Siempre hay algo que ver [Lucia y Yuliya]

Pocas veces había ido hacia el mar, dado que allí el agua está salada, y si me convirtiera en planta, la podría absorber, y me podría sentar un poco mal. Bueno, no lo sabía a ciencia cierta, pero lo suponía.

Así que bueno, estaba allí sentada en la arena de la playa, con los pies ligeramente hundidos en la arena, mirando con ojos indiferentes el mar meciéndose al crepúsculo, poniéndose el sol en el horizonte. Tenía mis zapatos un poco más atrás, e iba con ropa corta, aunque siempre de piel y plantas, como siempre hacía.

Estaba observando el mar azul enrojeciéndose y anaranjándose en su cercanía con el horizonte, cuando de repente me vino a la memoria la imagen de Kirsha, y sus ojos azules. Imagen que llevaría luego a aquella con sus ojos enrojecidos y su rostro lleno de ira...

Bajé la cabeza sobre mis piernas, apoyando la barbilla en mis brazos, mirando con nostalgia hacia el mar. Siempre que pensaba en ella, tenía un bajón. Aspiré fuerte, y agité la cabeza. Ya era historia, no debía volver a pensar en ello de esa forma, sino con alegría por saber que descansa entre las demás.

Abrí los ojos de repente después de algun tiempo, no sabía que hora del dia era tampoco es que me importase demasiado pero solo por la posición del sol se veía que estaba anocheciendo. Suspiré relajadamente la crema me duraría todavía un par de horas mas y la noche llegaría en apenas 30 minutos.
Era la primera vez en algun tiempo que salía del castillo, pues no me había visto con fuerzas, aun así, por la mañana me hice dos coletas con el poco pelo que tenía dejándolas completamente despuntadas pues mi aspecto había cambiado completa y absolutamente ademas de mi ropa, ahora llevaba un corsé completamente negro que realzaba mi figura y mi palidez, unos pantalones bastante cortos y de cuero y las botas de mi madre, pues ella normalmente ya no las utilizaba.

Suspiré de nuevo mirando el cielo negro como el carbón, no me había vuelto a dirigir a ningún hombre, eran todos unos rastreros, embusteros... todo lo malo que podía decir de ellos. Fruncí el ceño enderezándome y quedándome sentada en la arena con los ojos rojos admirando la puesta de sol. Giré mi cabeza cuando vi una figura en la arena a lo lejos y solo pude bufar, esperaba sinceramente que no fuese ningún hombre o me amargaría el dia a mi y a el.

Algo me sacó de mi enmimismamiento. Fue un bufido, muy agudo, que oí en la lejanía de la playa, extendiéndose por el aire vacío de sonidos y calmo que estaba a mi alrededor. En ese momento, me levanté de la arena, y busqué con la mirada , mirando hacia todas direcciones, nerviosa, y alerta. Mi sentido cazador aún seguía vigente, así que no iba a perder de vista al foco del sonido. Y sentada en la arena, vi una figura que vestía de negro, con coletas. Parecía una mujer, aunque con la distancia no podía adivinar de qué edad. El aura...no sabía qué era. Nunca había visto una así. Así que lentamente, me fui acercando, en postura defensiva, lentamente, hasta que vi que era una chica joven. Algo agachada, con el cuerpo retraído de los pies y las manos, pregunté.

¿Tú has bufado? ¿O ha sido algún animal, u otra persona?

Repuse mirándola fijamente. Desde el momento en que me puse a pensar en Kirsha, me sentía bastante vulnerable, y por eso estaba así. A ver qué respondía.

Sus pasos sonaban con claridad en la arena, además por lo que parecía iba descalza. Estaba decidida a no decirla nada a ignorarla como sí no la hubiese visto nunca pero ella me había hablado, gire la cabeza suavemente hasta que mis ojos se encontraron directamente con los suyos.
Alce una ceja en verdad ella se pensaba que había sido un animal él que había echo ese silbido?-e sido yo la que a bufado-dije con suavidad.

Quizás la hubiese molestado en algún momento, no lo sabía aún que había de reconocer que sus ropas y su cabello era completamente extraño-disculpa sí Te e molestado, Te vi en la lejanía y Te confundí con un hombre-sonrei de medio lado-tienes él pelo muy extraño, hablando también de tu ropa, también es muy extraña-puntualice.

Mi mirada se cruzó con la suya, y me sorprendió ver que sus ojos eran rojos. En ese momento, me volvió a venir a la mente la cara de Kirsha, pero agité la cabeza, pensando que era irreal. Pero no, ahí seguían esos ojos rojos. Y me respondió con total normalidad que el bufido era suyo. Y me siguió hablando, con una voz de sorpresa, o eso pensaba, aunque también sonreía.. ¿por qué sonreiría? ¿Y por qué bufaría a un hombre? Bien es cierto que apenas me dirigía a éstos, no es que me cayeran demasiado bien. Pero no creo que le bufara a uno nunca.

Así que viendo que no parecía hostil, me acerqué un poco más, y me senté de rodillas en la arena lentamente, colocando las manos sobre mis piernas, y le eché un vistazo rápido. Ropajes negros, de aspecto no precisamente barato, botas altas de piel negra, pantalones cortos, una prenda que ahora no recordaba el nombre... Ropajes que yo no solía ver mucho que digamos.

Y me detuve a pensar. ¿Mi ropa es extraña? Bueno, quizás sí, no he visto a muchas personas en este continente vistiendo como yo. Y mi pelo...Es cierto que tampoco he visto a muchas personas con el pelo azul, ni verde.

¿Tú crees que mi pelo es extraño?Bueno, quizás por su color.... y mis ropajes debo admitir que no son algo muy visto por aquí. Pero no te preocupes, que no me has molestado.... Aunque no sé, no parezco muy varonil ¿no?

Repuse esbozando una media sonrisa en la que se me veían algunos dientes blancos.

¿Y por qué bufarías a un hombre, si se puede saber? Yo no es que me lleve muy bien con ellos, pero bueno, no he bufado nunca a ninguno, creo recordar

Aún andaba pensando. ¿Qué clase de persona sería ésta chica? ¿Y qué haría aquí a estas horas una chica tan joven? Tenía que tener entre unos 15- 17 años, o por ahí, pensaba yo. En fin, ya iría solucionando mis dudas pronto, poco a poco.

No pude distinguirlo bien pero parecía sorprendida de que la hubiese hablado así de repente, o quizás mas bien de haberle dicho aquello de su pelo y sus ropas.
Era una mujer extraña, no solo por lo que ya había mencionado si no su forma de ser también-Si, creo que es bastante extraño, nunca e visto a nadie con el pelo de ese color... y digamos que tus ropas tampoco se quedan cortas. Y por lo de confundirte con un hombre no te preocupes, era solo porque estabas muy lejos.-reí-Tu no eres de por aquí ¿verdad? pareces extranjera-

Extendí las piernas apoyandome con mis brazos en la arena, aun que tenía una gran sonrisa adornada por mis colmillos bastante afilados, se me quitó al oir hablar de los hombres. Todavía era reciente la herida que tenía en mi interior. Fruncí el ceño-Son los peores seres que te puedas encontrar, egoistas, mentirosos, arrogantes...-bufé de nuevo mirando al horizonte. Era increíble como había pasado de relacionarme casi siempre con ellos a odiarlos con toda mi alma.-Ojala no existiesen.

La chica no era muy habitual por lo que veía. Parecía elegante, aristócrata... Seguro que tenía bastante riqueza en su casa.

Al parecer, le llamaba la atención mi pelo, y mis ropajes. Y deduzco, y bastante bien, que no era de aquí. Asentí, sonriendo levemente, mientras iba respondiendo a todo.


Bueno... lo del color de mi pelo, antes era de color verde... La ropa es que me parece muy cómoda, muy fresca y me encanta usar ropa específica de caza y hecha por nosotras las dríades. Aunque no me importaría probar ropa como la tuya algún día, jejeje

Repuse sonriendo con más sinceridad, tras lo cual, proseguí

Bueno, no te preocupes, jejeje. Y no, la verdad es que no soy de aquí. Soy de Lineris.

Parece que se relajó, a juzgar por su cambio de postura, y su sonrisa. Tenía unos colmillos anormalmente grandes, y eso me llamaba la atención. Iba a presentarme, pero al parecer se le borró la sonrisa en cuanto mencioné a los hombres. Y no parecía que le cayeran bien los hombres. Más cuando bufó hacia el horizonte.

Bueno....piensa que, sin un hombre, no habrías nacido, puesto que no podrías tener padre...Si lo miras así, quizás no sea tan malo. Aunque la verdad....al único hombre que he conocido hace relativamente poco, no me ha terminado de caer bien....Ese Uroba....parecía muy agresivo...Espero que no haya hecho nada malo.

Tras eso, me arrimé un poco a ella, mirándole con una sonrisa en mis labios rosados.

PEro bueno, mejor cambiaré de tema. ¿Tú eres de aquí?¿Y cómo te llamas? Aunque, antes de que respondas, me llamo Yuliya, y es un placer conocerte

REpuse con tranquilidad. Antes de proseguir, creo que ya era buen momento para presentarse.

Abrí los ojos con sorpresa-¿verde? ¿enserio? parece poco realista-sonreí de medio lado, al fin se iba la conversación sobre aquellas criaturas horrendas llamadas hombres. Entonces dijo que era una cosa.. extraña palabra la que había utilizado -¿Driadre de Linneris? No se que me estas contando, nunca nadie me a dicho que fuese dríade y ademas... nuestro continente se llama Vahaal no Linneris-me reí.
Pero tras unos segundos me quedé quieta, Linneris... quizá no fuese tan descabellada la idea, había escuchado muchas veces las historias sobre un nuevo mundo, con nuevas tierras. No quería hacerme ilusiones pero quizás esta mujer hablase de eso, aun que seguía sin entender que era eso de las dríades.

Mis ojos se oscurecieron al mencionar que sin un hombre, yo no habría nacido y era cierto, pero...-Yo no debería de haber nacido, yo no debería de estar aquí-susurré mirándola. Solo había que observar nuestro color de la piel, el suyo, blanco pero levemente tostado mientras que el mio era de un blanco irreal-Mira mi color, blanco, pálido tanto casi como la nieve-susurré acariciando mis manos y luego subí una a su cara-y fría como ella-
No quería que se asustase, pero la daría todas las razones que tenía para que lo notase, para que supiese exactamente con quien estaba tratando.
Cogí su mano indicándola que no iba a hacerla daño y entonces se la coloqué en su propio pecho, se notaba el suave movimiento de su corazón, cada palpitación del mismo, después llevé su mano a mi pecho, dejando que ella sola descubriese que nada latía ahí y nunca lo haría.
-Yo nací muerta de mi madre, yo nunca debí de haber existido-finalicé. No me gustaba estar muerta, me gustaba la vida y todo lo que ello significaba, los animales, las plantas... todo..
-Mi nombre es Lucía Wingates, vampiresa a sus servicios, yuliya un placer el conocerte.-

Al parecer parecía sorprendida de que tuviera anteriormente el pelo de color verde, y a su pregunta incrédula, asentí.

Sí, tenía el pelo verde, como una buena parte de las dríades, jejeje REspondí riéndome levemente con ella, por la sorpresa. Y poco después pareció sorprenderse aún más de lo que era. Parecía que no conocía mucho las dríades, ni tampoco mucho Lineris. Tampoco la culpo. Somos seres que no aparecemos mucho ante los humanos, por lo que no hay muchos libros donde aparezcamos.

Sí, una dríade. Lineris es otro continente, que está relativamente cerca de Vahaal por el oeste. Y te explico. Una dríade es un ser de Hánade, nacida de su seno, para proteger la naturaleza. Somo seres más arbóreos que humanos, aunque nos parezcamos en mucho a los humanos... Pero no podemos tener hijos...somos estériles...

Entonces oscureció su mirada, y susurró que no debería estar aquí, mirándome. Yo giré mi rostro, como hacen los búhos, un tanto extrañada. Entonces mencionó acerca de su color. Su color quizás fuera pálido como la nieve, pero a mí me parecía bonito...Aunque debía admitir que la primera vez que vi su color, pensé que podría estar enferma.

Me parecía un color extraño, pero bonito.

Y entonces miraba su mano acercarse a mi mejilla, y posarse en ésta. Estaba fría, bastante fría. Sin dejar de mirarla, toqué su mano con la mía, como si tratara de cederle parte de mi calor, pero poco después solté lentamente. Si se podía calentar, parecía costar un poco.

Entonces, me indicó que no pasaba nada, y me tomó la mano, llevándola a mi pecho. Notaba mis latidos de mi corazón en la palma de mi mano.Y tenía un curioso contraste entre el calor de mi cuerpo y el frescor de su mano.

Tras eso, de forma inesperada, llevó mi mano a su pecho. En ese momento mi corazón se aceleró un tanto, aunque traté de tranquilizarme. Era algo bastante serio. Esta chica, estaba triste.

Pero caí en la cuenta, al tener mi mano sobre su pecho blandito. No tenía palpitaciones en su corazón. No notaba presiones en las arterias. No había un calor manando de aquel punto.

Mis pupilas se dilataron, más sorprendida que antes, y miraba con los ojos así a la chica a sus ojos rojos, mientras escuchaba lo que decía. Nació muerta... Aunque yo pensaba que sí que debió haber nacido. Tiene el mismo derecho a vivir que yo, aunque sea así. Tiene mucha vida por delante.

Al final se presentó como Lucía. Bonito nombre debía decir. Agregó que era una vampiresa. Ya todo concordaba, la verdad. La unión de la pena que sentía Lucía con lo que recordaba de Kirsha y las emociones que me dejó ambas cosas, no dije nada, sino que me abracé a ella, frotando su espalda con las manos, y dejando que apoyara su cabeza en mi hombro, como yo así hice con mi cabeza.

Por favor, no digas eso. Tú te mereces la vida también... Hay tantas cosas buenas por vivir....tantas cosas que ver.... Tú tienes que existir, estar aquí... Vivir...

Entonces me separé de ella, muy muy levemente, quedando frente a ella separaada por pocos centímetros mi rostro del suyo. Tomé su rostro e hice que me mirara a mis ojos. Sus ojos rojos, mirando los míos grises. Quería que me prestara atención.Mis ojos denotaban seriedad, auqnue algo de tristeza también. Y parecía que iba a deslizarse una lágrima por mi mejilla en un momento u otro

Escúchame. Jamás digas que no mereces vivir, porque entonces estás diciendo que tu vida no merece ser vivida. Tú mereces tener una vida, una vida que disfrutar... Para eso es la vida...Dime...

Susurré suavemente, bajando la mirada por unos momentos, pensando en lo que iba a decir bien, hasta que volví a mirar a sus ojos.

¿Qué razón crees que hay para que no merezcas vivirla? Te aseguro que es muy desmentible, sea cual sea