Hablando con el rey

Me encontraba frente a la entrada del infierno, me acerque a los guardias que habia frente a ella, lentamente, una vez estuve cerca de ellos hice una pequeña reverencia.

-Buenas, me llamo Alexander vengo con intencion de hablar con el rey, tengo hablar de ciertos asuntos sobre los acontecimientos que se avecinan.

Uno de los guardias comenzó a susurrar algo a uno de sus compañeros, el cual le respondio tambien entre susurros.

-Muy bien, avisaremos al rey de tu llegada luego sera, cosa suya atenderte o no.- tras acabar la frase, el guardia partió en busca del rey.

Espero que me atienda.

Un guardia apareció en mis aposentos para darme el mensaje. Ya había percibido el aura de aquel yasgeniod, y aún estaba pensando en atenderle. Finalmente decidí que tampoco me llevaría mucho tiempo, así que di las instrucciones al guardia para que el yasgeniod entrara en el infierno y se acercara al castillo para hablar cómodamente.

El guardia volvio y me indico el camino a seguir para llegar al lugar en el que se encontraria el rey de los demonios, iba pensando como podria exponer mi posicion, e intentar ganarme su respeto. Llegue a una sala, no me fije mucho en ella, en ella estaba el rey asique hice una leve reverencia.

-Muy buenos dias señor, me llamo Alexander Nikolaevich, es un placer conocerle y gracias por atenderme.

Estaba leyendo tranquilamente en la sala de invitados. Cuando apareció dejé lo que estaba haciendo y le miré con las piernas y los brazos cruzados.

-Bienvenido a mi reino. Y bien, ¿qué es lo que deseas?

-Vera... He oido de la gente que una gran guerra se avecina, que hay problemas con las piedras del equilibrio... me gustaria, que me pusiera al corriente sobre todo ello y no solo vengo a informarme, sino a unirme a su bando en caso de gurra.- dije caminando de un lado a otro con las manos unidas en la espalda.

Escuché atentamente sus palabras. Justo cuando terminó le miré maliciosamente y estallé en una potente carcajada.

-Jajajaja, muy gracioso, muy gracioso. No había escuchado nada tan divertido desde hace bastante.

Terminé de reír y empecé a aplaudir lenta y estruendosamente.

-Así que a eso vienes. Me temo que debo pedirte que te marches ahora del infierno si no quieres tener problemas, no tengo tiempo para tratar contigo si no me das nada mejor que tu buena voluntad.