(Misión) Noche en la basílica

Con las idicaciones del mapa no tardas en encontrar la basílica. Es una de las inmensas catedrales eregidas en honor a los dioses que se reparten por Eliria. Esta en concreto, con una arquitectura decididamente hermosa y pulcra, esta dedicada a Samasha. Su superficie de marmol y sus hermosas formas la hacen un espectaculo digno de contemplar. Esta situada en una gran plaza con un fuente tambien de marmol.
Cruzas la plaza y te adentras en la basílica, sus enormes puertas estan abiertas.
En el interior la atmosfera no es tan asfixiante como deberia haber sido, justo al contrario, enormes ventanales daban un sensación de amplitud sin igual. La luz de la luna se filtraba por las vidrieras y se combinaba con la de las velas.
Tras una larga ilera de bancos se localiza un altar. El el altar habia un figura vestida con los hábitos de la orden de Samasha. Al ori la puerta se gira hacia ti con temor. Sus facciones se revelan como las de un anciano.

Me puse de frente a la gran iglesia mirandola con aire algo ausente aun que tambien inquieto, entre con tranquilidad, era grande y con grandes ventanales. Nunca me habían gustado mucho las iglesias, pero si tenía que proteger a un inocente de las manos de un asesino lo haría sin dudarlo. Al echar la vista al frente pude observar un viejecito al final del todo, que se giro a mi, con aire asustado, me acerqué con paso tranquilo, para que viera que no iba con malas intenciones-¿Eres tu el que a puesto la misión?-le extendí el papel para que lo viera

-Oh, si, gracias al cielo. Creia que hoy seria mi última noche. Pero parece que Samasha me sonrie, gracias al cielo. Yo puse ese cartel, ahora debes protegerme, ¿verdad? -Su voz era temblorosa y en algunos puntos parecia rozar la locura.
-Yo no he hecho nada malo, solo soy un pobre sacerdote de Samasha por favor, ayudame. -Dijo mientras se tiraba al suelo de rodillas.

-claro, yo le protegere, con mi vida si hace falta-dije acercandome a el y le levanté del suelo-tranquilo-dije intentando calmarle-Quien es?, quien viene a por vos?, necesito saberlo, y que se tranquilice-

El hombre se levantó del suelo, pero no pareció calmarse demasiado.
-No se quien puede ser, yo no he hecho nada malo. Por favor... Salvame. -En ese momento la puerta de la basilica se abrió con un suave crujido, como empujada por el viento. Sin embargo un olor inundó tus fosas nasales, un olor un tanto familiar. Vampiro. La basílica volvió a quedar en silencio, un silencio que solo era roto por el leve crujir de las inmensas puertas y el aullido del viento. Pero podias notar su presencia.

Me pareció algo increible que el viejo no supiera quien quería matarle, pero antes de que pudiera responder las puertas de la iglesia se abrieron de par en par, me dí la vuelta desenvainando mi espada mirando hacia el frente, cuando un olor vomitivo me llegó a las fosas nasales "vampiros.."-escondase detras, debajo de la mesa y haga lo que haga, no salga- dije haciendole una señal y mirando al vampiro de frente-No tocaras a este anciano-grité poniendome en guardia, con mi espada en la mano.

El anciano se escondió bajo la mesa temblando sobremanera. Cuando te giraste a encarar al vampiro ya no estaba ahí. La oscuridad que proporcionaban las columnatas de los laterales debian de ser su refugio.
En ese momento oiste un ligero chasquido metalico. Un destello y un intenso olor a polvora. Detrás de ti, el brazo de una de las estatuas estalló en pedazos. Un revolver.

Cuando me giré el vampiro ya no estaba ahí, odiaba sus sucios trucos de esconderse en las sombras, pero un sonido fuerte me sobresaltó de soberana manera, pues mi oido era mucho mas fino, me centré en mi oido, y aun que ya el olor que me llegaba era de polvora, tambien puse todos mis esfuerzos en leerle la mente, asi sabría donde estaba y podría adelantarme a sus movimientos.

Leiste su mente sin esfuerzo, era una mente atormentada, casi sollozante. El dolor la inundaba por completo, un dolor profundo y desgarrador. "Esto es por Timoty, tengo que ser fuerte por él." Se repetia una y otra vez dentro de su cabeza. "Nadie se merece algo así."
Al sentir lo que ella sentía casi no pudiste reprimir un sollozo. Se escuchó otro disparo y otro pedazo de estatua voló por los aires, casi como si quien disparase estubiese cegado por las lagrimas.