La llegada a Vaahl

OFF: Venimos desde el Océano.

ON:

Una vez llegamos a la playa, los ásters allí reunidos se aproximaron a nosotros para atendernos y para asegurarse de que nos encontrábamos bien. Pronto se acercaron sobre todo a Akari, al ver que era la que más débil se encontraba de los dos.

- Mi señor, mi señora - comenzó una muchacha joven que se encontraba en el grupo -, hemos estado realmente preocupados por vuestra ausencia, pero todos nos alegramos de que halláis conseguido regresar. Estamos muy aliviados.

Compartí una cálida sonrisa con todos los allí presentes, al mismo tiempo que contemplaba cómo los fieles súbditos emitían sonidos de júbilo y celebración.

- Queridos ásters, ha sido una travesía inolvidable, y sólo el trabajo conjunto de todos nosotros ha obrado el milagro. Nunca olvidéis que el cuidado del prójimo es lo que hace prosperar a toda empresa o sociedad - comencé a hablar pausadamente, dotando a mi discurso el punto carismático que le impregnaba siempre -, y que la cooperación es el medio más valorado para cualquier circunstancia, por peliaguda que sea.

Tomé una larga bocanada de aire al mismo tiempo que extendía los brazos, pudiendo así disfrutar del ambiente del nuevo y exótico continente.

- ¡Bienvenidos seamos a Vaahl, pues nuestra encomienda así lo ha merecido! - pronuncié como punto final a mis palabras. No sabía qué era lo que nos esperaba más allá de aquellas arenas, pero estaba seguro de que podríamos hacer frente a cualquier inconveniente.

Estaba atardeciendo y el sol se ocultaba sobre el horizonte del mar, tiñendo el cielo de aquel tono rojizo tan embriagador. Recuperé mi forma tangible -dejando de ser aquella etérea forma de ángel- en cuanto mis pies pudieron pisar tierra firme, casi desplomándome en la transición. Caí de rodillas inevitablemente sobre la arena de la playa, apoyando también las manos para que mi recipiente no se diera de bruces con la inercia de la caída. Había hecho un esfuerzo brutal para poder volverme intangible y llegar a tierra firme volando, pues apenas me quedaban energías.

Habíamos llegado por fin a Vaahl, los ásters que habían conseguido escapar sanos y salvos nos estaban esperando allí. Por suerte, habían sido la gran mayoría. Los médicos se apresuraron a ver cómo me encontraba. No me gustaba ser el centro de atención, pero todavía me sentía bastante débil... Me senté en la arena como pude y en silencio dejé que me atendieran, pues la salud de mi recipiente era lo más importante.

Necesitaba descansar, tomarme una buena siesta para recuperar las energías, yo lo sabía bien. Me tumbé sobré la arena, ayudada por los médicos, y dejé los párpados caer. Escuchaba la voz de Philip entre respiraciones pausadas, inhalando el aroma salino del mar, dándole ese alentador discurso a los nuestros, mecido por la música de las olas.

"El mar..." O más bien, el océano. En la tranquilidad de aquella playa pude recordar lo sucedido durante el viaje... Y ya descansar tranquila, pues el peligro había pasado. Philip también necesitaba un descanso, de eso no me cabía ninguna duda. Se había esforzado mucho en ayudarme y sacarme de allí, se lo merecía. Abrí los ojos de par en par, por un instante, aunque rápidamente los párpados volvieran a pesarme sobre los ojos, y atraje a uno de los médicos hacia mí, acercando su oído a mis labios.

- Atended al Emperador... -Fue todo lo que alcancé a decir en un susurro, que casi se llevó todo mi aliento.

El médico áster me miró con seriedad y luego asintió firmemente.

- Sí, mi señora -Respondió igualmente en un suave tono de voz y después se acercó hasta él acatando mi orden, tras lo que esperó hasta que Philip hubo terminado su discurso para abordarle respetuosamente-. Mi señor, tal vez debamos montar el campamento para pasar la noche aquí, ¿no os parece? Muchos de los nuestros necesitan reponer fuerzas, incluyéndole a vos, mi señor.

Tras el discurso me senté en una de las rocas que había en la arena. Observé como Akari era tratada, y sonreí con alegría. Después el médico se acercó a mí y muy educadamente propuso lo que yo ya había pensado.

- Efectivamente, mi querido áster, sin duda será lo mejor para todos nosotros. Levantemos el campamento aquí, en este lugar - le respondí sin borrar la mejor de mis sonrisas -. Camaradas, ¡ya habéis oído! ¡Un último esfuerzo entre todos y podremos descansar!

El áster realizó una reverencia y se marchó a comenzar con los preparativos. El naufragio nos había dejado sin demasiadas pertenencias, pero de algún modo se había conseguido salvar lo necesario para aquello. Fui yo el primero que clavó la barra principal de la tienda que íbamos a construir, y en no mucho tiempo, y con la ayuda de todos, logramos terminar la tarea. Para entonces ya había anochecido, y varias hogueras fueron encendidas para darnos lumbre y calor.

A la mañana siguiente comenzaríamos el viaje por el continente, en busca de los misterios que se ocultaban, y quién sabía, quizá encontráramos algún que otro potencial aliado.

Había salido temprano para poder caminar por la playa al amanecer. Era el mejor momento para hacerlo y disfrutar de la tranquilidad, mecido por la música del mar. Vestía un conjunto de pantalón largo de lino color mármol y una camisa del mismo estilo ligeramente entreabierta y remangada hasta por debajo del codo de manera casual. Y llevaba el aura suprimida para evitar problemas o inclusive llamar la atención.

El mar estaba el calma, demasiado en calma. Lo cual me desconcertó sobremanera, porque que yo recordara la noche anterior no había habido tormenta. Aquello sólo podía significar una cosa, la tempestad estaba aun por llegar.

Mis pies descalzos avanzaban sobre la arena mientras el sol comenzaba a mostrarse tras las montañas. La luz que pintaba el firmamento tenía un matiz diferente. ¿Qué podría haber sucedido? Este tipo de fenómenos sólo ocurrían cuando alguna clase de acontecimiento trascendental se sucedía, alterando el estado propio de las cosas.

Me detuve mirando hacia el mar, tratando de distinguir cualquier tipo de detalles con mi mirada felina que me pudieran conducir hacia la verdad de los hechos. Entonces, a lo lejos divisé, muy vagamente, algunas tablas de madera flotando sobre la superficie del agua. Agudicé entonces mis sentidos, tratando de percibir algún aura por las cercanías o en el propio agua. Se había producido un naufragio y si hubiera supervivientes, era mi deber atenderles con la mayor presteza.

Entonces percibí un poco más al norte una congregación de auras que nunca antes había percibido, todas ellas luminosas, pero no era capaz de afirmar la clase de criaturas que serían.

Rápidamente eché a correr en aquella dirección y no tardé en divisar las primeras tiendas de un campamento que parecía haber sido improvisado donde comenzaba el linde de la arena y hacia el interior. No quería asustarles, por lo que disminuí el paso para acercarme a paso normal, buscando con la mirada por si hubiera alguien fuera de las tiendas, para no despertar a los que seguramente estarían durmiendo. Divisé a unos cuantos centinelas que, aun con los ropajes roídos, seguramente por la tragedia, parecían montar guardia delante de dos de las tiendas, mientras otra pareja rondaba el campamento trazando un perímetro al rededor del mismo.

Mis pupilas habían vuelto a su posición normal, por lo que, de no ser humanos no se asustarían. Pero lo más extraño de todo es que lo parecían.

- Buenos días -Dije en un susurro más alto de lo normal, para que los guardias pudieran escucharme en medio de aquel silencio que todavía no había sido roto por el canto de los pájaros. Y aproveché para terminar de acercarme hasta ellos-. ¿Se encuentran todos bien? Daba mi paseo matutino cuando he visto los restos de un naufragio flotando en el mar. Me preguntaba si pudiera ayudar, con lo que fuera. Mi nombre es Lucius Júpiter y mis recursos son abundantes.

Al no estar seguro de si serían criaturas o no, preferí no dar mis credenciales por completo, aunque no mintiera con mi presentación.

__________

FDI: He hecho que pasara la noche al día siguiente por mayor comodidad. Espero no molestar.