La hoguera de Samasha

LLegue a la isla de Samasha al atardecer, llegue caminando sobre las aguas gracias a un hechizo,Koga iba junto a mi, estaba en su tamaño normal.Aparentaba ser un lobo normal.

Al llegar a la pequeña playa observe que estaba desierta en apariencia.
Me interne un poco en el bosque que allí había hasta encontrar un claro.
Cuando llegue recogí unas maderas.En el suelo arenoso dibuje un símbolo y apile las ramas y hojas secas en el interior, después toque con mi mano una de las lineas del dibujo y el dibujo entero emitió un brillo rojizo generando unas cuantas llamas para la hoguera.

-Koga inspecciona la zona.-Dije mientras le lanzaba un pequeño hechizo en su lomo.Con ese hechizo podríamos comunicarnos mediante de pensamientos.

-¡Sí!-Dijo mientras volvía a la espesura.

Me senté frente a la hoguera y cerré los ojos.

Seguía divagando, en busca de algo que parecía un recuerdo tan lejano.
Suspirando me paré con un velero en la costa, aun que esa zona estaba más que con playa con maleza. Era un pequeño bosque, aun que desde allí se veía la arena y más a lo lejos el mar.

El cielo era aun azul, faltarían quizás algunas horas para el atardecer. Quería pensar y estar solo, aun que sabía que eso no me convenía.

Amarré con fuertes cuerdas la embarcación para que nada se la llevase y miré a mi alrededor. Noté entonces un movimiento entre los arboles. Miré, intrigado y cuando quise darme cuenta vi emerger a un lobezno de sedoso pelaje.

Alcé una ceja. Era extraño ver a un lobo solo, cazaban habitualmente en manadas. Quizás era una hembra exiliada que buscaba alimento para sus cachorros... ¿quien sabía? aun que por su tamaño tenía aspecto de macho.

Me acuclillé situándome a más o menos su altura y extendí la mano para dejar que me oliera.

-Hola pequeño. ¿Estás solo?

Por normal general los lobos se me daban bien, al igual que los cánidos en general. Al fin y al cabo la maldición que perseguía a mi raza tenía una estrecha relación con ese tipo de animales, convirtiéndonos casi en una familia. Sin embargo siempre teníamos que estar alerta, si entrabamos en territorio de otro animal nunca sabes como te va a contestar.

Otra cosa que me pareció curiosa es que allí no olía como ese lobo, no había marcado su territorio. ¿Quizás era de alguien este lobo? ¿de otro licantropo, tal vez? ¿Un cazador que aun siga vivo?

Me dedique a mirar el fuego, llegaba a ser hipnótico, la voz de Koga en mi mente me saco de ese estado.

Un humano...

Sentí su aura.

No es humano, tráelo, no hables aun.

Koga no me respondió pero sabia que lo haría.
Me levante y saque uno de mis libros, cogí cuatro hojas y dibuje distintos símbolos, cuando acabe estos emitieron un pequeño brillo y salieron volando.Esos papeles se fueron colocando alrededor del la maleza que cubría el claro, si los necesitaba acudirían a mi.
Quite mi espada de uno de mis cinturones y la coloque en el suelo junto a mi y me dedique a esperar.

Koga escucho las palabras de Gin, y las seguiría.
Se acerco al no humano y hizo gestos de juego, cuando hubo llamado su atención intento hacer que le siquiera a la maleza y así llevarle al claro, Koga sabia que Gin no lucharía a menos que el otro ser le atacara, pero quería verle por que había sentido curiosidad por su aura.

El lobo comenzó a juguetear, una acción extraña en un lobo adulto de esas envergaduras y en ese estado, tenía que estar muy bien domesticado. Alcé la cabeza mirando a mi alrededor, su dueño no tenía que estar cerca.

Suspiré, no quería ver a nadie, pero al ver como el lobo se perdía entre los arboles, hacia la playa me imaginé que iría a por su dueño. Este, supuse, se daría cuenta rápido de que había alguien.

Podía sentir su aura, no era un humano, eso estaba claro. Además los humanos corrientes no solían simpatizar con los lobos con tanta facilidad.

Torné mi expresión facial hasta que no expresara nada. Ni tristeza ni alegría, y traté de camuflar mis emociones. A lo largo de todo este tiempo, al lado de una persona que puede oler lo que siente aprendí a hacer que estas fueran casi imperceptibles, como escudándome en una barrera.

Escuché algo, no fue un sonido normal. Había sonado también en varios arboles a unos 50 metros, cerca de la playa. Entrecerré los ojos, eso no me había gustado.

Ahora mi guardia estaba alerta, pero seguía aparentando tranquilidad.
Comencé a caminar, atento a todo lo que pasara a mi alrededor. Fuera quien fuera ya sabía que estaba ahí.

Ya había olido la madera quemada, pero ahora supe orientarla bien lo que me guió hacia el dueño de aquel lobo.

Me topé entonces con un hombre de tez blanca, y aun más su larga melena. Si no fuera por sus ojos verdes habría dado el pase de albino. Le examiné con la mirada, aun sin expresión. Estaba calentándose en la hoguera.
Ya había sentido ese aura y ese olor antes, creía recordar que era un Yasgeniod, una especie de magos neutrales.
Mi educación no me permitía mantenerme allí parado sin decir nada.

-Buenos días. Temprano para encender una hoguera, ¿no cres?-dije, mirando el cielo aun algo luminoso, para después mirarle esbozando una mínima sonrisa.

Mire al recién llegado , en apariencia no tenia intenciones de pelear, eso me alegro un poco.

-Buenas,señor,puede ser que sea temprano,mi nombre es Gin Okami y el lobo al que a seguido se llama Koga.

Chasquee mis dedos y apareció una pequeña tetera y dos tazas.
La tetera se coloco sobre el fuego para que el agua que había dentro se calentara
Le invite con un gesto para que se sentara.

-Es usted un licantropo ¿verdad?-dije mientras servia té en las tazas y comenzaba a beber unos sorbos.

-Un placer, mi nombre es Dean Wingates-dije con educación Miré la tetera aparecer de pronto y ponerse a hervir.

Me invitó a sentarme, y yo, algo reacio accedí por educación.

Me ofreció una taza de té, no me apetecía demasiado pero accedí por cortesía, era de mala educación no aceptar una invitación así.

Le miré cuando me hizo la pregunta y mostré una pequeña sonrisa.

-Si, en efecto. Y... por lo que veo usted es un... ¿hechicero? No, un Yasgeniod diría yo.-le dijé, acto seguido pegué un sorbo a ese té. Para haber aparecido de la anda estaba bastante bien. Vi el reflejo de algo brillante en el suelo, junto a él. Pude distinguir el acero que ocultaba a su lado. Sin más, hice como si no pasara nada, pero aun en guardia, por si las moscas.