Audiencia con el Rey

Habrían pasado décadas desde que Hakuno comenzó su travesía en búsqueda de aquél que durante siglos fue su mentor, había dormido en posadas, cuevas y todo tipo de lugares de mala muerte, pero finalmente estaba allí, en la entrada del glorioso castillo vampírico. Había arribado con la más clara intención de tener una audiencia con el rey de los vampiros, a quien nunca había tenido oportunidad de conocer en persona.

Había estado los últimos dos años varado en un pequeño pueblo minero a las afueras del reino, entrenando la resistencia física y fuerza de voluntad en aquellas oscuras y sofocantes cuevas, no le importaba mucho lo que fuera que se estuviera minando ahí, ni siquiera lo recordaba, pero había tenido suficiente del desagradable olor a humedad que en ellas aturdía hasta a los no muertos.

Pero decidió ir a conocer al rey, su curiosidad sobre él había aumentado desde que escuchó al minero en jefe hablar de su fuerza y presencia, todo el mundo hablaba del poder del rey, y Hakuno quería simplemente comprobarlo, debía ser fuerte, más fuerte cada día, tal vez así podría encontrar a su antiguo mentor y finalmente saber sus motivos.

Me encontraba sentado en mi trono evaluando asuntos de estado... Últimamente tenía el presentimiento de que las cosas estaban a punto de cambiar. Katerina se había ido, había sentido su aura desaparecer en algún lugar, y éso me produjo una enorme tristeza. Tanto por lo que significaba para mí, como por la utilidad que había perdido.

Estaba reclinado con ambos codos empinados y apoyado en los apoyabrazos, y las manos entrelazadas sobre mis piernas servían de soporte para mi mentón.

De pronto, se abrieron las puertas del salón, y un guardia entró presuroso. - Señor, un vampiro que no juró lealtad desea verlo. Temí que sea un renegado, así que envié a un par de soldados a acabar con él... Y los mató a los 2. -

- Qué maleducado sos, Feriam... - Le dije, con tono serio. - Hacelo pasar, y dejanos solos. Yo me voy a hacer cargo de cualquier eventualidad... -

Entró sin pena ni gloria al majestuoso salón, tenía manchado el rostro de sangre, pero era obvia que no era suya. Miró al guardia con indiferencia. -Entonces tú los mandaste...- Su voz expresaba una sorpresa tenue, y su mirada era aburrida, estaba a punto de tomar su báculo para atacarle, cuando se dio cuenta de la presencia del vampiro sentado en el trono.

No le tomó ni medio segundo saber su rango e importancia, su aura era muy grande, varias veces más temible que la de la mayoría de vampiros que había conocido en su vida, y sin embargo, no entendía por qué, su aura se le hacía familiar, extrañamente familiar, muy a pesar de su apariencia física, la cual desconocía por completo.


Nunca antes había estado tan confundido, y sin embargo, la expresión de su rostro a penas había cambiado, sólo su ceja izquierda que se arqueó un par de milímetros. -El rey...- Susurró.

- Saludos! - Le dije mientras me incorporaba de un pequeño salto de mi trono y caminaba hacia el, esquivando la mesa y las sillas que había frente al lugar donde estaba reposando.

- Mi nombre es Jace. Como sabrás, soy el rey, un placer. ¿Y vos sos...? - Le pregunté afablemente y disimulando totalmente mi sorpresa. (Es ése a quien entrené... Vaya, parece que mejoró mucho. Esto puede ser interesante)

No acababa de reconocer el aura que tan familiar le resultaba cuando de pronto, el rey se levantó de su trono y caminó hacia él. Era claro su exceso de confianza, era el rey, después de todo, pero aún así, su mirada claramente advertía algo oculto, algo tramaba.

Sin moverse de su posición ni relajar los músculos, bajó su brazo que tenía levantado a su báculo y miró fijamente al rey, quien era a penas un poco más alto. -Hakuno, venía a solicitar una audiencia con usted, pero creo que ya la tengo...- Dijo con un tono divertido y una sonrisa forzada. Muy en el fondo de sus pensamientos, trataba de recordar dónde había sentido su aura, era lo único que encontraba familiar en el rey, y no sabía por qué, pues ni su rostro, que estaba en forma de letreros por todo el reino, le figuraba ningún recuerdo.

- Bueno, ¿Querías tratar algún asunto en específico? - Le pregunté deteniéndome frente a el y recorriéndolo de arriba a abajo con la mirada. Observé su postura y su ropa, así como el báculo que presumiblemente usaba como arma, a juzgar por las marcas de sangre que tenía y las pequeñísimas muescas en zonas donde puede usarse para golpear.

- Sentite en confianza, mis ciudadanos son mis guerreros, me gusta que luchemos por la misma causa, y no que ellos luchen para mí. - Le dije, antes de esbozar una media sonrisa.

Esa actitud, esa postura, esos gestos, todo le parecía extrañamente familiar, comenzaba a perturbarle. Había ido a ver al rey para probar su fuerza, y sólo iría a pedir una pelea de cortesía, pero la curiosidad le estaba carcomiendo por dentro. -Me preguntaba, su majestad, si me concedería una pelea...- Dijo con toda seriedad y su característica indiferencia.

-Quiero probar la fuerza del que dice ser el rey de los vampiros.- Tenía que mentir, realmente no le importaba su fuerza, sólo quería comprobar algo, sólo mediante una pelea lograría entender por qué reconoce su aura a pesar de nunca haberle visto antes...

(Será que intenta...? Bah, qué mas da. Para éso invertí tiempo en él.)

Mi media sonrisa se volvió total y mi gesto se tornó en desafiante, a la vez que encharqué la ceja derecha con escepticismo. Asumí una posición de combate balanceada con parsimonia, pero no desenvainé ninguna de mis armas. Dí un salto hacia atrás y quedé a medio metro de él.

- Bueno, siendo así... Sentite libre de atacar cuando quieras. - Le dije con un tono de voz completamente serio.

Soltó un gancho, pero no era para el rey, era para girar en distracción y tomar su báculo, el cual giró dos veces y una tercera para golpear, incluso se había preparado para un contraataque por la espalda, por lo que ya tenía planeado girar una segunda vez mientras seguía girando su báculo, de tal forma que haría dos vueltas completas y tres golpes con la punta de su báculo con vestidura de madera.

(Debo saber si es quien creo que es, y sólo un golpe sea de quien sea, y la fuerza que sea que tenga, me dirá la verdad... Sólo un golpe... Y debo ser yo quien lo dé...) Pnesó mientras planeaba sus giros y defensa silenciosamente.

En cuanto ví que se aproximó de manera frontal con la clara intención de golpearme, me preparé. Al él lanzar dicho golpe, tomé su bastón con mi mano izquierda frenando su accionar y levanté rápidamente la pierna derecha para pegarle una patada con el empeina en su costilla izquierda usando la fuerza que tendría un maestro, es decir, menos de la mitad de mi poder. Recogí mi pierna velozmente y le pegué una patada con la suela de mi zapato en medio de su caja torácica, ésta vez usando la mitad de mi poder, lo que debería bastar para hacerlo volar unos cuantos metros.

Advirtió el golpe del rey justo cuando éste sujetó el báculo, así que usando la inercia, lo giró, para frenar el primer golpe, con lo que pudo hacerle soltar el báculo, sin embargo, el segundo no pudo verlo venir correctamente y a penas tuvo tiempo de cubrirse con su espinilla de forma que el talón del rey no le tocara, más din embargo, la fuerza era tal que fue empujado y se deslizó cinco metros hacia atrás.

Su mirada era seria, no mostraba el asombro que tenía al pelear con alguien tan fuerte, sin embargo, había notado una clara represión en los ataques del rey, había peleado antes con vampiros más fuertes. -Deje de reprimirse, majestad... Me ofende- Dijo sin cambiar la expresión de su rostro y habiéndose colocado en posición de pelea.

Nuevamente esbocé una media sonrisa a la vez que me paraba recto, con ambos brazos a los lados. Empecé a caminar lentamente hacia él pero, tras dar 4 pasos, usé toda mi velocidad para correr hacia sus espaldas en un movimiento que no debía haber podido ni siquiera observar.

- Como prefieras... - Le dije irónicamente desde sus espaldas, a la vez que usaba otro movimiento tan veloz como el anterior para plantarme agachado justo delante de él, usando el elemento sorpresa e instantáneamente lanzar un gancho en ascenso con toda mi fuerza directo hacia su mandíbula.

Desde que empecé a pronunciar las palabras, hasta que le di el golpe, no habría pasado mucho más de un segundo y un cuarto, así que no tenía manera de verse venir tal golpe.

La velocidad que de pronto mostró el rey era tal que no pudo ocultar la sorpresa en su mirada, y casi por instinto, sintió un deje de memoria muscular, y se despersonalizó.

No supo cómo ni por qué, pero había logrado interceptar parcialmente el golpe del vampiro con su báculo, mas sin embargo, la velocidad y la fuerza fueron tales que recibió el golpe no con el puño del rey, sino con su propio báculo.

Y dio una vuelta hacia atrás, aprovechando la inercia de aquél gancho, y se apoyó en su báculo para saltar y dar otro mortal hacia atrás, alejándose del rey varios metros. Notó que la sangre le corría por la mandíbula, el golpe había hecho que se mordiera la lengua justo con los incisivos. (Hijo de...) Su expresión ahora era incrédula, lo recordaba, lo recordaba todo sobre él.

Guardó su báculo y se limpió la sangre con la mano derecha. -Así que... Tú eres el rey...

- ¡Oh, me reconociste! ¡Bienvenido al reino, Hakuno! Creo que nunca te dije que sos mi mejor aprendiz. - Le dije mientras desenvainaba a mi espada sanguinaria, Puerta, que junto a mí había entrado en frenesí a causa de la emoción de pelear contra alguien con un potencial tan grande.

Me puse en una posición ofensiva pero no avancé ni un centímetro. Lo miré desafiante, a la vez que encharcaba mi ceja derecha y sonreía irónicamente, en una actitud claramente desafiante. Lo estaba desafiando a un combate de escrima espada contra bastón, algo donde en teoría el tenía la desventaja, pero... Tanto él como yo sabíamos que en la práctica, ésto no siempre era así.

Hakuno tardó unos segundos en reaccionar, habían pasado más de cien años desde la última vez que vio a aquél vampiro que le había entrenado durante casi un milenio, le había estado buscando ya que no sabía ni su nombre, y ahora acababa de descubrir que era nada más y nada menos que el mismísimo rey vampiro, Jace.

La herida en su lengua había cicatrizado tan rápido como se lo permitía la habilidad de los vampiros, pero la sangre aún le corría por la mandíbula. Tomó de vuelta su báculo y se posicionó en señal de aceptado el reto del rey.

-Cuando quiera... majestad- Dijo con un tono sarcástico y una media sonrisa, usualmente no aceptaba los desafíos de los demás a menos que se le provocara demasiado, pero éste era un caso especial.

Me quedé un par de segundos en la misma posición evaluando cuál sería la mejor forma de ataque, hasta que me decidí con algo que era fácilmente bloqueable, para alargar la batalla y darle tiempo de que se desenvuelva y me muestre todo su potencial.

Aferré aún mas fuerte a Puerta con la mano derecha, y corrí hacia él efectuando un mandoble frontal derecho, que, en caso de darle, seguramente lo cortaría a la mitad perfecta... Corrí con mi mano izquierda a una media altura, colgando del lado izquierdo, lista para cualquier acción rápida que fuese necesaria.

Debía evitar a toda costa cualquier clase de contacto con aquella espada, había oído hablar de ella, sabía lo que podía ocurrir si la navaja llegase a producirle cualquier diminuto rasguño.

Elevó sus pies en un salto lo suficientemente alto como para eludir la espada, pero lo suficientemente bajo como para usar su báculo para apoyarse en equilibrio con el suelo, dio un pequeño giro y, aprovechando que el rey llevaba una velocidad dada al atacar en curva, dio una patada hacia el lado derecho del rostro del rey, elevando simultáneamente su báculo para protegerse de cualquier ataque que el vampiro pudiera haber preparado a sus puntos más ciegos.

Rápido de reflejos, usé mi control en mi propia sangre para que, por una fracción de segundo toda la sangre de mi sistema se ponga dura como el acero. Me inmovilizó por ése momento, pero, al éste coincidir con la patada que me dió, la física le devolvió el golpe con la misma fuerza.

No obstante yo también fuí golpeado, mi cuello se inclinó en una posición tal que un mortal habría perecido automáticamente. Sin cambiar mi posición, al ya tener mentalizada su ubicación, lancé una veloz estocada hacia el centro de su pecho, el llamado plexo solar, con la intención de atravesarlo con Puerta.

(Así que empezarás a usar la sangre, ¿eh?) Pensó al sentir el efecto de su patada en el rey, que le había hecho girar a la inversa. Al final, sabía que no importaba qué clase de pelea tuviera con él, siempre terminarían usando el control en algún momento.

Usando su velocidad lo mejor que pudo y la propia inercia del giro, desvió con su báculo la estocada hacia la derecha del rey, abriendo su defensa para la patada que lanzó hacia su cuello, que debido a la altura, golpearía en realidad al mentón.

Cuando el arrastró a Puerta junto con su báculo a la derecha, noté que descuidó totalmente su flanco izquierdo... Que coincidía con la mano que tenía preparada de antemano. Usando toda mi fuerza y velocidad, lancé un puñetazo izquierdo directo a el mismo lado de su pecho.

No tuve tiempo de evitar la patada, que colisionó en mi mentón en el mismo instante que mi puño cerrado chocó contra su cuerpo, provocando que mi cabeza se torciera totalmente hacia atrás, y yo saliese despedido un metro y medio hacia atrás.

(Es bueno... ¿Será mi mano derecha? Veamos qué pasa ahora.) Usé la fuerza de mi cuello para inclinarlo hacia delante y que se sostuviese en una posición normal, a la vez que lo veía fijamente para ver como se recuperaba del golpe.

No había notado el movimiento del rey hasta que lo golpeó en el flanco derecho justo en el momento en que conectó la patada con su mentón, y la fuerza fue tal que recorrió en el aire poco más de un metro.

Usó su báculo nuevamente como punto de equilibrio y saltó dando vueltas en el aire, alejándose del rey varios metros más. Al aterrizar, se percató gracias a su visión periférica, que justo el punto en que su báculo había interceptado el mandoble, tenía la vestidura de madera completamente desgarrada. (Interesante espada la que usa...)

- Vamos, vamos, atácame otra vez... Dejame terminar de desentumecerme para poder exprimir mi potencial. Hace mucho no peleaba contra alguien tan bueno... Exceptuando a Katerina. - Mi tono de voz era desafiante hasta la última oración, donde se volvió un tanto dejado, y un rictus de melancolía cruzó mi semblante por unos segundos.

Notó el deje de melancolía en su voz al pronunciar ése nombre, nunca antes lo había escuchado, pero sabía, por el semblante de su rostro y el tono de su voz, que era alguien importante para el rey.

-¿Katerina? ¿Es su novia, majestad?- Preguntó con un claro tono de burla y una sonrisa desafiante en el rostro, estaba empezando a perder su propia seriedad, pelear contra alguien tan fuerte le estaba emocionando. -¿Su novia es más fuerte que usted?-

Sabía que estaba empezando a ser molesto, pero no podía dejar de hacerlo, ya estaba despersonalizado, no se sentía como él mismo de todas formas.

Use toda mi velocidad y fuerza para correr tras de el y darle otra patada inevitable con la suela de mi zapato, ésta vez en la parte de atrás de su cabeza. Sabía que si mi golpe no lo había aturdido lo suficiente, todavía podría escuchar y entender mis palabras, así que inmediatamente dije, enojado. - No, ella es... Fué la mejor guerrera con quien haya tenido el gusto de luchar.

Un recuerdo fugaz de Elinor pasó por mi mente, desconcentrándome momentáneamente de la batalla.

Tuvo tiempo de reaccionar brevemente, como la vez anterior, logró poner su báculo entre el pie del rey y su cabeza, y justo como la vez anterior, su propio báculo lo golpeó.

Logró entender lo que el rey había dicho, vagamente, su báculo estaba hecho de un material virtualmente irrompible por cualquier criatura, es decir, era tan duro que incluso un vampiro podía sentir un golpe con él, y Hakuno lo sintió, y poco después perdió la consciencia.