† Despertar †

Mucho tiempo atrás, en un lugar antes regido por los vampiros oficiales había un templo al que los vampiros más sanguinarios acudían para adorar a su diosa más mortífera, Saphine. Cuando la guerra civil se desató y un numeroso grupo de vampiros se renegó, este templo fue destruido. Sin embargo, sus cimientos aun seguían ahí aunque olvidados... sepultados por la naturaleza con el paso del tiempo. Incluso habían olvidado quién yacía en ese lugar, en lo más profundo se había construido una cripta y alguien que creían había sido representada por la misma Saphine en vida, había sido condenada al letargo en ese lugar.

El sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte, el ocaso pronto llegaría a su fin y caería la noche. Un hombre caminaba por estas tierras, aun sabiendo que estaban malditas. Estaba asustado, temblaba de frío y miedo, se había perdido y la noche se cernía poco a poco sobre el lugar. Tropezó y cayó al pisar en falso sobre la vegetación que cubría la cripta. Cayó dando un planchazo sobre el ataúd de mármol, ahora grisáceo, empolvado con el paso del tiempo y del olvido. Se había dado un fuerte golpe en la cabeza y el pecho, el shock interrumpió su respiración, quedando inconsciente. Un hilillo de sangre chorreaba por su sien y comisura de sus labios, el golpe había resquebrajado ligeramente el mármol, y la sangre se coló lentamente por la fisura, goteando inevitablemente hacia los labios de la mujer que yacía en el interior.

Bastaron pocos segundos para que reaccionara, moviendo los labios para que la boca se abriera un poco más y la lengua pudiera salir al exterior para recibir directamente aquella sabroso líquido vital. Poco a poco, fui abriendo los ojos y moviendo los dedos, despertando cada uno de los músculos de mi cuerpo.

No estaba lo suficientemente fuerte aun, pero la sed, el hambre, despertaron mis instintos. Me proyecté hacia arriba, llevándome un trozo de mármol conmigo y, rápidamente busqué el cadáver, abalanzándome sobre él para beberme hasta la última gota de sangre que corriera por sus venas.

Apenas podía apreciarse por la oscuridad, pero pálido tono de muerte que antes tenía mi piel, fue adoptando uno más natural, más vivo.

Cuando terminé de saciarme salí al exterior para reconocer el terreno, aun hambrienta de más sangre. A pesar de ser de noche, reconocía el lugar. La mansión que habitaba mi creadora estaba cerca. Rápidamente, me aparecí donde debía estar, pero no estaba... Confusa y sin entender lo que habría podido suceder, decidí explorar el lugar en busca de de algún vampiro que me pudiera poner al tanto de lo sucedido.

Mis pasos me llevaron hasta un castillo, por prudencia, decidí no entrar por ahora. No sabía a quién me podría encontrar allí y aun estaba débil. Agudicé mi oído sobrenatural en busca de alguna información de allí que por ahora me pudiera servir.

–"Su majestad, el rey Itachi..." –Escuché a lo lejos.

"Hmm... un rey..." Enseguida todo lo que mi creadora me había enseñado sobre el protocolo regresó a mi mente. No podía presentarme con aquellas pintas ante él, ante todo era una distinguida dama y no podía olvidar que la primera impresión era muy importante.

Me di la vuelta, sacando mis alas, para dirigirme hacia la ciudad humana. Si las cosas no habían cambiado mucho, debía hallarse en el mismo lugar.