Lago termal, cordillera del fin

Me encontraba en un lugar conocido como la cordillera del fin, nombre dado ya que mas allá de ella solo había hielo no explorado. En aquel lugar soplaba un viento antinaturalmente frío, y no crecía ningún tipo de vegetación en toda su imponente extensión y los humanos evitaban acercarse, supersticiosos de las múltiples leyendas que allí contadas siendo este un lugar muy solitario.
Pero había un rumor que me atrajo asta aquí, y se trataba de que en lo profundo de una cueva en estas cordilleras, detrás de una cascada helada, se encontraba un lago de aguas termales perfectas con cientos de propiedades místicas, además aunque seguía siendo un lugar frío, comparado con el exterior era incluso caliente…

Pero… Realmente ya no tenia nada de rumor para mi en esos momentos, pues me encontraba allí mismo disfrutando de la soledad de mi hallazgo así como perfeccionando mis esculturas de hielo aprovechando que allí no faltaba el agua y el frío requeridos para crear el mismo con facilidad.
Por lo que podía observar la misma caverna contenía cientos de hongos luminosos que daban la luz necesaria para ver perfectamente en aquel lugar, siendo una gran bóveda de piedra en el interior de las montañas. El lago en si mismo tenia también un tamaño considerable y su agua permanecía imperturbable ademas de cristalina, permitiendo ver su fondo junto a la grieta por donde se filtraba el agua, que emitia un ligero vapor que se extendía por todo el suelo del lugar dándole un ambiente bastante místico a mi juicio, sumado a las ya mencionadas setas, así como unos cristales dy hielo de formación natural que adquirían formas caprichosas según el lugar donde crecían.
En esos precisos momentos mi atención estaba centrada en la estatua de un caballero al que intentaba dar un noble porte mientras decidía como rematar la armadura que llevaba así de la forma final de su espada… A su alrededor se podían ver estatuas de temática similar, pero con diferencias, algunos llevando armas distintas así como grabados diferentes en sus armaduras, fruto de los diferentes estilos que estaba probando en esos momentos, aunque el ultimo sumaba detalles que había ido mejorando con el método de ensayo y error, por lo que era el que mejor me estaba quedando… Cuando terminase con eso seguramente aprovecharía para tomarme un baño y plantearme si establecer allí un pequeño refugio para volver en mas ocasiones, o dejarlo para la próxima vez.

Sobrevolaba un cielo encapotado de nubes blancas en el que el sol no se podía ver al encontrarse escondido tras éstas, aunque sí se intuía que estuviera ahí porque su luz se difuminaba a través del filtro de las nubes blancas. Soplaba una brisa gélida, que a pesar de la ropa de abrigo que llevaba, empezaba a calar en mis carnes...

El paisaje bajo mis pies no era otro que un extenso desierto nevado. Había oído que esta tierra escondía unos preciosos tesoros, perdidos en lo más recóndito del hielo. Y como gran adoradora de lo bello y hermoso, no podía dejar pasar esta oportunidad de descubrirlo.

Comenzó a desatarse una fuerte ventisca que me impedía avanzar con la misma facilidad. Mantener una capa de aire caliente a mi alrededor mientras volaba resultaba algo costoso en estas circunstancias. Olvidé esa idea y me centré en facilitar mi vuelo. Por suerte, el viento estaba a mi favor.

Sin embargo, empezaba a resentirme del frío. “Lo más sensato sería buscar un refugio y guarecerme durante un rato hasta que escampe y recupere algo de calor...”

Entre la cortina de nieve, comencé a divisar una cordillera a lo lejos, o eso me pareció por los reflejos que emitía a la luz, ya que la visión se dificultaba ahora. Sin pensármelo, enderecé mi vuelo en aquella dirección, acelerando todo lo que pude para llegar cuanto antes.

A medida que me acercaba, pude divisar la entrada a una caverna de hielo. “Ese lugar servirá.” Me dije, enderezando de nuevo el vuelo hacia la cueva y comenzando a descender hacia allí.

Aterricé con suma limpieza y gracilidad, y por costumbre oculté mis alas y suprimí mi aura, para adentrarme en la cueva. Había avanzado unos cuentos metros hacia el interior, lo suficiente para que la ventisca no me alcanzara, cuando -y gracias a haber suprimido mi aura- percibí el aura de alguien más en aquella caverna. Instintivamente miré hacia el fondo de la cueva... vagamente, podía apreciar un tenue resplandor.

Fue la curiosidad la que me empujó a avanzar por la oscuridad del túnel hacia aquél resplandor, con pasos lentos, pues no quería dar un traspié y tropezar. Aunque no fue sólo la curiosidad por descubrir lo que fuese que brillara al otro lado, sino también comprobar a quién pertenecía aquél aura oscura, que a medida que me acercaba podía percibir más detalles de él... se trataba de un demonio, que por la intensidad de su aura diría que se tratase de un maestro...

Tras unos largos minutos de caminata, alcancé el lugar del que provenía el resplandor. Al principio me cegué, pues la luz impactó mis ojos súbitamente al haber estado acostumbrados a ver en la oscuridad a medida que me acercaba. Los cubrí con una mano para hacerles sombra y ayudar a que se acostumbraran y cuando finalmente pude apreciar lo que allí había, no pude más que fascinarme con aquél bello paisaje... un lago cristalino del que surgían vapores, cristales de hielo y una niña que parecía estar esculpiendo en el hielo aquellas figuras que le rodeaban...

Aquél pequeño shock no me hizo ser consciente de que aquél lugar era mucho más cálido. Se estaba incluso agradable...

Me acerqué con pasos lentos hacia la joven, aun fascinada, parecía que arrastrara los pies por el suelo helado. La túnica oscura se me entreabrió ligeramente por delante, permitiendo ver parte de mi armadura. El cabello dorado me descansaba sobre los hombros, al aire. Me detuve a escasos metros de ella y, sin decir nada, me quedé observando fascinada cómo aquella niña esculpía el hielo, no quería interrumpir ese bello arte. Esperaba que en algún momento se diera cuenta de mi presencia.

Finalmente, tras un largo proceso creativo logre terminar aquella escultura de forma satisfactoria. Por lo que no pude ocultar mi sonrisa mientras daba vueltas a su alrededor satisfecha completamente con el resultado.
Pero aun quedaba la parte mas importante, y era que aquella escultura pudiese moverse adecuadamente para actuar como un Golem de hielo, pues seria muy triste que simplemente se quedase como ornamento. Con este pensamiento en mente, coloque ambas manos sobre el mandoble serrado que había creado para aquella escultura, concentrándome en controlar el hielo y hacer que aquella mole de hielo se pusiese de pie.
Y aunque me llevo unos minutos, finalmente logro ponerse de pie obedeciendo mis mandatos.

Con aquella sonrisa de niña con zapatos nuevos , tras lograr finalmente lo que me había costado unas 3 horas de practica, decidí finalmente tomar aquel baño que tenia en mente, por lo que me lleve las manos al abrigo empezando a desabrocharlo… Cuando al darme la vuelta para dirigirme al agua descubrí que había alguien mas allí, observando mi trabajo dese quien sabe cuanto.
No la percibí o vi por el simple detalle de que estaba muy concentrada en las estatuas, memorizando cada detalle para poder reconstruirlas cuando y donde yo quisiese de la manera mas rápida posible.
Pasaron unos momentos en los que me quede mirando inexpresiva a la recién llegada, con las manos aun en los botones de mi abrigo, asta que finalmente reaccione sonrojándome totalmente y ocultándome detrás del caballero recién creado, caballero que reacciono a un comando que le di inconscientemente, haciendo que se pusiese en guardia observando a la demonio con aquel porte majestuoso que había dado a su armadura, que contrastaba ligeramente con el cruel mandoble serrado que portaba.
Desde esta “segura” posición, me atreví a articular las siguientes palabras las cuales posiblemente sonaron temblantes y cargadas de vergüenza.

-Desde… ?Desde cuando llevas viendo?-

Sonreí de forma tierna y avancé un par de pasos inclinándome hacia la niña, apoyando las manos en mis rodillas e ignorando al golem, sólo centrándome en la niña. Mis ojos diamantinos la observaban con mucha calidez.

- Tan sólo llevaba unos minutos. Te he visto terminar de esculpir este golem de hielo. Eres toda una artista -Pronuncié la sonrisa. La ternura se me incrementaba por momentos. Nunca antes había tratado con niños, pero parecía que era algo natural, como el instinto maternal, que me hacía enternecerme irremediablemente-. Me llamo Caeli. ¿Cómo te llamas tú? -Sonreí de nuevo, seguramente el rubor de la ternura se notaría en mis mejillas y mis ojos brillasen más de lo normal-. No tengas miedo... Soy tu amiga... o podría serlo si tú me dejas. No somos muy diferentes... Apuesto a que aprendiste sola a hacer eso.

Reí cantarinamente, acorde a la emoción que la ternura infantil me provocaba.

- Tu puedes esculpir el hielo como la mejor de las artistas y yo puedo... -Estiré la mano hacia el agua, una ráfaga de viento apartó los vapores un instante, como si los cortara cual cuchilla. La volví a observar-. Y yo puedo controlar el viento...

Sin borrar la sonrisa de mi rostro angelical, me quedé observándola expectante. Esperaba que algo se hubiera relajado y hubiese perdido algo de vergüenza para sentirse ahora más confiada.

Incluso ante la actitud dulce de Caeli, retrocedí unos pasos cuando se me acerco, mirándola aun bastante avergonzada.
Escuche atentamente mientras ella se presento y trataba de tranquilizarme, provocando que lentamente fuese aceptando su presencia mientras dejaba escapar un largo suspiro, momento en el que el Golem abandono su instancia defensiva, volviendo a parecer una estatua normal y corriente echa de hielo

Me sorprendí al observar como creaba una ráfaga de aire que dispersaba la neblina reinante en el lago con facilidad, momento en el cual capte su aura, entendiendo que era prácticamente lo mismo que yo, cosa que hizo que base por fin la guardia al completo dejando de estar tan a la defensiva e incluso acechándome con curiosidad palpable en mi mirada.

-Yo, soy Eises, y aunque ya lo abras deducido… Tengo poder sobre el agua, siendo particularmente buena a la hora de manipular su temperatura.- Respondí tranquilamente mientras seguía observándola con curiosidad, memorizando sus rasgos físicos gracias a mi visión tan particular.

-Pero, ¿Por qué alguien ha venido asta un lugar tan remoto?… Podría entenderlo si te gustase el frío como a mi, pero no pareces muy dada a el- Fui añadiendo a medida que dejaba que mi curiosidad fuese la que hablaba.

Mi opinión se basaba en el abrigo que llevaba, bastante mas grueso que el mío además de que posiblemente estuviese encantado, en constaste a la armadura metálica abierta en varios lugares muy poco apta para climas excesivamente fríos o calidos, lo cual me indicaba que no solía frecuentarlos.

- Eises... -Repetí con dulzura para memorizarlo, una vez ella terminó de hablar-. Es un nombre muy bonito... ¿Tiene algún significado especial?

Sonreí con dulzura. La niña era sensata y tenía muy claro su potencial. Dejé escapar una pequeña risita, no le faltaba razón en cuanto que no era habitual que soliera frecuentar tierras tan frías como ésta. Fue en este momento en el que me di cuenta de que aquí se estaba mucho más agradable de temperatura, gracias a los vapores del manantial.

- Eres muy perspicaz, Eises -Sonreí-. Pero, lo cierto, es que he oído que por estas tierras de hielo se esconden bellos e inimaginables tesoros. Quería darme el gusto de verlos con mis propios ojos... Y gracias a ti he encontrado algunos... Tus esculturas de hielo son todo un tesoro... ¿Me pregunto si en el Infierno aguantarían la temperatura...? -Esto último lo dije más para mí misma, como si estuviera pensando en voz alta, ya que mi mirada la acompañó pensativa. Volví a centrar la mirada en Eises-. ¿Te gustaría venir conmigo y conocer a otros demonios como nosotras? Estoy segura de que hallaremos la forma de que puedas encontrarte a gusto allí.

Quedé a la espera de su respuesta. Realmente me hacía mucha ilusión llevarla conmigo al Infierno. Era como una amorosa hermanita pequeña.

-Hielo…-

Respondí suavemente a su pregunta, mientras apartaba la mirada de la diablesa dirigiéndola por el lugar, no creía que necesitaría una explicación sobre porque tenia ese nombre después de que estuviese viendo como hacia las estatuas.

Una ligera sonrisa se dibujo en mi rostro cuando escuche el halago, rascándome ligeramente el carrillo derecho por ello. Pero atendiendo a su explicación parecía bastante convincente sobre las leyendas de los múltiples tesoros naturales de la zona, después de todo yo había llegado hay por la misma razón.
Pero cuando comenzó a hablar de las esculturas no pude evitar mirar a mi ultima creación, la cual seguía inertemente observando a Caeli sin ninguna expresión en su rostro.

-No creo que aguantasen el calor del infierno todavía… Crear hielo perpetuo en cantidades tan grandes no me es tan fácil- Al igual que mi interlocutora, parecía que estuviese hablando mas para mi misma que para ella. - Por otro lado… Quizá pueda hacer algo con un tipo dy hielo que se me ocurrió intentar crear.-

Hablaba de un hielo que absorbía la humedad del entorno en orden de “regenerar” su forma, de esa forma, aunque se fundiese por el calor, reabsorbería el agua y volvería a su forma original…
Mas el ultimo comentario de Caeli logro que me volviese visiblemente sorprendida por su proposición.
No negare que me empezaba a sentir cómoda con ella, pero ¿Por qué estaba ofreciendo a una desconocida como yo ir al infierno?
Había tratado con diablos antes, y siempre eran relaciones indiferentes por ambas partes, así que desde aquel día con los licántropos, había estado vagando relativamente en soledad, por eso aquellas palabras casi sonaban como lo que siempre había querido en el fondo.
Pero mi naturaleza desconfiada me forzó a preguntar lo siguiente

-¿Por qué…? Soy una desconocida para ti todavía, ¿No a sido una proposición algo acelerada?- Mientras replicaba tímidamente, tenia ambas manos entrelazadas en la espalda y la vista fija en mi pie derecho que hacia circulitos en el suelo

Sonreí tiernamente ante su comentario, seguramente las esculturas de hielo se derretirían por el calor en el infierno, pero posiblemente podríamos idear una forma de que el hielo perdurase allí abajo... algo difícil, pero posible.

Avancé hacia Eises con pasos tranquilos, y me arrodillé a su altura, mirándola directamente a los ojos con profundidad.

- No digo que encontrarte no haya sido casualidad, y tiempo habrá de sobra para conocernos. Pero, como princesa demonio, es mi deber acoger a todos los demonios extraviados. Y tú, Eises, además tienes un gran potencial. Tu fuerza nos hará progresar, serás reconocida y apreciada por otros demonios, yo misma me encargaré de que así sea -Guardé silencio un instante, y posé una mano con suavidad en su hombro-. Estaré a tu lado a partir de ahora, nunca más dejaré que estés sola. Quiero que seamos buenas amigas.

Me incorporé, con un suave suspiro, quedándome pensativa un instante.

- Quizá tengas razón. Es algo precipitado... -Giré el rostro hacia ella para mirarla directamente a los ojos-. Pero puedes confiar en mí. Sólo piénsatelo... En un par de días estaré en la Taberna de Eliria. Búscame si has decidido algo.

Me di la vuelta y me encaminé hacia el túnel que llevaba hacia el exterior. Pero me detuve un instante antes de abandonar la caverna, volviéndome hacia ella únicamente girando el cuerpo ligeramente.

- No muestres tu aura entre los humanos si no quieres que te descubran, y oculta tu apariencia demoníaca -Era un consejo. Bajé la barbilla para dirigirle una mirada aun más penetrante e influyente-. Espero volver a verte, Eises.

Me eché la capucha sobre la cabeza y desaparecí en una ráfaga de viento.

Era obvio que Eises necesitaría tiempo para pensárselo, no podía llegar y llevármela a la primera de cambio, necesitaba despertar su interés y generar un vínculo para que confiara en mí.

Permanecí completamente en silencio mientras dejaba que Caeli se fuese tras darme un par de consejos sobre como moverme entre los humanos, dándole vueltas a sus palabras durante un buen rato.

-Tu también eres muy perspicaz Caeli.- Deje escapar mientras me llevaba una mano al pecho.

Lo cierto es que aquella diablesa acababa de dar de lleno en una de mis fibras sensibles. La soledad que me acompañaba a todos lados.
Por esa razón sus palabras habían logrado llegar bastante hondo a pesar de que como mencione no nos conocíamos de nada. Pero unas palabras tan acertabas avían vuelto de golpe ese detalle en algo insignificante, demostrando que estas podían tener un gran poder bien usadas.

Me di lentamente la vuelta para observar el lago de agua cristalina, para posteriormente voltearme hacia el golem dy hielo que había observado la escena en completo silencio. Golem que decidí deshacer con un chasquido de dedos, provocando que se fundiese a bastante velocidad.

-Taberna de Eliria…. Espero que no quede muy lejos.-

Con el nombre en mente termine de desvestirme y aprovechar para relajarme un rato y aclarar mis ideas con las aguas termales que allí había. Posteriormente, una hora después, abandone la cueva y puse rumbo al asentamiento humano mas cercano, al tiempo que ponía en practica lo de ocultar mi aura