome las lentes y sonreí ampliamente, mostrando mi vieja y deteriorada dentadura.

-Oi, oi, oi, oi!-bramé mirandole con ojos brillantes-pero que buen mozo que estas hecho-dije acercandome a él y cogiendole el brazo-mira mira, con lo jovencito que eres y hasta tienes musculitos-Indagué aun más y le toqué los abdominales-Mira, mira! que duro!

Pronto ví una pequeña silueta, que aprecía pertenecer a una señora mayor. Cuanto más se acercaba más podía comprobar que mis sospechas eran ciertas, se trataba de una anciana que caminaba lentamente hacia mí, apoyándose en lo que parecía ser un garrote.

En cuanto la ví se tí comasión por ella, además de preocupación por si se fuera a caer con alguna piedra mal colocada en el camino. Pero entonces habló.

Iba a contestarla, pero en menos de un instante caminó rapido hacia mi y comenzó a bramar voceríos. Abrí mucho los ojos y la miré con gran asombro, aun incrédulo de que realmente estuviera diciendo esas cosas aquella viejecita aparentemente adorable de la cual comenzaba a percibir ahora un dulce aroma a galletas recien hechas.

Me cogió del brazo, a lo que intenté zafarme, casi asustado y aun atónito. Pero, sorprendentemente esa mujer tenía muchisima más fuerza que yo.
Al tocarme los abdominales, aparte de que enrojecí como un tomate, logré zafarme de ella y me alejé radicalmente.

-¿¿Pe... pero se puede saber que la pasa, señora??-pregunté muy alterado a modo de exclamación. Nunca me hubiera imaginado que me pasara algo como eso mucho menos de una mujer de tan alta edad. No quería ser descortés, pero esa mujer se lo estaba ganando a pulso.

Reí con ganas tras su reacción, parecía tenerme hasta miedo.
Negué con la cabeza agitando la mano de arriba a abajo.

-Tranquilo, tranquilo.-hurgué en mi bolsito y saqué una galleta. Sin que apenas pudiera contestar se la di-toma, una galleta, esto te sentará bien. Valla, valla. ¿Y que hacías por aquí solito, pequeño cachorrito?-le miré detenidamente.. me recordaba a alguien... Ya sabía de sobra que era un licántropo, su aura era irreconocible, pero... su cara me recordaba a alguien-me recuerdas a alguien... pero lo siento muchacho, creo que mi memoria no es tan buena como antaño. ¿Tienes familiares por estas zonas?

Sin apenas dejarme rechazar al oferta me puso una galleta en la mano. La miré con seria desconfianza y despues la miré a ella. No olía a malicia, más bien a simpatía... y la galleta solo olía a los componéntes típicos de ese alimento, aun así no sabía si fiarme. la olfateé más a fondo.

Entonces me llamó cachorrito. La miré mal, ese mote no me había gustado demasiado.

-Por favor, no me llame así. Y eso mismo me pregunto yo, ¿que hace una señora como usted en este lugar?-Mi razón me decía que desconfiara, pero ni mi instinto ni mis sentidos me decían eso, no parecía haber nada malo en aquella mujer, solo que era demasiado descarada... aun así todo aquello me parecía raro. Callendo en la cuenta, me percaté de que me había llamado cachorrito, centrándome en la profundidad de esa palabra. "¿Sabrá que soy un licántropo?" me pregunté a mi mismo. "entonces... eso quiere decir que ella es un ser sobrenatural... pero su raza... no llego a descifrarla... aun que me suena su aura"

Se detuvo a observarme con calma, a lo que alcé una ceja.

-Mi padre es el rey renegado de los licántropos. Yo soy Dean Wingates. Y porcierto... ¿usted quien es?-dije con simpleza, igual sí conocía a mi padre... eramos abstante parecidos salvo que yo tenía los ojos marrones y el pelo completamente negro. Además de que tenía algunos rasgos faciales que no pertenecian a él, seguramente pertenecían a mi madre, fuera quien fuese.
Mi padre conocía a muchisima gente, más aun por estas zonas. No sabía por qué pero ese hombre no paraba de conocer a gente, y solía ser bastante amistoso a no ser que se tratara de hablar con vampiros... que entonces ahí la cosa cambiaba.

Reí risueña.

-Bueno, bueno, está bien, solo era una pequeña broma-dije, guiñándole el ojo-Pues recorría estos lugares observando la vegetación ya que no soy nueva por estas tierras y hay plantas que no había visto. Pero tu no me has contestado a mi pregunta, muchachito

"Aháaa!" bramé en mi interior, sabía que me recordaba a alguien.

-Ohhh, con que ese buen hombre era tu papa. Ya veo... os pareceis tanto.. Aun que él parece tener más mal humor que tu.-dije sonriente-Yo soy Florencia Wolf, pero mejor llamame Flo.

Al escucharla decir aquello alcé una ceja, interesado. Mucho más aun al saber que aquella mujer era ina dríade. Claro, como no se me había ocurrido. Ya me había encontrado con una dríade... aun que esta mujer parecía tener igual potencia en el aura... quizas esta ancianita perteneciera al reino renegado... pues su aura era la tipica de una emperatriz.
La miré con otros ojos, unos ojos inquietos y curiosos, esta mujer igual podía enseñarme muchas cosas. Además de por su condición de dríade, por su avanzada edad tenía que tener mucha experiencia de todo.

La verdad es qeu yo respetaba mucho a todo el mundo, pero a los ancianos sobre todo. Los libros podían dar muchos datos, pero no había nada como la experiencia humana de una persona, y no había podido conocer a mucha gente de esa edad en mis viajes ya que la mayoría no vivía tantos años como para verse envueltos en una carne tan arrugada.

-Es un placer.. Flo-dije, algo costoso, ya que no me gustaba mucho tutear a la gente recien conocida, menos aun si e trataba de una anciana como ella.-Yo... la verdad es que venía más o menos por lo mismo. Estoy estudiando medicina y las plantas son una gran fuente curativa, al igualq ue venenosa. Estoy haciendo una lista de las plantas que me encuentro, tomando unas pequeñas muestras y adivinando sus efectos... pero es algo complicado ya que algunas no las había visto en mi vida y hay tantas... Tengo entendido que vosotros, los dríades, conoceis muchisimo sobre la naturaleza... además de que algunos teneis el don de dar o quitar vida... ¿es eso verdad?- mis ojos ahora ardían en curiosidad, si era asi, quería saberlo todo sobre aquel poder.

Me agradó mucho saber que aquel jovenzuelo quería estudiar medicina, mucho más aun que se interesara tanto. Aparentaba ser un chico muy dadecado además de que parecía estar esforzandose mucho. Al saber que yo era una dríade parecía que le cambió el brillo de los ojos. Reí con ganas ante todo lo que me dijo, era una monada de muchacho.

-Valla, eres una caja de sorpresas, pequeño. Si, eso es cierto, pero no te vallas a creer que es con todo el mundo. Solo podemos curar a plantas y a las personas de nuestra raza, al igual que solo podemos dar y quitar la vida a las plantas que nos rodean, si es que estas no están previamente controladas por alguien, claro.-hice una pausa para rascarme el costado, entonces volví a mirarle sonriente-Pues es posible que yo te pueda enseñar algunos tipos de plantas.-volví a hacer otra pausa, mirando la galleta que aun seguía en su mano-Pero antes... ¿te vas a comer la galleta o no? ¿o vas a tenerla en tu mano muriendose de risa todo el dia?

Escuché con atención, asimilando todo lo que aquella anciana me decía. Todo aquel conocimiento era algo nuevo y no podía perderme nada.
Entendí lo de las plantas, aun así, ella tenia el poder de dar vida, aun que solo fuera a vegetales. Pensé entonces en la conversación que tuvimos Kaede y yo y entendí aun mejor aquello: quien tiene el poder de dar la vida, también tiene el poder de quitarla.

Escuché entonces que ella podría enseñarme los tipos de plantas que yo no conocía y ¿quien mejor para eso que una dríade?

-Valla, ¿en serio? no se que decir... muchisimas gracias-entonces miré mi mano y me dí cuenta de que aun tenía la gallea que me había ofrecido. ¿Donde estaban mis modales?-es evrdad, lo siento-me disculpé, agachando la cabeza. Entonces la probé. Nunca antes había comido una galleta tan sabrosa como aquella, crujiente, con su punto justo de mantequilla y especias. Esta tenía un poco de canela espolvoreada por encima, y también tenía un pequeño regusto a vainilla. La canela me encantaba pero muchisimo más la vainilla, me apasionaba.-Señora, permitame decirla que si hace usted todas las comidas igual, es la mejor cocinera que he conocido jamás.

Era puramente sincero, aquella era la mejor galleta que había comido en mi vida.

Reí entre dientes, estaba tan emocionado que se le había olvidado siquiera que tenía mi galleta en las manos.
Amplié mi sonrisa cuando alabó mis galletas.

-Gracias, gracias. Siempre es plato de buen gusto que alaguen tu cocina.-miré las plantas de mi alrededor-Bueno, hay muchas. Podemos tirarnos aquí mucho tiempo asi que creo que lo primero sería crearte una selección general, paseemos por el bosque y contemplemos cuales son las plantas más importantes.