~ Sanguinario retorno ~

¿Cuántos meses habrían pasado? Después de dejarlo todo y marcharme para buscar respuestas acerca de mi creadora. Los pasos me habían traído hasta estas islas, en cuyas profundidades me había internado guiada por las historias que de ellas se contaban... pues los rumores decían que en ellas se escondían los más inescrutables secretos...
Una mano con forma de garra sobresalió de la oscuridad y se aferró a la roca de la entrada a la caverna... Poco a poco la luz de la luna fue bañando sus rasgos... Los ojos rojizos y unos colmillos sedientos de sangre... Había hallado al fin la salida al exterior... pocas alimañas había encontrado en el interior, pero no lo suficiente como para saciar mi sed durante este periodo de búsqueda... Ansiaba sangre humana...
Mi aspecto estaba ligeramente marchito y desmejorado, aunque no tanto como la última vez cuando salí del letargo. Una mirada de profundo odio los entornaba, pues lo que había descubierto en mi viaje, cambiaba todo en lo que había creído hasta ahora...

- Sigo siendo capaz de reconocer tu presencia a una gran distancia. - Grité mientras descendía de los cielos con mis alas desplegadas de manera un tanto dramática, debido a la enorme sombra que proyectaban sobre Katerina.

- Percibo algo de sed en vos, ¿Estoy en lo correcto? - Dije mientras recogía mis alas y "aterrizaba" con limpieza y elegancia a algo así como un par de metros de Katerina. Los colmillos estaban en un punto tal que ya no podía controlar su retractibilidad, y me hacían algo de daño. A decir verdad, yo también estaba sediento, creo que tenía los ojos inyectados en sangre. Había sido un largo viaje...

¡Mentiras, una sarta de mentiras! Mi hermano había sido inocente, la culpable fue Mater todo este tiempo... Ella fue la culpable del crimen por el que Lestat pagó con su sangre... Y para que yo no lo averiguara me silenció haciéndome entrar en letargo... Si la encontrase acabaría con ella con mis propias manos... Ahora mi instinto asesino se había despertado más que nunca... Sólo deseaba matar, matar y matar...
Le percibí incluso antes de que hablara, su aura era bastante llamativa y familiar para mí. Mis colmillos se alzaron clavando mi sádica mirada en él. De todos los que habían formado parte de mi "no vida" anteriormente a mi marcha, era el que menos me esperaba que viniera a recibirme.
–Jace... –Fue todo lo que mi voz, más grave y rasgada de lo habitual, fue capaz de pronunciar en un principio. Me esforcé por no mostrar debilidad ante él, aunque ya era tarde, él me había descubierto–. Os halláis en lo cierto... majestad... –Con un impecable temple, hinqué la rodilla en el suelo. Aunque mi mirada de furia no se marchase, era mi rey, le debía lealtad.
Sangre, sangre, sangre... No podía explicar cómo me mantenía en pie frente a él, sería que los años pasaran factura y mi autocontrol iba mucho más allá de los límites. Pero si no fuera porque en ese momento me hallaba tan débil, como una exhalación, me habría desmaterializado en busca de una suculenta presa que me bañara y saciara el buche...

- Creí haberte dicho, aunque mi memoria puede fallar, que no es necesario tanto protocolo entre nosotros. - Tras decir éstas palabras avancé hacia ella y le tendí la mano para que se incorporase.

- Me sorprende algo verte por acá. Presentí que podía encontrarte, si, pero no se compara a confirmar las sospechas... - Le dije mientras miraba y "sentía" nuestros alrededores, para asegurarme de que no hubiera ninguna presencia amenazante.

–Tienes razón, perdona Jace... –Respondí con la voz ligeramente rasgada mientras me alzaba devolviéndole la mirada, carmesí sedienta de sangre–. Si gustas, te contaré después... ahora necesito sssangreee...
Me mordí la lengua, desgarrándola, escuchándose un siseo que muchos pudieran haber calificado de lascivo al sorberla...
Estaba nerviosa, pero me contenía en su presencia, no quería dar un paso en falso montando el numerito... después de todo no quería perder su respeto, prefería esperar a escuchar su respuesta antes de desvanecerme como una exhalación en busca de una suculenta presa.
–¿Quieres acompañarme...?

Observé a mi interlocutora y, tras escuchar sus últimas palabras, miré al cielo por unos 2-3 segundos. - Vamos, a mi también me vendría muy bien. - Le dije sin siquiera bajar la cabeza.

Había una nube un tanto... Extraña. Era completamente blanca, tan blanca, incluso, como la luna que iluminaba la escena. Pero era pequeña, y era la única que se veía en el cielo. Me llamaba poderosamente la atención, pues permanecía inmóvil, sin un mínimo movimiento.

Mi olfato en momentos de frenesí se agudizaba en sobremanera. Sin decir nada más, como una exhalación eché a correr con mi velocidad vampírica hacia el interior de la isla atravesando en un suspiro la espesa selva que la poblaba. Esperaba que Jace hubiera sido capaz de seguirme el ritmo, porque ahora mismo me importaba sólo una cosa... la sangre.
Mi instinto me guió hacia un pequeño poblado oculto en la espesa selva, colmillos fuera y ojos inyectados. No atendía a razones, había permitido salir a la sanguinaria bestia que habitaba en mi interior.
Sus habitantes dormían, tan sólo las últimas brasas del fuego de las hogueras permanecía encendido. Eso sí, en las almenas había vigilantes que velaban por la seguridad de los que dormían... Aquellos, fueron los primeros en caer. Les tapaba la boca para que no pudieran gritar y les desgarraba la yugular a sangre fría, saciando mi buche con su sangre...
No podía parar, los vigilantes de las cuatro almenas cayeron sin piedad.
Me detuve descenciendo a la entrada del poblado, chorreando sangre por la comisura de mis labios, y la mirada de la muerte en mis ojos.
Pasé el puño por mis labios, mientras esperaba reunirme con Jace.

En cuanto noté que Katerina echó a correr, no me fué muy difícil seguir el ritmo. Incluso alcanzarle el paso y avanzar a su par, aunque creo que ella nunca se percató de ésto.
Cuando ví que ella se dirigía a por los guardias de seguridad, entré a la casa más elaborada que podía ver (Que por norma, solían pertenecer a las familias de mayor poder adquisitivo) y sacié mi sed con los 3 adultos que había durmiendo dentro, en un evidente estado de ebriedad, puesto que la peste a alcohol me golpeó como si fuese otra pared tan sólida como la que había destrozado para entrar velozmente.

Procedí a atacar la casa junto a ella, donde habitaba una familia tipo con un pequeño de unos 13 años, y así sacié por completo mi sed. Salté por una de las ventanas de la estancia y me fué caminando con lentitud. - Veamos... Imagino que estará esperándome en algún lugar evidente. - Me dirigí hacia la entrada al pueblo, que, dejando aparte el primer establecimiento que ataqué y las atalayas, era lo que más resaltaba a la vista.

–Creo que por ahora es suficiente... –Alegué en un susurro inaudible para el oído humano, pero sí perceptible para el sobrenaturalmente agudo de un vampiro. Cuatro muertes tras un mes sin alimentarme llenaba de sobra mis reservas de sangre–. Larguémonos de aquí, pronto darán la alarma...
Tras esto –y ahora que tenía sangre en mi interior, podía usar mis habilidades–, no me lo pensé, y volví a desaparecer como una exhalación hacia el interior de la selva, mimetizándome, y sigilosa y veloz como una sombra puse rumbo hacia el mar... confiando en que Jace volviera a seguir mis pasos de camino hacia el mar...

Tras escucharla, arranqué a una velocidad tal que en cuanto Katerina quiso darse cuenta, volvía a seguirle el ritmo a su par. La sangre que había ingerido había revitalizado mi cuerpo y mi energía, permitiéndome alcanzar el tope de mi poder de una manera tal que hace meses no lograba.

- ¿Hacia dónde tenés pensado ir? - Le pregunté sin mover la vista de las decenas de caminos que se iban abriendo ante nosotros cada vez que superábamos uno.

–Hacia la playa... –Respondí sin detener la marcha, en cuanto escuché a Jace preguntarme–. Creo recordar haber visto unas cavernas adentrándose en un acantilado, donde los humanos sólo podrían acceder a nado o en barco... Podría ser un buen lugar para ocultarnos si decidieran seguir nuestra pista. Además, si nos sorprende el amanecer, podríamos guarecernos en ellas...

Mirando hacia adelante llegué a saltar una gran roca que había, pero le imprimí demasiada fuerza al salto, lo que ocasionó que chocase de lleno contra una rama gruesa de un tronco, arrancándola de cuajo y cayendo de forma algo brusca.

- Hey! Quién puso ésa rama en mi camino? - Pregunté de forma cómica a la vez que me sacudía un poco el polvo, unos metros por delante de Katerina.