El cambio (Lucía y Katerina)

Hoy era la noche, la noche del gran festival en la capital y la noche de mi gran caza. Me paseé con tranquilidad por las calles rebosantes de gente. intentaba parecer completamente invisible a los ojos de la gente, no quería comportamientos y gente innecesaria rondándome.

Me quedé quieta tranquilamente en una de las esquinas eligiendo a la que sería mi próxima victima aquella noche, hoy había chicas muy guapas andando por el lugar y seguramente alguna caería. Entonces noté un aura por el lugar, un vampiro, poderoso... giré mi cabeza hacia el lugar donde estaba aquella aura.
Pero no tardé en reconocerla "Katerina..." pensé. Hacia muchísimo tiempo que no la veía, tampoco es que hubiese intentado visitarla mas.

Me crucé de brazos, sabía que le sorprendería mi vestimenta ahora, pues no era costumbre en mi llevar antes esa ropa.

Hacía mucho que no visitaba la ciudad de Eliria. Tampoco es que hubiese tenido motivos para ello, pero hacía tiempo que no salía de caza, aunque sólo fuera por diversión. Había cambiado mucho desde la última vez, mi corazón ahora rebosaba tanta luz que en algunas ocasiones cegaba... tanto era así, que las últimas veces que había salido a cazar, no había sido capaz de matar a mis víctimas, y por el contrario, antes de marcharme siempre les había dado un poco de mi sangre para que Saphine no pudiera llevárselas...
Podía resultar algo muy triste, tratándose del tipo de vampiresa que era o había sido antaño... Pero es que ahora mismo me resultaba imposible ser igual de sanguinaria que antes.
“¡Oh, vaya, un festival!” Fue lo primero que pensé al llegar y ver tanta gente, luces y música.
Llevaba un conjunto de chaqueta y minifalda de un blanco apagado con ligeras pinceladas de rojo o rosa, según como se mirara, y en cuyos rebordes llevaba volantes de seda del mismo color blanquecino, mientras que un bonito pañuelo rojo carmesí adornaba mi cuello. El cabello, sin embargo, presentaba un ligero cambio, pero que para alguien que me conociera le resultaría bastante significativo... me había cortado el flequillo, ahora estaba recto y mi pelo se veía mucho más largo y liso, con mucho más brillo, color e incluso cuerpo. En general, mi apariencia ahora pudiera verse mucho más juvenil y favorecedora, con maquillaje mucho más suave y sin aquella máscara que solía enmarcar mis ojos azul-grisáceos como la cristalina agua.
Me paseaba entre la multitud, examinando con mirada atenta y atrevida a los individuos e individuas que del mismo modo pasaban por mi lado. Y quedé paralizada al descubrir a cierta persona entre los presentes, justo delante de mí. Al haber llevado el aura a su nivel normal, no la había presentido, pero ahora no sólo el impacto de su presencia y belleza sin igual me abofetearon, sino que en ella había algo muy diferente a como la recordaba...
–Lu... ¿Lucía? –Me atreví a preguntar, incrédula. Pues por un momento llegué a pensar que fuese alguien que simplemente se pareciera mucho a ella físicamente–. ¿Eres realmente tú...?
Pero al reducir mi aura y poder sentir la suya no me cupo ninguna duda. Era ella...
Sentí que el corazón me daba un vuelco –o eso me hubiera sucedido de haber latido–. No podía dar crédito... Su inocencia, o aquella que incluso irradiaba con su apariencia, se habían esfumado... Ahora se veía completamente despreocupada, como si el mundo no le importase demasiado... diría que incluso me resultó un tanto arrogante y quizá engreída... Pero, todo eso simplemente lo había imaginado, podría ser verdad o no, aunque era realmente la impresión que su cambio me había ocasionado.
Esperaba que sólo fueran las apariencias...

Cuando me llamó por mi nombre la miré de arriba abajo, llevándome una gran decepción, ella no era como antes había cambiado y eso me desagradaba absolutamente, su pelo, su forma de andar, todo había cambiado.
Clavé mis ojos en los suyos durante un instante, recordando la ultima vez que lo hice, cuando estuvimos en su casa y yo había confiado plenamente en ella.
-No.. soy un espejismo-dije irónicamente. Me aparté de la pared con la agilidad propia de mis andares.-en cuanto a ti, esperaba que no fueses tu-
Empecé a andar entre la gente y con un rápido movimiento me giré volviendo a juntar nuestras miradas, esperaba que ella entendiese que me siguiese. Ahora podría enseñarle todo lo que pasaba, todo lo que era.

Paseé entre la multitud sin desgana, todavía no había conseguido encontrar a nadie, pero tampoco tardé mucho. Era una mujer, de mi misma estatura y bastante distinguida, con ropas caras. Su pelo de un castaño rojizo y su cuerpo... increíblemente atractiva, lo que mas me llamó la atención, me estaba mirando. Giró su cabeza rápidamente cuando mis ojos chocaron con los suyos y entonces lo supe, ella sería la caza de esta noche.

Me acerqué con paso descuidado-Buenas noches señorita, disfrutando del hermoso espectáculo?-pregunté con amabilidad, la chica asintió sonrojada-Es.. como tu dices hermoso-su voz era extremadamente dulce.
Entonces acerqué mi cara a su oído susurrandola algo que solo ella podía oír, era curioso como las mujeres a menudo caían en cosas tan fáciles. Le cogí de la mano echando una suave mirada atrás sonriendo a Katerina.
No tardé mucho en poder llevármela a una de las partes por las que la gente esa noche no pasaría.
Aquella muchacha estaba ahora a mis pies y ella ya sabía a lo que yo venía o al menos lo intuía, pasar una buena noche en su compañía.
Mis labios y mis manos recorrieron su cuerpo con lascivia entonces, mordí con suavidad su cuello, prácticamente se derritió ante esa sensación, pero no supo que le había llegado la hora de su muerte. Brindandola aquel éxtasis con mis manos siquiera se dio cuenta de haber caído inconsciente a mis brazos. Me aparté de ella cogiéndola del cuello y en apenas unos segundos estaba decapitada.

¿Cómo decirlo...? Me había causado una gran impresión, pero no estaba del todo segura de que fuera favorable... tiempo atrás, hubiera admirado su cambio e incluso me hubiera enorgullecido de él, pero ahora me desagradó tanto descubrir la clase de persona en la que se había convertido, sobre todo el presenciar el espectáculo psicopático que tras seguirla pude observar como una mera observadora, que rápidamente mis colmillos se afilaron con rabia y mi expresión se enfurecía a más no poder, al tiempo que me aparecía frente a ella y le pegaba una sonora y seca bofetada en la mejilla.
–¿Quién eres tú? ¿Y qué has hecho con mi pequeña princesa? –Inquirí con total desagrado y frialdad. Quizás Lucía jamás hubiera visto aquella expresión en mí, pero el disgusto que sentía por ella ahora parecía pesar mucho más que la envidia que le tenía por ser como era y apenas tener que esforzarse por conseguir una presa.
En cierto modo, esto era lo que yo había querido que fuese ella, aunque sin perder en cierto modo su inocencia, que tantos estragos me había causado en el pasado... y ahora parecía desagradarme tanto...