Debido a mi larga inactividad me sentía bastante embotado respecto al combate mágico. Hacia mucho tiempo que no pisaba el palacio y quería recuperar mi habilidad mágica.
Al recibir la orden soltaron unas pequeñas bestias entrenadas para no herir de muerte a aquel que se enfrentara a ellos, pero aún así eran bastante temibles. El primero en llegar saltó hacia mi pecho, y le contraataqué con una pequeña ráfaga de viento, siempre había querido usar las habilidades aéreas. En cuanto la primera bestia se retiró otras dos comenzaron su ataque, la primera atacó mi pierna derecha y la segunda saltó hacia mis brazos en un intento de inmovilizarme, esquivé por poco el ataque de la pierna, pero aún así me hizo un pequeño rasguño bastante doloroso y la criatura que saltó hacia mis brazos recibió un golpe del bastón que suelo llevar, consiguiendo que se retirara.
El entrenamiento duró el tiempo que tarda una bestia de caza en cansarse, por desgracia tenían mas aguante que yo, pero conseguí sobrevivir a la prueba hasta que los encargados retiraron a las también maltrechas bestias.