Las islas ocultas [Eine Krone, Kyro, Dante, Yuliya]

Al ver la reacción de Yuliya me preocupe, si se empezaba una pelea no solo ellos dos se verían involucrados, Dante y yo nos veríamos expuestos.
Me acerque a ambos y puse mi mano en la mano de Yuliya.

-Por favor tranquilícese.-la mire a los ojos.-Siendo Emperatriz como dice ser debería saber que organizar una pelea así no beneficia a nadie.

Dedique una mirada al renegado, aunque yo fuera oficial no debía lealtad a nadie , solamente a mi mismo.

- se va a montar una buena si no se para ya -

pense, desenbaine mi espada y mientras pasaba entre yuliya y eine traze una linia con el filo de mi espada.

- sera mejor que de esta linia no paseis si no quereis que me cabree -

era una amenaza, no solia acer amenazas y menos a los de rangos superiores al mio, y aunque no los conocia demasiado no queria que peleasen por que nos beriamos involucrados kyro y yo y no teniamos culpa alguna de sus discusiones.

- pareceis niños de 5 años peleandose por un juguete y eso que seguro que yo soy el mas joven y parezco mas maduro que vosotros -

dije en un tono tan serio que no parecia yo mismo y empezaba a cabrearme con ellos.

- si se inicia una pelea kyro y yo seremos los mas perjudicados -

pense mientras envainaba la espada.

- la decision es vuestra yuliya y eine o tranquilizaros y irnos todos sin un rasguño o pelearos y acabar todos maleridos, si decidis pelearos os tendre que parar los pies a toda costa por muchos golpes que me deis y muchas veces que me tireis al suelo -

dije aun muy serio pero con mucho menos cabreo.

Off: Perdonad tan larga ausencia, que me siento mal por haberos dejado tanto xDD

— No, no es mi intención.— Le respondí a la emperatriz dríade.— Pero no digáis que la vuestra no fue una -aunque amortiguada- reacción hostil en el instante en el que coloqué la mano sobre la empuñadura.

Recordé las debidas cortesías, aunque sabía muy bien que ni a ella, ni al demonio ni al licántropo, ni a mi, nos parecía que hiciesen falta. La emperatriz, que primero acercose a mi con curiosidad ahora se encontraba de manera hostil hacia mi persona, y todo por el mero hecho de tener o no tener una espada envainada o no.

El licántropo no tuvo mejor idea que hablar y hablar como si fuese un perro enfuriado que ladraba ante una persona desconocida, y el demonio oficial...no podría comentar mucho sobre él, pero se notaba la tensión entre todos nosotros.

Aquella mujer de cabello azul me resultaba intrigante: Un momento se muestra, por decirlo de alguna manera, curiosa por mi presencia y al segundo se muestra con ganas de que mi cabeza adornase la copa de algún árbol. Mantuve fuerte la mirada, pero crucé mis brazos retirando mi mano de la espada. Podría ser una invitación a que me atacase, o podría interpretarlo como una nueva declaración de paz: Todo dependía de ella.

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