¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
La Guerra de las Criaturas
Un foro donde la luz lucha por derrotar a la oscuridad y donde la oscuridad intenta vencer a la luz mediante guerras... ¡un foro de diversión y acción!
Cantidad de envíos : 1944 Edad : 32 Fecha de inscripción : 27/01/2010 Reputación : 14 Monedas : 6100
Ficha de Personaje Breve descripción: Inventario:
Tema: Retrace 01: Dream, awakening, tragedy Mar Abr 02, 2013 2:07 pm
Solo había oscuridad, una carencia absoluta de todo. No podía sentir nada, mi consciencia flotaba en un limbo en el que el tiempo no importaba. En su momento, la pena que me consumió al dejar de sentir el aura de Luccie hizo que entrase en este profundo trance, abandonando con ello mis responsabilidades como padre y rey regente. No obstante eso ahora no importaba, nada importaba en aquel vacío lleno de negrura. Hasta que todo empezó a importar. Al principio fue débil, un sensación distante y esquiva, sin embargo era persistente, una calidez conocida pero largo tiempo olvidada. Conocía esa sensación, me aferré a ella. Desperté.
La oscuridad que contemplaba ahora era conocida, era producida por un ataúd cerrado, un ataúd que yo mismo había cerrado en lo más profundo de la biblioteca que Luccie me había mostrado. Aquel lugar que en su momento me pareció idóneo por su secretismo ahora me parecía solitario. Levanté con cuidado la tapa de mi autoimpuesta prisión para observar aún más oscuridad. Pero esta era una oscuridad en la que podía ver, no había color, pero podía vislumbrar filas y filas de estanterías repletas de libros, exactamente igual de dispuestos que cuando me encerré. ¿Cuanto tiempo había pasado?
Entre las estanterías una figura hizo presencia, una presencia que conocía bien pero que tardé un tiempo en reconocer debido al sopor. Sin duda mis poderes habían mermado durante el letargo, en mis buenos tiempos podrías haberle notado en la otra punta del castillo. La anciana figura avanzó hacía mi con la cara contraída por la sorpresa. Era William, aquel que en su tiempo me sirviese como mozo de cuadra en la casa de mis padres ahora me servía como anciano mayordomo en la inmortalidad. Me levanté del sitio notando como todos mis músculos estaban entumecidos.
-La reina ha vuelto. -Dije como justificando mi regreso a la tierra de los vivos.
-Entonces me temo que se avecina tormenta, señor. Han ocurrido muchas cosas en su ausencia. -Comentó en anciano mientras me tendía un traje nuevo que no olía a rancio y desde luego no estaba roído por las polillas. Se dio la vuelta nada más lo cogí para darme intimidad. -Pero lo primero de todo es la comida, debe de estar hambriento. -Tras lo cual señaló a una esquina en la cual había una joven inconsciente. -Iba a ser mi cena, pero supongo que usted tendrá más apetito.
La mera visión de aquella chica nubló mi vista tornándola rojiza. La sed que hasta ahora no había notado arremetió contra mi consciencia con contundencia. Sin pensármelo dos veces me abalancé sobre mi presa y comencé a beber. Apenas unos instantes más tarde la chica no era más que un cuerpo pálido y muerto a mis pies, desde luego había perdido el control, no tenía costumbre de matar a mis presas. Me giré de nuevo hacía mi interlocutor relamiendo la sangre de mis labios.
-¿Que es lo que ha ocurrido? -Pregunté con decisión, aunque podía hacerme una día, desde que había despertado notaba a Luccie, sin embargo había perdido algo, había un inmenso vacío antaño repleto con alguien. El sopor hacía que me fuese difícil recordar. La tristeza comenzó a invadirme, una fatalidad como ninguna otra. Cuando me encerré había dos personas conmigo, una era William y la otra... La otra era más joven, era distinta... Era Lucía. -¿Donde está Lucía? -Pregunté con una angustia que se dejaba notar a cada palabra. William inclinó la cabeza con tristeza, la sacudió levemente.
-Itachi retomó el poder, la batalla fue dura pero no teníamos oportunidad. Los que sobrevivimos tuvimos que jurar lealtad, tuve que jurar lealtad para mantenerme junto a usted.
-¿Donde, está, Lucía? -Pregunté consumido por una repentina ira.
-Cuando los renegados asaltaron el castillo ella trató de salvar a todos los que os eran leales para que no despertaseis solo. La batalla se complicó y se vio involucrada. Encontraron su cuerpo sin vida poco después. -El grito que prosiguió a aquella revelación no fue humano, la ira, la impotencia, el miedo, la tristeza. Cientos de emociones se arremolinaron en un torrente que solo podía canalizar a un objetivo. Itachi. Aquel traidor que solo había decidido traer desgracias a mi familia y que ahora había cometido el más atroz de los crímenes. Tras largo rato logré serenarme, al menos había muerto con honor. Tendría la justicia que merecía. Acabaría con el traidor costase lo que costase, pero no ahora, ahora debía encontrar a Luccie, merecía saberlo. Aún con lagrima en los ojos miré de nuevo a William, cuyo abatimiento era claramente visible.
-No te culpes William. Se hará justicia, pero antes tengo que saber ciertas cosas. -Tras una ristra interminable de preguntas al fin pude hacerme una idea del estado actual de las cosas. El primer paso estaba claro, escapar del castillo y renegar, el segundo, recuperar viejas amistades y por último destruir al culpable de la muerte de mi hija. Salir del castillo fue fácil con la ayuda de William, al fin y al cabo un vampiro normal no llamaría la atención, después de eso eché a volar y me dirigí a la puerta del infierno más cercana con la determinación fría que solo alguien que ha sufrido tal perdida puede comprender, la única manera en la que una persona sin vida puede mantenerse en pie. Venganza.