Sesión de autoaprendizaje

Si realmente me había quedado sola, tenía que hacerme a la idea de que tendría que enfrentarme a las cosas yo sola. ¿Y qué mejor para eso que entrenarse duro? Mi autoaprendizaje psíquico ya lo hago mucho, lo que me resta es el entrenamiento físico. Y eso era una parte importante si quiero defender lo que más quiero en este mundo.


Me puse una apretadísima venda sobre el pecho, para que no me molestase en ningún momento de la práctica, cosa que la verdad al principio me hacía sentirme un poco oprimida, pero se me fue pasando conforme me acostumbraba.

Me puse unos pantalones ajustados que marcaban casi todos los músculos de mis piernas, que no es que estuvieran muy musculadas, pero algo de molla sí que tenía, y encima, un camisol blanco atado con un cinturón. Me hice un moño en el pelo, y me puse unas botas de piel altas como para estar un poco debajo de la rodilla. Y sin duda, la espada la llevaba colgando de un cinturón. Me sentía poco femenina yendo así, pero bueno, pocas veces haría esto, así que no me haría daño.

Me fui del castillo de esta forma, y me dirigí hacia el campo de Pruebas que quedaba al otro lado del Patio de Armas, y miré a mi alrededor antes de entrar. ¿Qué habría ahí dentro?

Noche cerrada, apenas sin luna o estrellas. Todo lo que se veía era iluminado por las antorchas y candiles que había a cada lado del patio de armas, y a tu espalda, colgadas en las paredes exteriores del Castillo.
Lo que parecía una escisión del Castillo, o una versión más reducida de él, como una especie de capilla o santuario vampírico, se alzaba al otro lado del patio de armas.
Un guardia se aposentaba a cada lado de la puerta, son sus lanzas en ristre, firmes e inmutables, guardando el portón de doble hoja de grueso roble, con las bisagras alargadas y puntiagudas dibujando una especie de garras en color negro sobre la madera.

EL hecho de que esa puerta estuviera excesivamente cargada de adornos me daba a entender que detrás había algo importante, por lo menos.

Me acerqué a la misma, y ordené que me abrieran la puerta a los dos guardias que la guardaban.

Soy Madame Breedlove, abridme la puerta

Dispuse con tranqulidad, antes de esperar a que me la abrieran, tras lo cual penetré en la sala, y me quedé mirando asombrada.

Los guardias intercambiaron una mirada de ligero susto al verte cruzar, pero ellos estaban para guardar la entrada no para dar consejos, así que volvieron la vista al frente como si nada hubiera sucedido.
Una sala circular sin ventanas ni puertas se mostraba ante ti iluminada por algunas antorchas pendientes de las columnas que sobresalían en cinco puntos simétricos de la pared de piedra. Tan solo en el centro de la sala parecía haber un extraño cetro de metal acabado en una perfecta bola que pareciera formar parte del palo, clavado e inamovible en el suelo.
Las puertas se cerraron a cal y canto con un estruendo, pero cuando te volviste para mirar, era como si las paredes se hubieran comido la puerta, ya que ésta no estaba, solo había pared.

Al entrar me quedé prendada del lugar, tan atractivo, sombrío e... incluso diría que bonito. Me acerqué lentamente hacia el bastón, pero de repente, oí cómo se cerraron las puertas y me giré. Para mi sorpresa, las puertas habían desaparecido, dejándome aislada totalmente del exterior. ME asusté un poco cuando me di cuenta, pero traté de no escandalizarme, y tragué saliva.

Avnacé hacia el cetro del centro, y puse mi mano sobre la bola, tensando los músculos de mi abdomen, algo nerviosa, lo que me hizo darme cuenta de que tenía muy oprimido el pecho, pero traté de olvidarme de esa sensación. ¿Era una especie de... llave o algo así para algo?

Al mirar a la bola, sintiendo su frío contacto incluso al tocarla, lo que hay a tu alrededor parece ser engullido por el metal... y tú con él.
Por unos largos instantes lo único que se puede ver a tu alrededor es la pared esférica en perfectas proporciones del metal que parece envolverte. Nada más... a pesar de que el lugar se ve claramente iluminado, sino no apreciarías los matices grisáceos del metal, pero no sabes de dónde procede la luz, lo único que puedes dilucidar es que te encuentras atrapada en una especie de esfera de metal de grandes proporciones, ya que es como si tuvieras el mismo espacio a tu alrededor que en la sala anterior.
Tus pies, se encuentran suspendidos en el aire, como si levitaras, pero tú sientes extrañamente el peso de la gravedad sobre ellos, como si estuvieran sobre algún suelo invisible que no eres capaz de ver, aunque bajo tus pies sí lo sientas.

Al tocar la esfera gris metalizada, que incluso en comparación con mi piel, estaba helada,me sentí como si me hubieran teletranportado a algún otro lugar, aunque la estancia parecía igual...

Me equivocaba. ME di cuenta de que, si bien la forma era igual, parecía que se había intercambiado todo por metal... ¿Tal vez hierro? Eso no importaba ahora, supongo. No era capaz de oler el metal ahora mismo, así que a saber. Miré al suelo, y di un salto al darme cuenta de que estaba flotando.

¡Arg!¡¿Pero qué rayos?!

Repuse volviendo a caer sobre el suelo invisible, sin dejar ed mirar el fondo. ¿Qué clase de sala era ésta donde me había metido?

Al darme cuenta de que era suelo, solté la bola, y caminé alrededor de la bola. ¿Y todo esto, guardaba algo en especial? Seguro que sí, esto no podía ser "De casualidad"

Todo permanecía igual, nada transmutaba en algo diferente que el entorno métalico del interior de la esfera.
El cetro, al soltar la bola, parecía haber desaparecido también... o más bien había entrado a formar parte del entorno mayor, ya que pareciera como si te hubieras sumergido dentro de ella... o quizás no.
En cualquier caso, seguías encontrándote en el interior de aquella esfera metálica, más encerrada si cabía que antes en aquella sala, pues todo parecía ser igual a tu alrededor, invitando a la desorientación ya que no puedes ubicar dónde estás ni hacia dónde estaría el norte.

¿Porq ué parecía que ya no tenía sentido el lugar donde me encontraba?¿Había algo que ocultar allí? Ya ni siquiera el bastón central seguía allí. Y me mareaba un poco si giraba a mi alrededor, así que traté de mantener la vista en un abanico de visión fijo. Seguía pensando ¿Había algo realmente en esta sala, aparte de una... ilusión?¿Y si todo esto era una mera ilusión, un juego visual con el que engañarme la vista? No me extrañaría, estuvimos aliados con Brujos, podría ser bastante posible.

Tu mente parecía ir encauzando la respuesta, pero aun no veías la salida, pues el lugar no había cambiado su apariencia ni un ápice.
Parecía una ilusión, efectivamente... ¿Pero cuál sería el objetivo de la misma?
Pensando en por qué estabas aquí, tal vez en tu interior hallaras la respuesta.

La ilusión... Tal vez era solo para aterrorizar a los corazones débiles... Para plantarte, que no quieras seguir fortaleciéndote. ¿Por qué alguien idearía esta clase de entrenamiento?¿Es como decirme que lo que me faltaba era una mente estable? Si mi mente no era estable, a saber la de otros. No sabía quién me habría subestimado con esto... Pero no lo iba a permitir. Busqué con mi mano a ciegas, con los ojos cerrados, el bastón central, a saber si seguiría ahí o no realmente.

Tu mano palpa a ciegas el aire, pero no logra sentir el cetro porque parece que ya no está ahí.
Y todo a tu alrededor parecía inmutable, pudiera ser porque no estabas mirando bien en tu interior y buscando lo que tenías que buscar.
La prueba era sencilla, pero parecías reacia a aceptarla.

No estbaa el cetro ahí... ¿Y entonces qué clae de prueba era? Una ilusión... ¿Tal vez era todo creado por mi mente, por mis miedos? No sabía qué era exactamente.

REspiré hondo, levantando los brazos hasta lo más algo que pude, y luego suspiré suavemente, bajando los brazos hasta depositarse a mis costados, y abrí los ojos, calmadamente. La clave era ser paciente. Veamos, si esto no era una ilusión, tenía que creer que no lo era.

Y empecé a pensar que todo lo que estaba viendo era mentira, que realmente no estaba en una estancia así. Que no era verdad. EStaba ahora mismo... En un campo de hierba de extensión imposible de conocer, en mi cabeza.

Aunque tal vez.... Eso no era... DEbía pensar algo más en por qué vine aquí. Y yo venía para ser princesa....Y ¿Quié me hacía falta para serlo? Tal vez... DEbería detenerme a pensarlo un poco.

Me senté en el suelo de piernas cruzas y me detuve a pensar. ¿Para ser princesa qué hace falta?¿SErenidad?¿Templanza tal vez?¿Mano dura?

Me estaba costando darme cuenta de qué sería esta prueba. Espera ¿Y si tal vez iba relacionado con lo de que me costara darme cuenta? Recuerdo la última vez que me dijeron que hiciera algo.. ¿Lo hice? Tal vez no... Tal vez no lo hice.

¿POr qué no hacía caso? TAl vez... No, no me gustaba aceptar órdenes... PEro eso no era del todo verdad... ¿O tal vez sí?


¿Me estaba poniendo obstinada con mis propios pensamientos? ¿Era eso la clave?

Fruncí el ceño pensativa, y abrí los ojos, mirándomoe mis propias manos. ¿De verdad yo era una persona tan obstinada?


Pero ser Princesa o Reina no requiere aceptar órdenes. TÚ das las órdenes

¿Y si no era esa la verdad tras ostentar un cargo de responsabilidad?

A saber... Pero quería LLegar al fondo del asunto. Pero sí que era cierto que no solía aceptar las cosas de otros.


ME tumbé boca arriba, y suspiré. ¿Debería aceptar un poco más lo que me decía la gente?

Las paredes metálicas de la esfera comienzan a resplandecer intermitentemente y de forma progresiva. Parecía una señal de que hubieras encontrado el camino, pero la salida aun no se mostraba ante ti.
Faltaba algo para terminar de cumplir con el propósito de esta prueba mental, pero muy poco ya para hallar la salida y liberarte de la ilusión que te mantenía atrapada.

La ilusión parecía empezar a flaquear ante mi línea de pensamientos, y pensé. ¿tal vez era eso?¿La obstinación?¿Debía aceptar las cosas más? ME costaría mucho hacer tal cosa... Pero si era eso... Debía atenerme a ello... Suspiré.

¿Tengo que tratar de escuchar a los demás? Hm... Pero eso no lo puedo cambiar de un lado para otro.... En fin... lo intentaré...

La bola comenzó a girar a gran velocidad, desequilibrándote y convirtiendo el parpadeo en una incandescente bombilla cuyo resplandor fue aumentando hasta cegarte por completo con su brillo. Y repentinamente, todo se oscureció.
Empiezas, entonces, a ver a lo lejos una luz muy tenue, rojiza y pequeña, como si fuera de una vela, que poco a poco se te va acercando hasta iluminar todo tu entorno.
Cuando tu visión se acostumbra de nuevo a ella, la luz, puedes ver que parece que has vuelto al Castillo: las mismas paredes, la misma decoración aterciopelada que tan familiar te es iluminada por antorchas que recorren el pasillo que se abre ante ti. Pareces encontrate en el mismo hall, con la entrada, los pasillos y las escaleras que llevan al piso superior.
Sin embargo, no te da tiempo a saborear el paisaje que tras tu encierro en aquella ilusión, tanto habías añorado, pues de repente ves cómo el hall que hay frente a ti se distorsiona ante tus ojos, contorsionándose como si de una pintura borrosa se tratase en un largo pasillo sin puertas ni ventanas, sólo las antorchas que lo iluminan, y la decoración similar a la del Castillo. Marcándote un único camino a seguir.
A tu espalda, nada. Solo pared.

Al ver que todo empezó a girar de forma repentina, me caí, mareada, al suelo, apoyando las manos para no golpearme, y cerré los ojos, hasta que dejó de girar todo, momento en el cual, me levanté lentamente. Noté de repente una sensación fría, húmeda... COmo en el castillo, y al darme la vuelta, poco a poco se iluminaba una imagen, que al final al esclarecerse, vi que eran las paredes del castillo, con la alfombra de terciopelo rojo bajo mis pies... Y las antorchas iluminando el pasillo que se extendía. ME giré a un lad, y vi paredes y más paredes detrás de mí. Solo seguía el camino hacia delante.

No se me ocurrió otra cosa que seguirlo hacia delante, y ver hacia dónde llevaba. ¿Qué clase de meta me regalaría éste camino?

Llegas a un descansillo en forma de media luna. En él hay tres puertas situadas en la parte semicircular.
Parece que sigues estando en el Castillo, aunque en una parte desconocida hasta ahora para ti.
En cada una de las tres puertas hay un escudo con un símbolo, cada cual más siniestro, pues en la primera puerta el dibujo es el de una niña decapitada; en la segunda, la mirada perdida de una cabeza sin cuerpo que se encuentra clavada en una pica, parece mirar a través de ti; y en la tercera, diferentes figuras en una orgía de sangre.
Ahora te das cuenta de que, nuevamente, el pasillo por el que habías llegado parece haber desaparecido, porque solo hay pared.

En el descansillo, me paré a mirar las tres puertas, y las tres eran un tanto desagradables para la mayor parte de la gente... Pero no para mí. Tal vez la cabeza de mirada perdida... Pero a fin de cuentas, había pasado vivencias similares... Y el baño de snagre... diría que hasta me excita de solo verlo.

Era curioso, esta zona del castillo no me sonaba de nada, porque si lo hubiera visto, seguro que la recordaría de conocerla.


En cualquier caso, como la que me atraía era la puerta del baño de sangre, me acerqué, tomé el picaporte tragando saliva, y lo giré lentamente, abriendo la puerta despacio, oyendo el rechinar de las bisagras

Hacía frío, mucho frío... El frío propio de la muerte inundaba el ambiente. Se escucha una extraña música de fondo, una voz que tararea una tétrica canción de cuna, amplificada por la magnífica acústica del lugar.
Aquí no había antorchas, toda la luz provenía de los huecos que había en los muros, azulada pero muy luminosa para la noche, propia de la luna llena.
Parecía una mazmorra, o las catacumbas bajo el Castillo, con canalizaciones a ambos lados del suelo de piedra que se extiende frente ti. Sin embargo, no es agua lo que fluye por ellas, si no un río de sangre...
Parece provenir de una estatua, al otro lado del pasillo. Al avanzar descubres que la sala se abre, parece una especie de santuario circular. El río de sangre confluye alrededor de la plataforma que se mantiene a flote sobre el reguero, donde se asienta la estatua. Está iluminada directamente por la luz de la luna, al penetrar por el cristal de la cúpula superior. Una estatua con forma de mujer, de diosa guerrera que sostiene una lanza clavada en el suelo con majestuosidad. Derramando sangre en pequeños efluvios por sus ojos, como la fuente que rige el flujo del manantial.

Al entrar en ese lugar me di cuenta de que alguien hacia alarde de su habilidad musical, pues había un sonido que aunque tétrico, estaba muy bien ejecutado. Una luz azul, como la de un fuego fatuo, mantenía iluminada la sala, aunque provenía ésta del exterior, supuse, que de la Luna.

El lugar parecía estar enterrado, pues casi por las ventanas, que eran bastante pequeñas, podía ver la tierra.

Y un olor pecaminoso y excitante penetró por mis fosas nasales, y pude ver cómo había un líquido rojo a ambos lados del camino que iba hacia el final de esa sala. Sangre.... Tuve que taparme la nariz para evitar volverme loca con el olor a sangre. La visión de sangre podía resistirla, imaginando que era vino o algo así. Pero el olor.... Por Khalia, el olor me volvía loca. Y no quería verme bebiendo de esa sangre sin parar, habría echado a perder la estoicidad que estaba empezando a conseguir.

Me acerqué hacia donde iban los pequeños canales, y llegué a una sala circular, con una estatua de una fémina con una lanza clavada en el suelo, en el centro de la sala. De ella salía la sangre, por sus ojos... ALgo un poco macabro a decir verdad.

Quise tocar la estatua, y acercándome lentamente, posé una mano sobre la mano que sostenía la lanza de fría piedra. Y de repente retrocedí. Recordé algo en ese momento. Ver la lanza clavada en el suelo, me recordó a cuando clavé una espada en el pecho de alguien sobre una cama....

Agité la cabeza, y me solté la nariz, tratando de resistir el olor con mi mente, y no con mi cuerpo, y me detuve, a mirar la estatua, tratando de ser impasible. El aspecto macabro se contrarrestaba con la excitación de la sangre, pero trataba de resistir ambos sentimientos tan contrarios entre sí.

Sientes un ligero estremecimiento al tocar la fría piedra de la estatua, pero es sólo una ligera sensación. La estatua, parece que esconde algo más, no es normal que llore sangre...
Pero es que al tocarla te ha parecido sentir, muy a pesar del ambiente cargado de muerte, como si estuviera viva y la piedra se estremeciera al sentir tu tacto...
De repente, la cabeza de la estatua se transforma como si de magia se tratara ante tus ojos en una ráfaga de sombras con forma de pequeños murciélagos rodeados de un halo púrpura. Toda la estatua se termina transformando en ellos y como en una exhalación, sobrevuelan tu cabeza a una gran velocidad describiendo una trayectoria circular, para terminar posándose al otro lado del camino, justo a tu espalda, conformando poco a poco una nueva figura ante tus ojos.
Primero los pies azulados como la muerte, descalzos y esbeltos, trazando poco a poco la fina y delicada envergadura de unas largas piernas junto a las que parece caer un largo chal negro tejido como si de telarañas se tratara.
Mientras, los murciélagos siguen revoloteando, mostrándote poco a poco más rasgos de la figura, como si la fueran dibujando con la delicadeza del más preciso trazo... Unas caderas bien pronunciadas, cuya curva sigue dibujando una cintura más pequeña y continúa el dibujo comenzando a mostrar un largo cabello rojizo, fulgente, cubriendo las principales voluptuosidades de aquel perfecto cuerpo femenino, cual diosa caminando entre los mortales, recién salido de la muerte...
Sus labios rojos, carnosos... Sus ojos, parecían dos incandescentes llamas... Sin pupilas, sólo el brillo del fuego que ardía en su interior. Abrazado el rostro por aquel largo cabello fulgente que parecía mecerse por una fuerza invisible.
Sobre sus brazos reposaba, colgado y unido a sus largos y estilizados dedos, aquel mismo chal negro que parecía enredarse a sus piernas.
Ya no había murciélagos, parecían haberse conformado perfectamente en la silueta de la mujer.

—Al fin me has encontrado, Angeline… —Su voz sonó aterciopelada, susurrante, como el más seductor de los cánticos. Acariciaba tu nombre con cierto deseo y lascividad—. Te he esperado durante mucho tiempo… Ven a mí…

Alzó el mentón, alargando la mano hacia ti, continuando su cuerpo en perfecta sintonía a sus movimientos y quedando ligeramente de perfil.
Aún parecía seguir sonando aquel cántico, estaba como adherido al lugar y saliera de las propias paredes, aderezando aun más el ambiente.

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Imagen de la criatura:

Al tocar la gélida piedra noté algo extraño, como si mi sexto sentido me estuviera tratando de decir algo. Pero parecía que la estatua hubiera hecho un aspaviento o algo similar.

Y entonces me di cuenta de que la estatua se fue empezando a transformar en murciélagos, que pasaban rasantes por encima de mi cabeza. Esos murciélagos eran extraños, pues tenían un halo púrpura, como si no fueran para nada normales. Que de hecho no lo son, un murciélago normal no sale de la piedra...


Me fijé en que todos pasaban hacia el otro lado de la sala y me torné hacia allá, donde vi que formaban una figura oscura, que luego empezó a tomar color.


Aparecían dos bonitos pies... aunque tenían un color azulado que parecía enfermizo, y la figura sinuosa que se dibujaba parecía ser de mujer, dadas las largas y bonitas piernas que aparecían. Tenía también un chal negro semitransparente, y me fijé en sus curvadas caderas... A pesar de tener colores tan extraños, su cuerpo era incluso atractivo. Apareció un cabello rojizo tras su espalda, largo y liso, muuy largo, y poco a poco apareció su voluptuoso pecho, y el cabello estratégicamente colocado encima. Y finalmente apareció su rostro de ojos rojos, pero no rojos como los míos, sino como si fueran luces en sí mismas, refulgentes de su color.


Su voz parecía sensual, relajada, tranquila... y sabía mi nombre. ¿Pero cómo rayos lo sabría?

Sí...
Asentí a su invitación a que me acercara, y lentamente avancé hacia ella tras asentir suavemente. Me sentía como si flotara, en lugar de caminar por el suelo, deteniéndome a su lado, con la mirada aún estudiando su figura y su bonita aunque no menos siniestra, apariencia. Me atraía bastante aquella mujer misteriosa, y su desnudez me producía una inquietante sensación de excitación, pero trataba de contenerme.

¿Quién sois..?¿Cómo sabeis mi nombre...?

Pregunté con la voz queda, casi sin decirlo, por la tremenda sorpresa en la que estaba sumida al ver a esta mujer, así. A pesar de todo eso, esbocé una pequeña sonrisita pícara. Una mujer, que aparece desnuda frente a mí, y me pide que me acerque, porque me ha estado esperando... Suena por lo menos interesante

—Mi nombre no es importante… —Respondió de nuevo en un susurro acariciante y seductor—. Más sí lo es el por qué me hallo en este lugar…

Se silenció por un instante, reteniendo su propio aliento de manera que aumentara el misterio y comenzó a caminar hacia tí contoneando sus caderas, acaparando completamente tu atención con aquella llameante mirada.
Deslizó sus dedos suavemente por tus hombros, caminando a tu espalda con parsimonia, como si gustara de trazar con ellos aquel seductor dibujo por tu espalda...

—Durante siglos he permanecido aquí encerrada, ansiando salir al exterior a descubrir el mundo… —Sentiste su aliento en tu cuello, acariciando tu oído tras terminar el recorrido por tu espalda, logrando embriagarte sin remedio—. Me confinaron a esta prisión de magia, como el arma más mortífera del rey que gobierna este castillo… Incapaz de doblegarme, ni nadie hasta el momento… Pero tengo la ligera sospecha de que mi suerte podría haber cambiado… Gracias a tí…

Volvió a separarse de ti, sembrando el misterio en sus últimas palabras, hasta regresar a su antigua posición caminando con la misma parsimonia, dándote la espalda con descaro sabiendo que la observabas, que tus ojos no podían evitarlo... Y se dio la vuelta acaparando de nuevo tu mirada con aquellos ardientes ojos como dos llamas.

—Sólo a través de tí podré liberarme de estas cadenas… —De su mano comenzó a surgir una forma oscura, que se fue alargando progresivamente y a contorsionarse hasta tomar la forma de lo que parecía un látigo del que sobresalían afiladas espinas, como pequeñas agujas, bien repartidas por toda su envergadura—. Tú y yo somos homólogas, Angeline… ¡Juntas seríamos invencibles! Vénceme y mi poder será tuyo…

Chasqueó el látigo al aire, mostrando una macabra sonrisa en sus labios, que no dejaba de ser de lo más atractiva en ella.

Sonreí para mí algo pícara al oirla responder así.

Y entonces vi que esta extraña mujer, empezó a acercarse hacia mí contoneando sus curvadas caderas, y agitando su cuerpo ante mis ojos. Mi sonrisa se acentuó y apareció un leve rubor en mis mejillas, que se vió aumentado cuando noté sus dedos deslizarse por mi espalda, cosa que me excitaba. Sentía mi cuerpo estremecerse cuando su aliento fue a caer a mi cuello, y sus dedos seguían deslizándose por mi cuerpo.

Me contaba que le habían encerrado, y que nadie era capaz de doblegarle. Me preguntaba qué clase de ayuda podía darle yo.

Se deslizó frente a mí, a una distancia prudente, y pude ver su bien formada u delineada espalda, tras locual me mostró sus refulgentes ojos rojos.


Por lo que he podido ver, sí... Somos iguales, cosa que me halaga. Y con gusto, combatiré contigo, jejeje repuse sonriendo para ella igual que si estuviera sonriendo para mí misma. Tomé la empuñadura de mi espada con la mano, acariciando sla piel que me separaba del acero del alma, y la empuñé con suavidad, sacando la espada lentamente de su vaina, haciendo que sonara igual que el siseo de una serpiente que avistaba a su presa, y le di una vuelta a la espada, haciendo de hélice frente a mí y la empuñé en mis manos, separando los pies, y mirándole a sus brillantes ojos con una sonrisa.

Comencemos pues, dama de las sombras

Repuse paseando mi lengua por mis labios suavemente con la punta, tras lo cual, corrí hacia la mujer, y di una estocada con la espada empuñada en una mano, dejando mi mano izquierda libre, con la que traté de agarrar su látigo para evitar un contraataque, a pesar de que las espinas atravesaran mi mano, y mi sangre por tanto, que solidifiqué en la zona de mi mano para retenerlas mejor