Llegada al Infierno Renegado de Dechala

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Atravesamos las puertas del Infierno y sobrevolamos los hostiles terrenos plagados de erupciones volcánicas hacia el reino renegado, bajo aquél cielo oscuro. Agarraba con fuerza los antebrazos de Dechala durante el vuelo. Los vapores de los volcanes envolvían el ambiente de un sofocante calor. Pero esto era el Infierno, qué se podía esperar de él sino esto...

El vuelo transcurrió en silencio hasta que llegamos a las tierras del Reino Renegado, donde comencé a descender hasta aterrizar con suavidad y suma limpieza en un descampado cenizoso, liberando en dicho momento a Dechala de la prisión a la que la había sometido durante el viaje para que no cayera. Al momento, y más por costumbre, oculté mis alas, aunque no mi aura, pues me encontraba “en casa”, por así decirlo. Allí no tenía por qué ocultarlo de nadie, todo lo contrario.

Me volví hacia Dechala con semblante serio y en apariencia impenetrable. A lo lejos se podía ver el imponente castillo del actual Rey Renegado. Sin embargo, había preferido aterrizar allí para hablar con ella antes de invitarla a entrar. Esperaba que el Rey, si se encontraba por allí, percibiera nuestra presencia y nos recibiera más adelante si gustaba.

- Perdona si te ha molestado que te trajera presa hasta aquí, seguramente hubieras preferido venir volando por propia voluntad. Pero creía que así sería más rápido -A pesar de la seriedad y semblante sereno que aun mantenía, aquello era una disculpa-. Pero ahora podemos hablar con más tranquilidad. Hay ciertos temas que creo que no son de la incumbencia del líder de los cazadores del bien, y creo que estamos de acuerdo en eso.

Aunque no se notase por mi gran aguante, estaba cansada de haber tenido que cargar con ella durante el viaje. Sin embargo, aun me quedaban suficientes energías como para continuar mi labor lo que quedaba de jornada.

- No he olvidado ni una sola de tus palabras, Dechala... -Proseguí, con la misma calma-. Antes mencionaste que no conoces a Aspicious, pero también que has permanecido aislada durante mucho tiempo... ¿Podría saber cuánto y el motivo de vuestro aislamiento?

Ante todo, no perdía las formas. Siempre había sido respetuosa, y lejos de su personalidad algo ególatra y materialista y de haber cometido el inmenso error de espiar a una de los suyos sin conocimiento de causa, todo el mundo merecía ser respetado.

ras cruzar las puertas del infierno de repente tuve la sensación de haber llegado a casa. El paisaje era evocador en su desolación volcánica, un entorno hermosamente hostil, un cielo oscuro y un calor sofocante.... Todo producía en mí sentimientos extrañamente familiares, a pesar de haber conocido los lujos de la sociedad mortal, estos no acababan de llenarme. Igual que a un glotón insaciable, cuanto más saboreaba las delicias que obtenía, más delicias quería comer, pero este lugar era diferente....
Al tiempo aterrizamos en un descampado de cenizas, pude apreciar que ambos estábamos cansadas del viaje, ella por transportarme y yo por ser transportada. La Princesa Demonio ocultó sus alas pero no su aura. Sencillamente hice lo mismo, también mostré la mía mientras observaba atentamente el rudo paisaje infernal que nos rodeaba.

Con seriedad y mostrándose serena en todo momento me habló para disculparse y explicarse porqué motivo había hecho lo que hizo:

-Aunque no ha sido un viaje especialmente cómodo para ambas, os agradezco la ayuda para poder llegar hasta aquí.- Respondí mirándola plácidamente a los ojos mientras me colocaba el chal de seda negra sobre los hombros con elegancia. -En realidad yo no puedo volar, no poseo un hermoso par de alas negras como vos.- Afirmé jovial, gustosa de poder mantener una conversación sin sentirme amenazada. -Conoceréis mis motivos, todo a su tiempo.- Me mostré dispuesta a responder a todas las preguntas que quisiera formularme, al menos hasta donde llegara mi conocimiento. -En efecto creo que hay ciertos temas que otras razas no deberían conocer...- sonreí levemente. -Aunque sean aliadas de nuestra gente.- Concluí.

Tras escucharme atentamente prosiguió con una pregunta muy importante, a la que no tenía más remedio que responder con sinceridad, al fin y al cabo ya estoy devuelta en casa:

-Soy casi tan antigua como el mundo, de eso soy consciente Princesa.- Respondí con la mirada perdida en el horizonte mientras trataba de recordar el pasado, mi pasado. -Durante miles de generaciones de humanos, he permanecido voluntariamente al margen de los asuntos infernales, disfrutando de los placeres que proporciona una existencia inmortal en el mundo de los mortales.- Hice una pausa recordando todas las aventuras y experiencias que viví en el otro mundo. -Pero no consigo recordar cual fue la causa que me alejó de este mundo al que pertenecemos.- Mi mente se quedaba en blanco, vacía de recuerdos cuando intentaba recordar mi existencia antes de la vida entre mortales. -Intento recordar y no puedo.-

Bajé la cabeza lentamente mordiendo mi labio inferior en señal de frustración ante la incapacidad de recordar ciertos aspectos del pasado.

-Quizás aquí, en mi lugar de origen, ambas descubramos el como y el porqué de nuestra creación y existencia.-