La recompensa de un trabajo bien hecho

Dadas las circunstancias, creí conveniente ir a avisar a Caeli de los hechos acontecidos recientemente. Aún con la pata de la araña en la boca de Sebastian, me presenté en las puertas del infierno renegado. A uno de los guardias que allí había, algo alarmado por la pintoresca apariencia de los dos individuos, le hablé cordialmente.

- Me gustaría que me atendiera la princesa Caeli, si puede ser.

El demonio, sin hacer preguntas se marchó con una cara algo sorprendida a entregar el mensaje tan rápido como pudo.

Me encontraba en mis aposentos, pensando en cómo organizar el reino ahora en el periodo de regencia que había decidido asumir. Llevaba un vestido negro estilo griego, algo más cómodo que la armadura para estar por allí. Llamaron a la puerta con reiterados golpes, parecía algo urgente. Me acerqué rápidamente a abrir. Me encontré a un demonio al que parecía faltarle el aliento por la carrera.

- Un hombre con un león pregunta por vos a las puertas del Infierno Renegado, Milady -Informó el demonio atropelladamente.

Puse los ojos como platos ante la sorpresa. “¡¿William...?!” Fue lo primero que pasó por mi mente ante la descripción dada.

Desaparecí rápidamente en una ráfaga de viento...

Salí volando rápidamente por la ventana de mi habitación y tan rápido como pude acudí a su encuentro.

Aterricé a pocos metros de las puertas, ocultando mis alas rápidamente y fijándome en el hombre que allí esperaba. Efectivamente, le acompañaba un león. No cabía duda de que debían ser William y Sebastian.

- ¿William...? -Me acerqué hacia ellos aun sorprendida de su repentina visita, aunque tuviera la mirada fija en el cazador, por lo que no me di cuenta de lo que Sebastian traía en la boca-. ¡Bienvenido al Infierno Renegado! -Esbocé una cálida sonrisa-. ¿Puedo saber a qué debo el honor de tu visita?

Realicé una reverencia formal a modo de saludo y sin dilación indiqué a Sebastian que entregara lo que llevaba en su boca.

- Simplemente quería anunciar que finalmente cumplí mi promesa de acabar con esa diablesa llamada Dechala, y estoy aquí para dar parte de ello.

La presentación había sido breve pero concisa.

Mi sonrisa se esfumó al escuchar su directa presentación y mi sonrisa ahora se posó sobre Sebastian... lo que parecía la pata de un arácnido colgaba de sus fauces... Lo cierto es que la noticia me había sorprendido bastante... no es que hubiera llegado a entablar algún tipo de relación con la diablesa, pero dadas las circunstancias por las que ahora pasaba, me pilló bastante de sorpresa y parecí apagarme ligeramente... Me había quedado sola...

- Bueno... me alegro de que obtuvieras tu venganza, William -Intenté sonreír para demostrarle que me alegraba por él, pero no supe fingir lo suficientemente bien.

Supuse que aquella noticia no le resultaría agradable, al fin y al cabo, era una aliada de su especie. En efecto, parecía afectada por aquello. Dado que no quería acrecentar su aparente tristeza, decidí dejar el tema ahí.

- Simplemente era eso. Si quieres saber algo más, puedes preguntarme, por lo demás yo me marcho.

Dicho eso me dí la vuelta y comencé a caminar en dirección opuesta. Sebastian tomó de nuevo la pata y me siguió.

Alcé la vista aun más sorprendida por la brevedad de su visita y yo no le había tratado como se merecía, después de todo había hecho el esfuerzo de venir hasta aquí para informarme personalmente.

- Eh... ¡Espera William! -Hice ademán de avanzar hacia él, pero me detuve, esperando una reacción-. Perdóname... Apenas conocía a Dechala... y acabo de pagar mis problemas personales contigo. Disculpa mis modales... ¿Te gustaría pasar al castillo? Eres mi invitado y creo que es lo menos que puedo hacer para compensarte... -Mi mirada ahora se había tornado en un sincero arrepentimiento.

Me detuve al escuchar esas palabras y me giré.

- Si insistes, no puedo rechazar la oferta - dije encogiéndome de hombros.

Caminé de nuevo hacia la puerta junto con Sebastian.

- Discúlpame tú también a mí. Fui demasiado directo con este tema que de seguro es delicado para tí. Espero que no te haya molestado - comenté con un tono de ligero arrepentimiento.

Sonreí con calidez ante su respuesta, aceptando sus disculpas. Luego me acerqué a ellos y tras colocarme al lado de William, me colgué de su brazo con suavidad, para guiarle más fácilmente hacia el castillo.

- Es por aquí... -Dije girando el rostro un instante para observarle. Con un ademán, comencé a caminar junto a ellos. Pensé que para ellos sería más cómodo ir dando un paseo que cargar yo con ambos volando-. ¿Quieres quedarte con la pata o era un obsequio para mí? -Pregunté con curiosidad, sin borrar la cálida sonrisa. Esto se lo preguntaba a Sebastian, ya que era él quien la llevaba, aunque no esperaba que me respondiera él mismo verbalmente.

Aquella cuestión me resultó graciosa.

- Jajajaja, todo cazador debe quedarse con algo que represente que ha dado fin a su presa, sobre todo si se trata de una presa importante. Dado que la pata es muy grande, si lo deseas puedo darte un trozo, pero no toda ella, jajaja.

Después me solté del brazo de Caeli.

- ¿Alguna vez has montado en león Caeli? - pregunté cruzándome de brazos.

Sonreí ampliamente al escucharle reír, contagiándome de su alegría y sin borrar la sonrisa puse especial atención a la respuesta que me dio William en nombre de Sebastian.

- No, no. Por mí puedes quedártela toda, Sebastian -Reí también, alegremente. La verdad es que no me hacía demasiada gracia la enorme pata de araña, no le hubiera dado un buen uso más que decorativo.

Me detuve cuando William se soltó de mi brazo y no pude evitar ruborizarme ligeramente ante la pregunta con ánimo de proposición.

- Pues... la verdad es que no, nunca he montado sobre un león -Respondí tratando de disimular la timidez que me había causado esa proposición. Empezaba a imaginar que quería acelerar el paseo llevándome en Sebastian...

Sonreí maléficamente ante la respuesta, al fin y al cabo, no tenía otro tipo de sonrisa, bien fuera para bien o para mal.

- Entonces esta será tu primera vez - la dije viendo su reacción.

Me acerqué a Sebastian, que sin decirle nada ya sabía que hacer. Se agachó para que la princesa de los demonios renegados pudiera montar sin problemas.

- Tranquila, mientras te agarres fuerte no te caerás.

- Tranquilo, no temo caerme...

Alcé ligeramente el mentón, recobrando mi aire más decidido y me acerqué a Sebastian por su izquierda. Era la primera vez que montaba un león, efectivamente, pero no la primera vez que montaba a un animal de montura.

Entrelacé mis manos en su melena y pasé la pierna derecha sobre su lomo hacia el otro lado. Uncí las piernas a su cuerpo como si le abrazara con ellas, una vez arriba, teniendo especial cuidado de que el talón se me quedará ligeramente por debajo de la punta del pie y adopté una postura erguida, con la espalda muy recta. Después miré a William ladeando ligeramente la cara, entre pícara y curiosa.

- ¿No me acompañas, William?

- Oh, no tienes porqué estar tan tensa cuando montas en él. Sebastian es muy listo, no te dejará caer.

Sonreí pícaramente.

- Os acompaño, pero más te vale poner el cuerpo pegado a su espalda si no quieres salir volando por la velocidad.

Sebastián rugió y comenzó a galopar hacia nuestro destino. No sabíamos dónde estaba el castillo, pero era evidente que donde se encontrara la mayor concentración de auras sería el lugar indicado. La velocidad del león era sobrecogedora, el paisaje era imperceptible debido a ello. Sin embargo, no me costaba mucho esfuerzo seguir el paso. Paradójicamente, el cazador corría más rápido que su mascota.

Me resultaba un poco extraño que él fuera a pie y se montara también sobre Sebastian, pero tenía razón, la aerodinámica de un león distaría muy mucho de la de un caballo. Me incliné sobre él y me abracé a su cuello entrelazando de nuevo las manos en su melena.

Sebastian echó a correr a gran velocidad, comenzando a galopar directamente. El primer tirón me impresionó, pero me adecué rápidamente a sus movimientos. Parecía haber fijado el rumbo correcto. “Es un león muy listo, jeje.” Pensé para mis adentros.

Me giré un instante, y pude ver a William adelantarnos, también me sorprendió, aunque tratándose de un rey, lo lógico sería que fuera más rápido. Sin embargo, me seguía sintiendo un tanto contrariada... “No sé yo si tendría que haber ido volando... Yo intentando ser amable y acompañarle, y aunque sobre Sebastian voy de lo más cómoda, hubiese preferido ir caminando charlando con él hasta el castillo...”

Quizá le estaba dando demasiada importancia, pero no lo podía evitar. Aun así, ya tendríamos tiempo de hablar en el castillo.

En pocos segundos alcanzamos el castillo. Allí se alzaba el corazón del reino renegado. Me detuve en seco al alcanzar las puertas y Sebastian hizo lo mismo. Me crucé de brazos y con la mirada seria esperé a que Caeli bajara de la montura y me indicara el camino.

- ¿Buen paseo? - pregunté socarronamente.

Llegamos a las puertas del castillo. Sonreí a William ante la pregunta, ya nos estaba esperando allí, ad-portas.

- ¡Desde luego! ¡Ha sido muy emocionante, sí! ¡Sebastian es muy cómodo! -Dije inclinándome de nuevo sobre la melena del león, con una amplia sonrisa. Le acaricié y rasqué detrás de las orejas unos segundos con cariño antes de desmontar.

Me coloqué al lado de William, y con un pequeño empujón de viento, abrí las puertas. Acto seguido incliné la cabeza, ladeándola ligeramente, sin dejar de sonreír.

- Caballero... Después de vos -Le invité a pasar, al tiempo que hacía un gesto con la mano, trazando un semicírculo invisible, marcándole el camino a seguir con la mano.

Entré seguido de mi mascota al castillo. Aquel lugar era bastante más lujoso que la aldea de los cazadores. Me quedé algo embobado observando todos los detalles decorativos del lugar. Noté como algunos de los demonios me miraban nerviosos. Me detuve delante de uno de los guardias y le di dos palmaditas en la espalda.

- ¡No te preocupes, hombre! ¡Si no muerdo! Jajaja...

El demonio se quedó un tanto preocupado y soltó una risita nerviosa.

Pasé al interior tan pronto hubieron entrado los demás, y dejé que la puerta se cerrara a mi espalda. Todo estaba oscuro, había un largo pasillo iluminado por antorchas, pero la decoración era oscura, incluso la alfombra que marcaba el camino. Había dos guardias junto a la puerta. Pero no dijeron nada al ver que yo entraba con ellos.

Tomé la iniciativa y me adelanté ligeramente para guiarles por el castillo de los demonios renegados. Había guardias en varios puntos del pasillo y en cada esquina. Avanzamos por el largo pasillo hasta llegar a una bifurcación que daba a una gran escalera y justo enfrente había una entrada a una sala. La puerta era también oscura, de un metal bastante oscuro y resistente, y de doble hoja. A cada lado de la puerta había otros dos guardias.

La abrí con un pequeño empujón de aire y pasé al interior. Se trataba de un salón, a un lado tenía una mesa alargada con sillas al rededor y al otro un par de sofás de piel negros en torno a una chimenea que se mantenía encendida.

Me quedé entre ambos lados de la sala y me di la vuelta hacia William y Sebastian.

- ¿Quieres tomar algo? -Le pregunté a William-. Y a Sebastian... ¿qué le puedo ofrecer?

Me senté en una de las sillas y me crucé de brazos. Aquel ambiente era un tanto "pijo" pero tampoco le di mucha importancia. Sebastian se acurrucó a mi lado y bostezó.

- Parece que Sebastian se va a echar una siesta, así que no hace falta que le traigas nada.

Después me quedé pensativo un rato y respondí.

- En cuanto a mí... creo que una cerveza me gustaría, si puede ser.

- Está bien, creo que te acompañaré, entonces -Dije con una sonrisa, mientras observaba cómo tomaba asiento. Uno de los demonios de la puerta tomó nota y se marchó rápidamente a por las cervezas. Me senté justo en la silla de enfrente de William-. Bueno, ¿qué tal te ha ido, Will?

De repente me salió su nombre así. A veces me pasaba que tendía a acortar los nombres largos, volviéndolos más sencillos y para mí, una forma más personal de nombrar a alguien cercano.

El demonio de antes regresó con una bandeja que traía dos jarras de cerveza para cada uno y otra llena, por si quisiéramos repetir. La dejó sobre la mesa y se marchó, cerrando ambas puertas tras de sí.

Observé atento la situación y después contesté a la pregunta de la princesa.

- Bueno, pasaron bastantes cosas, incluyendo lo de Dechala. Ah, y es posible que los demonios oficiales hagan un pacto conmigo. Supongo que eso no te hará mucha gracia, jajaja - reí alegremente pese a lo que había dicho anteriormente.

Aquella noticia, la posterior, no me hizo tanta gracia escucharla. Fruncí el ceño por ello.

- Creía que ibas a hacer un pacto con nosotros antes... -Mi voz, a la vez que extrañada, expresó un pequeño atisbo de decepción-. ¿Ha pasado algo William? ¿Ya no nos simpatizas? Comprendo que Aspicious tenga más recursos que nosotros, es un reino que lleva en auge mucho más tiempo, el nuestro es aun joven, pero... Si mal no recuerdo a ti las alianzas no te iban... aunque si te compensaba podrías participar en la guerra de nuestro lado... Creo que eso fue lo que nos dijiste aquél día en la taberna...

Le di un trago a mi cerveza. No pude evitar hacer una pequeña mueca, era la primera vez que la tomaba y la primera impresión de su sabor no es que fuese muy agradable...

Me puse algo serio tras aquella reacción. Al fin y al cabo era lo normal.

- ¿Acaso pretendes entablar una batalla directa con los demonios oficiales, Caeli? ¿No sería mejor, dado que sois la misma raza, uniros para hacer frente a un enemigo común? - aquellas palabras parecían muy evidentes, pero no lo eran tanto - Además, yo simplemente haré ciertos trabajos. Los cazadores no se verán involucrados en ningún bando, solamente yo, a título personal.

Aquellas palabras me afectaron, haciéndome reaccionar de manera un poco violenta, aunque me contuve bastante.

- Pensaba colaborar, pero no someter ni a mí ni a los míos a una dictadura... -Respondí en un tono algo más duro.

En el fondo William tenía razón, pero aquello había herido en cierto modo orgullo, y en ese momento no era capaz de darle la razón.

- Espero hablar con Aspicious pronto... porque Noctis está desaparecido y no me llegó a informar de lo que acordó con él... -Se notó un cierto resquemor en mis palabras. Desconocía el motivo, pero el rey renegado había dejado de contar conmigo como antes...

Aparté la mirada un poco compungida, nombrarle por un momento me había traído recuerdos... No quería que William me viera así. Se me había cogido un nudo en la garganta...

El ambiente estaba un poco tenso, y Caeli parecía dolida por algo.

- No se trata de una dictadura - respondí aún con la mirada seria, pero algo preocupado por su reacción -. Para mí la guerra no es más que un campo donde entretenerme. Me da igual con quién sea.

Después me di cuenta de que no había dado un solo trago a la cerveza. La tomé y me la bebí de una vez.

- No tienes por qué cargar con todo el peso tú sola. Hay gente que te apoya - dije simplemente en un tono amistoso, observando su comportamiento.