Visita inesperada

OFF: Venimos de aquí.

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Aparecimos directamente en mi habitación. La puerta se cerró de un portazo de un empujón de viento, pero seguramente nadie lo habría escuchado. Le solté con la misma rabia que lo había agarrado antes.

- ¡¿Pero qué se supone que haces?! ¡¿Quieres que te descubra alguien?! -Le reproché inquisidora, esta vez en voz alta, con toda la rabia que antes había podido contener.

Estaba cabreada, mucho, pero en el fondo me daba mucho miedo que le pasara algo. Era la única familia que tenía, y a pesar de nuestras diferencias, le quería mucho. No quería tener que verme en el compromiso de tener que decidir entre él o mi reino.

Mi sonrisa pícara se amplificó, realmente estaba muy mona cuando se ponía en aquella actitud. Decidí seguirle el juego...

- ¿Acaso no te alegras de que tu hermano mayor haya venido a verte en un día tan especial para ti? -Pregunté en el mismo tono pícaro.

Abrí la boca para decir algo, pero me quedé con la palabra en la boca y me di la vuelta gruñendo.

- No tenías ningún derecho a presentarte así... -Dije entre dientes. No quería admitir en voz alta que sí que me había alegrado, pues seguía cabreada.

La picardía se transformó en ternura cuando se dio la vuelta, sabía leer entre líneas.

- Lo sé... -La abracé repentinamente desde atrás-. Pero era importante para ti... además, he venido por una causa de fuerza mayor... -Mi tono se solemnizó ante esto último.

El abrazo me pilló completamente desprevenida. No sabía cual era su truco, pero lograba hacer que bajara la guardia. Pero cuando creía que aquello me haría saltar, me tranquilizó... y preocupó al escuchar lo último.

Con suavidad, me deshice de sus brazos y me di la vuelta.

- ¿Qué sucede? -Me topé directamente con sus ojos, muy cercanos.

La miré directamente a los ojos, a ambos. Ya no estaba con actitud divertida, me había puesto muy serio.

- Ya ha empezado... He venido a recogerte... -Dije simplemente.

También le miraba a los ojos, curiosa y preocupada.

- ¿El qué ha empezado?

- La Guerra por la supervivencia de Yggdrassil, Caeli. Tenemos que prepararnos, no se mueve un ejército en cinco minutos... Los vampiros nos han dado tres días de margen para esperar a Omega y el ejército de Salem en las Llanuras Celestes... -Mis ojos seguían observando los suyos, casi sin pestañear.

Aquello me sorprendió, no esperaba que fuera a darme una respuesta como aquella.

- ¿Cómo sabes...?

- ¿Lo de los vampiros? -La interrumpí, como si supiera lo que iba a decir-. Vengo de estar con ellos. Han enviado a un grupo para retenerlos en el paso de las Cordilleras de la Desesperación. Por eso tenemos tres días...

- ¿Te has reunido con ellos? ¿Por qué no me habías dicho nada? -Aquello en cierto modo me molestó. Me hizo sentir como el último mono...-. ¿Desde cuándo tienes relación con ellos? -Mi tono sonó tan inquisidor como acusador. Me molestaba que mi hermano hubiera hecho más progresos que yo con las relaciones. Era como si le culpara por ello...

- Caeli...

Suspiré con resignación. Su tono no me había gustado. Yo sólo quería cuidar de ella. Pero parecía que hablaba en serio y no podía dejar que aquello desencadenase en una discusión.

- Conocí a la reina Luccie hace tiempo... en cuanto supe de la resurrección de Omega fui a visitarla porque sabía que ella podría ayudarme a pensar un plan, ella cuenta con un buen ejército... Entonces convocó a sus aliados, y entre todos nos pusimos de acuerdo. Aunque ella ya parecía haber pensado en una estrategia de antemano, porque se había puesto de acuerdo con los brujos para que crearan un escudo mágico que nos protegiera de la magia de Omega y Salem... en incluso parecía también haber planeado la retención en las Cordilleras... aun a sabiendas de que ese grupo podría no volver, al resto nos daría tiempo para prepararnos.

Esperaba que lo comprendiera. La habría avisado de haber sabido que se celebraría aquella reunión. Pero me pilló por sorpresa.

Me sentí culpable al momento en que vi cómo le había sentado aquello, pero era demasiado orgullosa para admitirlo. Así que me volví a dar la vuelta.

- Muy bien. Entonces ve a por tu ejército. Nos reuniremos en las Llanuras Celestes, como el resto.

No quería decir nada más. Si decía que no había tiempo, era que realmente no lo había. Y debía ponerme en marcha.

- ¡Espera, Caeli! Hay algo que debo pedirte antes de que te vayas...

Me giré lentamente, pero no me di la vuelta y le dirigí una mirada inquisidora.

- Habla -Sonó tajante, como una orden.

- Necesito que me prestes a tus médicos. Me voy a encargar de dirigirlos y necesito médicos de todas las razas para poder curar a todos los que lo necesiten.

Mantuve la mirada. Aunque estuviera más distante, confiaba en ella después de todo.

- Allí los tendrás -Respondí en el mismo tono antes de volver la cara hacia el frente-. Y ahora si me disculpas... Nos veremos en el campo de batalla...

Abrí la puerta y me marché hacia el exterior.

- Adiós Caeli... -Me despedí, en un tono apagado. Parecía que el infierno la transformase. Demasiada oscuridad...

Dejé escapar un profundo suspiro y después me desaparecí en un destello de luz de allí.