Pueblo costero

El clérigo no contraatacó, prefiriendo lanzar amenazas intentando intimidarme... “Iluso...” Pensé para mí. Se me dibujó entonces una sonrisa de lo más psicópata...
La sangre se había posicionado justo entre cada uno de sus pies. Entonces, sin previo aviso, ésta se transformó en una fina aguja que se extendió hacia arriba a gran velocidad, atravesándolo desde la entrepierna a la cabeza y saliendo por arriba... Ya estaba, me había cobrado mi venganza por haber intentado aniquilarme, éste ya no lo contaría.
Entonces, lo percibí... fue muy efímero, ya que la reina vampiresa se apareció junto a mí y al momento siguiente estábamos junto a Dean... Pero había olido el aroma de muerte de Jace... –algo que como vampiro que era no se podría desarraigar por mucho que se duchara o perfumara– estaba por los alrededores... La rabia me sobrecogió un instante al darme cuenta de la evidencia. Había sido Luccie y no él quien había velado por mí... Más tarde se lo reprocharía... no se libraría de mí.
Observé a Luccie y asentí, consecuentemente a sus palabras. Pero no pronuncié palabra.
Entonces, me mimeticé y pegué un gran salto para situarme rápidamente sobre los tejados y echar a correr sin perderles de vista.
Vi a Jace en los tejados, estaba segura de que me había visto aunque estuviera mimetizada, la mirada que le dirigí no decía cosas bonitas precisamente, pero le daba a entender que me siguiera y se pusiera a salvo. Había que abandonar el pueblo costero...
Entonces, mostré mis alas –ahora mimetizadas–, y ascendí algo más arriba, para ganar altura y velocidad, y así abandonar cuanto antes el lugar que pronto se convertiría en lo que Luccie había pronosticado... aquello se llenaría de trajes blancos y comenzaría una carnicería... Estábamos en minoría aunque nuestra fuerza pudiera superar a la de diez hombres juntos, debíamos prepararnos para contraatacar en el momento preciso.
Seguí volando hasta perderme en la oscuridad. Sabía que Dean no podría verme, pero podría seguirme gracias a su olfato. Además, Luccie iba con él. Estaría bien, o eso confiaba en que sucedería.

[OFF Para el que quiera, voy a abrir un post en los bosques de la discordia. Así podemos comentar lo sucedido antes de regresar a nuestros respectivos reinos.]

Off: Respuesta rápida del clérigo que ya no lo es tanto, no te preocupes Itachi, no ocurre nada importante, son solo gritos ofuscados xD

On: La sangre de Katerina no solo no cumplió su objetivo, si no que se evaporó al contacto con el clárigo. Se asomó al hueco de la pared para ver como escapabais.
-¿Por que estas con ellos, hijo de Zelat? -La voz del clérigo era profunda, no era de este mundo. -La traición a la luz solo acarreará la muerte. -El aura del clérigo seguia aumentando, de hecho, era tal su nivel que su cuerpo comenzó a descomponerse poco a poco en particulas de luz. Un inmenso haz de luz salió de sus manos e iluminó todo el cielo, sin llegar a dañar a ninguno de los presentes.
-Mi ira caerá sobre vosotros, siervos de la noche. La oscuridad será purgada, asi lo he ordenado. -Su aura llegó a su limite, un nivel que ningún mortal podria soportar, su cuerpo se desintegraba, era un aura tan inmensa que ninguna criatura viva podia igualar. Y al final solo quedó luz.

Observé la escena, vi como Luccie y Katerina llegaban a mi lado. Katerina de pronto desapareció, eso me recordó a Hanako... ella tambien podía hacerlo... ese poder no era extraño para mi.

Escuché al clérigo con una mueca de asco.

-...Los humanos estan enfermos...-no les faltaba razones para luchar contra la oscuridad, en eso no tenia objeciones. No obstante... llegaban a unos límites que no debian de traspasar.

Escuché a Luccie, y, aun que no me gustaba huir de quienes no eran más fuertes que yo... esta vez las seguiría... no quería que nada las pasara y veía mñas prudente ir en grupo. No era cobardia, como diría mi padre, era inteligencia y razón.

Corrí siguiendo a Luccie, perdí de vista a katerina, logicamente, pero aun podía olerla. Me costaba seguir el ritmo a un olor, mi capacidad de rastreo quedaba mermada ahora, pues era más nivel que yo, asique traté de agudizarlo más, para no perderla de olfato al menos.

(Interesante... Me quedaría a pelear, pero no es práctico.)
Pensé instantáneamente al ver la mirada que me dirigió Katerina, por lo que utilicé mi gran velocidad y agilidad para ponerme a su nivel en los techos y correr a una distancia prudencial de ella, siguiéndola.