Llegada de Ranko

Acababa de llegar a las tierras de los Urobas, dispuesto a conocer mis orígenes. Fui al mercado para recoger información sobre con quién hablar para que me explicara que tipo de ser soy, exactamente, pues sabía el nombre de mi raza, y el poder que tiene, pero no sabía el porqué de esos poderes.
Al ver a mucha gente en el mercado, fui a una posada, pues había caminado durante días y estaba muy cansado, tanto que no podría luchar si me retaran.
En la posada, pedí una jarra de cerveza y una habitación para dejar mis cosas, pero solo las menos importantes, después me senté a disfrutar de mi bebida en una mesa del local.

Había elegido el dia que menos trafico de gente tenía, de vez en cuando me gustaba disfrutar de una velada en la taberna sin que nadie pudiese reconocerme. Llevaba el cabello tapado aun que dudaba profundamente que ninguno de aquellos si quiera me reconociese si iba tal cual, pero mejor prevenir.
Abrí la puerta de la taberna y me senté en uno de los asientos procurando no llamar demasiado la atencion. -Un whisky por favor-pedí mientras jugaba con mi pañuelo. Recorrí toda la instancia con la mirada antes de fijarme en un chico sentado mas hayá. Era pelirrojo y sin duda me llamaba la atención aquello, pues no habia mucha gente que lo levase asi. Aun que sabía que yo era la mas rara de todas, pues nunca había nacido alguien como yo.

Clavé mis ojos azul celeste en el durante unos instantes antes de girarme y volver a mi copa, esperaba no se hubiese dado cuenta.

En el sitio donde estaba sentado veía a la gente entrar en la posada, casi todos parecían humanos, pero algunos tenían ojos de reptil, por lo que suponía que eran urobas. De repente entró una mujer, misteriosa, no se dejaba ver el pelo, y me preguntaba por qué, pero no le di mucha importancia.
Al tiempo de entrar esa misteriosa mujer, me sentí observado, pero no del mismo modo que durante mi viaje, esos ojos parecían curiosos, así que miré hacía el lugar donde se encontraba mi observador. Acto seguido vi como la misma mujer misteriosa giraba su mirada rápidamente hacia su vaso, como si no quisiera que la pillara.
Puesto que esa chica sentía curiosidad por mí y yo sentía esa misma curiosidad hacia ella, me dirigí, sin parecer amenazador, hacia su mesa.
Hola misteriosa mujer. No he podido evitar percatarme de que me observabas. ¿Acaso nunca ha visto a alguien como yo? -No solamente quería saber quién era esa mujer, debido a que el misterio me atrae, quería saber que voz tenía, y por qué alguien como ella observaba a alguien como yo.

OFF: Siento si escribo párrafos muy cortos, pero soy bastante principiante en rol.

OFF: de verdad eres principiante? o.o porque lo haces genial xDDDD

Escuché unos pasos acercarse, pero no les di mucha importancia, al fin y al cavo la estancia estaba llena de gente y los borrachos solían moverse a menudo. Pero entonces escuché una voz dirigirse a mi "misteriosa mujer?" pensé extrañada antes de girar mi cabeza y encontrarme con la susodicha persona. Mi aura al estar reducida era la de un común mas que poblaban mis tierras aun que eso no fuese del todo así.

Entonces me encontré con su mirada durante unos instantes, mi pelo seguía sin verse, no quería ser descubierta tan pronto.-Buenas misterioso caballero-susurré amablemente, con cierto tono dulce en mis palabras-Si bien es cierto que no e visto a mucha gente como vos por aquí y menos con esos rasgos. Disculpadme si os a molestado mi curiosa mirada-
Mantuve el contacto con sus ojos marrones durante poco tiempo, antes de bajar de nuevo a mi copa y recorrer el borde con mis dedos.

La mujer parecía avergonzada por como actuaba, pero su voz lo disimulaba muy bien. Aunque era raro en mí, estaba dispuesto a saber quién era ella, y esperaba poder conseguirlo.

No me ha molestado, pero me ha parecido cuanto menos curioso, y al verte tan retirada de la gente y con el pelo tapado me han entrado deseos de saber quién eres. Mi nombre es Ranko Raen, e imagino que sabrás que soy un uroba. Y tú eres...

Puede que tanto misterio se debiera a que era alguien importante o que fuera una renegada, lo desconocía por completo, aún no sabía interpretar las auras de los demás, pero sí notaba que había diferencias según el tipo de raza a la que pertenecían.

Siento si he sido descortés o si te has sentido amenazada, pero en mi vida no he tenido tiempo de relacionarme con gentes no hostiles.

Si veía que podía confiar en ella, le pediría ayuda en mi desesperado misión que la vida me había puesto, la de conocerme a mí mismo y saberlo todo de mi origen. No estaría seguro de si me podría ayudar o si le gustaría ayudarme, pero quería pensar que si ella era de lo míos lo intentaría solo por eso.

OFF: Pues tras ese alago, espero no desepcionarte

Sonreí de medio lado, hacía mucho que nadie se interesaba por saber quien era de esa forma tan curiosa, asentí con la cabeza algo cohibida no sabía lo que me estaba pasando. -Encantada ranko, mi nombre es.. Yukiko, tambien soy una uroba-sonreí.
Desde lejos se notaba que lo era, portaba el orgullo en los andares de ser lo que era y eso era algo que ni al haber nacido tan lejos podrías remediar.

Entonces agite las manos, negando con la cabeza-Yo no te haría daño, no soy tan hostil. Soy bastante pacifica-sonreí. Sabía que mi pelo era algo que le llamaba la atencion, pero no queria llamar la de toda la taberna pues sabía que siempre acababa ocurriendo lo mismo.
-sientese conmigo por favor no quiero ser descortés-Entonces meneé mi vaso de un lado a otro y tomé un suave trago.-Siento ahora mismo no poder descubrirme el pelo, pero me temo que sería un espectaculo que nadie querría ver, pero no me importaría enseñartelo si la gente no lo ve-

Acepté la petición de Yukiko y me senté. Aunque no sonreí, me alegré de saber que ella era una uroba, por fin podría empezar a conocer mis orígenes.

Por favor, no me hables de usted, no es algo que me guste y yo tampoco lo hago a no ser que sea a alguien importante. No pretendo que me reveles tu pelo, al menos no ahora, pero si que me era curioso que escondieras el pelo, pero por lo visto la gente del bar está tan ebria que, si es verdad que mis rasgos no tan son comunes como dices, nadie se ha percatado de mi presencia. -Esperaba que mi acompañante no pensara que era antipático, pero mis palabras sonaban tan duras que no me extrañaría.- Decidme, ¿por qué vais a llamar la atención? ¿Acaso eres alguien importante o una renegada? -Antes de pedirle que me ayudara con mi búsqueda de los mis orígenes urobas, quería saber si podía confiar en ella. Bebí de mi cerveza y la miré serio pero curioso.

Conforme los minutos pasaban, me empezaba a sentir bien, sin necesidad de estar alerta ante cualquier peligro, y por fin sabía que iba a estar entre amigos, o al menos gente de mi misma raza, que no me atacaría a no ser que fuera necesario.

Asentí, parecia que aquel chico no se andaba por las ramas, era sincero y sus palabras sonaban duras pero no mas que muchas de las cosas que había oido ultimamente.-Bueno digamos que con el pelo rojo no conozco muchas personas aun que tienes razon quizas sea mi imaginacion.-
Miré a mi alrededor, aquel muchacho tenía razon, a estas horas lo unico que se paseaba por las tabernas eran borrachos que después de una dura jornada de trabajo venian a derramar sus penas en un vaso.
Entonces fruncí el ceño-Yo nunca sería una renegada-protesté-Esos quemabosques, lo arrasan todo a su paso y e oido que su emperador es un borracho. Que verguenza-dije negando con la cabeza. En verdad no le estaba mintiendo, pero no quería desvelar mi rango ahora mismo.
-¿acaso tu si eres un renegado?-susurré clavando mis ojos en los suyos, sin intentar intimidarle.

La pregunta que le hice a mi acompañante pareció molestarle demasiado, y su respuesta parecía de alguien de alto rango, una princesa o quizás la emperatriz misma, pero me parecía una idea absurda que la nobleza pudiera estar en un lugar como éste, aunque no conocía sus ideales. Sea cual fuere su rango, cuando me preguntó puso una mirada que me atravesó, parecía que fuera a atacar en cualquier momento si alguien decía que es un renegado. Me limité a responder con sinceridad:

La vida no me ha tratado bien, como habrás notado en mis palabras, pero no ha sido culpa de la emperatriz ni de sus súbditos, y tampoco se me ha dado un motivo por el que dedicar mi vida a destruir su reino, es más, si los renegados son quemabosques como has dicho, ese me parece un buen motivo por el que estar en contra de ellos que de la emperatriz. -Ni una de mis palabras era mentira, y no pensaba mentir a la mujer si no era totalmente necesario.

De vez en cuando miraba a las puertas y ventanas, costumbre de mi amargada vida llena de combates por mi propia supervivencia. Bebí un trago largo de mi cerveza y me quedé mirando a Yukiko, preparado para su juicio sobre mis palabras.

Sonreí-La vida no suele tratarnos bien en alguno de los momentos pero si tienes razon, a mi la emperatriz tampoco me a echo nada malo por ello tampoco quiero ser renegada. E visto como los renegados quemaban bosques y las dríades que tornaban a su paso hasta su propio territorio-dije bajando la mirada un poco y bebiendo con suavidad.
Miré por donde el estaba mirando no veía nada mas que borrachos y varios delicuentes de barrios bajos beber, nada ni nadie fuera de ese comun-¿Ocurre algo? ¿esta esperando a alguien?-pregunté

Fue entonces cuando me di cuenta de algo-A todo esto.. nunca a visto el palacio ¿verdad? podría llevarte y enseñartelo, estoy segura de que a la Emperatriz no le importará-dije con una gran sonrisa

Noté a Yukiko muy dolida por los actos de los renegados, pero cambió de tema rápidamente cuando vio que miraba a todos lados y me pregunto por ello.

Lo siento, es una costumbre que tengo desde hace mucho, cuestión de supervivencia, no es que esté esperando a nadie. Y por favor, no me hables de usted, no me gusta.-Bebí el último trago que le quedaba a mi cerveza.

Yukiko era muy amable conmigo para haberme conocido ese mismo día, y me resultaba extraño, claro que había pasado mi vida en un mundo muy hostil y con poco sentido de la honradez y del compañerismo. Su invitación me pareció muy atrayente, ya que podría leer los libros de la emperatriz y alimentarme de ese saber, además de que seguramente ella sería capaz de despejar mis dudas sobre mi raza. No estaba del todo seguro sobre si aceptar su invitación, pero el misterio sobre lo que podría pasar me hizo aceptarla.

Tu invitación me es atrayente, y ansío conocer a la emperatriz, hay algunas cosas que quiero preguntarle y quiero también que me deje sus libros. Acepto, llévame a palacio.

Me quedé sorprendida, nunca había tenido esa tensión ni ese sentido de la supervivencia, si que había luchado en varias ocasiones por mi vida, pero nunca había temido por ella en cada segundo de mi vida, como hasta hace poco había observado en el.
Me levanté de mi asiento dejando las monedas en la mesa pagando al tabernero y esperé a que se uniera a mi para salir del establecimiento.
-Disculpa pero es la costumbre, no estoy acostumbrada a no hablar así con la gente de mi alrededor. Y ya veras, te gustara el castillo o al menos eso espero, es una de las cosas mas bonitas que hay en este lugar-
Sonreí echando a andar. No tardamos mucho en alejarnos de la taberna y tampoco en dejar de ver gentes por las calles. La luna estaba llena y reflejaba todo con su esplendor blanquecino, tanto que el podía verme perfectamente a mi y yo a el sin necesidad de luz alguna entre nosotros.
Una vez nos hubimos alejado del local y toda fuente de vida me giré quedándome frente a frente con el-Creo que ya puedo enseñártelo-. No fue mas que un tirón en aquella capucha, solo un movimiento tenue de muñeca cuando el pañuelo de seda se desenrolló de mi pelo mostrándolo tal y como era. Blanco como la nieve hasta el pecho, recogiendo los dos mechones delanteros en una trenza hacia atrás.-Discúlpame si e tenido que ocultar mi verdadera identidad, no me gusta que me descubran en un lugar tan poblado de gente. Espero que puedas perdonarme-Aumenté mi aura hasta el nivel normal, hasta el nivel que me correspondía con mi poder.

Mis acciones sorprendían bastante a mi acompañante, posiblemente porque ella había disfrutado de los lujos de un verdadero hogar, pero aun así parecía comprenderme.

Vi como se levantaba y pagaba su bebida, e hice lo mismo, no quería hacerla esperar, sería una descortés por mi parte, ya que era yo quien quería ver el castillo y era ella mi guía.

Cuando salimos, me llevó hasta un callejón, donde las luces de las calles no llegaban, tan solo nos alumbraba la luna llena y las estrellas, y cuando vio que nadie podía vernos, se paró y se puso frente a mí. Me iba a enseñar algo... De repente hizo un movimiento rápido con la mano y acto seguido su pelo se mostraba, blanco y tan inusual como ella me dijo, quizás hasta más extraño que el mío. Quedé deslumbrado, quizás porque reflejaba la luz lunar o por lo impresionantemente blanco que era, pero mi cara mostraba dicha impresión.

Al rato noté un aura enormemente poderosa, así que desenvainé mi espada y me dí la vuelta por si venía de detrás mía, pero, al no haber nadie me volví a girar, buscando el origen de ese poder, pero no había nadie más que nosotros dos, entonces...

¿Quién eres en realidad? Tanto misterio hasta ahora me resulta extraño, ¿qué ocultas?-No iba a matarla, ni mucho menos me iba a enfrentar a ella, pero mi impresión me había hecho olvidar que aún tenía la espada sin envainar.

Su reaccion fue mas premeditada y atacante de lo que esperaba asi que levante las manos poniendolas enfrente de mi-Por favor, envaina la espada, si hubiese querido hacerte daño o hubiese echo en la taberna. No tengo malas intenciones-
Podía sonar como escusa pero no me gustaba que me apuntasen con una espada tan a la ligera, aquel muchacho habia demostrado ser bastante desconfiado, mas de lo que nunca lo habia sido nadie conmigo y yo no quería darle mas razones.
Bajé las manos y le miré con una suave sonrisa-Creo que dadas las circunstancias devería presentarme de nuevo-Hice una elegante reverencia -Me llamo Yukiko Shimizu y soy la emperatriz de los urobas-
Alcé la cabeza-Espero que entiendas que si no me presente antes devidamente fue por los ojos indiscretos que no deben verme por aqui. Hay muchos urobas, entre ellos renegados y yo solo quería tomarme una copa tranquilamente. Disculpame si os e ofendido-