Reencuentro Draconiano:

Escuché sus explicaciones en silencio mientras nos vestíamos con tranquilidad. Suspiré y comenté:

-Bueno, si, era lógico que lo pensases...me alegro de que ya no pienses lo mismo.

Cuando me di la vuelta él estaba todavía dándome la espalda, y vi su piel desnuda un segundo antes de que se cubriese con una camisa y se giró sobre si mismo en 180 grados. Le miré un momento y me senté en la arena para ponerme las botas, mientras él se ponía su capa, colocarse el sombrero que proyectaba una sombra sobre su cara y recoger sus pertenencias. En cuanto acabó me levanté de un salto y le seguí, con el resto de mis cosas en la mano, para ir convocándolas durante el camino.

Andamos durante un rato hasta llegar al pueblo que se encontraba a los pies de la inmensa torre, callejeamos un poco y entramos en una posada de lo más sencilla. Entramos juntos y el uroba se puso a conversar con el encargado del lugar, mientras yo esperaba en la entrada. Tras esto, fuimos a nuestra correspondiente habitación, que disponía de un par de camas individuales y un cuarto de baño.

Axel corrió una cortina que dividía la estancia en dos, diciendo que así tendría un poco más de intimidad. "La verdad es que con el cuarto de baño tengo toda la intimidad que necesito..." pensé.
Mi compañero de habitación salió hacia la taberna, y yo me dispuse a ponerme unas ropas más cómodas para la cena. Dejé mis ropas de viaje a un lado, bien dobladas a los pies de la cama, como había hecho desde que era bien pequeña. De una bolsa un poco más grande que pendía de mis correas, extraje un vestido verde que había guardado con mucho cuidado en su momento. Eran las únicas ropas que tenía en mi poder, además de lo puesto y unas mudas.

Me desnudé por completo, exceptuando las braguitas, y me enfundé en aquel vestido de manga corta que se ceñía en mi pecho y caía con vuelo hasta la altura de mis rodillas. Tenía un escote amplio pero que no dejaba ver mis senos, y unas flores bordadas con hilo brillante en el final que me encantaban.

Me senté e la cama para volver a abrocharme los cordones de las botas marrones con tranquilidad, mientras esperaba a Axel de vuelta. No era un calzado muy apropiado, pero no disponía de otra cosa. Luego me acordé de mi pelo, que se había quedado apelmazado por culpa del agua de mar. Me cepillé con insistencia y me hice una trenza para disimular la suciedad.

Cuando terminé de negociar con el tabernero, regresé a la habitación. Lysandra ya se había cambiado de ropa y me encontré una joven muy diferente vestida con una preciosa piel de color verde, bonita y sencilla que encajaba perfectamente con la belleza sencilla de la chica. Me quedé unos instantes paralizado en la puerta de entrada a la habitación. No me lo había esperado la verdad....

-Vaya....- Exclamé en un tono que seguramente me haría quedar como un bobo. -Esto a sido una sorpresa.-

Cerré la puerta tras de mí y avancé unos pasos hacia el centro de la estancia, todo el tiempo estuve observando a Lysandra. Luego permanecí inmóvil sin saber bien que decir, me había quedado un poco bloqueado, pero finalmente recordé que tenía que cambiarme de ropa y ponerme una muda interior. Pronto estaría la cena preparada.

-Bien, será mejor que me prepare yo también.- Me dirigí a mi cama y saqué de debajo otra bolsa de cuero parecida a la que había llevado a la playa, pero mas grande. Saqué un traje rojo que conservaba de la época en que todavía vivía con mi familia y acudía a fiestas de otras familias en calidad de invitado. Lo había conservado por que me gustaba su color rojo oscuro cromado.

-Como puedes ver he puesto esta cortina separadora, espero que estés conforme con ella,- Le dije mientras me quitaba mis ropas y las dejaba sobre la cama. -Creí que querrías mantener tú intimidad y como la habitación no es muy grande...- Una vez completamente desnudo, me puse ropa interior limpia y comencé a ponerme el vestido. -Este es un cuarto que he conseguido para nosotros durante toda nuestra estancia en estas tierras, si no te gusta podría buscar otra cosa.-

Terminé de vestirme y añadí:

-Bueno, ha llegado el momento de concederte tu premio, pero antes concédeme un segundo.-

Me dirigí al aseo y pasé por el otro lado de la cortina, pudiendo ella verme con el traje puesto. Era de corte similar al que llevaba habitualmente, un traje de estilo normal, pero con un cuello y unos puños adornados con arabescos en oro que resaltaban sobre el rojo. Un conjunto de tres piezas, pantalón, camisa y chaleco que complementaba con mis botas altas, pues no tenía otro calzado a mi disposición en aquel momento.
Un pensamiento me recorrió la cabeza, pensé que quizás mi aspecto era ridículo, no sé porque pensé en aquello en aquel momento, pero ya era tarde para echarse atrás.

-En seguida acabo.- Una vez en el aseo, me arreglé el pelo rápidamente y ultimé los retoques finales. Regresé al cuarto y le tendí la mano a Lysandra:

-¿Me acompaña a recibir su premio, señorita?.-

Escuché girar el pomo de la puerta y me volví hacia ella. Axel se encontraba en el umbral, mudo de la sorpresa, al parecer. Sentí aumentar la temperatura de mis mejillas, que se habían enrojecido, sobre todo cuando intentó hablar para expresar su sorpresa.

-Bueno...jejeje ¿Tan mal estoy? ¿Es mi indumentaria inapropiada? -reí nerviosa alisándome los bajos del vestido con las manos, evitando su mirada.

Levanté la cabeza cuando volvió a hablar, más seguro . Dijo que se prepararía el también así que yo asentí moviendo el cuello. Le seguí con la mirada mientras cerraba la puerta y se dirigía al otro lado de la cortina.

Me senté en la cama de nuevo, mirando hacia la cortina, donde se mostraba una sombra moverse. Escuchaba como revolvía entre sus cosas y el sonido de la tela deslizándose por su cuerpo.

-Bueno, siempre podemos ir a cambiarnos al cuarto de baño, ¿no crees? -comenté con naturalidad cuando habló sobre la cortina- La habitación está bien como está, no hace falta que busques nada más, muy malas tendrían que ser las camas, jejeje.

Entonces pasó fugazmente por delante mío para entrar en el cuarto de baño, que se encontraba en mi lado de la habitación. Estaba vestido entero de rojo oscuro, pero no pude ver bien los detalles, hasta que salió a recibirme con una mano tendida hacia mi.

Su traje era sencillo pero muy vistoso, totalmente aceptable entre los pertenecientes a la clase alta. Constaba de un chaleco por encima de una camisa que iba adornada con bonitos dibujos dorados, y en los pies llevaba lo mismo de siempre.

Le observé de abajo hacia arriba para fijar mis ojos en su cara descubierta, y le dediqué una amplia sonrisa mientras tomaba su mano para levantarme:

-Vaya, tiene usted muy buena presencia, Axel...-hice una pequeña pausa- Por supuesto que le acompaño.

Tras decir aquello en un tono señorial solté una sonora carcajada. Salimos ambos de la habitación para ir a cenar.

Tomé su mano con delicadeza y la dirigí al piso inferior de la taberna, ambos caminábamos lentamente sin decirnos palabra alguna. Había muchas cosas que hablar entre nosotros y esa cena era un buen momento para dar rienda suelta a nuestras inquietudes. Ella estaba muy guapa y me sentía muy feliz de estar junto a ella en aquel lugar tan apartado de la mano de los dioses.

-Puede que tengas razón, la cortina es excesiva, pero pensé que quizás te gustaría algo mas de intimidad, no sé....- Le dije al bajar la escalera.

Una vez en el gran salón de la taberna, vacío de clientes, nos dirigimos a una de las mesas centrales. Todo estaba limpio y ordenado, el tabernero y sus criados se habían esmerado al máximo en la limpieza del local, esperaba que el menú estuviera a la altura de las expectativas.
Acompañé a Lysandra a la mesa y le ofrecí la silla, una vez que se hubo sentado me dirigí a mi asiento y me senté frente a ella. La mesa no era especialmente grande, pero cumpliría la función. Al menos esperaba que todo saliera bien y que ella disfrutara de la cena.

-Estos van a ser unos platos muy típicos de esta región, que personalmente nunca he degustado.- Le dije con simpatía. -Espero que sea de tu agrado, pues te lo mereces al ganar la carrera en el mar.- Cogí mi copa y la levanté en señal de brindis hacia ella.

-Por el agua Lysandra, tu elemento.-

Bajamos en silencio las escaleras que llevaba al piso inferior, donde estaba la taberna. Justa antes de pasar al salón, volvió a hablar sobre la cortina de la habitación:

-Bahh no te preocupes Axel, podemos olvidar el tema de la cortina. -dije quitando importancia al asunto con un gesto de la mano.

Entramos en el comedor, y la sala estaba completamente vacía a excepción de los empleados del local. Se notaba que acababan de limpiar la estancia, pues las mesas todavía estaban húmedas y no había rastro de suciedad en el suelo.
Axel me ofreció asiento y yo me acomodé mientras él se sentaba justo enfrente. Asentí con la cabeza cuando me adelantó cómo sería la cena, y tras eso cogió su copa y la alzó hacia el centro de la mesa para brindar. Las dos copas estaban rellenas de un líquido claro ligeramente rosado que olía a alcohol:

-Gracias...por el agua entonces -dije tocando su copa con la mía con una sonrisa.

Me bebí el contenido de un par de tragos, primero un sorbo pequeño para verificar el sabor y luego uno mucho más grande que acabó con todo. No bebía alcohol casi nunca por lo que no estaba acostumbrada a su sabor, así que me resultaba más fácil vaciar la copa del tirón.

-¿Era necesario este numerito? No sé por qué pensaba que querías ser más discreto. -dije, arqueando una ceja, dejando la copa en su sitio- Pero bueno, de todas maneras, gracias por las molestias...

Miré a nuestro alrededor, observando el movimiento de los empleados. Después fijé mi vista en la suya, hablando bajo para que solo pudiese escucharlo el uroba:

-Pero la verdad es que me da más vergüenza que estemos los dos solos a diferencia de si hubiésemos tenido una cena normal y corriente en un sitio cualquiera...

Vacié el contenido de la copa en mi garganta mientras escuchaba la aprobación de Lysandra. Parecía saborear el vino rosado que nos habían servido los criados, la verdad es que estaba fresco y delicioso. El salón permanecía silencioso ante la falta de clientes y los únicos sonidos que se escuchaban eran los de los criados trabajando al otro lado de la estancia.

-En este momento hay pocos huéspedes en la posada y probablemente ya habrán cenado.- Le expliqué tranquilamente. -No hay porqué avergonzarse, tarde o temprano la gente de este asentamiento se acostumbrará a vernos juntos, cerca uno del otro,- guardé una pausa, -pero no tiene que ser ahora mismo.-

Lancé una mirada a la entrada del cuarto contiguo, pronto los criados nos traerían la cena, había pensado en algo ligero que esperaba que le gustase a Lysandra, pero aderezada con unas golosinas para endulzar la noche. Tenía la sospecha de que a ella le gustaban los dulces y sería una buena manera de premiar su éxito en la playa.

-Mañana empezaremos a entrenar, ¿Alguna vez has usado una espada, cuchillo o cualquier otra arma?.- Le pregunté amablemente mientras retiraba la servilleta del plato, que estaba enrollada en una bonita forma.

Axel bebió todo lo que tenía en su copa de un trago y después me explicó que no había casi nadie hospedado en la posada. En aquel momento recapacité sobre lo que había dicho antes, quizás había sido un poco hosca con él. Le miré fijamente y puse los codos en la mesa, apoyando la barbilla en ambas manos:

-Entiendo...sí, supongo que tienes razón. -dije, respecto a lo de que nos fuese a ver al gente juntos- Y tampoco creo que se hospede mucha gente en este pueblo tan apartado. MUY apartado.

Empecé a preguntarme con qué nos sorprendería el cocinero. Me imaginaba que principalmente se basarían en una dieta de pescado o marisco, pues era el principal negocio de la isla. Algo tan rocoso no podría ser preparado para el cultivo, todo los demás productos serían importados y eso es más caro que vivir de lo que tienes más a mano.

Dejé de divagar en mis inútiles pensamientos cuando el uroba se puso a colocarse la servilleta y empezó a hablar sobre el entrenamiento . Entrelacé mis manos y le miré de lado:

-Si ¿no te has fijado ya en lo que suelo llevar en la espalda? -dije soltando una risita- Esa es la única arma que tengo, de momento. Algún día me gustaría hacerme con un arco o algo así...o unas dagas, pero de momento es lo que hay.

Hice una pausa y miré hacia abajo, cogí la servilleta y me la coloqué en el regazo para no mancharme el vestido cuando empezásemos a comer.

-Algo me dice que esta extraña isla con su torre será un lugar concurrido, por un motivo u otro...- Respondí en un tono enigmático pero realmente nadie parecía saber nada del origen de aquella torre, ni de la aparición de esta isla. Todo el asunto estaba envuelto en el misterio. -Pero... efectivamente, por eso elegí esta pequeña posada junto con su taberna. Aquí nuestros asuntos seguirán siendo nuestros y podremos igualmente enterarnos de rumores y chismes.-

Tomé la jarra y serví mas vino en las copas, primero Lysandra y luego yo. Cuando dejé la jarra tomé mi copa y bebí otro sorbo de vino, luego miré a Lysandra y proseguí:

-El Posadero y sus criados son del tipo de personas que cobran por su servicio y no hacen preguntas.- Le dije a Lysandra tras inclinarme levemente hacia ella e indicarle con los ojos. -Y además no es caro el servicio.- Añadí divertido.

Escuché su explicación sobre las armas y sus preferencias. Usar una espada en combinación de armas cortas y/o proyectiles no estaba nada mal, pero habría que ir por orden:

-No es lo mismo tener una espada que saber utilizarla,- Puntualicé mirándola fijamente, Al llevarla encima te conviertes en objetivo de cualquiera que dé por supuesto que sabes utilizarla. Y eso es peligroso para ti.- Añadí puntualizando señalándola con un dedo.

Aparecieron el Posadero y dos criados mas transportando una bandeja cada uno: en una un buen montón de marisco, en otra lo que parecía alguna clase de pescado azul al horno y en la tercera montones de pastelitos y frutas confitadas. Cuando se acercaron a la mesa y pusieron el marisco y el pescado sobre ella me causaron buena impresión, todo tenía un aspecto delicioso.

-Muchas gracias, tiene un aspecto delicioso todo.-

-De nada señor, esperamos que les guste la cena y si desean cualquier otra cosa estaremos dispuestos a atenderles. Señorita.- Dijo con cortesía a Lysandra antes de volverse a los criados y retirarse.

El criado con la bandeja de los dulces se acercó a la mesa y colocó la bandeja antes de desearnos buen provecho y desaparecer tras su jefe.

-Bien, ¡ pues vamos a cenar !.- Dije alegre y tomé unos cubiertos para servirle las raciones a Lysandra.

Escuché a Axel hablar sobre la isla que sostenía los cimientos de la Torre del Fin, que era como la llamaba todo el mundo, tras haber mencionado la afluencia de gente por aquel asentamiento. El uroba le dio un aire misterioso al lugar que hasta ahora no me había planteado.
Después rellenó nuestras copas de aquel vino rosado, que acepté rápidamente con un gesto y, al mismo tiempo que él, volví a coger la mía para dar un pequeño sorbo. Sin comida de por medio, temía que se me subiese demasiado rápido a la cabeza. No me costó reírme ante su comentario de los precios de la posada, no quería ser una carga para nadie.

Cuando empezamos a hablar sobre las armas, Axel dijo que no era lo mismo tener una a saber manejarla, cosa que se me había olvidado mencionar en el momento. Además dijo que podría ser peligroso llevarla expuesta:

-Vaya, hasta ahora no lo había pensado así...la verdad es que...no, no sé manejarla mucho, lo he intentado alguna vez, practicando a sola, pero no sé si lo que hago está bien o mal y eso me frustraba.

Miré para otro lado, y en aquel momento empezaron a salir camareros de las cocinas, llevando fuentes de marisco, pescado y dulces, que tenían una pinta buenísima. Hacía muchísimo que no me permitía tal homenaje, así que empecé a salivar instantáneamente.

-Gracias. -dije por lo bajo al camarero, haciendo una leve inclinación con la cabeza.

Axel se puso a servirme una porción del primer plato y cogí los cubiertos.

-Gracias, Axel. -dije con educación y una sonrisa- ¡Qué aproveche!

Empecé por hincar el diente al pescado, era jugoso y muy bien aderezado, delicioso. Se me iluminó la cara al pensar en tanta comida que me quedaba por probar. Terminé mi porción y solté los cubiertos, para coger un crustáceo que estaba muy bien despedazado e ir separando la cáscara con las manos.

Ella se sinceró respecto a su habilidad con la espada, eso era bueno, era un primer paso un paso importante, muchos necios se creían capaces de hacer uso de un arma y enfrentarse a oponentes, solo por el hecho de haber practicado juegos infantiles o aficiones caras como los maestros de esgrima que se contrataban para enseñar a los hijos de las familias nobles. La mayoría de aquellos fanfarrones pasaban el resto de sus días ensalzando orgullosos sus habilidades, las cuales siempre han brillado por su ausencia a ojos del resto del mundo. Otros sin embargo llegan a pagar cara su osadía y arrogancia con sus vidas. En cualquier caso no me importaban demasiado ni unos ni otros.

-Está bien que tengas voluntad por aprender y superarte, pero sin la guía de alguien con experiencia no avanzarás gran cosa.- Respondí tras meditar un rato sus palabras. -Muy pocos han sido capaces de aprender por su cuenta y llegar a ser buenos espadachines y guerreros, aunque siempre los ha habido y habrá.- Hice una pausa para servirle algo de marisco y pescado, luego hice lo propio conmigo.

-Mañana temprano empezaremos el entrenamiento, sí vas a unirte a nuestra causa tienes que aprender a luchar, a matar si es necesario,- Le dije en tono serio mientras abría un cangrejo y colocaba los restos del caparazón a un lado del plato. -nuestra especie es muy dada al poder, tarde o temprano todos sentimos del deseo de gobernar y controlar a otros.-

Estuve un buen rato tomando bocados de marisco y pescado sin decir nada, simplemente disfrutando de la comida, que estaba realmente deliciosa, y de la compañía. La perspectiva de comenzar a entrenar a Lysandra me había animado bastante, me sentía mucho mas centrado en los objetivos y el propósito de haber viajado a este lugar tan apartado de los dioses. De todas formas tendría que aclarar muchas cosas con Lysandra, cosas importantes y debía de ser aquella noche.

-¿Qué tal el marisco y el pescado?, ¿os gusta?.-

Entre bocado y bocado bebía algún que otro sorbo de vino. Ahora que estaba comiendo la bebida pasaba con mayor facilidad por mi garganta, hasta que empecé a sentir la cabeza un poco como flotando, intentando salir fuera de sus sitio.

-Bueno, y para eso estás tu aquí, ¿no? -respondí alegremente cuando habló del entrenamiento- Seguro que eres un profesor estricto. Desde luego, lo pareces.

Entonces escuché la palabra "matar" en un tono bastante serio y eso me borró un poco la sonrisa de la cara:

-Bueno, quizás, si es necesario, no me imagino así, tendré que enfrentarme a ello...-hice una pequeña pausa y bajé la mirada, miré la copa, dejando de comer- ¿tú has matado a mucha gente, Axel? Incluso...¿a miembros de tu propia raza?

Quedaba una cantidad generosa de comida, pero se me habían quitado las ganas de seguir con lo que tenía en el plato y lo aparté a un lado. De todas formas era una cantidad tan grande que no hubiésemos podido terminar con todo, por mucho estómago que tuviese.
Fui beber de mi copa una vez más, pero me di cuenta de que estaba vacía, así que cogí la jarra y volví a servirme una pequeña cantidad para dar un trago más grande que los anteriores.
Me limpié bien con la servilleta y luego eché un vistazo a los dulces, me llamaron más los pasteles que la fruta confitada. Cogí un pastelito con forma de tartaleta, que estaba relleno de limón y frutos rojos. Su sabor volvió a levantarme los ánimos.

En un momento determinado, cuando le dije que tendría que matar a otros su rostro se ensombreció y no terminó lo que tenía en el plato. Sí, podía entender a Lysandra con sus escrúpulos y moral, pero así eran las cosas, el que uno no quisiera matar a alguien no significaba que el otro pensara lo mismo y a la única respuesta que podíamos dar a la muerte era: "todavía no".
Lysandra era muy joven aún pero si quería seguir adelante tendría que dar el paso.

-Puede que sea estricto, pero soy justo.- Dejé de comer y posé los cubiertos en el plato para mirarla. -Lysandra, entiendo que te dé repugnancia quitarles la vida a otros, pero si quieres sobrevivir en este mundo, no tienes otra opción.-

Luego de decirle aquello, terminé en silencio la comida de mi plato y luego ataqué los dulces que ya habían empezado a sufrir el acoso de Lysandra. Tomé unos hojaldres rellenos de crema que estaban francamente deliciosos y saboreé su delicioso sabor. Cuando terminé los hojaldres me limpié los labios y los dedos con una servilleta antes de dirigirme de nuevo a Lysandra:

-Sí, he matado a gente y no es agradable al principio.- Hice una pausa, -cuando matas a alguien le quitas todo lo que es y todo lo que puede ser.- La miré con franqueza, -pero es tu propia vida la que esta en juego, Lysandra.-

Hice una señal a uno de los criados para que se acercara y le pedí una jarra con agua, luego me apoyé sobre la mesa con ambos brazos y junté las manos apoyando la barbilla sobre los puños. Mirando a Lysandra durante un buen rato como si la estuviera evaluando.

-Lysandra, tenía dudas sobre cuales eran mis sentimientos hacia tí, pero creo que ya empiezo a ver las cosas claras.-

El uroba empezó a replicarme sobre el acto de matar, para convencerme de que se trataba de un mal necesario. Dijo que para el no era agradable, bueno, algo es algo, pero no era una idea muy tentadora el tener que hacerlo de todas formas. Tarde o temprano llegaría el momento si quería unirme a una causa, sea del bando que fuese. Era eso o seguir mi camino errante por el mundo sin saber ponerme un lugar, y esa era una idea que no me agradaba, no me gustaba la soledad.

Axel, en silencio, terminó el contenido de su plato y dejó sus cubiertos con tranquilidad. Procedió a empezar con el postre, que constaba de muchos pasteles de pequeño tamaño. En un par de bocados yo terminé con mi tartaleta, y pronto fui a a por otro de chocolate y galleta, una estupenda combinación. Él a su vez había cogido uno de hojaldre y crema, que seguro que estaba bueno también, a juzgar por su pinta y la cara de placer que había puesto.

Al principio fue un silencio un tanto incómodo, pero verle disfrutar relajó un poco el ambiente.
Pidió una jarra de agua, y en lo que esperaba a que la trajesen, dejó de comer y se apoyó en la mesa, observándome en silencio por un tiempo que se me hizo eterno. "Sí, será mejor dejar de beber..." pensé en aquel momento. Yo seguí escogiendo un par de pasteles más, evitando su mirada, que me empezaba a poner nerviosa. Cuando el camarero se acercó a dejar la jarra y se alejó, Axel cambió de tema radicalmente, y yo ya di mi cena por finalizada:

-¿Ah, si? -me removí en el asiento y le miré, inquieta- ¿Sentimientos...sentimientos como cuáles?

No pude evitar volver a pensar en el beso que me dio en mitad de la selva: ¿Se refería a algo como eso? ¿O iba a ir por un camino totalmente diferente? Quizás no debería asustarme tanto lo que fuese a decir y al final no fuese para tanto. O si lo fuese ¿Qué podría responder? Tenía una vampiresa escondida en un rincón de mi corazón, y ni siquiera sabía si eso sería bien recibido en los de mi raza si se enterasen de algo así. Los urobas parecían un poco primitivos en el tema del amor, o eso creía, porque tampoco es que fuese una experta en eso, ni mucho menos.

-Sentimientos de amor naturalmente, eres joven y bonita.- Le dije mientras seguía apoyado en la mesa mirándola. -Pero estaba confundido respecto a mis sentimientos hacia ti.- Proseguí sin dejar de mirarla. -Te quiero sí, pero no como un hombre quiere a una mujer, a su mujer...- Aparté la vista unos instantes. -No sé si me explico bien.-

Me imaginaba que ella no tendría mucha experiencia en estos temas, al igual que con otras cosas, pero de todas formas me resultaba un poco raro que no hubiera compartido al menos algún momento romántico con nadie. Era una joven muy bella y su inocente comportamiento resultaba atractivo para cualquiera. Ya me había fijado en las miradas de admiración y otras de codicia que muchos hombres del asentamiento le lanzaban cuando volvimos en la tarde a la taberna. Era complicado decirle que había sentido atracción por ella, pero no la amaba y no quería hacerle daño.

-No quiero que pienses algo malo o hacerte daño, sencillamente quería aclarar eso.-

El criado apareció en el momento adecuado con una jarra llena de agua fresca, se lo agradecí eternamente. Me recliné hacia atrás en mi asiento y dejé que colocara la jarra en la mesa y nos sirviera el agua fría. Tomé la copa y bebí de ella hasta acabar el líquido. Luego tomé un dulce con forma de bombón esférico de la fuente y lo fui mordiendo lentamente.

-Este está delicioso.-

Axel respondió, aguantándome la mirada en todo momento, pero lo hizo de forma tan natural y sincera que parecía que fuese un asunto sin importancia. A mi la palabra "amor" me aceleraba las pulsaciones, me decía que me quería pero...no lo entendía muy bien, no me quedaba claro.

-N-no, no entiendo lo que quieres decir...exactamente...Si no me quieres como una hombre quiere a una mujer ¿Qué clase de amor es? ¿Como una hermana pequeña a la que cuidar? ¿Como un padre?

Al final terminé preguntándole atropelladamente aumentando la velocidad de mis palabras. Fijándome en sus ojos violetas e inclinándome un poco hacia delante.

-No, no pienso mal ni me haces daño, no sé, simplemente es extraño...todavía me acuerdo de aquel día en la selva y del beso que me diste. -hice una pausa para tomar aliento, me quedé mirando los platos de la mesa, y volví a alzar la mirada hacia la suya, sonrojada, con voz queda- Ahora lo pienso y la verdad...es que....no me hubiese importado repetirlo.

Mi cara se tiñó completamente de rojo con tal confesión. Axel había bebido agua y ahora se estaba comiendo un bombón de chocolate y criticando lo bueno que estaba, apoyado en el respaldo de su silla tranquilamente. Yo en cambio estaba tiesa como palo, sin saber qué más añadir.

Sonreí sin alegría ante la respuesta de Lysandra. Dejé el trozo del dulce bombón en el plato y me limpié los labios y los dedos con la servilleta.

-Sí, en el fondo es eso Lysandra. En un principio te quise o mejor dicho te desee como una compañera, una amante. Eres tan bonita y además de mi especie.- Le dije con ternura, -Yo hacía mucho tiempo que no estaba con una mujer, cuando de repente apareciste de los dioses saben donde y te encontré en la selva y tuve debilidad.- Volví a reclinarme sobre la silla.

-Pero... eres joven, estás sola, no conoces mucho del mundo y..., creo que seducirte sería como aprovecharme de ti,- Reflexioné sin mirarla y algo incómodo. -Puedo ser muchas cosas, puedo llegar a ser un miserable para obtener poder y riquezas, pero no soy un miserable putero.- concluí un poco molesto conmigo mismo.

Me giré sobre la silla para sacar las piernas de debajo de la mesa y luego las estiré, me deslicé un poquito en el asiento y cogí el trozo del dulce que me quedaba en el plato. Me lo comí despacio sin mirar a Lysandra, en silencio, luego la volví a mirar.

-¿Crees que estás enamorada de mí, o... lo estás realmente?.-

Axel se limpió con la servilleta los restos de chocolate y dejó la mitad del bombón a un lado para contestarme. Si, me daba la razón diciendo que podría ser un amor más bien fraternal, pero que en un principio, cuando me encontró por primera vez, sus deseos eran bien distintos.

-Creo que nadie nace sabiéndolo todo de la vida, ¿no? -respondí en tono seco, cruzando los brazos y mirando para un lado. Sus comentarios me hicieron sentir como una niña pequeña. Una parte de mi quería gritarle al mundo que ya había experimentado algo y que me había acostado con una mujer, algo que seguramente muchos hombres imaginasen con lujuria. Pero tuve que callarme porque no había pasado de mis experiencias con la vampiresa. No tenía ni idea de cómo relacionarme con los hombres y me daba un poco de respeto pensar en lo que compartían en la cama con una mujer.

En un tono molesto, Axel dijo que no era ningún putero. Tampoco me lo había imaginada así, desde el principio, no me pareció alguien desmadrado que se dejase llevar por los placeres únicamente, si no, quién saber lo que podría haberme hecho en Vaeh Urobhak...

Volvió a tomar los restos de su bombón, estirando las piernas y mirando hacia otro lado. Yo me quedé en la misma posición, ahora con las manos metidas entre las piernas, inquieta, me quedé mirándome el diminuto escote que poseía.

-E-esa pregunta es demasiado...prefiero no contestar -sentí como empecé a ponerme roja, aquello me había pillado completamente por sorpresa, para mi el enamoramiento eran palabras con gran importancia, y Axel no era nada delicado con el asunto.

Me limité a beber un poco de agua y me volví a limpiar bien la boca y los dedos. Me levanté de la silla bruscamente y me dirigí hacia las escaleras a zancadas, de vuelta a la habitación. Terminé subiendo los escalones de dos en dos, tratando que no me alcanzase, y entré en la habitación, corriendo la cortina y tirándome en la cama, con los cabellos revueltos, pues se me estaba deshaciendo la trenza. Estaba furiosa conmigo misma y desconocía el por qué.

De repente su actitud cambió, de mostrarse a la defensiva se indignó y un brote de rabia cruzaron su rostro y sus palabras. Apenas dijo dos frases cortas y se cruzó de brazos volviendo su rostro, luego se levantó del asiento y se retiró escaleras arriba dando grandes zancadas, pude sentir el golpe de la puerta del cuarto al cerrarse.
Me quedé allí solo en silencio e inmóvil, meditando sobre todo lo que estaba pasando. Tomé la jarra de vino y me serví una copa, "me quiere o al menos me desea un poco", posiblemente sea uno de esos sentimientos de los jóvenes que todos hemos sentido alguna vez por alguien, deseas a alguien, crees que estás enamorado, pero con el tiempo o tras conseguirle descubres que solo era curiosidad. ¿Es algo malo?, por supuesto que no, sería mas fácil si así fuera....
Llevé mi mano a mi brazo derecho y pude sentir la prenda de Neliel enroscada con habilidad en mi muñeca, "¿realmente quieres a Lysandra"?, siento algo por ella no lo niego, pero ahora estaba confuso, simplemente quería hacer lo correcto, no sería justo para nadie jugar a dos bandas.

Bebí de un único trago todo el vino de la copa y la volví a llenar, "y si te quiere", pensé en lo complicado que era el mundo. Quizás hubiera sido mejor haber seducido a Lysandra en aquella ocasión de las tierras urobas, pero en ese caso habría herido o incluso matado a Neliel. ¿"Pero no quieres eso verdad"?. -YA NO SÉ NI LO QUE QUIERO.- Gruñí en voz alta tras vaciar de nuevo la copa.
El tabernero se acercó lentamente pero con firmeza y me preguntó: -¿Desea alguna cosa señor?.-, Le miré divertido y le respondí: -Entre una Rosa Roja y un Loto Azul, ¿cual escogerías?.- El tabernero se me quedó mirando desconcertado por la pregunta unos segundos, luego respondió: -Ninguna señor, no me gustan las flores.- Solté una risotada.

-Buena respuesta, la rosa tiene espinas y el loto nubla la mente.- Me levanté de la silla y le miré: -Pero ambas son flores tan bellas....., buen servicio, aquí tiene.- Le entregué una bolsita con monedas y me retiré a las escaleras.

Subí lentamente peldaño a peldaño sin saber que me encontraría o sucedería cuando cruzara la puerta, me detuve ante ella durante un minuto y luego la abrí despacio. Entré en la habitación y cerré la puerta tras de mí. Ella se había echado sobre la cama y había corrido la cortina. -¿Lysandra?.- Pregunté en un murmullo, no había encendido la luz pero la luna filtraba algo de luminosidad a través de la ventana entreabierta.

-Lysandra, ¿me quieres verdad?.-

Tras aquellos movimientos tan estrepitosos, había empezado a notar como la cabeza me daba me daba ligeras vueltas, intentando traicionarme. Me giré sobre mi misma torpemente y me puse hacia abajo, con la cara enterrada en la almohada de plumas.

No sé cuánto tiempo pasé a oscuras en la habitación, en silencio o refunfuñando, acompañada únicamente de los rayos que asomaban por la ventana, con los que la luna iluminaba el cielo nocturno. ¿En qué estaba pensando cuando se me ocurrió la gran idea de salir corriendo? Ahora que estaba sola me había podido relajar un poco de nuevo. Había sentido rabia: ¿Por qué? ¿Porque me atraía un hombre? No podía dejar de darle vueltas a lo que me había dicho Angeline en su momento: que si tenía otros deseos, era libre de cumplirlos. Pero no podía evitar tener un sentimiento de culpabilidad por ello. Definitivamente no era una relación normal y corriente la que tenía con la vampiresa, aunque no por ello era peor.

Luego, escuché atentamente las pisadas de Axel sobre las escaleras, conteniendo la respiración. Apenas producía ruido, pero la habitación estaba tan en silencio, al igual que la calle, que se podían apreciar su paso lento hasta la puerta.
Sentí cómo la abría con cuidado, la cerraba y pronunciaba mi nombre muy bajito. Se hizo el silencio porque yo no contesté a su llamada, pero tras quedarnos quietos donde estábamos, Axel volvió a hablar en tono suave, preguntando que si me gustaba:

-.......................si. -dije, tras una larga pausa. Lo pronuncié casi como si me molestase de que fuera así. Yo sola había formado en un rincón de mi corazón un cariño especial hacia el uroba, y habíamos hecho cosas que para mi habían hecho que se me acelerase el mismo, como en aquel preciso instante.

Y así era...... ella acababa de decirlo, a regañadientes, quizás molesta, puede que solo fuera un enamoramiento pasajero, pero había dicho que si.
Permanecí en silencio unos segundos que se hicieron interminables luego dije en un murmullo:

-Lys... ¿que es lo que pasa?, guardé una pausa, -se que hay algo que ocultas, no sé el qué pero lo sé.- Me apoyé contra la puerta desde la nuca hasta la parte inferior de la espalda. -Yo también tengo secretos, en el fondo todo el mundo los tiene.-

Esperé un largo rato, solo podía oír su respiración entrecortada, no parecía estar llorando pero sí algo turbada o quizás indignada. Se encontraba echada boca abajo en la cama y su melena se había soltado. Aguardé unos segundos mas y finalmente me acerqué a ella, descorrí despacio la cortina y me senté a su lado.
Puse una mano en su cabeza y la acaricié con ternura.

-Te diré mi secreto si me dices tú el tuyo.-

Desde que me tumbé en la cama había permanecido con los ojos cerrados, dejando que fuesen mis otros sentidos los que tomasen ventaja.. Se hizo otro largo silencio, durante el cual yo me quedé en la misma posición, levantando la cabeza unos milímetros para poder tomar aire.

Axel continuó hablado y me decía que ocultaba un secreto, al igual que el resto del mundo. Me quedé en silencio, pensando en si contestar a su pregunta o no, pues era una cuestión difícil para mi, nunca le había hablado a nadie sobre mi relación con Angeline, aunque rampoco me había parecido necesario nombrarla hasta ahora. Ahora me estaba preguntando si lo que pretendía en realidad era guardarla como un tesoro bajo llave, pero en el fondo no creía que ella desease eso.

Escuché unos pasos amortiguados y el ruido que producían las anillas de metal al correr la cortina por la barra del techo. Entonces sentí un peso junto a mi costado, en un borde de la cama, cuando su mano se apoyó en la parte posterior de mi cabeza con cuidado, acariciándome y produciéndome un escalofrío por el cuero cabelludo.

Giré la cabeza para poder verle por el rabillo del ojo. Despacio, me volví en su dirección, quedándome tumbada de lado para poder mirarle un poco mejor:

-Supongo que mi secreto se llama Angeline, pertenece a la raza de los vampiros y...hace un tiempo...después de encontrarnos en el bosque, pues...nos conocimos en Liang...empezamos a hablar y al día siguiente visitamos el Bosque de Cristal...allí fue donde nos besamos por primera vez y la verdad...fue algo muy especial...

Dejé mis historia sin terminar, pues no sabía hasta qué punto quería escucharla ni con cuánto detalle. Me quedé en silencio, tomando aire, pues me estaba costando respirar con normalidad y tenía la cabeza un poco embotada por el alcohol.

Ella se giró para tumbarse en la cama y mirarme, se puso rígida cuando le toqué el cabello. Me hizo sentirme algo impresionado por la situación que se había generado, hacía un buen rato estábamos cenando y ahora nos encontrábamos en una situación de no saber que podría ocurrir en esta noche entre los dos.
Sin moverse de la cama empezó a contarme su secreto, el motivo por el que en buena parte se sentía y comportaba de aquella manera tan extraña. Cuando oí el nombre de la mujer por la que sentía algo, logré evitar mostrar un sonrisa irónica, ni mas ni menos que Angeline, ¿también habías caído en sus garras Lysandra?. Sospechaba que las red de pasión de aquella vampira se extendería por todas las regiones del mundo.

-¿Y la quieres?, supongo que has conocido el amor con ella.- Le dije con ternura sin moverme del sitio, ella terminó de hablar y tuve la impresión de que no quería hablar más. Tampoco era necesario, ya me imaginaba que no querría contar los detalles mas íntimos, pues estaba seguro que habían intimado, ni tampoco quería conocerlos.

Retiré la mano de su pelo y las puse sobre la cama mientras permanecía sentado como estaba en el borde de la cama, me giré para mirar el suelo y le respondí cumpliendo con mi parte de el trato:

-Yo amo a una mujer, una bruja, la conocí durante uno de mis viajes y..., digamos que nunca pensé que pudiera llegar a sentir lo que sentí en sus brazos, durante la única noche que estuvimos juntos desde entonces. No la he vuelto a ver, prometí que nos reuniríamos en cuanto solucionara mis asuntos, en pocas palabras: la guerra con los leales de la Emperatriz; Pero el conflicto se ha vuelto interminable, ni la Emperatriz ni mi señor Emperador se deciden a dar el paso y librar el combate definitivo. A veces creo que ella me ha olvidado y a conocido a otro hombre, ha pasado mucho tiempo desde entonces. Sí me reuniera con ella de nuevo.....-

Hablé mecánicamente como un autómata, era cierto que sentía gran pasión por aquella llamada Neliel, pero tampoco veía la salida al callejón del conflicto en el que se veía envuelta mi raza. "Pero has acudido a esta Isla para Reunirte con Lysandra" sí y también aprovecharé para reunir toda la información posible sobre este lugar y sus secretos, pues podrían sernos útiles en la lucha.

El mundo era demasiado complicado....

Axel me preguntó con ternura que si quería a Angeline. Parecía haberme entendido perfectamente sin tener que entrar en más detalles, cosa que agradecí enormemente, pues me resultaría embarazoso hablar de esos temas. La pregunta me la tomé más bien una afirmación, por lo que no tuve nada más que añadir, simplemente me quedé pensativa y asentí con la cabeza.

Dejó de acariciarme la cabeza y se apoyó en la cama, para empezar a contarme el su historia. Su secreto también se trataba de una mujer, de un romance, que tenía por nombre Neliel. Me narró aquello de forma automática, como si ya tuviese pensada la explicación en su memoria desde hace mucho.

Yo le escuché en silencio, viendo como su afilado rostro se iba entristeciendo a medida que acababa de revelarme su secreto.

-Si te reunieras de nuevo con ella...¿qué?

Me incorporé con la ayuda de una mano y quedé medio sentada detrás suya, mirando su espalda y sus cabellos cayendo por el comienzo de ésta. En ese momento me hubiese gustado verle sonreír. Ahora que los dos sabíamos lo que nuestros corazones guardaban, nos comprendíamos un poco mejor.
Yo hacía un tiempo que no veía a Angeline, por lo menos un par de meses. Aunque la echaba de menos, en aquel momento tuve el impulso de querer hacer algo con Axel, pero no quería ser repentina así que simplemente le pasé la mano por la espalda, siguiendo la línea que formaba su columna vertebral, arriba y abajo, intentando reconfortarle.

Se hizo el silencio, y yo escuchaba todo sonido atentamente.

Ella escuchó atentamente mi relato sin interrumpirme, en silencio y luego cuando terminé de hablar se acercó a mi y noté su mano tocar mi espalda siguiendo mi columna de arriba a abajo, en un gesto reconfortante. Luego vino la pregunta clave, no me la esperaba aunque en cierto modo yo la había incitado a preguntar dada mi explicación anterior. Tampoco tenía ya sentido ocultar nada:

-La quiero Lys, es una llama...., pero también me gustas tú. ¿Crees posible querer a dos personas al mismo tiempo?. Tú quieres a Angeline, ¿no?.- Me volví para mirarla con mirada de quien busca algo de compasión y comprensión.

-Pero al mismo tiempo me siento culpable, por ella y por ti también.- Suspire y volví a mirar al suelo. -Eres joven, podrías tener al uroba que quisieras fácilmente.- Guardé silencio unos instantes y continué: -Era inevitable que sucediera, somos de la misma raza y no sé...-

Cerré los ojos e intenté analizar la magnitud del problema, era demasiado pero ahora estaba aquí y las cartas sobre la mesa, había que mirarlas y hacer una jugada, asumir riesgos. No había vuelta atrás.

-Creo que será mejor aplazar el inicio del entrenamiento de mañana.- Se me escapó medio divertido.

Cuando siguió hablando, me preguntó que si era posible querer a dos personas a la vez. Detuve el recorrido de mi mano, apoyándola simplemente sobre la tela de su chaleco, pensé en mi actual caso y...

-Supongo que si -respondí, con un suspiro.

El día con Axel había levantado sentimientos que había sembrado en nuestro primer encuentro y que habían quedado muy enterrados cuando había estado con la vampiresa. Ahora le tenía peligrosamente cerca, su olor y su aura misteriosa me atraían como un imán y aquel sentimiento parecía empezar a cobrar vida.

Siguió divagando sobre si yo podría estar con el uroba que desease y demás, y diciendo como si nuestra mutua atracción fuese un proceso totalmente natural. Apoyé la cabeza en su hombro, aún estando situada detrás suyo, y chasqueé la lengua. Estaba totalmente en desacuerdo con lo que decía, sentía una atracción por él y por ningún hombre más.

Acompasé mi respiración con la suya, y nuestro movimiento se convirtió en un relajante balanceo que me hizo cerrar los ojos por un momento. De repente saltó con que habría que aplazar el entrenamiento:

-¿En serio? ¿Por qué? Pensaba que eras menos perezoso querido Axel. -dije riéndome yo también. Me quedé un segundo en silencio y mi voz pasó a un tono más serio, borrando toda sonrisa de mi rostro.

-¿He hecho algo mal? -me aparté para mirarle directamente, sacando los pies por el borde de la cama y sentándome a su lado- ¿Acaso es algo malo que seas tú mi uroba favorito y no otro?