Aun no pueden conmigo

Esos perros sarnosos se creían que me atraparían, que enjaularían lo que ahora soy. No podrían estar mas equivocados. Pobres ilusos.

Me enfundé nuevamente con mi flamante traje. Ahora volvía a vestir elegante, no como el zompenco del muchacho que me hacía llevar harapos tanto tiempo.
Yo tenía estilo, y no iba a malgastarlo con prendas vulgares.

Llegué hasta una taberna. Abrí la puerta y cuando entré sonaba una patetica musiquilla a manos de unos inutiles que se creían artistas. Pese al ruido, continué hacia delante, encontrando un lugar acogedor en aquel antro.

Me senté entre mas sombras, observándolo todo a mi alrededor. El sombrero que llevaba cubría mis ojos. Creaba también, por efecto de la luz, una sombra que dejaba solo visibles mis labios, los cuales se torcían dibujando una pequeña sonrisa de satisfacción.
La camarera vino a atenderme, esta me miró de arriba abajo antes de hablar. Lo que veía era a un hombre con atuendo poco peculiar en aquel lugar: Zapatos impolutos, pantalones lisos y justo de mi talla, una chaqueta de tres botones y también se podía distinguir tras ella un pequeño chaleco. Todo este traje de color negro, a excepción de la camisa rojo burdeos que causaba contraste, aun que no en exceso, con el resto del conjunto.
Esta vez no llevaba corbata, sino que se abría un poco, mostrando parcialmente mi pecho.

-¿Que desea tomar, señor?-preguntó al fin esa tetona pasmada.

-Sírvame una copa del mejor vino que tengan-la dije, sin mucha esperanza de que tuvieran alguno que mereciera la pena.

Esta se retiró mientras asentía, a lo que yo, mientras esperaba, contemplaba el panorama. Quería disfrutar de la última noche antes de que el perro baboso y el palurdo de su hijo intentaran "destruirle".

ahhhhh posadas, los mejores sitios del mundo sin duda, alcohol, mujeres y de vez en cuando algo de buena musica. aquella era algo pequeña y maloliente, pero tenian el mejor ron casero de la comarca y posiblemente de la region. entre en la taberna derribando a un par de borrachos para abrirme paso entre esos inutiles seres.

me sente en un taburete de la barra y llame al camarero con un silbido- ponme un ron de esos tan buenos que tienes, y deja la botella en la mesa- agarre mi primera copa y me la vacie en el gaznate antes de llenármela por segundo y por tercera vez. con un suspiro de satisfaccion mire alerdor, la mayoria de los pueblerinos andaban tomando cerveza y jugando los juegos de azar pero un muchacho demasiado bien vestido me llamo la atencion. ¿y ademas pedia vino? deje escapar una risotada y le lanze mi vaso de ron por la mesa- vino aqui? llamalo como quieras pero eso es pis. bebete eso, ya veras- volvi a reirme y agarre un vaso de dentro de la barra para para servirve una copa a mi.

parecia un tio no muy simpatico pero si pudiente, en cuento le emborachara me robaria asta las zapatos

Miraba a los borrachos de mi alrededor con indiferencia, aun que en ocasiones con cierta repulsión.
Entonces, entró en aquel tugurio mugriento un hombre que tenía más músculos que cabeza. Me fijé mejor en su cabeza y corregí mi error "no, esa cabeza es como un pedrusco mal formado"
Seguí mirandole, me daba curiosidad comprobar si dentro suya tendría un ápice de inteligencia.

Todas mis dudas se resolvieron cuando de esa manera tan burda me ofreció su bebida. "Patán" pensé, entonces miré de reojo el líquido fermentado que me había prácticamente lanzado.
Parecía ir ya ebrio, cosa que me resulto interesante al ver que no se tambaleaba, pero olía seriamente a alcohol. Podía sacar cosas interesantes de ese ser.

La muchacha me había traído el vino y lo cogí acercándomelo a los labios, oliéndolo primero.
Me lo separé un poco, ahora mirando a ese hombre.

-Preferente es el tomar "pis", que beber mierda.-contesté con una media sonrisa en los labios

estalle en carcajadas sin poder remediarlo, maldito crio sin educacion. alguien deberia enseñarle modales y a respetar a sus superiores. pero ese no seria yo. no tenia ganas de romperle en craneo a un debilucho como ese.
me gire para mirarle un segundo, su cara me resultaba familiar, y olia seriamente a perro como aquel idiota sin cerebro de las ruinas.
me encogi de hombros.

-como quieras chaval, si no sabes apreciar lo bueno es tu problema- volvi a mi bebida y segui engullendola tranquilamente mientras con la uña rascaba la mesa del bar dejando un pequeño Surco.

Aquel individuo no me sorprendió en absoluto, con un poco de palique podría ser tan predecible como un mono cerca de un plátano.

Le observé y una pequeña risa irónica salió de entre mis labios.

-Suponiendo que lo que tomas es bueno, malgastas su virtud. Si bebes a esa velocidad no te da tiempo a saborearlo.

Beber por beber era de rufianes. Beber hasta llegar al punto de alcanzar la incoherencia y no poder controlar tu cuerpo era de estupidos. Mi mirada se distrajo con el entorno mientras mis labios degustaban aquel vino

no me gire para mirarle, aquel enano me caia mal- cuida tu lengua pequeño puede que te la coman las serpientes- volvi a llenar mi vaso, al principio habia tenido intenciones de robarle tras emboracharle, pero tantos alardes de superioridad me daban ganas de partirle la cara, y era lo que pensaba hacer si se atrevia a volver a responder con ese tono condescendiente, narcicista y de subidito.

Reí por lo bajo, aquel intento de ofenderme no era más que una burda cosquilla que iniciaba mi carcajada continua ante ese tipo de gente.
Le ignoré, por supuesto. Entonces vi pasar a un gordo con cara de idiota que se tambaleaba. Según lo hacía sonaban la bolsa de monedas que prendía desde su cinto.

Según pasó, aun con mi copa en la mano, alargué la otra y con un sutil gesto desenganché aquella bolsita mientiéndomela en el bolsillo y volviendo a disfrutar de mi bebida.