Cena encantadora [Caeli, Lucius y Amy]

Nunca me había sentido más feliz de ver a otra persona feliz. Era el sentimiento más bonito que jamás había sentido: el altruismo, el dar cariño sin esperar nada a cambio. Esta vez había sido el más fuerte y sincero que había sentido jamás. Todavía no conseguía olvidar sus ojos grisáceos de mi cabeza, a pesar de que estaba con la mirada perdida en el mantel blanco. Pero no, no era momento de mirar un mantel. Era momento de disfrutar el tiempo con Caeli y su hermano.

Entonces desvié una mirada endulzada con mis ojos abiertos como platos, para no dejar de observar lo que ocurría, hacia Caeli, que se sentó a mi lado. Tomé su mano casi de forma que parecía estar soñando, lenta y suavemente, y esbocé una sonrisa ligera, mientras sentía un calorcito, por primera vez en todo el día, transmitirse por mi mano desde la suya. Como si el tiempo fuera más despacio, veía ondear su cabello por el movimiento que hizo al agacharse y tomar asiento, desplazándose ligeramente de un lado a otro de su cuello. Sus ojos irradiaban un brillo sin igual, una pasión por lo que acontecía. Era el mar donde nuestros corazones se perdían, en búsqueda del otro. La búsqueda que parecía infinita pero que por fin, hoy, había llegado a su fin. El nexo entre ellos sería de lo más perdurable a partir de ahora con gran probabilidad.


Caeli, vamos a disfrutar de esta noche como nunca antes pude hacerlo contigo

Repuse casi como en un sueño, en un estado de conciencia alto, lejano del mundo real.

Pero entonces recordé que no sólo Caeli era quien se encontraba allí, sino Lucius. No debía dejarle solo, o al menos, no pensando que le estaba dejando a un lado. Entonces, tras volver a sonreir cerrando los ojos, giré mi rostro hacia Lucius, y ladeando la cabeza, alcancé a preguntar.

¿Verdad Lucius?

Fui testigo de la firma de paz entre ambas, Amy y Caeli, aquel abrazo no solo demostraba que hubieran enterrado el hacha de guerra, sino que además, se aceptaban como hermanas. Pues no debía de olvidar que Caeli era mucho más ángel que lo que su apariencia demoníaca y su aura oscura pudieran demostrar.

He de reconocer que me sentí un poco celoso, ninguna de las dos me había dado antes un abrazo como ese... Pero estaba feliz por ellas y sonreía feliz de ver aquella escena. Parecióme que se hubieran olvidado incluso de mi presencia, aquello no escapó a mi buena visión, pero no quise interrumpirlas. Sino que esperé pacientemente a que regresaran a mi compañía.

Amy pareció hacerlo antes, y me hizo gracia la mirada recelosa que me echó Caeli, ¿acaso las había interrumpido con mi invitación? La desafié con la mirada, siguiéndole el juego de miradas, dándole a entender que Amy era mía, que no la retuviese tanto contra sí.

Pero, volví a sonreír ampliamente cuando estas tomaron el camino hacia la mesa. Me apresuré a retirarle la silla a Amy, y a arrimarla después con suavidad cuando ésta se hubo sentado. Repetí el mismo gesto con mi hermana y luego ocupé la silla que estaba vacía, tomando la botella de champán que restaba fresca en la cubitera del centro de mesa.

- Si me permitís, queridas, voy a proponer un brindis -Miré a Caeli al tiempo que alzaba la botella para comenzar a servirle en su copa-. Un brindis por la maravillosa llegada de mi querida hermana Caeli.

Me incliné ligeramente hacia ella, mirándola con una pícara complicidad en la mirada. Y tras terminar de servir a Amy y a mi mismo, alcé mi copa.

- ¡Por Caeli! ¡Y porque viva muchos años más junto a nosotros!