Reunión pacífica y civilizada (o eso espero ^^U)

Sobrevolé el bosque en dirección a las montañas con mi aura suprimida, como siempre. La tarde estaba cayendo ya a mis espaldas, volviendo las nubes de colores dorados, rojizos y rosáceos. Pronto localicé el lugar en el que había quedado: un claro en el bosque a los pies de la montaña. Descendí y aterricé, plegando las alas y mirando a mi alrededor.
El claro era bastante grande, tendría más de cinco metros de radio. En él estaban las ruinas de lo que seguramente un día fue un observatorio astronómico. Distintas piedras de diversos tamaños y formas apuntaban al cielo en posiciones aparentemente al azar, en algunas ocasiones sosteniendo otras más grandes. En el suelo, cubierto por hierba y tréboles silvestres, aún se conservaban enormes losas planas de lo que una vez debió de ser un suelo de mármol blanco que ahora reflejaba la luz del atardecer creando un bello y extraño espectáculo de sombras y luces. Miré al cielo, pronto se verían las estrellas.
Me senté en una columna derruida cerca del centro de las ruinas y crucé las piernas, esperando y ordenando mi mente para la reunión que iba a tener lugar. Esperaba que el otro rey de los caídos no viniera con intenciones hostiles.

Había recibido una citación de Aurora para una conversación, no sabía cual era sus intenciones ni el tema a tratar pero había dejado claro que era una conversación pacifica y puesto que ella la había pedido yo por supuesto aceptaría pues no perdía nada en escucharla.
Llegué al claro del bosque donde era la citación caminando a paso tranquilo, con el aura suprimida y un poco absorto en mis pensamientos, el día estaba cayendo pintando con sus colores el cielo, reflejándose en la tierra y creando una atmósfera de luz y sombra.
Cuando llegué no pude evitar contemplar la belleza de aquel lugar en ruinas aunque rapidamente mi vista se fijo en Aurora que estaba sentada cruzada de piernas en una de las columnas derruidas, no pude evitar suspirar y levantar la vista al cielo, había cumplido su palabra y estaba sola lo cual era digno de alabar, con cuidado y con el mismo paso lento y seguro que siempre había caracterizado mi caminar mi acerque a ella.
- Saludos majestad * salude realizando una leve inclinación apenas estuve frente a ella a unos pasos de distancia*

Me levanté en cuanto apareció Alexander y sonreí levemente, correspondiendo a su inclinación con otra reverencia.
-Buenas tardes, majestad- saludé. Aquello no dejaba de ser un poco cómico, pero me esforcé en ponerme seria. Desenvainé mi espada y la clavé a mi lado con fuerza, hundiendo la hoja varios centímetros en el mármol y tratando de demostrarle que no pensaba usarla. Me senté donde estaba antes y elevé mi aura lo justo para hacer levitar otro bloque de mármol frente a mí para que se sentara él-. Por favor- le indiqué-. Tiempo sin vernos, Alexander. Me alegra ver que has venido. Siéntate, creo que nuestra conversación se prolongará un poco y no quiero tenerte de pie todo el rato.

Observe con cierto asombro como desenvainaba y ante todo pronostico clavaba la espada en el suelo, era un gesto que agradecía, dude algo turbado unos minutos pero al final yo también desenvaine para clavarla al lado de la de ella, mis intenciones no eran la de atacarla y aunque no me gustaba sentirme desprotegido era un gesto mas o menos requerido si no quería que pensara lo contrario.
Ella elevo un bloque para ponerlo frente a ella e indicar que me sentara, invitación que no iba a rechazar, no por que disgustase estar de pie sino por que en cierto sentido figurado era un signo de igualdad aunque claro esta el que ofrece sentarse siempre es el rey o el principal y en este caso no era menos, tome asiento tranquilamente.
- Mi señora, no podía rechazar vuestra invitación a una conversación, no hubiese sido cortes por mi parte. * sonreí levemente mientras me acomodaba en el frio bloque de marmol* y bueno si no esperamos a ningún otro comensal sería todo un placer que comenzásemos, os escucho.

Respiré hondo, tomé aire y entrelacé los dedos en mi regazo.
-Menos mal que hay quien no olvida la buena educación. No obstante, puedes tutearme si lo prefieres- sonreí unos instantes y volví a ponerme seria y a suprimir mi aura-. Bien, la razón principal por la que te he llamado es porque quería hacerte una pregunta. Me gustaría saber por qué no me aceptas como reina- le dije, mirándole a los ojos. Casi contuve el aliento esperando su respuesta.

- Intentare tutearos ... pero es algo espontaneo en mi tratar a la gente con el debido respeto * sonreí mas tranquilamente ella se veía algo seria, la situación sin duda alguna lo requería así que yo también borre la sonrisa de mi rostro mas a un cuando escuche lo que dijo, si hubiese tenido algo en mis manos se me habría caído, mi mirada debía ser de una gran incertidumbre, de entre todas las preguntas del mundo no me esperaba esa, dude unos segundo, no tenía claro que contestar y ella lo debería estar notado lo cual no me agradaba* Yo ... * titubee unos instantes y tome aire* no se que responder ... supongo que sencillamente mi orgullo no me lo permite ... * dije en un suspiro*

Mis ojos siguieron fijos en él. Notaba sus dudas, su incertidumbre y su incomodidad al saber que yo lo notaba.
-Pero... ¿es sólo el orgullo, o es que hago algo mal? Agradecería que me lo dijeras si crees que es así- le pedí, inclinándome un poco hacia él. Deseaba de corazón entenderle, entender sus motivos, y solucionar lo que quiera que estuviese mal antes de que se desencadenara una guerra sin sentido.

Volví a suspirar y retire la mirada de ella, girando la cabeza ligeramente a la izquierda y mirando el suelo con sumo interés repentino.
- Yo no soy quien para juzgar eso, todos hacemos cosas bien o cosas mal, y eso no evita que seas una gran reina ... o no lo seas ... como puedo juzgar yo eso ... si nunca os e considerado mi reina * trague saliva y la mire a la cara directamente * pero aun así no creo que seáis una mala gobernanta.

Contuve un suspiro de alivio y mis hombros se relajaron un poco.
-¿Y hay alguna posibilidad de que me aceptes como reina algún día?- pregunté. Traté de ocultar el brillo de esperanza de mis ojos. Cuando hablas con alguien que potencialmente puede ser tu enemigo, no conviene dejarse llevar por emociones como la esperanza, aunque realmente esperaba que no fuese así esta vez.

- No, lo siento ... pero no creo que la haya * La mire con cierto interés no la consideraba mi enemiga propiamente dicha y por un instante dude si dar mis razones o mejor guardarmelas sabiendo que todos somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos, aun así considere en apropiado decirselas* no es por que seas mala o buena reina ... pero entendedme, pues creo que como tu un día tuve otro reino, otros lideres, alguien a quien acepte como mi rey ... y a día de hoy soy un desterrado ... si a esos seres que un día jure fidelidad por los cuales un día hubiese cumplido cualquier orden ... si ni a ellos fui leal y acabe teniendo mis diferencias con ellos, era imposible que aceptase otra reina y me pusiera a las ordenes de alguien cuyas raíces son tan distintas a las mias ... * cerre los ojos para después abrirlos y sonreirla dulcemente* tu tampoco aceptarías a alguien como yo de rey o me equivoco ?

Esbocé una leve sonrisa durante una fracción de segundo y maldije interiormente los prejuicios entre razas, el odio y la guerra que tanto me había arrebatado... la guerra que me había arrebatado lo que más amaba de manos de mi propia gente. Mi sonrisa se volvió triste y se desvaneció al recordarlo, así que sacudí la cabeza para apartar de mí aquellos pensamientos.
-En realidad, sí te considero un rey- respondí-. Pero no mi rey. Tienes gente que te admira y te sigue por voluntad propia, gente que te necesita como líder. En mi opinión, no necesitas nada más que eso para que te considere rey de los tuyos.
Callé durante unos instantes y volví a clavar mis ojos en los suyos.
-Alexander, quisiera serte sincera. Me entristece que no me aceptes como reina, pero esa es tu voluntad y yo no puedo ni pretendo cambiarla- hice una breve pausa y tomé aire, armándome de valor para lanzarle la oferta que había estado pensando antes de venir-. Me gustaría ofrecerte un trato. Verás, es algo parecido a lo que está pasando entre los vampiros. El rey Itachi y la reina Ana se llevan muy bien, incluso colaboran, pese a que Itachi es renegado- expliqué-. Entiéndeme, ambos tenemos nuestros partidarios, pero no creo que ese sea motivo para luchar. Al fin y al cabo, los dos somos ángeles caídos. A ese respecto, somos iguales. Después de hablar contigo ya no te considero en absoluto mi enemigo. Por eso quiero proponerte lo siguiente: tú reinas entre los tuyos, y yo reino entre los míos. No habrá atentados en contra de ninguno de los dos planeados por el otro, incluso si alguna vez necesitas mi ayuda, puedes pedírmela y haré lo que esté en mi mano por ayudarte. No hay ninguna ley en el Limbo que diga que debe haber un solo rey y sé que tienes partidarios leales que quieren que tú les gobiernes. Yo también los tengo, y lo último que deseo es que esto provoque enfrentamientos entre hermanos de la misma raza. Por eso te pido, por favor, que aceptes mi oferta- un curioso brillo se reflejaba en mi mirada azul, una mezcla entre una petición, una súplica y una pequeñísima chispa de esperanza.

Sus palabras me habían sorprendido y me habían echo dudar ... no sabía que hacer o que decirle, claro que yo tampoco deseaba un enfrentamiento entre seres de la misma raza ... a fin de cuentas todos temíamos muchas cosas en común, suspiré y cerré los ojos mirando al suelo.
- Aurora querida yo no soy rey de nada... a fin de cuentas no se puede ser rey sin reino * dije por primera vez llamandola por su nombre* y ya te e dicho que mis razones para no ser partidario vuestro es que yo no estaba dispuesto a aceptar a otra reina ... a otras personas las cuales tuviesen algún derecho a mandarme .... creedme cuando os digo que no soy tan hipócrita como para querer que alguien haga lo que yo no estaría dispuesto a hacer, por lo tanto mis seguidores, si es que quieren seguirme es su decisión y han de saber que yo no voy a ser su rey por lo menos no en ese sentido puedo ser su amigo pero no la persona que tome las decisiones que nos afecte a todos por ellos, es decir un intividuo un voto el cual contara lo mismo sea del rango que sea * sonreí levemente y tome aire para continuar* con esto os quiero decir que la decisión que me proponéis no me concierne solo a mi tomarla, pues si fuese a si la tomaría encantado pues siendoos sincero vuestra propuesta no solo me alaga sino que la encuentro razonable y coherente pensando friamente en el bien común de todos, pero no se si podre aceptarla o no, aunque si no pudiese aceptarla sabed que podéis contar con migo como individuo para lo que gustéis y si me necesitaseis para lo que sea solo decidmelo pues mi amistad si os la puedo ofrecer y os la ofrezco encantadao.

"Bueno, se ha hecho lo que se ha podido" pensé. Mis hombros se hundieron un poco.
-Bien, entonces dejaré que lo consultes con tu gente. Te ruego que me des una respuesta cuanto antes- desvié la mirada y me agarré el brazo izquierdo con la mano derecha-. Lo último que deseo es una guerra civil entre los ángeles caídos, y más ahora que las demás razas están en guerra entre ellas. Necesitamos estar unidos, no ya por ganar, simplemente... por sobrevivir- murmuré.

Sonreí y asentí levemente mientras que la miraba curiosamente.
- Tranquila os daré la respuesta en cuanto la tenga, no os are esperar * me mordí el labio lo cierto es que yo tampoco deseaba una guerra civil estas no me agradaban y carecían de sentido, no pude evitar sonreír interiormente mientras me recordaba que si la había en parte era por mi orgullo a fin de cuentas era yo y los que eran como yo los que nos habíamos revelado contra la legitima reina, dicho pensamiento me hizo gracia pues aunque parecía contradictorio era cierto* Y no os preocupéis no creo que nuestra raza tenga algo que temer de esta guerra.

Dejé escapar un suspiro, en parte de puro cansancio. Apoyé los brazos en la fría piedra y eché la cabeza hacia atrás, mirando al cielo. Acuario, mi constelación protectora, brillaba ya en el firmamento estrellado.
-Te lo agradezco, Alexander- dije de corazón.