Tierra de Lobos:

Esperaba tranquilamente sentado y fumando de mi pipa en el interior de la gran sala del Salón de los Cazadores la llegada de un nuevo miembro a nuestra comunidad. Había oído hablar de ella y su pasado, pues de una joven cazadora se trataba. Su pasado, un pasado muy parecido al mio me había conmovido lo suficiente como para mostrar interés en conocerla personalmente, y quizás, ofrecerle un nuevo destino y futuro en el nuevo orden que pretendía crear para los míos.

El grupo de aquellos que se decían llamar "cazadores del mal" me condujo a un claro con muchas edificaciones. Lo llamaban "El Salón de los cazadores", supongo que haciendo honor a su nombre grupal. Yo la verdad es que no estaba muy convencida de estar allí. Cierto es que aquellas personas me habían salvado de la muerte segura que me habría traído mi padre, pero también es verdad que habían acabado con lo único que me quedaba en el mundo importante de verdad. Así que ahora sólo estaban ellos, y ni tan siquiera entendía mucho de lo que hacían.

Cuando llegamos a la que llamaban la gran sala del Salón de los Cazadores, todos parecieron diluirse. Dijeron que no me moviera de allí, que tenían cosas que hacer. Yo no me podía creer que me fueran a dejar sola en aquel lugar desconocido. Intenté decirle algo a alguien para que se quedase conmigo, pero no supe a quien dirigirme y me quedé como una boba moviendo los labios hacia la nada. Entonces me senté en el suelo.

Supongo que me tocaba esperar, pero ¿a qué? ¿de verdad merecía la pena esperar por algo ahora que lo había perdido todo?

Cuando los guardias se marcharon dejando a la joven en el Alón de los Cazadores aguardé unos instantes en silencio, observando sus acciones desde un lugar en penumbra donde no podía verme. Tras un rato, aspiré una nueva bocanada de humo y me levanté de mi asiento. Caminé lentamente en su dirección para que pudiera verme, mientras permitía que el ruido de las botas sobre el suelo de madera le sirviera a la joven de pista sobre mi presencia.

-Bienvenida seáis a este Salón de Cazadores, muchacha.- Dije inmediatamente después de detenerme ante ella a cierta distancia. -Disculpad a mis hombres, las cosas se han puesto un poco difíciles por aquí en los últimos tiempos.- Hice una pausa: -Hemos escuchado muchas cosas sobre vos.-

Estaba mirando a la nada cuando de repente escuché unos pasos que se acercaban a donde estaba yo. Levanté la vista para ver si era alguno de los que estaban en el grupo, y cuando vi que no lo era sentí decepción mezclada con miedo. ¿Quién era aquel hombre tan alto y vestido de negro? ¿Sería peligroso?

-Bienvenida seáis a este Salón de Cazadores, muchacha.- dijo -Disculpad a mis hombres, las cosas se han puesto un poco difíciles por aquí en los últimos tiempos.

Si bueno, por muy difíciles que estuvieran las cosas no me parecía bien que me dejaran ahí como a un desperdicio. Pero no quise decir nada, no fuera que aquel hombre se enfadara y me hiciese algo.

-Hemos escuchado muchas cosas sobre vos.

Eso sí que me llamó la atención. ¿Tan rápido se había corrido la voz de lo que había pasado? Quería saber hasta qué punto aquel hombre sabía algo sobre mí, por si su versión de la historia me podía aclarar algo la confusión que tenía.

-¿Qué tipo de cosas habéis escuchado sobre mí?

-Muchas cosas.- Respondí a su pregunta. -Pero no temáis, nadie os va a hacer ningún daño aquí.- Añadí en tono amable mientras observaba a la chica.

Me dirigí hacia el brasero central cuyo fuego interior se encontraba prácticamente extinto, removí cuidadosamente la superficie, retirando los restos carbonizados y colocando aquellos trozos de material aún inflamables en la superficie. Mañana los encargados limpiarán el brasero y pondrán nuevo carbón. Este ya estaba prácticamente consumido.
Tomé un poco de yesca y la prendí, para posteriormente prender con ella el brasero de nuevo y así lentamente, iluminar todo el Salón.

-Así está mejor, ¿No creéis?.- Me volví con un suspiro a la chica. -Bien, sabemos muchas cosas de ti, pero no sabemos tú nombre.- Puntualicé con cierta ironía: -Russel Faraday, Líder de los Cazadores del Mal Renegados....-

Incliné la cabeza levemente sin perder su cara de vista, al mismo tiempo que tocaba el extremo del ala de mi sombrero con la punta de mis dedos índice y pulgar.

Aquel hombre no acabó de decirme qué era lo que sabía de mí y a mí me interesaba enterarme, pero cambió de tema y se presentó. Por lo visto era líder de los cazadores del mal renegados. Eso quizá explicaba aquel aspecto que imponía tanto. Yo también me presenté.
-Yo me llamo Estela Crow, pero te puedes ahorrar el apellido.

No sé, la verdad que tenía ganas de no andar con tantas formalidades. Tenía ganas de poder establecer una relación familiar con alguien, quizá para suplir la carencia de mis padres, podría ser. Además, desde que él había avivado un poco el fuego, veía mejor su cara y ya no me daba tanto miedo como antes, cuando estaba repleta de sombras.

No sabía muy bien qué más decirle a aquel hombre. Parecía como si esperara algo de mí y desconocía el qué. Así que sin dar más rodeos se lo pregunté.
-¿Qué se supone que tengo que hacer aquí?

-Bien, Estela Crow. Estás aquí por tu pasado y tu futuro...- Hice una pausa mientras miraba sus ojos atentamente. -Si es que aceptas tomar un nuevo camino.-

Me quité el sombrero y acaricié mi pelo cerrando mis ojos unos segundos, estaba cansado de mis recientes viajes por la tierra de Yggdrasil. Me hubiera gustado tomarme un pequeño descanso, aquí en mi propia tierra y entre los míos, pero sencillamente había mucho por hacer, demasiado.....

-Sabemos que no tienes a nadie, estás sola y también sabemos que has sido victima involuntaria de aquellos a los que llamamos "criaturas del mal".- Respondí mientras volvía a colocarme el sombrero en la cabeza y luego me volví a un banco para sentarme, enfrente de la chica.

-Sabes bien de lo que te estoy hablando...-

Mientras me decía aquello del pasado y del futuro se tocó el pelo de una forma que me resultó incluso atractiva, y eso que en sí podría haber parecido amanerada. Y estaba pensando en eso cuando siguió hablando.

-Sabemos que no tienes a nadie, estás sola y también sabemos que has sido victima involuntaria de aquellos a los que llamamos "criaturas del mal".

Aquello, aunque sonó sincero, la verdad es que me hizo sentir más dura aquella realidad. Era cierto, ahora mismo no tenía nada. Mi único futuro, en caso de tener alguno, era intentar conocerlos a ellos.

-¿Y hay más como mi padre, que se transformen en... eso?-pregunté poniendo cierta cara de asco al recordar aquel horrible aspecto que tenía mi padre el último día que lo vi-. ¿Y no hay forma de volverlos a transformar en personas normales sin tener que matarlos?

Era consciente de que estaba preguntando demasiado, pero tenía mucho por saber y de siempre yo era muy impaciente, más ahora que todo se me hacía extraño.

-No sabemos demasiado sobre el como y el porqué de esa raza de seres.- Respondí a su primera pregunta mientras reclinaba sobre el banco y cruzaba las piernas. -Tan solo que son criaturas veleidosas, que tan pronto pueden mostrar bondad como maldad.- Guardé unos minutos de silencio: -Dudo que tu padre vuelva a ser el que era.-

Permanecí en silencio observando a la joven, evaluando su carácter, su templanza, en el fondo deseaba que fuera capaz se dar el paso, de aceptar la realidad, de aceptar que su vida pasada se había ido para siempre y que ahora tenía que seguir un nuevo camino. Solo ella podía decir y debía decidir ahora y por propia voluntad.

-Quizás se podría revertir el proceso de trasformación. Cosas más raras he visto en este mundo en el que vivimos y muchas de ellas imposibles.- Suspiré. -No te puedo prometer que tu padre vuelva a ser humano, pero sí te unes a nosotros, si sigues la senda de Cazadores, podrás combatir a aquellos que destrozaron tu vida, he impedir que nadie más tenga que sufrir lo que tú has sufrido.- Bajé la vista unos segundos para que pensara en lo que acababa de decir.

-O puedes volver a tu casa, llevar una tranquila vida campesina, casarte y tener hijos. La elección es tuya por supuesto.-

¿Cómo? ¿Mi padre estaba vivo? Yo por lo que vi lo habían matado, ¿o no?

-¿Mi padre sigue vivo?

Una parte de mí se alegró, y la otra se atemorizó de pensar que él pudiera encontrarme. Desde luego que no iba a volver a casa, estuviese mi padre vivo o no. Después de lo que había pasado necesitaba saber más de ese extraño mundo de seres inhumanos a los que llamaban criaturas del mal. No podía vivir como si nada y tener hijos sabiendo que quizá un vampiro podía entrar a mi casa y chuparle la sangre a mis hijos. Tenía que aprender a defenderme de aquellos seres, y presentí que allí iba a aprender de verdad a hacerlo.

-Yo de aquí no me voy. Quiero saber más de vosotros y de lo que hacéis.

Estaba ansiosa por empezar el aprendizaje y me puse de pie, a la expectativa de que desde ya me comenzara a enseñar algo. Desde siempre yo era impaciente y ahora que se abría la posibilidad de que mi padre estuviese vivo, más.

-Otra pregunta para la que no tengo respuesta, una vez mas has de ser tú quien debe encontrar la solución.-

Parecía una chica inquieta y la pequeña conversación que acabábamos de mantener le había afectado, tal y como esperaba. De todas formas ella tenía la última palabra sobre su destino, pero creía suponer cual iba a ser su respuesta. Esta no se hizo esperar:

-Pero que quede claro, aquí no se dejan las cosas a medias, o eres de los nuestros o ya te puedes volver a donde sea que vivas ahora. Nadie te lo impedirá....- Respondí con un trono de voz neutro pero firme mirándola a los ojos.

-En los barracones exteriores más pequeños encontrarás alojamiento y el que será tu refugio durante los próximos meses.- Me levante del banco y me situé frente a ella unos instantes antes de abandonar el Salón de los Cazadores.

-Mañana a la salida del sol, es decir: a las seis de la mañana, ni a las siete ni las cinco, estarás despierta y lista para empezar con el entrenamiento.- Enfilé con paso ligero a las puertas y añadí: -Aprovecha lo que queda del día y la noche para pensar.....-


OFF: Concluye este hilo como quieras y ya te asignaré uno nuevo para seguir en esta sección.

Aquel tipo me parecía un poco exigente de más, incluso algo estúpido, pero como me quería quedar allí para averiguar lo que había pasado con mi padre, pues le seguí la corriente.

-Por supuesto que sí. Yo soy siempre muy madrugadora. A las seis de la mañana estaré como un clavo lista para entrenar. Y no me echaré atrás. A partir de ahora soy de los vuestros.

Se lo dije con mucha firmeza para que él mismo no se diese cuenta de mis dudas. Y acto seguido decidí buscar los barracones exteriores para dormir. En realidad, si podía entenderse madrugar como levantarse a las diez de la mañana, pues sí, a veces había madrugado. Pero eso de las seis no sabía cómo lo iba a llevar. Ya veríamos si al final me convencía la vida allí.