Cumpliendo con lo prometido

-Creeme, antes de que puedan detectarme habré hecho el trabajo. Solo necesito una antorcha. -Dije tranquilo mientras tocaba uno de los sacos que tenia colgados del cinturón. Parecia contener bastantes canicas.

Tu sabrás, por el bien de Ana espero que te salga bien la jugada. Y confía en que no haya más minas. El mundo es muy grande. -me puse a andar. Yo voy a hacer la copia a ver si puedo. Si ves que necesitas volarlo todo, hazlo ya me las apañaré para huir.

Me levanté y no di tiempo a que me dijesen nada. Me puse a correr y en 5 segundos estaba a la puerta del pueblo. Entré por la puerta principal y todo el mundo se quedaba parado mirándome. Ni que me conociesen. Paseé un poco por el pueblo y me encaminé hacia la mina. La gente seguía mirándome extrañada.

Pude rastrear movimientos extraños en el pueblo, como si todo el mundo se estuviese centrando en un punto. Debia de ser Ian.
-Extraño... -Cogí unos cuandos palos de madera de la zona e hice una hogera, necesitaria fuego. Esperé a ver que ocurria en el pueblo.

Mientras asimilaba todo lo que me decían noté como Ana me abrazaba, llegaba Walter, hablaban de destruir una mina o algo así (lo que despertó mi curiosidad) y vi como se iba Ian. Todo duró varios minutos pero para mi fue cuestión de segundos.

- Buenas noches Walter. - Dije un poco boquiabierto. - Ana algún día tendremos que hablar de esto pero... ¿Qué es todo eso de destruir una mina? - Dije curioso.

Me separe un poco.-Queremos destriur el material que hace esto-dije señalando las marcas de mi cara, obiamente no estaba a gusto con ellas.

Me enseñó las marcas de arañazos que tenía en la cara *Madre del amor hermoso*.

-¿Cómo te has podido hacer eso? - No estaba seguro de lo que iba a decir ahora, pero era mi familia. - Pues yo voy - Tenía un poco de miedo, pero lo iba a hacer.

Cerré los ojos un segundo y pude oler como Walter, Ana y Ciel seguán en su sitio. En la puerta de la mina había varios licántropos menores trabajando con el metal. Según pasaba dejaban su trabajo para mirarme con extrañeza. Me estoy poniendo nervioso con tanta miradita. Ahora llega el momento malo que como le de a Walter por quemarlo todo a saber como salgo de aquí.
Avancé y no pude parar girarme a ver un licántropo que me había llamado la atención. Su olor me sonaba mucho así que me acerqué.

-Hola, soy Ian tu?

Cuando me miró reconocí su cara y su olor... era el que me mordió de joven. Estaba más mayor que antes, lógicamente habían pasado muchos años.

-No Ciel, tu no vienes. Y me temo que Ana tampoco, llamariamos demasiado la atención. Yo solo puedo encargarme. -En ese momento noté movimiento en la aldea cerca de Ian. "Mierda, ¿por que nunca nada sale bien a la primera?"
-O tal vez no... -Esperé a ver que ocurria.

Porcuré ignorarle y me adentré más en la mina. Cogí un trozo de adamantio disimuladamente y me lo metí en la mochila. Cuando me dí la vuelta para ir a la superficie me encontré a todos los mineros tapándome la salida. Dios como salgo yo de aquí? Emm. perdonen me pueden dejar pasar? -no contestaron y se limitaron a mirarme. Mira ya me he cansado. Me transformé en un lobo al instante y cargué contra ellos con la satisfacción de rasgarle la garganta al que me convirtió en lo que soy. A base de zarpazos y mordiscos conseguí salir de la mina. Recor´de lo que me dijo Andrew: A veces la fuerza bruta sí que vale. Según salí de la mina me vi obligado a parar. Tenía a unos 300 ciudadanos delante mía de los cuáles 3/4 eran licántropos. Estaba acorralado.

-Oh, mierda. -Habia rastreado los movimientos de los licantropos de la aldea. -Esperad aqui, si veis que mi aura desaparece largaos de aqui. -Desaparecí entre las sombras despues de coger una rama ardiendo.
Reaparecí al lado de Ian. Disparé al licantropo más adelantado de todos, la bala traspasó su cabeza.
-Necesito tu permiso para acabar con ellos, asi que date prisa en darmelo. -Estaba cogiendo la bolsa con las canicas.

Ostias que me quieren comer vivo, ¿cómo no te voy a dar el permiso? -me puse en posición de combate por si las balas de Walter no funcionaban.

-Solo son formalidades. -Sonreí con malicia y desplegué mis alas dejando ver mi imponente tamaño, expandí mi aura completamente no solo para intimidar si no apra que Ana pudiese captarla sin problemas. Alcé el vuelo rapidamente y una vez en el aire prendí uno de los cordones de la bolsa de canicas y la lance en el centro del grupo.
-¡Cubrete donde sea! -Me cubrí con mis alas de la inminente explosión. Mientras el cordon se consumia y la bolsa caia. Cuando llegó al suelo la bolsa comenzó a arder y las canicas de polvora estallaron creando una gran explosión y lanzando esquirlas de cristal a modo de metralla. Yo estaba suficientemente alto como para que no me alcanzase. Esperaba que Ian se hubiese cubierto a tiempo.

No me dió suficiente tiempo a alejarme a pesar de la supervelocidad y me encontré con un trozo puntiagudo de cristal en el hombro pero al estar en forma lupina solo era como una pequeña astilla. Volví a mi posición para no dejarle solo. A pesar de que fuese un vampiro, me estaba ayudando y el sentido de la lealtad lo tenía muy desarrollado.

Aterricé de nuevo en el suelo para encararme a los licantropos que quedaban. Unos 100, el resto o habian huido o caido en la explosión o por culpa de la metralla.
-Largate de aquí, yo los entretendré. Cuando estes lejos me desvaneceré. -Comencé el baile de sombras, aparecia y desaparecia entre las sombras lanzando mandobles a los licantropos de la zona.
-¡Largo de aqui!

Nunca entenderé porqué le hago caso -corrí despacio (para mí despacio puede ser como cuando alguien corre rápido hasta cansarse) y me llevé a unos 20 lobitos detrás mía. Cuando estuve suficientemente lejos del pueblo me paré en seco y me dí la vuelta. Cerré los ojos y ubiqué a Walter aunque cada 2 segundas desaparecía y aparecía en otro lado. Sonreí a los licántropos que me habían seguido. Todos somos lobos, ¿seguro que queréis luchar? -ña respuesta me la dió un lobo jóven que me atacó el primero. Le cogí del cuello y le susurré: La has cagado chaval

Habia acabado con un par de decenas de lobos cuando decidí que Ian estaria suficientemente lejos. Podia rastrear los 20 lobos que le seguian, ahora 19. Delante mia aun quedaban unos 60. Tenia bastantes arañazos por todo el cuerpo, nada grave. Aparecí detrás de otro licantropo que con cara de sorpresa no pude evidar que mi espada atravesase la base de su cuello. Me dispuse a saltar hacia la posición de Ian cuando un lobo me saltó encima. No podia rastrear bien teniendo mi aura completamente expandida. Me propinó un buen arañazo que atravesaba toda la espalda, me di la vuelta y casi lo seccioné por la mitad con la espada. Me desvanecí antes de que apreciese otro.
Aparecí detrás de uno de los lobos que seguian a Ian y le atravesé la parte de atras de la rodilla con mi espada. Cuando se agachó debido al dolor puse mi bota en su espalda obligandole a tumbarse y di un paso sobr el colocando mi otra bota sobre su cabeza. Hice fuerza y esta quedó aplastada. Me dolia horrores la herida de la espalda pero me aguanté.
-Mejor demonos prisa con estos.

Me estaba poniendo nerviosa y vi que no regeasaban, no pude evitarlo me carge un par de arboles.-Cuando llegue Walter juro que me las pagara por no dejarme ir-dije ofuscada mientras otro arbol caia.

Olí el dolor de Walter. Tenía que probar una cosa. ¡Aparta ya! -yo también puedo mandar si me place.
Cerré los ojos y me concentré en el lobo interior y me acerqué un trozo de metal que sobró de la corona a la boca. Susurré: Facis vivire mihi, a pesar de que no conocía el latín. Tardé unos segundos y abrí los ojos por completo. Me ardía todo el cuerpo y observé mi nuevo cuerpo. Era el triple de grande de lo que era antes y mis garras ean más mortíferas que antes. Sabía que no duraría mucho. No te preocupes Andrew, sigo siendo yo y puedo controlarme. De un zarpazo lanzé por los aires a 5 licántropos y salté encima de otros 3. Tras unos segundos todos estaban muertos. Después del furor de la batalla me caí. Había perdido la consciencia.

Me aparté y miré con sorpresa los movimientos de Ian. Seria un rival a tener en cuenta. Cuando terminó se desplomó. Yo caí de rodillas aliviado pero con un terrible dolor debido al corte en la espalda.
-Herondale, Slither. -LLamé a mis siervos que no se hicieron esperar y aparecieron delante mia. Se inclinaron. Llevaban su traje habitual, una tunica negra que los cubria enteros y las guadañas.
-¿Si, maestro?
-Acabad con las minas, los licantropos supervivientes habrán abandonado la aldea para buscarnos asi que tendreis el camino despejado.
-Si, maestro. -Hicieron una leve reverencia y desaparecieron.
Me levanté y recogí a Ian. Desplegué mis alas y me dirigí hacia donde se encontraban Ana y Ciel.
Nada más aterrizar me dejé caer al suelo al lado de Ian.

Vi a Walter llegar y fui corriendo hacia ellos dos.-o mierda.. Ciel ocupate de Ian... dale agua y haz que recupere la consciencia, yo me ocupare de Walter.-Me quite el cuello de la chaqueta y le tape una de las heridas, luego acerque mi cuello a su boca.-Vamos, asi te recuperaras mas rapido-en cierta forma era cierto, provenia de la nobleza, asi que con esto para sanar sus heridas bastaria

Mis colmillos se mostraron, sin embargo no queria alimentarme de ella.
-Can... cantimplora. -Casi susurré tratando de coger la cantimplora con sangre que tenia colgada del cinturón.

Le quite la cantimplora, en estos instantes solo le saciaria no le curaria-Vamos Walter, no me agas hacerlo por la fuerza-le dije vastante preocupada-la cantimplora no te curara por dios..¡hazlo!-no podia soportar verle asi. Si era necesario se lo ordenaria y como su reina no podria negarse.. de todas fromas a mi no me gustaba ese metodo, asi que segui en el mismo sitio, esperando que lo hiciera

Abrí lentamente los ojos e intenté hablar pero no me salía ningún sonido de la garganta. Intenté decirles que olía a los licántropos venir a donde estábamos pero no podía. Solo pude levantar la mano y señalar al lugar en cuestión. Vie... nen... -Hize un pequeño esfuerzo para levantarme pero me volví a caer.

Me quitó la cantimplora. Necesitaba saciar mi sed y no me dejaba otra opción. Los clavé en su cuello con reticencia. Y bebí. Las heridas comenzaron a cerrarse. No bebí mucho, solo lo necesario para que las heridas cerrasen.