Luz de luna

La correspondí al beso gustoso, ya que eso nunca se lo podría rechazar. Pero tantas cosas pasaban por mi cabeza que me agobiaban todas.
Volví a besarla el cuello como iba haciendo antes, cuando me acordé que no me había dicho quién era la otra persona.
Quién es. -dije serio dejando un momento de besarla el cuello. Tras esto volví a repetirlo, incluyendo la oreja y demás zonas del cuello.

La piel se me erizaba con cada roce de su boca,pero cuando le escuché mi cuerpo pareció perder todas las fuerzas.

No me hagas decírtelo,no quiero crear más problemas a nadie,por favor..-dije,aun sabiendo que podría enfadarse,y mucho.

¿Que no me lo iba a decir? Tenía derecho a saberlo.
Seguí con el jueguecito de besar su cuello ya que sabía que la gustaba. La amaba, era así, pero saber que otra persona podía llevarse lo que tanto me había constado obtener dolía mucho. Por favor.

Le empujé con suavidad del pecho,obligándome a mirarme a los ojos.

Él es mi problema,solo mi problema. Yo soy el tuyo-dije cogiéndole del cuello de la camisa y acercándomelo.

¡Que manera de evitar el tema! Lo cierto es que lo había conseguido ya que con esas palabras y el simple acto de cogerme del cuello de la camisa y acercarme me había encantado. Me estaba encendiendo por momentos y no sabía cuanto podría aguantar en esta situación. Ella había conseguido que se me olvidara todo aquello que me había contado minutos antes.

Pareció por fin olvidar el tema,al menos por el momento,así que mi cuerpo se relajó un poco,pese a la situación.

Rodeé su espalda con mis brazos,y metí mi mano,de nuevo fría,por su camisa,tocando la piel de su espalda,y subiendo la mano con lentitud.

Me gustan las espaldas que aparentan fuerza-le susurré al oído,por muy extraño que sonara en esos momentos,pero era cierto,era algo que me atraía mucho en los hombres,y en efecto,Ian tenía una espalda fuerte,desde mi punto de vista.

Estaba tumbado en mi cama, junto a la chica que amaba que me acababa de reconocer que también amaba a otro. Supongo que sabrás porqué continuo aquí, contigo, tras lo que me has dicho antes, no?

Me separé de el al escucharle,tumbandome de nuevo.Me llevé la manos al pecho,apretándolo con disimulo.
Tenía derecho a decírmelo de nuevo,pleno derecho,pero eso no evitaba que me doliera.
Me incorporé y le separé con suavidad,sentandome al borde de la cama.

Lo se,acabas de recordarlo hace unos pocos minutos. Lo se,aun que no lo creas. Lo siento,no se que es lo que estoy haciendo...lo siento..

Me levanté de la cama sin coger mi chaqueta y me quedé parada en frente de la ventana.

También se que las palabras no pueden aliviar el corazón en este momento-dije mirando a la luna,con tristeza.-Me gustaría que el mío te perteneciera a ti,por que eres,con diferencia,el que más lo merece,pero no puedo obligarlo a ello..

Miré al suelo,el pelo recorrió mis hombros y se movió un poco cuando una pequeña brisa entró por la ventana.

Lo mejor es que me marche. Y lo mejor es que esté sola.-dije segura,y de forma rotunda.

Me quedé tumbado mirando al techo mientras escuchaba sus palabras. Me tapé los ojos con ambas manos mientras apretaba como si intentase despertar del sueño en el que me sumía.
Me levanté con pesadez y me coloqué en la amplia ventana, apoyado en la cornisa a su derecha mirando al extenso bosque que se ubicaba a los pies del castillo.
Como quieras Kaede. Si quieres estar sola lo estarás, pero no esperes que deje de amarte. -susurré a sabiendas de que ella me esucharía. Aún no había levantado la cabeza y seguía mirando al bosque.

Sus palabras hacían que mi corazón latiera más deprisa,sin duda,pero no era suficiente si en mi mente y corazón había otra persona más.
El se merecía más,mucho más,incluso si me amaba.

Cualquier día,en cualquier lugar,en cualquier hora,y de cualquier forma,puede aparecer otra persona que consiga hacerte tan feliz como mereces y e la que acabes enamorándote,¿lo sabes,verdad?
Es lo que mereces,Ian,ser correspondido,recibir lo equivalente o superior a todo lo que tu das. Y ese no es mi caso-apreté mi brazo con fuerza,entrecerrando los ojos-Yo no puedo dártelo,no ahora al menos..



Mi voz sonaba quebrada y triste,y por más que quisiera no podía evitar que así fuera.

¡No! -grité. No renunciaré a ti. -susurré mientras la miraba a los ojos.
Me di la vuelta y me caí deslizándome por la pared que se encontraba debajo de la ventana.
Unas lágrimas empezaron a caerse por mis mejillas. Vete por favor.

Cerré los ojos con fuerza y salí por la ventana desplegando las alas. Empecé a volar lo mas rápido que pude,mientras empezaba a derramar lágrimas de impotencia. Quería desaparecer,esconderme en cualquier parte,dormir años enteros…y sin embargo,tenia que seguir por ese camino que no parecía llevarme a ninguna parte.Aprete mi pecho con fuerza mordiendo mis labios.

Me levanté muy rápido y de la furia que me entró cogí la pata de la cama y girando la empotré contra la pared donde estaba la ventana, haciendo que este muro estallara en mil pedazos, quedando visible para todo el mundo que mirase hacia allí.
Aullé como nunca lo había hecho, creando una melodía de dolor, rabia y desesperación que alteraría a cualquier persona.

Escuché el lejano sonido que los nuestros tan bien conocian. No era un aviso, bien sabiamos todos que no lo era. Era algo más, un desgarrador lamento, de un lobo atormentado.
Tuve un mal presentimiento, venía del castillo de Ian, ahora podia decirlo con certeza tras analizar el sonido.

No dudé en dirigirme hacia allí. Al entrar en el reino, nadie me dijo nada, todos estaban mirando a la cima del castillo donde un boquete se abria ahora en una de las paredes.

Vi una figura, subí allí arriba rapidamente entrando en el castillo, nadie me prohibió la entrada.
Entré en aquella sala, Ian estaba ahi y su olor le delataba, estaba terriblemente dolido.

-¿..Ian...?-pregunté cauteloso, aun que también, compasivo

Me encontraba de pie, semitransformado, con la respiración muy agitada.
Le miré fijamente mientras un pequeño gruñido salía de mi boca-hocico.
Una pequeña brisa pasaba por el agujero causado en la pared tras haber lanzado la cama empezó a calmarme y poco a poco fui recuperando mi forma humana. Terminé en el suelo, con las rodillas flexionadas y unas lágrimas cayendo por mis mejillas.

Vi como esta a semitransformado. Gruñó, cosa que me desconcertó. Ni mucho menos aquel gesto me intimido ni nada parecido, solo me extraño, algo muy malo tendría que haberle pasado.
Di un par de pasos hacia él, con cautela para que no e alterase, entonces la luna bañó su rostro y con él mostró el destello de sus lagrimas brillando segun se deslizaban por sus mejillas.
Contraí el ceño, aun más preocupado y me acerqué un poco más, aun manteniendo las distancias.

-Ian... ¿te ha pasado....?

Le miré a los ojos aunque me costaba discernirle por las lágrimas pero le veía ahí, borroso y acercándose lentamente.
Que hay otro Andrew... -susurré a sabiendas de que el me escucharía. Que hay otro. Hay otro. Hay otro. Hay... -no podía parar de repetirlo. OTRO! -me levanté de golpe y le propiné una patada a la pared creando un boquete de medio metro de diámetro, a pesar de la dureza de los materiales empleados.
Era sorprendente como podía cambiar tan drásticamente de comportamiento en momentos críticos.

Le escuché, al igual que le vi golpear y romper la pared.
Permanecí en silencio, de pié, en el mismo lugar. Comprendí todo al instante. Poco habíamos podido hablar Ian y yo desde mi llegada, pero si me había comentado que su relación con sakura había terminado hacia mucho y había comenzado hacía tiempo con una caida.

-Y aquí, dentro de poco, no va a haber nada si sigues así-dije, en tono serio mirando el destrozo. Suspiré y me acerqué un poco más, poniendole una mano en el hombro-Lo siento, Ian...

Le miré y cerré los ojos intentando tranquilizarme. Cuando los abrí le volví a mirar de nuevo y respiré hondo. Vamos a un sitio más privado, no deben verme así. -dije señalando con la cabeza a los licántropos que desde abajo miraban hacia el hueco dejado por la cama, que reposaba hecha pedazos en el suelo. Vamos al despacho, sabes donde está. Mi tono era neutro y no denotaba ningún sentimiento.
Al salir de la puerta le hable a los dos guardias que se encontraban custodiando la habitación. Buscad a alguien que repare este destrozo, gracias. -les sonreí con amabilidad. Al fondo del pasillo, como siempre, se encontraba el despacho, así que abrí la puerta y esperé a que entrase el primero.

Solo asentí y me dirigí hacia su despacho, a su ritmo. Una vez entré en él le esperé, mirandole.

Cuando él pasó se hizo el sielncio, entonces, en tono sosegado, hablé.

-¿Quieres hablar de lo que ha pasado? Por que estoy dispuesto a escucharte si a cambio me prometes no seguir destrozando tu castillo-dije mostrando una media sonrisa, aun que ese comentario de broma no sabía si le sacaría a él una, parecía estar realmente mal.

Me senté en la silla tras escuchar sus palabras. No me apetecía sonreir, por más que sabía que era lo que debía haber hecho.
Me puse las manos en la cara e intenté comenzar a explicarle, pero costaba sacar las palabras adecuadas.
Te fuiste Andrew y pasaron muchas cosas. Entre ellas que empecé a salir con Kaede, aunque esto fue antes de que te fueras pero bueno. -hice una pequeña parada para limpiarme una lágrima. La amo Andrew, con toda mi alma. Daría mi vida por ella. Necesito cuidarla y protegerla. -casi rompí a llorar, pero no creía que fuera necesario así que tragué y respiré profundamente. No podía seguir en ese momento así que esperé a que hablase él.

Me senté a su lado, escuchándole.

-Se lo que es perder a la persona que más amas-por desgracia, si que lo sabía. Yo había perdido a mi mujer y a mis hijos hacía ya... muchísimos años, peor el dolor siempre estaba latente.-Pero ella no se ha ido del todo. Sigue ahí... no es facil, pero eres un hombre fuerte y el tiempo todo lo cura. Y ella sigue ahí, aun puedes protegerla y cuidarla, aun que no puedas besarla. Que ya es más de lo que yo pude decir cuando asesinaron a mi mujer.

Me quedé pensativo ya que oir esas palabras me impactaron. Pocas veces hablaba de su mujer.
Gracias por venir Andrew, te lo agradezco mucho.
No me esperaba para nada que hubiera venido, aunque la verdad que no tenía la cabeza muy despejada y no me quitaba de la mente aquellos ojos violetas.

-No tienes que agradecerme nada. Pero mira, si quieres agradecermelo de alguna forma... ¿por que no te vienes a dar una vuelta? te invito a una copa.

Sabía que al alcohol no arreglaba nada, pero era bueno que saliera y se despejara. Además asi podríamos dejar a los de su castillo arreglar aquel destrozo.

Me paré un sengundo a pensar "si vamos a la taberna... espero que no destroce nada. Saldría caro"

Me levanté algo más animado aunque sin dejar de darle vueltas al tema.
Hecho. Pero no bebas mucho, que luego haces locuras. -le sonreí. La verdad que aún recordaba aquella vez en la que se le ocurrió enfrentarse a vampiros, demonios y brujos el solito, pero no recordaba el motivo.