Visita inesperada

Me encontraba ante una de las puertas del cielo, frente a la reja y un par de guardias celestiales, de pie, con los brazos cruzados bajo los senos. Avancé un par de pasos para poder tener más cerca el rostro de uno de los guardias, y le pregunté con voz algo divertida.

Buenos días, caballero. Me llamo Angeline Breedlove, y vengo de visita para ver a la Reina Amy Sunie. ¿Podrían ser tan amables para ello?

El guarda, tras titubear un rato, tomándose la barbilla con dos dedos mirando el rostro picaresco de Angeline, accedió.

Muy bien, espere aquí por favor..

El guarda se marchó, dándome la espalda, en dirección al castillo.

El guarda caminó a través de los amplios jardines celestiales, por el camino central que pasaba bajo las copas de los árboles que cubrían en su totalidad el camino. Atravesó así mismo la Plaza Central y subió las escaleras del Templo Celestial sin titubear, entrando por las grandes puertas del mismo. Tras atravesar un largo pasillo con una alfombra roja a sus pies, se detuvo ante una puerta y llamó a la misma con sus nudillos.

Del interior, una aguda voz adornada con toques de dulzura, resonó permisiva.

Pase, por favor

El guardia abrió la puerta así mismo, y se irguió ante la misma, con los brazos pegados a sus costados.

Mi señora, se encuentra en la puerta la señorita Breedlove, esperando audiencia con Su Majestad.

Me levanté de la silla con lentitud, acercándome un par de pasos hacia el guarda, y mientras sonreía con amplitud, observaba con mis ojos verdosos su rostro blanquecino.

Hágale pasar, por favor

Sï, excelencia Tras asentir con respeto, cerró la puerta, y se marchó por donde vino, llegando a los pocos minutos a la puerta central. Se detuvo frente a la vampirsea, y abrió la puerta, sin apartar su rígida y dura vista del rostro de Angeline.

Puede pasar, señorita Breedlove. Su Excelencia le espera.

Tras abrir la puerta, condujo a Angeline a través del jardín principal, atravesándolo por medio de un camino que lo cruzaba de punta a punta. LLegados a la Plaza Central, apartóse de los ángeles que allí conversaban, intentando evitar que la vampiresa tuviera mucho contacto con ellos. Ciertamente, para el guarda no era de fiar, pero si eran órdenes de la Reina, debía ser traída. Atravesó entonces la plaza blanca cubierta de mármol, tras lo cual subió las escaleras del Templo. Se detuvo ante los dos guardias qeu protegen la entrada, y tras intercambiar unas palabras, la puerta les fue abierta con extrema lentitud. El guarda siguió hacia delante, entrando en un largo pasillo blanco del mismo color en las paredes y techo, y se detuvo frente a una puerta de madera, a la que llamó golpeando con los nudillos. La abriñó poco después e inclinó la cabeza nada más hacerlo.

Excelencia, aquí está la señorita Breedlove.

Se hizo a un lado para que Angeline pudiera pasar, y acto seguido se marchó a su puesto nuevamente

Al ver que el guarda me abría la puerta, sonreí ampliamente, viendo que todo marchaba como esperaba, y me interné en el Reino Celestial, atravesando aquellas puertas de acero pintadas de blanco. Seguía al guarda, atravesando aquellos bellos jardines de flores de diversos colores, bajo la sombra de unos majestuosos árboles ancianos que allí estaban.

Poco después llegamos a una Plaza cubierta totalmente de mármol, lo que me llamó bastante la atención, pues no debió ser algo fácil. Muchos ángeles pasaban por allí en aquel momento, conversando amistosamente, entre sonrisas y gestos amistosos. Sin embargo, me fijaba que el guarda esquivaba aquel lugar, yendo por otro lado. Me extrañó un poco, pero no le di excesiva importancia. Así que le seguí, hasta el Templo, y allí nos detuvimos unos segundos, hasta que la puerta se abrió, y nos internamos en el largo pasillo del Templo.

FInalmente, tras caminar varios metros, nos detuvimos ante una puerta, y pasé al interior, tras abrirse ésta, cerrándola tras de mí.

Buenos días, su Majestad Amy Sunie, jejejeje. ¿Qué tal va su reinado?¿Todo bien?

Tras verla entrar, me incliné levemente hacia delante, saludando de forma cortés, tras lo cual me levanté de mi silla de madera, y me acerqué a Angeline, para escuchar lo que me decía. Iba a responder a ello, no antes sin ofrecerle asiento en una silla que se encontraba frente a la mesa, señalada así por mi mano, mientras respondía.

Bueno, jeje, podría decirse que ando bien, Angeline. Y el Cielo, también, jejeje. Venga, toma asiento. ¿Quieres beber algo?

Tras ofrecerle algo de bebida, me fui a mi asiento justo enfrente, y me senté delicadamente, apoyando mis manos juntas sobre la mesa, con los dedos cruzados. Una dulce sonrisa se dibujó en mi rostro, al mismo tiempo que con mis ojos verdes observaba sus rubíes que tiene por ojos, con una mirada afable.

BUeno, ¿Y qué te trae por aquí? Es la primera vez que viene un vampiro aquí, jejejeje.

Ante todo, seguía sonriendo, pero en realidad, comenzaba a dudar.

¿Por qué habrá venido Angeline? Apenas me conoce, y la única vez que la vi en persona, fue la persona que me secuestró... francamente, espero que hoy venga con buenas intenciones

En el fondo, me preocupaba este asunto, pues no sabía qué magnitud tendría en realidad. Pero bueno, creo que irá bien.

Asentí levemente ante el ofrecimiento de un asiento, y me aproximé a la mesa con paso lento y sinuoso, hasta detenerme junto a la silla, colocando una mano delicadamente sobre el respaldo. Una sonrisa algo pícara se dibujaba en mis labios. Ya iba a saborear mi objetivo, mi objetivo que yo sólamente conozco. Entonces descendí sobre el asiento lentamente, hasta sentarme con las piernas juntas, mientras cruzaba mis brazos bajo mis senos con lentitud. Eso hacía que resaltaran más, aunque no era mi objetivo hacerle pasar por nada de ese tipo. Lentamente, levanté una pierna, que crucé sobre la otra, aunque ella quizás no lo vería por el simple hecho de estar fuera de su alcance de visión.

Cuando me hube acomodado, ladeé la cabeza hacia la derecha, para desplazar los cabellos negros a un lado, tras lo cual volví a erguirme, dejando que mi carbonado cabello se deslizara, casi como si fuera un líquido, sobre sí mismo, hasta quedar liso completamente tras mi cabeza.

Jejejeje, bueno bueno. Veo que vas al grano ¿eh? Tengo que hablarte de algo. ¿Recuerdas cuando te secuestré? Fue orden de Luccie, aunque no lo creas.

Tras terminar de saborear mis palabras, se me dibujó una sonrisa picarona en los labios, más todavía cuando se veían bajo los labios las puntas de mis colmillos sobresalir. Seguía cruzada de brazos, pero me incliné levemente hacia delante, para tenerla más cerca de mi. El ataque psicológico siempre es el arma más fuerte.

"Y si así debía conseguir mi objetivo, lo conseguiré, jejejejeje."

Suponía que eso sería un duro golpe a su construcción mental, y a su moral, aunque admito que es un golpe bajo. Pero ante todo es contundente.

Esperé a que estuviera cómoda, tras lo cual tomé asiento también, frente a ella, con una sonrisa condescendiente, ya que ante todo debía mantener una sonrisa a cualquier invitado. Sin embargo, me intimidaba la postura y la expresión que iba apareciendo en su rostro. Finalmente, sentí como si me hubieran arrancado un órgano en cuanto habló finalmente y me quedé rígida en aquel momento. No podía creer lo que estaba diciendo Angeline. ¿Luccie culpable de mi rapto? No creo. Además, si así fuera, luego fue la que me propuso una alianza....

Mis brazos comenzaban a temblar. No lo podía creer. Intenté levantarme, pero no pude hacerlo. Al darme cuenta de que no podía, desvié mi vista fijamente a la cara de Angeline, sobre todo fijándome en aquella mirada pícara que se cernía sobre mi persona. Y tratando de responder, conseguí que unas apagadas palabras salieran de mis labios.

Eso...eso...eso....no puede ser....Angeline....Luccie es buena y es mi amiga....¿Cómo iba ella a ordenar mi secuestro...? Además...poco después de mi secuestro, me sacó y me propuso la alianza...no seas mentirosa....

Era cierto que lo que dije era verdad. Mas no estaba segura ahora de si lo creía firmemente. Me había hecho dudar su tono, sus palabras, su expresión. Parecía haberse reido de mi ante mi presencia con esa respuesta. Pero debía mantener la compostura, incluso en momentos como éste.

Además...¿Qué pretendes....con esto...?

Mi sonrisa se hizo más llamativa aún si cabe. Me sentía algo satisfecha, mas todavía quedaba la mejor parte del almuerzo. Me daba cuenta de que había surtido efecto lo que dije, sobre todo en aquel temblor que parecía hacerse cada vez más fuerte. Se estaba quedando sin fuerzas, tan sólo por un golpe moral. "Angeline, eres un genio, jajajajaja"

Respondí, ante todo con mucha calma, a sus desasosiegos. "Esto funciona"

Es sencillo, querida. Sólo te quería como aliado ante los lobitos esos...

Pero me sorprendió que hiciera aquella última pregunta. Sin embargo, no por ello mi sonrisa desapareció, no, sino que se hizo aún mayor. Me relamía tan sólo del futuro sabor que tendría esta venganza.

Es simple, jejejeje....desestabilizarte.... Sobre todo, dejarte sin voluntad....

Estaba apenas a 5 centímetros de su rostro ahora. Probablemente ella podría golpearme en mi rostro, o yo al suyo, o hacer algún tipo de respuesta violenta. Aunque confiaba en que ella no era así, y si así fuera, en su estado, deduje que sería fácil bloquearla.

Mis fuerzas iban desapareciendo. No, no era posible que todo lo que dijera esa vampiresa fuera cierto. ¿Sólo me quería como apoyo militar? No...no es posible....es imposible....

Apenas podía mantener los brazos sobre la mesa, y cada vez me flaqueaban más. Sin embargo, cuando respondió lo segundo, ya sentía que la sangre me hervía. Mi rostro sumido en la penumbra de la sombra creada por mi propio cuerpo tornaba de una expresión dulce a una ligeramente irascible, o incluso colérica, aunque no se veía. Mis dientes rechinaron levemente por ello. Y la mano más cercana a Angeline se fue cerrando en un puño. Pero me sorprendía a mi misma. No sabía que podía llegar a estos límites. Sentía cómo la rabia me recorría las venas.

Ya no lo aguantaba más. Lancé el puño cerrado hacia su rostro, no sin mientras tanto gritar lo siguiente con cólera.

¡Cállate!¡Mentirosa!

Cada vez más me gustaba el resultado de mi visita. Sus fuerzas iban en decadencia, cada vez estaba más débil. No me esperaba que tuviera tanto éxito con la simple persuasión o seducción. En este caso no podría aplicar lo segundo, pero me daba igual. Veía sus dientes brillantes en la ligera penumbra que ella misma creó, rechinando y mostrando un aspecto más de su desestabilización mental y su rabia.

Pero ocurrió lo inesperado en ella. Veía su puño volar hacia mi bello rostro, aunque del grito apenas me enteraba por la concentración que tenía en mi vista. Me eché repentinamente hacia atrás, hasta donde su puño no pudo alcanzarme, y lo tomé entre las manos, dejando un trozo de su brazo al aire. Sonreí pícaramente ante la trampa que le tendí.

Jejejeje, has caído, querida. La rabia es el descontrol de la mente y del cuerpo. Nunca te dejes llevar por ella. Por eso YO mantengo la sangre fría siempre.

Tras eso, le di un severo mordisco en su brazo, clavando los colmillos hasta el fondo. Pero no le iba a extraer sangre, sino inyectar de la mía, aunque aprovecharía para absorber un poco de la suya ya que estábamos. Me mantuve así un rato, difundiendo flujo sanguíneo en su torrente. Pasados unos segundos, separé la boca de su brazo, y sentándome cómodamente en la silla, esperé a ver qué efectos tenía en su cuerpo, mientras observaba cómodamente, con los brazos cruzados bajo mis senos.

Me había asustado la forma en la que ella, manteniendo su sangre fría, estaba tan tranquila, esquivando mi puñetazo. Más me sorprendió que me lo tomara entre las manos y me hablara en ese tono pícaro tan bajo. Mi cara palideció más de lo que ya está, si cabe. Encima se atrevía a darme consejos incluso en momentos como éste.

Pero no me esperaba lo que vino después. Aquel mordisco...no dolió ni lo más mínimo, pero sentía que ya las fuerzas las iba perdiendo más. Me encontraba cada vez más pálida y paralizada, hasta que finalmente me desplomé sobre la mesa, agotada.
Me había sumido en un estado de inconsciencia, no sé a qué se debería.

¿Qué...ha...pasadooo?

Todo lo que veía era una gran cortina oscura que me bloqueaba la visión. Pero parecía una oscuridad infinita, no una que sabías que acababa ante ti. No, eso parecía ser algo mucho mayor.

Me sentía bastante sola allí. No había nadie, ni nada. No era capaz de vislumbrar ni tan siquiera un pequeño resquicio de algo iluminado. Levanté mis manos y bajé la vista para verlas. Me espanté al darme cuenta de que mis manos estaban oscureciéndose, hasta tornarse en un color morado. Mis brazos les iba pasando lo mismo. Y en ese "sueño inducido" grité, grité y grité, con tal rabia que parecía que se iban a reventar mis tímpanos.

¡¡AAarg!!¡¿Qué me está pasandO?!¡¡¿QUÉ ES ESTO?!!¡Nooooooooo!


Ya incluso eso dejé de verlo. Tan sólo estaba mi mente, flotando en algún lugar desconocido.

Veía cómo se desplomaba en la mesa, completamente inconsciente, mientras yo sonreía con una amplia sonrisa pícara. Despegué mi boca de su brazo y extraje los colmillos con lentitud, como si no quisiera dejar de tener mis labios en contacto con aquella suave y blandita piel. A decir verdad, parecía bastante delicada esta Reina. Me senté en la silla plácidamente, mientras cruzaba una pierna, y me apoyaba en los posabrazos con ambos codos, juntando las yemas de los dedos. El regocijo que me producía ver mi éxito era tal que casi tenía la piel de gallina.

Finalmente, tras jactarme de la victoria, me levanté de la silla, relajadamente, como si fuera hacia un baile señorial y me acerqué a Amy por un lado. Tras eso, la levanté del escritorio, y la tomé en brazos, cargándola sobre mi hombro como a un saco. Entonces fui hacia la puerta, pero caí en la cuenta de que sería peligroso salir, de encontrarme con algún guarda. Entonces dejé a Amy sobre la silla donde segundos antes me había sentado, apoyándola en el respaldo. Sus brazos caían como un peso muerto, al igual que sus pálidas piernas.

Entonces me senté en otro sillón que estaba al lado, y me acerqué al rostro dormido de Amy, mirándola con picardía, para luego susurrarle en un tono también pícaro.

Querida, estás guapísima así, jejeje. Espero que pronto despiertes, tenemos un mundo que aterrorizar juntas, jejeje...

Notaba como si me movieran del sitio en el que estaba. El silencio y la calma creados fueron desapareciendo, a medida que un resquicio de luz iba apareciendo en el fondo de la oscuridad. Cuando hube abierto los ojos, tenía unos iris tan rojos como la sangre frente a mi, mirándome con expresión tranquila. Me sobresaltó un poco su presencia, mas no hice un movimiento muy amplio. Me acomodé en el sillón, cruzando una pierna, y observé a Angeline, con expresión más seria que de costumbre.

No sé cómo, pero había oído lo que dijo, y me dispuse a responder en tono serio.

Sí, Angeline. Vamos a dominar, jejeje... Respondí riendo por lo bajo con cierta picardía.

Bajé la vista a mis brazos. Ya no estaban morados, pero sí notaba un cierto color ligeramente más pálido.

Volví a levantar la vista tras un pequeño asentimiento, y la centré en el rostro de Angeline, tras lo cual me levanté del sillón, tambaleándome un poco.

Ven... tenemos muchas cosas de qué hablar en la sala del Trono...

Cuando me hube estabilizado, salí por la puerta, tomando de la mano a Angeline. Mis ojos parecían ligeramente vidriosos, y mi expresión algo severa. Avancé pues hasta la sala antes mencionada, y tars entrar dentro, cerré la puerta al ver que Angeline entraba. Me fui a sentar en el trono, y le indiqué que se sentase en el contiguo, mientras me acomodaba en la recta silla de madera con adornos terciopelados.

Una nueva etapa comenzaba en el Reino Celestial.