La nueva Caeli et Terra

En mitad de toda esta guerra entre razas, nació un bebé cuya sangre era mitad angelical y mitad demoníaca. Muchos creían que fue el fruto de una alianza fallida, pues la madre, Ángel, fue sentenciada a muerte por tal intento y nunca llegó a firmarse ese tratado de paz. Sin embargo, el padre, Demonio, fue recompensado al lograr la caída de otro ángel. Pero, para su desgracia, él mismo se había sentenciado a muerte, pues después de todo su acto había conllevado acercarse demasiado a un Ángel... aunque él en el fondo no buscase el amor de esa Ángel, sino engendrar a un demonio más poderoso que el resto. Dicha exposición, no le permitiría permanecer con vida por mucho tiempo más.

Su hija, por entonces, iba a ser ejecutada, siendo entonces un bebé recién nacido, al no entender el motivo mayor que el Demonio había tenido para engendrarla. Pero la niña tuvo más suerte que desdicha, pues su propio padre se exilió, para poder así pasar el resto de sus días con su hija y así poder criarla. Le enseñó todo lo que pudo, le transmitió su historia, pensando en el destino que le podría deparar a la pequeña además de que podría beneficiar a su propia raza en un futuro, ya que para él y seguramente también para el resto de sus hermanos de sangre, seguía siendo una Demonio con sangre angelical. Pudo resistir durante los primeros diez años de la vida de su hija, nada comparado con lo que un Demonio podía llegar a vivir, apagándose día a día a medida que pasaba el tiempo, hasta que su vida terminó de apagarse y a partir de entonces la niña tuvo que apañárselas sola.

Ella no eligió esa condición, pero era una Demonio. Creció aprendiendo a odiar a los Ángeles más que a otras razas, nunca llegaría a comprender cómo éstos podían haber llegado a emitir tal juicio, llegando hasta el punto de matar a su madre por tratar de firmar una paz que nunca llegó con sus enemigos predilectos.

Su fidelidad hacia los Demonios, aunque hubiese crecido lejos de ellos, podía calificarse de intachable. No podría mostrar jamás piedad alguna hacia un Ángel.


Pero ella siempre había temido a la aceptación de los su propia raza, debido a la sangre angelical que corría por sus venas. Se ocultó del mundo refugiándose en el regazo de los Demonios Renegados como Princesa. Conoció al otro príncipe renegado, un ángel sublimado, encontrando en él a un igual debido a su origen angelical, dándole el valor que necesitaba para salir a la luz. Juntos derrotaron al antiguo Rey de los Demonios renegados, Kain, un demonio de fuego. Y posteriormente aquel príncipe ocupó el trono.

El Infierno renegado fue recuperando poco a poco su esplendor, nuevos y reconocidos demonios surgieron de entre las sombras, devolviéndole el prestigio que esta tierra maldita había perdido con el anterior reinado de Kain. Caeli se convirtió en la mano derecha del nuevo rey, y dicha confianza le llevó a conocer al Líder de los Cazadores del Bien, William Schcliff, el humano más siniestro que Caeli hubiera conocido jamás, y aunque no formalizaran una Alianza, se convirtió en un buen amigo de la princesa.

Poco a poco se fue dando a conocer, a los dos príncipes de los Demonios, primero a Darksik y luego a Wataru, pero nunca llegó a conocer a su rey Aspicious, debido a los planes que su rey, el de Caeli, se guardaba celosamente para sí mismo.

El rey de los demonios renegados marchó en una misión con otros dos demonios, pero nunca supo más de él... Esto sucedió en un momento crítico, pues las piedras del equilibrio continuaban siendo destruidas una tras otra y la amenaza de Omega se hacía cada vez mayor... El equilibrio del mundo se resquebrajaba. Caeli, como buena mano derecha y segunda al mando, asumió la regencia del Reino renegado de los demonios, forzada un poco por las circunstancias, con la esperanza de que sólo fuera algo temporal, y el rey regresara al trono.

En aquel tiempo de soledad, Caeli se topó con el que por entonces creía su mayor enemigo: un ángel. Se enfrentó a él dejando salir por fin a la bestia que llevaba dentro. Pero éste la reconoció... pues resultó ser su hermano Calei. El impacto tomó a Caeli un tiempo de reflexión, pero finalmente decidió enterrar su hacha de guerra con él y darle una oportunidad.

Pero el rey continuaba desaparecido y la última piedra fue destruida, liberando a Omega de su encierro. Entonces, y sólo entonces, Caeli asumió el poder y liderazgo de los suyos, para enfrentarse al destino como estaba ya previsto.

La Guerra se desató, y Caeli, junto a su hermano Calei Lucius, rey de los ángeles, y los demás aliados que se habían unido para enfrentar el Apocalipsis, estuvo a la cabeza en primera línea. Luchó como una auténtica guerrera de corazón, defendiendo el buen nombre de los Demonios Renegados. Pero pecó de heroína, pues se enfrentó cara a cara con el precursor de esta guerra, el lado oscuro del brujo Salem, un ente oscuro que había absorbido todo el poder de las piedras del equilibrio. Su temerariedad la mató. Aun siendo reina, este ente podía superar el poder de un rey y tenía unas grandes fuerzas de la magia oscura a su favor. Caeli lo subestimó y sucumbió terminando con el legado de los Demonios Renegados.

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Ahora han pasado varios años desde aquello. El alma de Caeli vagó por el Más Allá buscando a su madre. Pero no la encontró. Encontró en cambio a su padre, el demonio Draihkon, y él le puso al tanto. Al morir él también la había buscado sin descanso, pero lo que descubrió es que ella había logrado regresar al plano de los vivos.

Entonces, una sombra con forma de cadavérica garra oscura la agarró por sorpresa y sin posibilidad de escapatoria posible, y desapareció. La arrastraron hasta el linde entre el Más Allá y el Plano de los Vivos, concretamente la Diosa Saphine la había invocado. Le mostró a través de un portal de oscuridad a William Schcliff, el antiguo Líder de los Cazadores del Bien. Caeli lo reconoció al instante y los ojos se le aguaron, aunque contuvo las lágrimas ante la temible diosa. Will, su Will, al conocer la noticia de su muerte años después, había exhumado su cadáver en busca de pruebas, y su anillo se lo había confirmado. Se encontraba ahora sobre la tumba de Caeli portando en sus brazos el cuerpo de una mujer que bien en vida podría haber suplantado a la misma Saphine.

La diosa de la muerte le explicó a Caeli el pacto que había hecho con el cazador. Tiempo atrás, aquella vampiresa primigenia le había servido fielmente, pero en los últimos tiempos la había traicionado, sucumbiendo a la luz. El cazador, en cambio, siempre le había sido fiel, honrando a la muerte con cada criatura que había cazado. Cuando vino a ella pidiéndole que devolviera la vida a Caeli, la diosa le pidió un sacrificio: Si le entregaba la vida de aquella vampiresa traidora, a cambio le devolvería la de Caeli, y así la diosa también se cobraba su venganza. Caeli comprendió entonces que no tenía elección. La diosa había tomado una decisión irrevocable, William le había traído lo que ella quería, a cambio de recuperar su vida.

Caeli aun desde aquel plano no pudo evitar contemplar a William, aun le amaba. Saphine, le estaba ofreciendo una segunda oportunidad en Yggdrasil. Caeli lo sopesó: el sacrificio estaba hecho, el precio por su vuelta ya había sido pagado. Ella deseaba volver a ver a William, no podía negarlo. Además de que también deseaba encontrar a su madre en Yggdrasil. Su búsqueda, aun no había concluido.


Con la muerte y la resurrección, muchas cosas en Caeli habían cambiado, su poder había menguado así como el control que antes poseía sobre su aura. Sin embargo, con la muerte había surgido algo en su interior, la bestia que llevaba dentro se había calmado, había conseguido domarla y doblegarla a su antojo, permitiéndole sacarla cuando y como ella desease. Así mismo, se había vuelto una persona mucho más prudente, puesto que en su anterior vida fue precisamente su temerariedad la que la mató. Pero sobre todo, desarrolló un odio irracional hacia los Demonios Renegados, a los que ahora no puede ver ni en pintura. Podría decirse que ahora fuesen ellos los que despiertan a la Tempestad más que los propios Ángeles, que antes la hicieran perder el control sobre sí misma y despertar a la bestia que lleva dentro.

- Bipolaridad Extrema: Debido a su origen angelical es como si dos caras convivieran en armonía la una con la otra. Caeli es una persona que vive en ambos extremos de su personalidad más intrínseca y puede pasar de uno a otro con suma facilidad, aunque procura mantener su lado más tranquilo a flote.

- Tempestad: Caeli es una persona generalmente sumida en una calma contagiosa, la Tempestad es su lado más oscuro, el nombre que recibe la bestia que lleva dentro, cuando se desata mejor no estés cerca de ella.