Cansado de ir siempre a las tipicas tabernas llenas de borrachos, caminando por eliria me encontré un buen día con un bar algo más fino, o al menos no tan tosco como la principal de la ciudad.
Solían tocar musica ambiental y hacer de vez en cuando pequeños conciertoscon musica clasica pero tratando de darle toques algo más modernos y de las tierras en las que nos encontrábamos. Me fascinaba la manera que tenían de mezclar ambos estilos. Frecuentando mucho ese lugar me hice amigo del propietario y de algunos músicos más. Un buen día les faltaba un pianista y me pidieron el favor de que le sustituyera. Pese a mis insistencias de no hacerlo accedí y desde entonces de vez en cuando iba a ensayar con ellos y hacía algunas actuaciones de noche.
Aquel día el lugar estaba casi desierto, solo estaba el camarero, los músicos de siempre, dos clientes distraidos al fondo de la sala y mi saxofón.
Estaba tocando notas lentas junto a ellos, dando ambiente a aquella solitaria posada que tan poca gente conocía, por desgracia.