Noche de nado

Estaba en una de los de madera del puerto, veía como pasaban de vez en cuando algún que otro velero.
El olor de la brisa marina me traía recuerdos de mis viajes con mi padre y esta misma brisa hacía ondear mis cabellos color azabache al igual que mecía ropas que se dejaban guiar por el viento. El sol brillaba en lo alto, yo sonreía. Hacía un buen día.
En uno de los carriles de madera me senté, recordé las los libros que leí de pequeño: las apasionadas inmersiones de mil leguas de viajes submarinos de Julio Verne, o el no tan antiguo libro de las feroces aventuras de la isla del tesoro. Leyendas marinas que avivaban mi sentimiento aventurero y acrecentaban la iniciativa para correr riesgos y vivir la vida en aquellos viajes con mi padre. Añoraba esas noches admirando las estrellas y el narrandome las leyendas de la antigua Grecia como el valiente Heracles y sus infortunios, la colera de Aquiles o la filosofía de platón. Aun que no lo pareciera mi padre era muy entendido de ello, y eso que parecía todo un bruto sin cerebro...
Amplié mi sonrisa.

Tomé el libro y me fuí a la sombra, poniendome a leer placidamente. Pasaron las horas y con ellas, el dia. Me di cuenta cuando ya casi no podía discernir unas palabras de otras. Cerré el libro y lo guardé. Ya no habia nadie, todos estarían en sus casas descansando. Vi que era el momento adecuado. Hacia calor y el mar estaba a mi merced ahora. Me quité el chaleco, las botas y por último los pantalones, quedandome como dijos me trajo al mundo. Corrí por el carril de madera y salté sumergiendome en aquel profundo mar. Divirtiendome mientras nadaba

[OFF ¿Se puede? ¿O esperabas a alguien...? Si es así borro mi post, no quiero molestar >.< ]

off/ nah. Se puede, se puede ^^ /on

[OFF Ok, pues ahora borro el anterior post ^^ ] [Corrijo, no se puede o_O ]

Estaba hecho. Había decidido iniciar el trato que había acordado con el señor Wingates, desde ahora y en adelante ya no cazaría cualquier presa, sino que me convertiría en el capo de la mafia, haciendo justicia alimentándome de aquellos criminales que más merecían ser borrados de este mundo, para que no se llevaran más vidas inocentes por delante, ya que ellos... de inocentes tenían bien poco.
Y así fue, mi lista se reinició y ahora comenzaba una lista de nombres de asesinos que ya no podrían volver a segar ninguna vida.
Tenía que admitirlo, aquella charla me había sido muy productiva. Pocas cosas me quedaban ya por aprender en esta larga eternidad, pero aquel licántropo me había enseñado más en una sola noche de lo que pudiera haber imaginado.
Caminaba por los muelles del puerto. Necesitaba que la brisa marina me golpeara la cara... Ahora mis cacerías se veían reducidas considerablemente debido al tiempo que tenía que invertir en investigar a mis víctimas y eso también había reducido considerablemente el número de fallecimientos y desapariciones registradas en la ciudad de Eliria y el índice de criminalidad también se había visto considerablemente reducido.
Sentía que había hecho una buena labor y me sentía orgullosa de ello. Sin embargo... ¿por qué no me podía sentir feliz del todo?
A pesar de haber llevado a cabo una honorable acción todavía no podía llenar ese vacío... La soledad. Todos mis seres queridos había desaparecido de la faz de este mundo, no había rastro alguno de ellos, y eso me desconcertaba... No podían haber desaparecido así sin más.

Nadaba a mis aires de espaldas ahora cuando un olor desagradable peor conocido llegó a mis fosas nasales. Alcé la cabeza deteniendome. ¿katerina? Me acerqué al muelle y observé mi alrededor. La penunbra impedía lo envolvia casi todo, salvo algunas lamparas que iluminaban los muelles.
Me quedé apoyado en las tablas de madera con los brazos cruzados. Olia a ella y me fiaba mucho más de mi olfato que de mi vista. Entonces me percaté de que estaba desnudo, y enrojecí. Si, vale, ella ya me habia visto desnudo pero no significaba que no me diera verguenza fuera de un contexto así. Salí del muelle y me agarré las partes, vi mi ropa un poco más allá, y fui a cogerla. Antes de ponerme los pantalones, me sacudí, secandome bastante rapido, aunque aun mi pelo estaba algo humedo y algunas gotas resbalaban por mi torso.
Me puse los pantalones, y me pasé la mano por el pelo. Entonces la ví, pensativa a lo lejos, sonreí y la esperé allí depié.

Mi mirada estaba perdida muy lejos en el horizonte, me preguntaba a qué distancia estaría la famosa Isla de Samasha, por más que agudizara mi vista, no alcanzaba a verla desde aquí.
Tenía que empezar a asumir que mi vida había comenzado un nuevo capítulo, tenía que dejar atrás el pasado y centrarme en el presente, vivirlo –aunque estuviera muerta–. Si no se tienen expectativas de futuro, metas, sueños... no se puede vivir.
De repente llegó a mis fosas nasales un pestilente olor a lobo. “¡Oh, no... otra vez, no! ¿¿¿Otro lobo???” Empezaba a creer que tenía un problema serio con los licántropos...
No me podía confiar, aunque fuese territorio neutral. Éramos enemigos por naturaleza y lo habitual era que sintiésemos aversión mutua, aunque existiesen las excepciones... Pero no quería esperanzarme en conocer a otro lobo. Las buenas relaciones eran saludables, pero para conseguirlas se requería mucho esfuerzo, por parte de ambos lados. Y estaba un poco cansada, sinceramente...
Giré mi mirada hacia el origen del olor y me llevé una gran sorpresa... No era “otro lobo”, ¡era Dean! El último lobo en Yggdrassil que esperaba encontrarme...
Sentí fervientes deseos de echar a correr hacia él y abrazarle efusivamente, pero no lo hice, no estaba bien.
No saludarle, tampoco hubiera estado bien, pero es que tampoco tenía muy claro cómo debía comportarme. Tenía que olvidar lo que había sucedido, no me dejaba pensar con claridad.
Decidí guardarme mis sentimientos en una cajita bien cerrada bajo llave y me acerqué despacio a él.
–Hola... –Le saludé, con suavidad, dedicándole una bonita sonrisa–. ¿Cómo estás?

Sonreí aun más ampliamente me acerqué a ella y la abracé. Llevaba dias recordandola, echandola de menos, curiosamente. La apreté contra mi con mis brazos, disfrutando de su presencia, de su frio contacto.
Entonces la olí, traía consigo un extraño olor, como si hubiera estado triste... un sentimiento muy parecido.
Me aparté de ella dejandola espacio.

-Per..perdona, no pude evitarlo... me alegro mucho de verte katerina-dije sonriente, entonces mi cara fue tornando por ese olor que la habia abarcado y aun residia en su piel-Yo estoy bien, pero tu... ¿te...sucede algo...?

Me abrazó... Al principio me quedé paralizada, no sabía qué hacer. Había estado luchando contra esto con todas mis fuerzas y él me lo ponía más difícil. Tuve que hacer verdaderos esfuerzos por contenerme, tragué saliva y oprimí los párpados para contener las lágrimas de emoción... pero es que... Terminé por corresponderle al abrazo, sí en contra de mi voluntad pero no en contra de mis deseos. Hundí mi cara en su pecho unos instantes, respirando su aroma, sintiendo su calidez una vez más... aunque tendría que ser la última, por el bien de ambos.
Se separó de mí y entonces me mantuve firme por un instante y con la mirada gacha, tratando de restablecerme. No quería que me viera así... Respiré profundamente y le miré, esbozando una sonrisa.
–Yo también me alegro de verte, Dean... –Le dije con sinceridad. Mi mirada entonces se tornó tierna, no pude evitarlo. Quería decirle que le había echado de menos, pero entonces no estaría cumpliendo mi promesa y no tenía más remedio que guardármelo para mí–. Tranquilo... es un asunto familiar, no te preocupes.
Amplifiqué la sonrisa, con cariño. No mentía, había llegado al puerto con aquella preocupación sobre los hombros, aunque no fuese lo único que me preocupase...
Reparé en que, realmente, no le había hablado de eso, él no sabía casi nada de mí. Pero era mejor así, así no se encariñaría demasiado.

La miré, estaba extraña, fria, distante, no lo entendía. ¿asunto familiar? ¿segura que solo era eso...? ¿tenia familia? eso me hizo darme cuenta que no sabía nada de ella.

-Puedes contar conmigo, te escucharé si es lo que necesitas-la dije, un tanto preocupado.

No sabía si solo era eso lo que la sucedia, en gran medida creía que era culpa mia, y eso me hacia sentirme mal.

Sonreí, acariciándole la mejilla por un instante.
–Eres un cielo, ¿lo sabías? –Le dije, un poco divertida.
Supongo que poder estar en su compañía me hacía estar más alegre que de costumbre, y eso no era habitual en mí. Esas emociones eran demasiado humanas para un vampiro.
–Está bien... –Dije, accediendo finalmente. Y me senté en el borde del embarcadero de madera, con las piernas colgando. Después miré al frente por un instante, dejando que la brisa marina me golpeara la cara y agitara mi larga cabellera.
–Hace mucho que no veo a mi familia y no sé nada de ella... Es como si hubieran desaparecido... y no sé cómo encontrarlos. No tengo ninguna pista, ni si quiera una nota de despedida, nada. Es muy duro regresar a tu hogar y descubrir que todos se han ido... –Me giré un instante y le miré a los ojos–. Y la mansión de mi familia es un lugar muy grande para estar allí viviendo sola... –Suspiré y miré de nuevo al frente–. Se siente tan vacía...
Mi rostro se contorsionó en una mueca, casi dejo que se me escapasen unas lágrimas. Pero no, esta vez había conseguido sobreponerme a ellas.
Tragué saliva y volví a mirarle con una sonrisa.
–Pero tú no vayas a preocuparte, ¿eh? –Le golpeé el hombro dándole un puñetazo con moderada fuerza.
Siempre había sido una persona fuerte y con coraje. Y no me iba a dejar vencer ahora.
Y, tras la broma, volví a mirar al frente.
–Dicen... Que nunca aprecias lo suficiente lo que tienes... hasta que lo pierdes definitivamente... –Agaché la cabeza nuevamente, esta vez mirándome las manos, había empezado a juguetear con ellas–. Tiene gracia... pero es que los dichos, al final... acaban teniendo razón...
Sonreí fugazmente, para mí. Estaba de acuerdo con ese dicho. Extrañaba a mi familia, sí, pero la presencia de Dean me reconfortaba.
–Perdona... hablo demasiado... –Le miré, avergonzada, aunque el rubor no pudiese colorear mis mejillas.

Me senté junto a ella, escuchandola con atención.
Realmente tenía que ser muy duro y desconcertante, era perder todo lo que conocias y no saber nada de ello. Era como un mal sueño del que quieres despertar pero no puedes. Lo lamentaba por ella, quería ayudarla pero sabia que no tenia sentido, siendo racional seguramente su familia estuviese muerta. Eso me entristecía más aun.

Ese dicho tenía mucha razon, aun que en verdad yo nunca lo habia experimentado. Nunca me habia pasado algo asi y lo que habia perdido no me acordaba apenas de ello, como mi madre.
La miré a los ojos.

-Más bien, te callas demasiado. Apuesto a que aun no has dicho ni la mitad de lo que escondes dentro, pero tranquila, lo comprendo. Solo diré que eso no es bueno, un día estallas.-La acaricié una megilla y la sonreí. ¿Pero donde habia estado todo ese tiempo?-mmm ¿puedo saber donde estuviste tanto tiempo?

Me sorprendí de lo que dijo porque era verdad, pero es que tampoco era fácil hablar de ello.
Me le quedé mirando a los ojos bastante más sorprendida al recibir su caricia. “¿Qué dónde había estado?” Repetí en mis pensamientos. “¡Pues intentando no pensar en ti!” Pero entonces caí en la cuenta de que él se refería a mucho antes y no pude evitar apartar la mirada completamente avergonzada.
–Por raro que te parezca... –Comencé a decir, serenándome–. Estuve durmiendo... en letargo... Mi creadora me indujo ese estado y he despertado ahora, más de mil años después... y descubrí que todos habían desaparecido...

ladeé la cabeza. ¿En letargo? si que habia oido que los vampiros podían entrar en ese estado, pero era muy dificil de compreder para mi. ¿Era como... si no estuviesen? ¿y por qué su maestra le indujo a eso? Un momento... tenía más de mil años? eso si que era desconcertante aun que bueno, no tanto ahora que lo pensaba. Luccie también tenía muchisima edad, e Ian, debía claramente achacarse a ser seres sobrenaturales. Me pregunté entonces si yo viviría tanto... en parte, no era 100% licantropo, mi madre fue humana. ¿su creadora? debia referirse a la persona que la mordió.

-¿Por qué te indujo en ese sueño?

–Fue un castigo... Cometí un error imperdonable para un vampiro... Sin embargo, me tenía en alta estima y quiso darme una segunda oportunidad...
“¿Por si ella no estaba para completar su legado?” Mi mirada se llenó de ambición por un momento. Eso desde luego era una gran responsabilidad... Pero... ¿cuál era su legado? Y lo más importante, ¿qué misión me había encomendado? Tendría que revolver la misión a ver si lo averiguaba...
Me volví nuevamente hacia él, ya más animada.
–Bueno... Dejemos de hablar de mí. Es tu turno... ¿Qué has hecho en este tiempo, Dean? Porque, por lo que veo te has cuidado –Dije esto último mirándole de arriba a abajo con una amplia sonrisa–. Y te dije que me alegraría si lo hacías.
Se pudo atisbar en mi mirada sonriente un pequeño toque travieso.

¿Qué error pudo cometer? sinceramente me daba mucha curiosidad pero si ella no me lo habia dicho no iba a ser yo el que se inmiscuyera en esos asuntos.
Quedé pensativo, entonces me miré, aun estaba sin camiseta y algo humedo por el agua de antes.
La noté ese pequeño toque travieso, y eso me gustó. reí entre dientes.

-Bueno, no se, suelo hacer bastante ejercicio. Entrenar es algo necesario en los tiempos que corren y uno no se hace fuerte sentado. Aun que si que estuve mucho tiempo sentado leyendo... eso es verdad-dije esto ultimo pensativo. la miré de arriba a abajo, tampoco pude evitar mirarla con cierta picardia.-Veo que tu tambien te has cuidado, sigues perfecta-quedé pensativo-si has vivido mas de mil años... me tienes que ver como un renacuajo

“¿Perfectaaa...?” No pude evitar ruborizarme. “No sé lo que me verá de perfecta, soy una persona con muchos defectos...” Sin embargo, me eché a reír a carcajada limpia con lo que dijo a continuación.
–No te creas... con el paso de los años, la edad al final se vuelve algo insignificante. Prevalecen las personas –Posé mi mano en su pecho con la palma abierta, directamente sobre el corazón, mientras le miraba a los ojos sonriente. Quería que comprendiese lo que quería decir–, sus actos, sus sentimientos... el tiempo en la eternidad no se valora del mismo modo.
Aparté la mano de su pecho con un ligero rubor.

El tiempo, curioso componente. Yo habia crecido y desarrollado demasiado rapido, todo habia sido tan efímero.
Noté que se habia ruborizado, a lo que sonreí entonces miré su fria mano en mi pecho.

-Imagino... pero es mucho tiempo para aprender y experimentar. Parece interesante. Yo sinceramente no se hasta cuento puedo vivir, los licantropos normales viven mas o menos como los vampiros, creo... quizas menos por podeser caracteristicas mortales. Pero yo no soy del todo licantropo, por lo visto mi madre era humana

–Lo es... –Le di la razón, devolviéndole la mirada y manteniéndola en sus intensos ojos marrones–. Pero cosas como ésta sólo las he vivido una vez de verdad... Y no me gusta recordarlo, porque... a causa de ello fue por lo que mi creadora me sentenció el castigo...
Mi mirada se había perdido en el infinito, al frente, pero estaba cargada de odio. Era como sí... quisiera encontrarles a ambos para saldar cuentas.

Vi el odio en su mirada, el rencor y la tristeza. Parecía que la dolia aquello que llevaba dentro y quería aliviarla pero no sabia bien como.

-¿Quieres hablar de ello, katerina?-la dije, estaba dispuesto a escucharla aun que sabia que no podria ayudarla, eran temas que se extralimitaban de mis posibilidades

Le miré a los ojos, el odio se había disuelto por completo pasando a una profunda tristeza mezclada con impotencia. Aunque en el fondo me hacía feliz que quisiera ayudarme, no estaba segura de si él querría escucharlo realmente...
–Realmente lo necesito, Dean... gracias por ser tan considerado conmigo... –Hice una pausa, manteniendo la mirada entre sorprendida e interrogante–. Pero... Todavía no alcanzo a entender por qué quieres ayudarme... Eres demasiado bueno conmigo... y no sé si me lo merezco...

paré a reflexionar su desconcierto, estaba muy claro para mi.

-Como me has dicho, apenas si tienes a alguien a tu lado, no sabes donde esta tu familia y sospecho que esa creadora tuya no esta mucho de tu lado. Por otro lado, te aprecio, y por ello quiero ayudarte por que me importas. Uniendo las dos causas y efectos nos sale como conclusión que no tienes por que decir si te lo mereces o no. Aceptalo y punto-le dije muy racionalmente hablando, esperaba que asi se sintiera mejor al contarmelo

No le faltaba razón. Necesitaba confiar más en él, ¿qué me retenía, entonces? Quizá fuese el miedo a decirle algo que no debiese... Pero, bueno... tenía que intentarlo, ¿no?
–Gracias...
Además de abrirme los ojos, sus palabras me habían conmovido en cierta manera. Tenía la cabeza muy bien puesta para la edad que tenía, y eso era algo que admiraba y me gustaba mucho de él.
Suspiré, perdiendo por un instante la mirada en el agua, buscando el modo de comenzar.
–Yo era su mano derecha, ella siempre decía que veía un gran potencial en mí. Siempre compartía conmigo sus preocupaciones y me encomendaba las tareas de mayor responsabilidad. Uno de sus hijos, mis hermanos vampiros del clan –Aclaré–, la traicionó... Su amistad con los licántropos dio nacimiento al primer mestizo que haya pisado este mundo...
Tragué saliva, en cierto modo, al recordar aquello ahora me sentía un poco como mi hermano Lestat... Él había sido el que más había aborrecido a los licántropos, pues eran nuestros enemigos naturales. Pero fue el primero en apreciar su grandeza... al principio no le comprendía... pero ahora podría afirmar que sí lo hacía.
–Y mi madre no le perdonó, le castigó con la muerte... –Hice una pausa–. A mí me encomendó la tarea de acabar con el mestizo antes de que propagara sus genes y se extendiera su plaga de mestizos... Pero no pude... me enamoré de él... –No dije aquello con demasiada alegría, era como si me pesara haber cometido ese error–. Y la plaga de mestizos se extendió, aunque no gracias a mi sangre... –Añadí, con cierto desdén–. Pero la cosa no queda ahí... Antes de que mi madre se enterase, él me utilizó... se aprovechó de lo que sentía por él para escapar... dejó que los suyos me tendieran una emboscada... de la cual casi no salgo con vida de no ser por mi creadora y mis hermanos... Mi madre me reprendió por ello, pero aun así mi castigo no fue tan duro como el que le sentenció a mi hermano. Ella me quería mucho... Y ya no sé lo que sucedió después, porque mi madre no se demoró en aplicarme el castigo –Me volví de nuevo hacia él–. Y ya conoces el resto de la historia...

La escuché con atencion. Narraba su historia con tristeza, era logico, no era una alegre.
Mestizos, otra vez aquella palabra, aquella raza. ¿Eran engendros? solo eran la mezcla del amor. Aun que para la mayoria del mundo si que eran una abominación.
Una vez terminó, se hizo el silencio. Al rato hablé:

-El amor no es un error. El amor hace que hagamos cosas que en un estado racional no las hariamos... Tu no tuviste la culpa-dije con sinceridad, realmente lo pensaba. la pasé la mano por la espalda, acariciandola y tratando de consolarla

Me quedé en silencio unos instantes contemplando sus ojos... Una vez más había logrado sorprenderme. No me rechazaba por lo que había hecho, sino todo lo contrario... me apoyaba... Para mí eso significaba mucho...
No quise replicarle, me había vencido con sus palabras. Apoyé la cabeza en su hombro con suavidad, devolviendo la mirada al horizonte y rodeé su cintura con el brazo que tenía más cercano a él. Necesitaba un poco de paz después de haber removido el pasado. El sonido de las olas era tranquilizador, la brisa marina me acariciaba el rostro y agitaba los cabellos.
Sorprendentemente, me sentía aliviada.
Quería quedarme así un rato más, su presencia me reconfortaba mucho.
A veces, la presencia de las personas no suele acompañar del todo... puedes estar junto a una persona y al mismo tiempo sentirte sola. Aquello me había hecho cambiar de parecer, él en cierto modo rellenaba parte del vacío que sentía... ya no me sentía tan sola.

Mi miró, parecía aliviada. Posó su cabeza en mi hombro, me estremecí, me gustaba tenerla tan cerca. Yo tambien pasé mi brazo, esta vez por sus hombros, acercandola un poco a mi, al igual que apoyé mi cabeza en la suya.
La sentía estar agusto, yo mismo tambien lo estaba. Me estaba acostumbrando a su olor vampirico, incluso al tener su pelo tan cerca me llego el aroma, era agradable.
Miré el inmenso oceano, tan oscuro, tan brillante gracias a la luna reflejada en ella. Volví a mirarla.
Tenía ganas de ella, de tenerla pegada a mi, de abrazarla y besarla.
La tomé de la mejilla haciendola mirarme, sus azules ojos era como el mar de esta mañana.
Seguí acariciandola con la mano mirandola a los ojos. Entonces me acerqué para besarla.