La primera escapada

Esta era una de las pocas noches de luna llena. Una de las pocas noches con las que una podía sentarse en las costas a disfrutar y pensar detenidamente, una de las cosas que mas me gustaban. Estiré las piernas de forma perezosa y subí la mirada al cielo. No recordaba mucho de nada, aun que la mayoria habia sido del castillo. Al parecer habia nacido en un momento complicado, pero mi madre supo llevar su reino a delante y seguir cuidandome y mi padre me entrenó en todo lo que se. Me tumbé con mis ojos color de la sangre escrutaban el horizonte. Definitivamente muchas cosas habian pasado y yo, solo llevaba unos pocos años siendo consciente de todo lo que pasaba a mi alrededor y eso me daba muchas cosas en las que pensar.

Una chica paseaba sola e indefensa por la orilla. El agua le cubría los pies descalzos mientras caminaba observando la luna llena. Se detuvo un instante a observar hacia el horizonte, la inmensa luna se reflejaba en las calmadas aguas. Era de los pocos momentos en que se podía discernir el horizonte en la oscuridad.

Pero su tranquilidad no le duró mucho, a decir verdad tampoco su vida. Ya que repentinamente me cerní sobre su apetitoso cuello y lo desgarré para saciar mi sed. Después la dejé caer como si no me importara, dejando que la marea se la llevara, sin una sola gota de sangre en sus venas y sin vida.

Me percaté entonces de que había alguien más allí y no pude más que sonreír. Su aroma era cautivador, bastante. Pero no olía a humana, eso estaba claro. Me limpié la sangre pasándome el puño por la boca y, con una mirada traviesa, me acerqué a ella con paso firme aunque tranquilo.

No dije nada, al principio, sólo le tendí la mano por si quería beberse el resto de la sangre. A mí no me engañaba, había visto sus ojos...

Escuché unos sonidos lejanos, a los cuales no presté atención hasta que ese dulce y delicioso olor a sangre inundó mi mente por completo. Enderecé mi cuerpo hasta quedarme rigida. Solo tube que echar mi mirada hacia un lado hasta ver a un cuerpo flotar inerte en la orilla. entrecerré los ojos cuando una mano ensangrentada se presentó ante mis ojos. Levanté la mirada y sonreí de medio lado-no gracias, estoy satisfecha por hoy- medite ante su imagen, se parecía mucho a alguien, algo que yo habia visto y que aun no reconocia. Su aura era parecida a la de papa, pero tenía una mezcla, un aroma, extraño aun que cautivador aun que mas bien, peculiar.

-Si gustas puedes sentarte..-susurre desviando la mirada levemente-Nunca te habia visto, aun que a decir verdad soy demasiado joven me temo, mi nombre es Lucia..-

No dije nada ante su negativa, simplemente devolví mi mano a mis labios y me bebí la sangre restante como si la besara, mientras me invitaba a sentarme junto a ella. Levanté mi mirada ahora ensangrentada en ella, todavía sin despegar los labios de mi mano. Ahora sí, los despegué, sonando como un sonoro beso. Y con la distinción de una dama, acepté sentarme junto a ella, colocándome adecuadamente la falda del vestido.
–Bueno, yo llevaba mucho tiempo dormida. Así que, es natural que no me hayas podido ver antes, pequeña –Mi voz era dulce y embriagadora.
Al sentarme a su lado de repente me sentí como si hubiera ocupado el lugar de mi creadora, como si yo ahora fuese la maestra y Lucia la aprendiz. Aunque no fuera mi discípula, me había hecho sentir su mentora por un momento.
–Yo soy Katerina... y podría decirte que soy casi tan antigua como esta tierra que nos rodea y todo lo que la compone.
La observé por un instante. Había algo en su juventud que me llamaba ciertamente la atención. La luna iluminaba mucho más de lo que solía y mi buena visión tenía por costumbre no dejar detalle alguno al descubierto. Sus ojos... la sangre palpitaba en ellos más de lo habitual, y la sangre que yo le había ofrecido no había despertado sus instintos tal y como imaginaba que sucedería. Esta joven vampiresa era diferente. Pero era extraño... por lo que me había referido, si era tan joven como decía, no podría haberse resistido a la sangre como lo había hecho.
–¿Sabes, Lucia? Quizás lo hayas escuchado más veces, pero... hay algo en ti que me resulta diferente... ¿Cuánto tiempo dices que hace de tu muerte, señorita?

Giré mi cabeza mirandola, "¿despertado?" no sabia si habia oido bien, pero sus proximos comentarios realmente me hicieron interesarme por ello-Quieres decir... estabas en letargo?-pregunté algo mas timidamente, quizas estaba siendo demasiado curiosa. Hice una reverencia con la cabeza en señal de respeto cuando me dijo su nombre. Toda ella era realmente demasiado misteriosa y eso me llamaba mucho la atencion de ella, al igual que su pelo y su voz, casi diria aterciopelada.

Ante su pregunta simplemente me encojí de hombros-diferente... puede que si, ante tu pregunta no es algo facil de reponder. Digamos que yo.. ya nací muerta...-susurré, sonreí levemente- Mi madre reina de los vampiros me tubo harán... creo que dijo 7 años. Mi padre es el principe de los vampiros.-conté aquello como si fuese lo mas normal del mundo-como decía mi madre... creo que era algo asi como.. ¿que soy una vampiresa con sangre pura?, realmente no se a que se refiere con eso.-

No respondí, aunque iba a hacerlo, pero quería darle algo de misterio a mi respuesta... Me limité entonces a devolverle una mirada tan intrigante aunque traviesa, que interpretara ella lo que quisiese. Parecía inteligente, como yo, estaba segura de que hallaría la respuesta o por el contrario despertaría más su curiosidad.
Mi creadora solía hacer esto bastante conmigo y recuerdo que despertaba siempre un interés desmesurado, porque ella siempre me respondía con acertijos y me hacía buscar su significado por mi misma, dejaba volar mi ingenio y mi imaginación, con gratos resultados.
Iba a responderla cuando me empezó a relatar los detalles de su muerte, y a cada palabra que pronunciaba despertaba más mi interés... “¿Nació muerta? Entonces cómo es que ha crecido tanto, debería ser un bebé con colmillos, en todo caso, o no estar aquí para contarlo...” Pero lo que me fue diciendo a continuación ya sí que me dejó sin palabras... No podía salir de mi asombro... tratando de asimilar aquel torrente de valiosa información en tan reducidas palabras.
Llegué a una conclusión clara, me había ido a topar con un diamante en bruto y de seguro esta relación me daría sus buenos frutos en el futuro. Volví a sonreír con aquella expresión maliciosa y traviesa, regresando mi mirada a la recién descubierta pequeña princesa...
–Vaya, eso sí que es una sorpresa... –Comenté al principio, pensando en lo siguiente que iba a decir, buscando las palabras adecuadas para saciar mi sedienta curiosidad–. Siéndote sincera, eres la primera vampiresa pura que tengo el placer de conocer en persona. Mi clan de vampiros no creía en la procreación, para ellos era más fácil convertir a los humanos en vampiros...
Me callé por un momento, evocando a mi creadora... Ella había sido como una madre para mí aun con su inocente apariencia juvenil. Volví a sonreír.
–Realmente es un milagro que estés aquí, maravilloso y al mismo tiempo sorprendente. Tus padres han logrado lo que ningún otro vampiro ha conseguido...
Reparé nuevamente en sus ojos ensangrentados, sonriendo para mi misma. Ahora comprendía en cierta manera su condición y el cómo siendo tan joven había podido resistirse a la sangre. Estaba claro que cargaba sobre sus hombros la experiencia vampírica de sus padres, y eso la había hecho un ser mejor, más perfeccionado.
–¿Y dices que tu madre es la reina de los vampiros? –Pregunté con cierta curiosidad–. ¿No tendrá, por casualidad, algún tipo de relación con el rey Itachi?

No me respondió a la pregunta, y eso no hacia mas que aumentar mi curiosidad sobre el asunto, sin duda tendría que buscar despues en el castillo, no podía haber estado por aqui tanto tiempo y no haberla conocido ni visto. Me sentía pequeña a su lado, pero por alguna razon tambien podría aprender de su comportamiento, de seguro. Escuché sus palabras sin sorprenderme lo mas minimo-Es extraño lo se, mi madre dijo que es por algo de no se que maldición que esconde en su cuerpo o algo asi. No me lo a querido comentar nunca, pero a veces cuadno la enfadan demasiado su piel se vuelve negra como el carbon al igual que sus ojos-No le daba la mayor importancia a eso-Tu lo sabes? lo que significa ser un sangre pura?-fruncí en entrecejo-sinceramente la gente lo comenta y no se a que se refieren-me callé durante unos segundos, mirando al frente con cara ausente. Mencionó a Itachi y giré la cabeza asombrada de que le conociese. -Hay cuadros de el por todo el reino, aun que quisieron hacer los de mi madre ella se a negado a quitarlos. Aun que a veces me a comentado sobre esa historia. Itachi se la encontró y mi madre juró seguirle, siempre. Asi lo hizo durante años, acato sus ordenes como su princesa y un dia sin saber porque desapareció del reino.-callé durante unos instantes-Zeyren, antiguo rey de los licantropos iba enserio contra nosotros, y muchos de los nuestros resultaron heridos o muertos. Mi madre se nego a que hubiese otro rey, e incluso ahora ella le guarda un gran respeto. -me mordí el labio, recordar como mi madre hablaba de el como un vampiro admirable.-Los sabios la eligieron a ella, y no pudo rechazarlo, la decision de los sabios es absoluta. Y ella le buscó por todas partes y el no aparecía. Mi madre solo hizo lo que el pueblo quería, ella solo evitó una guerra, muertes...-suspiré-no se porque te cuento esto, pero realmente a mi no me parece un buen rey, alguien que abandona a su pueblo no es un rey, es un cobarde-casi escupí esas palabras, a pesar de que padre me habia enseñado a comportarme, solo era una adolescente mas.-Asi que repondiendo mas concretamente a tu pregunta, por parte de mi madre, tienen mucho que ver, por su parte no lo se tanto...-

Me sentía a su lado como una niña pequeña al escuchar la gran historia que me relataba de sus propios labios. Y es que, a pesar de mi edad, morí siendo aun una cría de dieciséis años aunque aparentase unos cuantos más y todavía en ciertas ocasiones mi eterna inocencia salía a relucir.
Sonreí nuevamente traviesa, me encantaba transmitirle a una vampiresa neonata, más si tenía un porvenir como el suyo. Me encantaba sentirme en las carnes de mi creadora.
–Un sangre pura es un vampiro engendrado directamente por otros dos vampiros. Algo que hasta donde llega mi experiencia, no se había conseguido. Un vampiro despierta sus habilidades al renacer de la muerte, y cada cual es único. Sin embargo tú has sido engendrada. Tus padres te han transmitido sus genes, eso significa que posees el doble no, el triple de experiencia que tiene un vampiro joven al renacer. Y eso implica muchas mejoras, pequeña... Aun estás en fase de desarrollo, pero te auguro un futuro en el que podrías llegar a ser más poderosa que muchos vampiros juntos. Además, tu has nacido de la muerte y aun así puedes seguir creciendo y fortaleciéndote... y si en tu cuerpo puede pasar todo eso, es porque algo dentro de ti no está del todo muerto... podrías ser el comienzo de una nueva era de vampiros, mi pequeña princesa...
Dejé que se maravillara y soñara con cada una de mis palabras. Realmente era lo que yo pensaba de los vampiros puros, aunque tenerla frente a mí y saber que era uno de ellos todavía no dejara de sorprenderme.

Me hizo gracia el apunte que hizo sobre Itachi, su opinión era bastante descabellada pero si realmente había hecho lo que me había contado, le daba la razón. En cambio, admiraba el respeto incondicional que su madre sentía hacia él. Definitivamente no podría dejar de conocerles, a ninguno de los dos.
–Tu madre parece una mujer digna de admiración, Lucia. Deberías sentirte orgullosa. Muchos otros se habrían matado entre ellos por hacerse con el poder e implantar su voluntad. Pero ella, a pesar de que la abandonase la persona que más admiró, supo rendirle homenaje mientras defendía su legado.

off/ ¿se puede? /on

Las costas de aquel lugar me recordaba a las cristalinas aguas en las que habia podido sumergirme tiempo atras. La brisa marina, su olor, sus sonido, el tacto de la arena... me encantaba. Había encontrado hacia no mucho aquella playa, y había decidido coger un libro e ir a leer con la calided que me proporcionara el astro solar.

La luz ya hace tiempo que se escondió tras el inmenso mar, sumergiendose en sus aguas, y la luna ocupó su imponente lugar. Ya no podía leer, era un fastidio, pero no por eso no podía disfrutar de aquel mar.
Guardé el libro.

Al fín habia encontrado ropa acorde a mi tamaño... habia crecido tan rapido que solo podia tomar la ropa que, pese a mi altura, no rellenaba. Mi padre era mas grande que yo, eso no habia duda.
En el torso un chaleco marron y sin mangas que dejaba el pecho al descubierto. Ya que cualquier otra ropa solia afixiarme de calor por mi temperatura. Pantalones oscuros algo holgados, pero de mi talla, sujetos con un cinturon y unas botas del mismo color que el chaleco.

Sin mas, me puse a contemplar las estrellas, melancolico, ensimismado en mis pensamientos.

Escuche sin interrumpir una sola vez a aquella mujer. Era sabia se notaba sabiduría en sus expresiones. Por un momento alcé la cabeza hacia al cielo observándolo con atención, fantaseé con grandes poderes, con ser una reina en un futuro igual que mi madre, alguien sabia cono Katerina y mi padre. Tenía que entrenar mucho mas duro, quería sacar a relucir aquellas habilidades que ella me estaba contando.
Tomé las palabras de Katerina al pie de la letra y las puse como metas, metas a seguir justo detrás de ella.-Una nueva era...-susurré justo después de ella, si eso era cierto nuestro clan prosperaría rápidamente.
-Me siento orgullosa de ella-por primera vez que había conocido a Katerina sonreí de oreja a oreja, feliz porque alguien reconociese de esa forma a alguien tan importante para mi-mi madre era su princesa y no dejó que nadie hiciese un derramamiento de sangre, ahora el pueblo la quiere.-me giré sonriente a Katerina. Pensando en si transmitirle mis pensamientos o no al final decidí que si-Enséñame mas Katerina..-susurré-no se casi nada de este mundo, de nuestra raza, mi padre me enseña en combate... pero nunca cosas como esta así que... enséñame mas por favor-se lo estaba casi rogando, ella era como unas puertas semi-abiertas hacia torrentes de información, y ella ademas era agradable.

Justo cuando estaba a punto de decir otra cosa, un olor familiar acudió a mi.-¿Dean?..-pregunté casi para mi misma. Me levanté un poco y miré hacia los lados intrigada, hasta que le encontré en la arena leyendo, desde el momento en el que me lo habían presentado me había llamado demasiado la atención. Alcé mi mano-Dean!!-grité fuerte para que me escuchase y agite la mano fuerte. Al poco tiempo caí en que a los vampiros no les suele gustar la compañía de licantropos y viceversa así que miré a Katerina, esperando no ver desagrado en sus ojos... era lo que menos quería ver en ella.

[OFF Hum... se ve que sí, jeje. Bienvenido, lobito! =P]

Estaba escuchando a Lucia cuando lo percibí, un desagradable olor a lobo que me revolvió las entrañas. No tenía ganas de un enfrentamiento en ese momento, me estaba encariñando de la pequeña princesita, me gustaba el rol que estaba adquiriendo con ella y cuando me suplicó que fuese su mentora, ¡no podía dar crédito! ¿De verdad quería que le enseñara más? ¿De verdad lo que le enseñaba le resultaba cuan interesante...?
La miré intensamente a los ojos durante unos instantes. Realmente me había hecho tremendamente feliz que me otorgara tal honor. Me gustaba parecerme a mi creadora y que ella en cierto modo me recordase a mí cuando aún era una vampiresa joven, me devolvía la esperanza en esta raza... Mucho más tratándose de ella. Que me eligiese, era mucho más honorable de lo que ella seguramente creyese.
–Confieso que me agrada conversar contigo, Lucia. Y si es tu deseo, aceptaré encantada el honor que me concedes –Sonreí. Se atisbó un halo de sinceridad y cariño en mi particular expresión traviesa–. ¿Qué es lo que...?
“¿Dean?” Repetí al escucharla pronunciarlo, para mí misma. Agudicé el olfato y me sorprendí al confirmar que efectivamente era el familiar olor que recordaba de aquel joven lobo.
Abrumada en un primer momento, al recordar la acalorada escena que ambos vivimos... No podía ruborizarme porque mi sangre muerta ya no podía causar ese efecto, por lo que agaché un instante la mirada, dejando que se me hiciera sombra en los ojos. Había notado el notable cambio en mi pequeña Lucia, me pareció que no sólo se conociesen, su gesto me había indicado que por parte de ella hubiese algo más... y es que nadie se escapaba a mi particular buena visión.
No quería decepcionarla, a ella no. Por lo que, tras unos instantes, volví a mirarla con mi habitual expresión enigmática y a la vez traviesa.
–¡Vaya! –Chasqueé la lengua, sintiendo una pequeña molestia al notar que nos habían cortado el rollo–. Pensaba que el lobo no nos molestaría, pero veo que le conoces... –Seguramente pareciera un reproche, pero en realidad solo era la introducción de la confesión que me disponía a realizarle. Me incliné hacia su oído, cuyo rostro hacía señas a Dean–. Algún día te hablaré del mestizo que me robó el corazón...
Fue tan ínfimo el susurro, que sólo un fino oído sobrenatural como el de los vampiros pudiese haber captado.
Decidí guardar silencio y prestar atención a lo que aconteciese a partir de ahora como una mera observadora. Pues por ahora, no tenía intención de pronunciarme.

Mis pensamientos me apartaban del mundo, pero no pude evitar despertar de ese irreal sueño al escuchár de una voz familiar mi nombre.

Pestañeé y miré en dirección de donde procedía aquella voz. Alcé una ceja, al principio no veía bien quen me llamaba. Entonces, me llegó el olor. ¿Vampiros? ¿Que hace un vampiro llamandome...? solo conocia a 4... y apostaba a que solo habria 2 que me llamasen de aquella manera. Cuando me fijé mejor vi que era Lucia, no pude evitar sonreír ante su jovialidad. Pero... no estaba sola... entonces alcancé a desifrar de quien era el otro olor: Katerina. No pude evitar enrojecer al completo. Por mi piel morena no se notaba demasiado, mucho menos en la oscuridad... pero yo sabia que lo estaba al recordar aquellos momentos que compartimos. En parte quería esconderme, pero la educacion que habia recibido me impedía irme sin haber saludado debidamente.

Me levanté, sin olvidar coger mi libro, que guarde debidamente en la bolsa de cuero que me puse cruzando la cuerda mi pecho. Fui hasta donde ambas se encontraban, un poco menos rojo. Sonreí ampliamente, mirando a Lucia, para mas tarde mirar a Katerina, con cierta verguenza. Me incliné un poco, a modo de saludo.

-Buenas noches, señoritas.-volví a ponerme recto, mirandolas-No.. me habia dado cuenta que no estaba solo, fue un gran fallo... De todos modos... siento si estoy molestando algo.-era cierto que no me habia dado cuenta, y eso era peligroso.. no volvería a meterme tanto en mi mismo, no podia permitirme ese lujo fuera del reino.

Mis ojos se iluminaron cuando aceptó ser mi mentora, cuando aceptó a enseñarme lo que conocía. Nada me alegraba mas en esos momentos.. Asentí enérgicamente-Dean es mi primo..-susurré mirándola para luego verle acercase a paso lento.-Espero que no te moleste que se una a nosotras un momento, fue un... acto reflejo el saludarle tan repentinamente-me disculpé y luego mis mejillas se tiñeron levemente de rojo cuando pronunció lo del mestizo "¿Un mestizo que la robó el corazón?" era cierto que había oído de esas historias, pero nunca de alguien que conociera. Reprimí el impulso de preguntarla directamente, porque Dean ya había llegado al lugar, ademas no debía de ser tan impaciente me habían enseñado.

Dean nos saludó educadamente, demasiado para mi gusto. Sonreí mostrando de refilón mis colmillos y me abracé corriendo a él-no tienes que ser tan estirado-reí, sin soltarme de el. Nunca me habría abrazado a un licantropo con tanta facilidad, pero el no olía igual que los demás, era mucho mas soportable y agradable.

“¿Primo?” Repetí incrédulamente en mi mente. “¿Una vampiresa pura y un licántropo con líneas de sangre comunes?” Quería preguntarle más cosas al respecto, pero por ella. No quería interesarme por Dean en su presencia, no lo creía correcto por mi parte.
–¡Increíble!
No lo pude evitar, y esto seguramente sí que llegara a escucharlo Dean porque ya se encontraba a nuestro lado. Le miré de reojo, escrutándole, pero en seguida me volví nuevamente hacia mi pupila con sumo interés. No dejaba de sorprenderme cada vez más, era una verdadera caja de sorpresas.
Saludé a Dean con una pequeña inclinación, pero ninguna palabra y continué observando. Prefería que fuera Lucia la que hablara por nosotras.

¿Estirado? no... no era ser estirado, era la educación que me habian dado. Me rasqué la nuca, algo incomodo.

-Lo siento, es la educacion que me han dado, me parece lo correcto.

Observé a katerina, entonces miré a lucia y me miré a mi. Era normal su exclamación, ella era un vampiro y yo un licántropo... ciertamente hasta ami me impresionaba un parentesco en tal situacion... pero en el fondo era algo natural con lo que me habia criado.

Miré a Katerina una vez mas, sin perder la verguenza. ¿La pasaba algo?... no me dirigía directamente la palabra. ¿Había hecho algo mal?... temía que así fuera.
También me percaté de que había interrumpido algo importante.

-Bueno... yo... creo que molesto. Creo que debería marcharme. No quiero molestar

Asentí-si que es un poco increíble, bueno nos conocimos el otro día ¿verdad?-sonreí alegremente.-Es educacion, pero tambien estas siendo estirado-reí hasta que no oí nada mas que mi propia voz, ninguno decía nada era como una situación tensa. Me separé de Dean ya mas tranquila y observé la situación. Dean miraba a Katerina y no decía nada, Katerina miraba a Dean y no decía nada, era sospechoso. De repente recordé que normalmente a os vampiros no les gusta estar con los licantropos o quizás fuese otra cosa. Cuando dijo que quería irse me alejé sentándome en la arena-haz lo que quieras-dije, pero mis ojos me delataban mas de lo que yo quería y el rojo carmesí que los reinaba normalmente, cambió a un verde esmeralda, estaba algo enfurruscada por no entender lo que pasaba, esa tensión en el ambiente, esos largos silencios. Me tumbé mirando al cielo sin decir una palabra, con mi rostro completamente serio.

Sonreí al recordar cuando la conocí, que como ella decia, no fue hace mucho.

Agradecí el efusivo saludo de Lucia, pero se separo y al notar algo raro se apartó y sento en el suelo. Sus ojos cambiaron de color y tenían cierto tono vidrioso. Mi rostro tambien cambio, me preocupé por ella.

-No.. no no, no me entiendes.-corrí a decir-es.. es qeu no me gusta ser una molestia. Creo que estabais en una interesante combersación que yo he interrumpido con toda mi cara.-me acerqué a ella y la tomé de la mano-Disculpame, lucia.

¿Qué demonios la capasaba? ¿Que habia hecho? esta situacion era muy desconcertante, no entendía nada.

Empezaba a notar los efectos que causaba su estimulante olor en mi persona. Mis oídos no podían centrarse en la conversación, ya que por el contrario todos mis sentidos se veían nublados al evocar una y otra vez lo que sucedió aquella noche... ¡Me estaba poniendo mala!
Pero no podía dejar que Lucia lo notara... Ni tampoco Dean, pues para mí aquella noche no había sido más que desahogo, una noche loca de diversión con uno de los lobos más atractivos que había conocido en mi larga vida.
Me mordí la lengua, dejando que mis colmillos la desgarraran y dejasen la sangre invadir mi boca, en un intento por paliar la sed que comenzaba a crecer en mis entrañas…
“¡¿Cómo es posible?! ¡Si acabo de cenar! ¿Voy a tener que ir en busca de una nueva presa?”
Era algo increíble y una de las cosas que más detestaba de mi condición. Parecía que nunca me saciara del todo, ya que con cada una de las emociones fuertes que experimentaba, nacía una nueva sed de sangre mayor que la anterior...
Oprimí los párpados, volviendo a agachar la mirada para disimular mi desesperación ocultándola tras aquella sombra que se hizo sobre mis ojos. Mi propia sangre –muerta, todo hay que decirlo– no causaba el mismo efecto. Pero a pesar de aquello no me atrevía a abrir los ojos, pues si lo hacía me habría delatado por completo, ya que la sed los había inyectado en sangre...

Me sorprendí a mi misma posando una mano sobre la de Dean cuando éste anunció que se marchaba y Lucia le daba rienda suelta a que lo hiciera, dándole una razón para que se quedara. Pero no podía mirarle, la sombra aun cubría mis ojos.
–Disculpadme... –Dije poniéndome en pie y antes de que cualquiera de los dos pudiera detenerme, como un fantasma, me perdí entre la maleza que lindaba las costas.
No me había marchado, lejos de lo que pudiera haber parecido. Había ido a saciar mi incontrolable sed, antes de que pudiera causarle problemas... además, si tenían algo de qué hablar, ahora tendrían la ocasión de poder hacerlo, yo no sería un estorbo. Sentía que, por alguna razón, yo fuera el tercer elemento en discordia...

Giré mi cara hacia el-Alguna te hemos dicho que eres una molestia?-pregunté-fui yo la que te saludé desde lo lejos para que vinieses, pero no puedo hacer nada si te disgustan los vampiros-suspiré. El detalle de que Katerina le cogiese de la mano antes de que se fuese apresurada mente no pasó desapercibido para mi. El olor de la sangre que salió de sus labios aun estaba en el ambiente. Se levantó rápido sin dar tiempo a explicaciones y se fue. Sonreí aun que mis ojos siguiesen verdosos-¿os conocéis desde hace mucho?-pregunté mucho mas tranquila.

noté la mano de katerina en el hombro, entonces, desapareció. alcé la mano, inutilmente, como buscnadola. Esto se me estaba llendo de las manos y eso no me gustaba.
Entonces lucia hablo, y yo,e videntemente la miré y escuché.
Suspiré.

-No estoy muy acostumbrado a relaciones con otra gente, lucia. Me he pasaod demasiado tiempo con mi padre, y no se muy bien como reaccionar en algunas situaciones con la gente. Perdoname.-entonces escuché lode los vampiros-...los vampiros no me agradan, eso es una verdad. Pero unicamente por vuestro olor, naturalmente es desagradable para mi raza. Por lo demás me son indiferentes, además, actualmente no estamos en guerra con vosotros, no sois una amenaza.

hice una pausa, y miré al suelo un momento, recordando como nos conocimos katerina y yo, entonces la mire.

-No, no hace mucho.

Negué con la cabeza-ya te e dicho no hay nada que perdonar-suspiré cuando dijo que los vampiros no le agradaban, eso era algo normal para todos-nunca somos una amenaza-dije cerrando los ojos y volviendo a tumbarme en la arena-Se nota que os conoceis no se porque sois tan distantes, aun que este yo, me molesta ese silencio tan incomodo, solo haberlo dicho-suspiré-pareceis crios y ni siquiera se porque Katerina se a marchado-Abrí los ojos, nuevamente rojos.-de todas formas da igual-

Me molestó basante que dijera que pareciamos crios, ahi la unica que habia actuado como una cria si eso era ella. Nadie mas que ella se habia puesto en juna esquina a llorar por que si a la minima de cambio preocupando al resto.
Entre cerré el ceño.

-Claro, será eso-dije con tono sarcastico.

Mire a mi alrededor, en parte me preocupaba a donde había ido, se la veía afectada por algo y seguia sintiendome culpable.

-Bueno... ¿que hacemos?

Quizás hubiera forzado las cosas... y lo que yo me había imaginado que pasaba entre ellos no sucedía. Suprimí mi aura y me aproximé al lugar, procurando que no me detectaran, pues no quería interrumpir nada, por eso me cercioré de que fuese una buena ocasión para reaparecer. Así lo creía, por lo que comencé a caminar por la arena hacia ellos, no quería que se llevaran un susto al sentirme regresar.
–Lamento mi desplante, pero creo que malinterpreté la situación... –Dije con una media sonrisa, como si me riera de lo que había sucedido, pues no le daba mayor importancia.
Traía algo escondido a mi espalda, que les entregué a cada uno de ellos en señal de disculpa, intercambiando una intensa mirada con cada uno de ellos. Se trataba de un par de rosas carmesíes. Y esperando que las recogieran, me eché de nuevo en la arena con un suspiro, esta vez tumbándome bocarriba para contemplar las estrellas.

Aun que el no me hubiese dado el permiso para leer su mente, lo hice de todas formas, asi que pensaba que estaba llorando. Llorar no era la palabra, aun asi no lo dije por miedo a que se enfadara-Si estas preocupado por ella ve a buscarla, a mi se me a echo tarde-Me levanté sacudiendome la arena, estaba claro que lo que a mi me atraia el pero no era reciproco. Observé como mi mentora volvió y sonreí feliz-No te preocupes, aun que no tienes nada que malinterpretar, solo somos primos.-acepté la rosa con mucho gusto.

Hice una gran reverencia hacia mi maestra y luego hacia Dean-Se me a echo tarde y mi madre se estara preguntando por donde estoy, le gusta salir de caza juntas. Asi que he de marcharme-Recogí mis cosas y eché a correr.

Vi que katerina habia llegado nuevamente, cosa que me sorprendió bastante, más aun al darme aquella bonita rosa. Entonces, derepente lucia se puso en pie y dijo que se marchaba, que tenía prisa. Algo la pasaba y no quería que las cosas concluyeran ahi. Echó a correr y yo quise ir tras ella, iba a ir tras ella. Miré a katerina un momento.

-Yo... lo siento, tengo que ir... la pasa algo y quiero hablar con ella. Disculpame-hice una pequeña pausa y antes de salir corriendo la miré con una sonrisa, alzando un poco la rosa-es poco convencional que una mujer haga esto a un hombre.. pese a ello... te lo agradezco mucho.-lo que decia era sincero, me habiaparecido un bonito detalle.

Tras esto, salí corriendo. En no mucho tiempo la alcancé, al fin y al cabo era un licantropo y estaba mas acostumbrado a correr. Mi agilidad me ayudo a no tener que detenerme a la hora de apartarme de los obstaculos por lo que me dio gran ventaja. Llegué a su posición.

-Eh, eh. Para. Porfavor, no te vallas así. Al menos dejame acompañarte a casa. Quiero hablar contigo-dije mientras corría