Preparando el regreso de Noctis

Estaba algo nerviosa, ansiaba saber lo que habría sucedido en la reunión a la que Noctis había asistido. Y por otro lado, también deseaba con fuerza que regresara. Había tenido tiempo de sobra de recorrerme el palacio, conocer todas y cada una de sus estancias e incluso escoger unos aposentos para mí. Ahora me encontraba mirando por la ventana, pensativa, en mi habitación. Ya me habían traído mis pertenencias y ya habían sido colocadas en el armario.

Un demonio apareció en mi habitación. La puerta estaba abierta, así que no dudo en entrar y detenerse junto a ella.

- ¿Desea algo más, majestad? -Este no era tan tímido como aquél vigilante que trajo la invitación a la reunión, por el contrario parecía mucho más seguro de sí mismo y en cierto modo parecía agradarle el cambio de dirección.

Me volví hacia él con una sonrisa.

- Habría que comenzar a preparar la sala del trono para la llegada del rey. Yo iré en seguida... Además, me gustaría ser informada de la llegada de todos y cada uno de los demonios renegados. Hazme una lista, no quiero que se quede nadie atrás.

El demonio realizó una pequeña inclinación y se marchó. Miré una vez más a la ventana y suspiré. "Tiene que estar todo perfecto, Caeli. No lo olvides." Me recordé, pues el ascenso del nuevo rey debía ser lo más oficial posible.

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Entré en la sala del trono poco después, había ya allí varios demonios/as limpiándolo y preparándolo todo. Sonreí para mí misma. Estaba ansiosa por ver el evento, todo estaba quedando precioso. De repente una de las demonios se me acercó y me dijo respetuosamente:

- Majestad, ¿desea también ocupar su lugar de princesa junto al rey en la tarima?

Sonreí para mis adentros.

- ¡Claro! Pero de momento poned solo una silla a un lado de la del rey, que debe permanecer en el centro. Más adelante cuando haya alguien apropiado para el puesto, se colocará otra al otro lado.

De repente entraron otros dos demonios, cargando a hombros lo que parecía una pesada tela negra enrrollada.

- Hop, hop, hop, hop -Llegaron hasta el pie de la escalera por la que se ascendía al trono, y desde aquel lugar la comenzaron a extender cuan larga era hasta la puerta de doble hoja que hacía las veces de entrada a la sala. El negro azabache relucía brillante al reflejar la luz que penetraba por los grandes ventanales, y la que alumbraba desde el techo desde las grandes lámparas de aceite.

- ¡Buen trabajo, chicos! -Apremié. Realmente estaba quedando estupendo.

- ¡Majestad, aquí le traigo la lista!

Me volví rápidamente, para ver al demonio que antes me había informado en mis aposentos andando apresuradamente hacia mí.

- Gracias, buen trabajo. Con esto podremos saber si hay que colocar alguna otra silla para altos cargos... -Dije recogiendo el pergamino. Lo abrí y comencé a ojearlo-. Vaya... parece que el único con poder en esta tierra era el antiguo rey... -Dije sonando un poco decepcionada-. Bueno, menos trabajo entonces. Moviliza al personal para que esté preparado para la llegada del nuevo Rey.

Salí de la sala algo apresurada para dirigirme a la entrada del castillo a ver cómo iban las cosas por allí. Lo único que pedía es que estuviera limpio y decente para su llegada, ya que parecía que el castillo hubiera estado desatendido en todo este tiempo y no iba a permitir que siguiera siendo así. Eso daba mala imagen a un monarca.

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Poco tiempo después, volví a subir al piso superior para dirigirme al balcón en el que se haría la presentación oficial del rey a su pueblo. Un gran estandarte con el fondo aterciopelado en negro colgaba de la barandilla una buena longitud, para que se viera bien desde cualquier punto. Un par de antorchas estaban colocadas en el muro, a cada lado de la ventana por la que se salía al balcón, aunque ahora se encontraban apagadas.

Asentí para mí misma y regresé al interior. Ya no faltaría mucho para su regreso, esperaba, y debía prepararme yo también para su recibimiento.

Llegué volando después de un viaje de mediana longitud desde los bosques de la discordia... la reunión había sido aclaradora, y como mínimo me había permitido mostrarme como el nuevo rey renegado ante casi todos los demás reinos, pero por lo demás... había resultado ser demasiado negativa, varias redencillas habían ido vistas y al parecer todo el mundo esperaba ser tratado con respeto sin mostrarlo en una primera estancia hacia su semejante... Una actitud que resultaba casi irónica, además todo para al final llegar a una sola conclusión, aquello no había servido para hacer planes de futuro, nadie se iba a unir hasta que todo estuviera al borde de la destrucción, es decir, hasta que la última piedra estuviera en peligro, lo único en limpio que había logrado sacar de todas las redencillas era ver que el rey demonio era un ser competente y que en un futuro podía ser tomado en cuenta "Al final solo contarán los pactos y alianzas que haga por mi propia cuenta, estas reuniones improvisadas solo ayudan a llamar mas tensiones" Mientras estos pensamientos cruzaban mi cabeza divisé a lo lejos el comienzo del reino demoniaco renegado, acelerando el ritmo hasta alcanzar una velocidad vertiginosa, frenando de golpe y descendiendo con gracilidad ante los vigilantes, parando un instante antes de continuar cuando una duda surgió en mi mente.

- Permitidme una pregunta.. Tenéis algún tipo e superior para la vigilancia alguien que mande sobre todos los que vigiláis?

Ante mi pregunta ambos guardias se miraron un instante dubitativos, tras lo cual uno de ellos simplemente negó, con algo de clara preocupación en el rostro... No era su culpa, el reino hasta aquel instante estaba desorganizado, nadie había establecido unos cánones fuera del rey.

- Comprendo... Quiero que el vigilante al que mas respeto tengáis, el mas sabio de todos se presente ante mi tras el discurso y que enviéis a un mensajero para que se presenten ante mi los mas respetados entre el ejército infernal, los investigadores mas eficaces y los demonios mas sabios entre los renegados, aquellos que sean conocidos y respetados por todos. Además comunicad que he llegado y que todo el que no tenga una labor vital debe asistir a la plaza del templo para mi coronación oficial.

- Comprendido mi señor.

Tras que ambos asintieran al unísono simplemente continué mi camino con tranquilidad, mientras uno de ellos marchaba corriendo por delante mía presumiblemente a hacer lo que le había solicitado...

Después de unos minutos mas caminando llegué al templo renegado, adentrándome por el portón y tras preguntar, dirigiéndome a donde me indicaron que se encontraba Caeli, al parecer en la habitación cercana al balcón en el que debería dar mi discurso, algo de lo mas conveniente, así podríamos hablar mientras esperábamos a que todos los demonios que pudieran descuidar sus ocupaciones unos minutos llegaran, cosa que podía tardar en ocurrir... Así, tras subir las escaleras y abrir la puerta de la habitación que se me había indicado pude verla sola, aparentemente algo nerviosa y quizás impaciente.

- Valla... Creía que debía ser yo el que estuviera mas alterado mi amada princesa Caeli.

Tras decir esto con la primera sonrisa sincera en mi rostro después de horas y mientras cerraba la puerta a mis espaldas avancé hacia ella, alargando una mano hacia ella por el camino.

Me encontraba en mis aposentos, había venido a cambiarme después de los preparativos. Saber que Noctis estaba al caer no sabía por qué, pero me ponía más nerviosa. Saqué mi vestido negro estilo griego y me lo puse, los tirantes me caían ligeramente por los hombros, dejándome un escote bastante sensual. Me acerqué de nuevo a la ventana para comprobar si desde allí le podría ver, aunque tampoco estaba segura de por donde aparecería. De repente, me pareció sentir su aura. "¿Podría ser? ¿Ya está de vuelta?" Cogí un pañuelo de seda negro del tocador y me puse a estirarlo y estrujarlo nerviosa, sin dejar de mirar por la ventana, poniéndome de puntillas para poder alcanzar a ver más cerca del edificio. Pero nada. Entonces sentí su aura en el interior del edificio, cada vez más cerca y, nerviosa, comencé a dar vueltas pensando en si debía ir a recibirle. Pasaron unos pocos minutos y finalmente la puerta se abrió. Escuché su voz antes de poder volverme a ver quién era.

- ¡Noctis! -Me tiré a sus brazos y le abracé con fuerza-. Te echaba de menos...

Esto último se lo dije en un susurro, suave, al oído, sin dejar de abrazarle. Después de unos segundos me separé ligeramente de él para posar un suave beso en sus labios. Luego le miré a los ojos con ternura, hasta ponerme un poco más seria, sin borrar la sonrisa del todo, pues en aquél momento no podía dejar de sonreír.

- ¿Qué tal ha ido?

Aunque la recibí en mis brazos con cariño correspondiendo a sus actos y a sus labios no pude evitar que mis ojos se quedaran blancos cuando me preguntó sobre la reunión, visiblemente encrispado.

- Que como ha ido? Al parecer estamos al borde de un apocalipsis y por lo que he visto lo raro es que la mayoría de las especies sigan sobreviviendo aún con las ides que pueden llegar a tener y las alianzas que quieren formar.

Tras esto emití un suspiro de resignación... llevándomela conmigo en la habitación y haciendo que se sentara, tras lo cual la hablé de todo lo que había ocurrido en la reunión, sin dejarme un solo detalle. Desde mi llegada con los chuleamientos del licántropo hasta mi partida y mis últimas palabras.

- Ahora entiendes porque vengo desilusionado? todo esto es un caos, pero al menos podemos sacar provecho de cada cosa que ocurra a partir de ahora... Además, si hay un ser escondido e piedras, quien sabe que otros poderosos tesoros pueden haber en este mundo?

Mi sonrisa se fue apagando a medida que fui palpando su desilusión. Me dejé guiar hasta sentarme en una silla. Le observé preocupada, realmente no me podía imaginar la magnitud de la situación, aun habiendo escuchado el pequeño resumen inicial. Sus palabras lo decían todo. También yo me desilusioné, sabía que lo de la reunión sería por algo importante, pero no me podía imaginar que fuera por algo semejante. La boca se me aguó, sintiendo una ligera presión en el pecho. Tragué saliva, aunque los ojos, a pesar del conpungimiento, no se hubieran contagiado. Era un gran peso que asumir, el fin de los tiempos...

Le volví a mirar, con esperanza.

- ¿Tienes pensado ir a buscarlos? -Dije, refiriéndome a los tesoros ocultos que había mencionado-. ¿Y qué pasa con nuestros objetivos? ¿Han cambiado ahora que sabemos lo que se nos viene encima?

Me puse en pie, acercándome a él.

- Si tengo que morir, Noctis... quiero que sea luchando... y quiero que sea a tu lado -Le miré a los ojos, hablaba muy en serio-. Por lo que me has contado, soy consciente de que no vamos a poder salvar el mundo, o es bastante probable, aunque nos lo propongamos. Pero creo que no deberíamos quedarnos quietos... Me asusta la idea, pero si hay que precipitar el Apocalipsis, que así sea. Si con ello podemos sacar algo bueno de esto.

Me crucé de brazos pensativo "El fin de los tiempos... No es feliz pero no es para desesperarse, o se puede hacer algo o no se puede"

- No pienso ir a buscar las piedras que quedan, sería ridículo y peligroso, si no buscar algún otro tipo de tesoro... Es decir esa criatura fue encerrada por poder divino, pero los dioses nunca actúan directamente con nada ni nadie, o así ha estado escrito siempre. Así que todo esto me induce a pensar algo que igual nadie ha pensado... Y si esa bestia hubiera sido encerrada por humanos o criaturas? Seres bendecidos por los dioses y agraciados con aras celestiales que les ayudaran. Ni siquiera con nuestro poder podemos enfrentar a un dios, mientras que este ser puede enfrentarse a todos...

Me levanté de la silla, caminando con una mano en la cabeza pensativamente por alrededor de la sala, mientras recordaba lo que habían dicho en la reunión sobre el "clon" de Salem.

- Claro que lucharemos, pero no para morir, no si no hay esperanza, sería ridículo, pero quizás haya otro modo... La idea me la ha dado tanto oír hablar de ese Salem. Y si su poder esta otorgado por algún artilugio mágico? O por el propio ser caótico que necesite un contenedor para su liberación... no deberíamos poder hacer nosotros lo mismo con los dioses o artefactos de poder?

- ¿Pero qué clase de ser podría hacer eso? ¿Qué existe en este mundo más poderoso que los Dioses? No me cabe en la cabeza...

No me había parado a pensarlo, pero lo que Noctis decía tenía sentido. Aquello me dio una idea...

- Quizá suene descabellado pero... ¿Puede una invocación ser más poderosa que un Dios?

Me puse en pie y comencé a caminar despacio enfatizando las palabras mientras lo decía, fijando mi mirada en los ojos de Noctis muy seria.

- En realidad no es tan raro si nos adaptamos a la lógica... Ese ser es caos, desrucción... Y aparte el susodicho dios oscuro, que son los dioses? a su modo equilibrio ante todo, para bien o para mal, unos se equilibran a os otros, si este ser es el caos, no sería lógico que fuera capaz de destruirlos?

Mientras decía esto continué caminando, hasta quedarme a la espalda de Caeli, abrazándola desde atrás mientras pensaba mas traquilamente sobre aquello que decía... una invocación... No creía que fuera así, pero habían posibilidades.

- No creo que sea una invocacion, quizás algo parecido, o incluso un producto de la imperfeccion de los dioses, pero sea como sea es peligroso e imposible de detener tan solo con nuestro poder. De todos modos yo no hablo de alcanzar su poder, si no el de aquel ser que según dicen se parece al rey Salem. Nadie es mas poderoso que un rey, así que si el lo es... Tendrá que tener algún tipo de truco y por lo tanto quizás nosotros podamos alcanzar su potencial con algo de investigación... Y si logramos esto estaremos cerca de comprender muchas mas cosas, y también de tener ventaja en la guerra entre razas, si es que sobrevivimos a lo que se nos viene encima

Dicho esto último enterré mi rostro en su pelo y su cuello, captando su aroma... Fuera como fuera ahora no era el momento, en menos de una hora o quizás en escasos instantes tendría que salir al balcón para dar mi discurso, por lo que debía organizar mis ideas.

- Tienes razón...

Suspiré, echando la cabeza ligeramente hacia atrás para apoyarme en él, profundizando su abrazo al juntar mis manos sobre las suyas con una ligera presión amorosa. Aunque después de unos instantes me diera la vuelta levantando los brazos hacia el cielo sin escapar del cerco que me delimitaban sus brazos, para luego apoyar mis muñecas en sus hombros y quedar a escasos centímetros de su rostro.

- Necesitas prepararte... -Aparté un mechón de su flequillo hacia atrás con dulzura-. Por cierto, tus pertenencias están en la habitación de al lado, pero no he pedido que te las guardaran a la espera de que escogieras tú la que prefieres... ¿Necesitas mi ayuda para prepararte?

- Así que cambios de habitaciones... De que me sonará esto?

Solté una risa pícara ante mi propio comentario, dejando caer una de mis manos por el costado de la princesa, acariciando el vestido que llevaba puesto, ahora mas relajado y olvidando en parte todas las cuestiones que me habían puesto a prueba durante las anteriores horas, que ahora a su lado parecían estar mas lejos.

- Por cierto, con este vestido te encuentras arrebatadora... Además, me deja mas acceso a ti y me permite sentirte mejor, podrías ponértelo mas a menudo, tu armadura aveces se me clava al abrazarte, y la última vez que te la quité sonó metálica contra el suelo, seguro que si te retirara esto no haría el mas mínimo ruido al caer...

No pude evitar decir con un tono suave y pícaro todas aquellas palabras, mientras jugueteaba como el que no quería la cosa con los tirantes y el cordón de la cintura, parando unos instantes en los que cerré los ojos para centrarme, y es que tenía razón, debía estar preparado para cuando tuviera que presentarme ante los renegados.

- Acompáñame a mi habitación por favor, así podré cambiarme estos ropajes por algo mas adecuado y con menos trote, además, tengo que recoger mis cosas para llevarlas a los que sean los aposentos reales, tengo que aprovecharme de los privilegios de ser rey.

Me ruboricé notablemente entre sus palabras y jugueteo con mi vestido. Le sonreí y luego asentí obedientemente ante su deseo. Entonces, colocando mis manos en su nuca, le atraje hacia mí para responderle:

- Como digáis, majestad...

Antes de besarle de nuevo, esta vez con más pasión aunque también suavidad...

- Acompañadme , por favor -Dije tras el beso, tomándole de la mano para que me siguiera-. Y no te preocupes por lo de cambiar tus cosas de sitio, tú solo di dónde quieres que vayan, y los empleados lo cambiaran por ti para que tu no te tengas que preocupar.

Dije volviendo la cara hacia él con una sonrisa, al tiempo que abandonaba mi habitación con Noctis.

Después de corresponderla con dulzura tomé su mano con suavidad, sonriendo con tranquilidad y siguiéndola por el camino que me marcaba a seguir.

- No creo que sea correcto llamarles empleados aunque su labor sea la de estar atentos, son demonios y guerreros a fin de cuentas.. Por otro lado... Puedes tratarme con normalidad cuando estemos solos.

Después de esto salimos de la estancia, dirigiéndonos a la habitación a la cual Caeli había trasladado todas mis cosas, para una vez dentro mirarla con tranquilidad de un lado a otro, observando los muebles y el decorado.

- No esta mal, si bien en cuanto me sea posible la daré mi propio toque... y aunque me encantaría disfrutar de sus comodidades contigo, ahora mismo debería prepararme, no estaría bien visto que en mi primer discurso me retrase, así que ahora voy a cambiarme.

Dicho esto me dirigí a mi baúl, registrándolo y sacando lo que creí conveniente, siendo esto unos guantes negros que llegaban hasta la muñeca, pantalones cómodos pero vistosos, un par de botas sin trote aparente y una gabardina que se cerraba desde el cuello a la cintura, dejando una especie de faldón por la parte baja... Y una vez recogido todo me dispuse ahora si a cambiarme, importándome bien poco que Caeli estuviera mirando, si bien habiéndome asegurado de que la puerta estuviera correctamente cerrada.

- Perdona, me ha salido del alma al llamarte "majestad". No encajaba el hablarte de "tu" en ese momento -Me ruboricé. Entramos en la habitación-. Pero, entonces, ¿te vas a quedar esta habitación?

Le observé con detenimiento mientras rebuscaba lo que se iba a poner en su baúl. Me acerqué a él cuando se quitó la camisa y le abracé desde atrás posando mis manos en su pecho.

- No deberías hacer esto... Me resulta inevitable acercarme a ti... -Le dije con voz suave y sensual.

Posé unos cuantos besos en su espalda antes de separarme contra mi voluntad y dejarle espacio para que se terminara de cambiar. Cuando terminó me volví a acercar a él, instándole a que se diera la vuelta, para colocarle el cuello de la gabardina recto y hacia arriba.

- Estás irresistible... -Me mordí ligeramente el labio inferior, humedeciéndolo, y tiré ligeramente del cuello de su camisa, que aun no había soltado, atrayéndole hacia mí para robarle un beso apasionado directamente de sus propios labios.

Sonreí cuando interrumpió mis acciones, consciente plenamente de que en realidad yo lo había buscado, y así era, de modo que como no tenía prisa me esperé hasta que ella se decidió a separarse, terminando de arreglarme tras esto con tranquilidad y esperando al finalizar que me diera su opinión, que recibí a modo de un grato halago y un ardiente beso al que respondí con lujuria antes de volver a separarme.

- Me halaga tu opinión, pero la verdad es que ahora mismo me interesa mas saber si parezco respetable, quizás algo imponente para ojos de aquellos que no deseen mi cuerpo... La única a la que deseo agradar de dicha forma es a ti...

Pronuncié aquellas palabras con un tono pícaro y quizás algo irónico, antes de acariciarla el rostro con suavidad... Recordando en aquellos instantes algo que tenía planeado para el discurso.

- Caeli, necesito saber algo, tienes la espada de Kain por aquí? Me vendría bien mostrarla para demostrar a todos que su antiguo rey ha sido derrotado. No hay mejor trofeo que el arma de tu enemigo... Excepto quizás su cabeza, pero esa no es la cuestión...

Me separé de él retrocediendo un par de pasos para examinarle mejor.

- La verdad es que sí, tu presencia es notable -Le respondí seria, me tomaba las cosas muy enserio. Pero luego le sonreí-. ¡Claro! Acompáñame, te la daré. La verdad es que no sabía qué hacer con ella, mi espada también es de oscuridad y yo soy bastante torpe con la zurda en ese sentido...

Le tomé de la mano y corrí de vuelta hacia mi habitación, sumergiéndome al llegar en el armario, inclinándome hacia el interior dejando inevitablemente mi trasero hacia fuera en pompa. Me incorporé poco después, saliendo del armario con la espada envuelta por la vaina con un pañuelo negro.

- Aquí la tienes, mi amor...

Extendí entonces los brazos, tendiéndole la espada con las manos extendidas, con la empuñadura hacia la derecha de mi Rey. La llave colgaba de mi cuello, la había enganchado a una cadena. La agarré bajando la mirada un instante, en cuanto Noctis me liberó de la espada, y volví a alzar la mirada hacia él.

- ¿Prefieres llevarla tú?

Ante de salir de mis aposentos me colgué mi propia espada de la cintura. En cuanto volvimos a su habitación y me entregó la espada de oscuridad retiré levemente el trapo de esta, agarrando el mango para desenvainar una escasa porción de su filo y mirarla con tranquilidad "La verdad es que con todo lo ocurrido no me había parado a admirarla" Tras lo cual, volviendo a cubrirla miré a Caeli.

- No temo por la seguridad de la llave en tu poder, ni tampoco por la del preso, si bien es cierto que quizás no debieras llevarla encima, pero esto es puramente por tu salud personal, cualquiera que quisiera liberarle necesitaría ir a por ti y no puedo tolerar eso... Por eso quizás deberíamos ocultarla en algún recoveco de lo que sean mis aposentos, solo para apartarte de cualquier aliado de Kain... Si es que poseía algún verdadero aliado...

Dicho esto y sujetando la espada oscura con mi siniestra la recogí de la cintura con mi brazo derecho, acercándola a mi para depositarla un suave beso en la mejilla antes de liberarla.

- Deséame suerte y manténte a mi lado... Tengo demasiados planes y noticias que darle a los nuestros, no se como se lo tomarán.

Y sin mas volví a salir de la habitación dirigiéndome ahora hacia donde sabía que se encontraba el balcón desde el cual hablaría a los renegados y les informaría de todo lo que ocurriría a continuación.

- En ese caso... creo que prefiero protegerla yo, Noctis, no te ofendas. Pero seguramente yo la proteja mejor que estando escondida en tus aposentos. Allí cualquiera podría encontrarla y se encontraría indefensa -Le dije con seriedad. Aun así, estaba segura de que Noctis no cambiaría de opinión al respecto.

Me dejé guiar por su atracción, ruborizándome levemente al recibir aquel beso en la mejilla.

- Mucha suerte, Noctis. Y no te preocupes, lo harás bien. Te querrán, estoy segura de ello.

Sonreí con sinceridad, estaba muy convencida de mis palabras. Y tras esto, me enganché de su brazo para acompañarle hacia el balcón. Sin embargo, antes de llegar, le liberé para que saliera él delante, posando previamente un beso de apoyo en su mejilla, quedándome yo fielmente por detrás y a un lado.

"¡Ánimo, Noctis! Tú puedes hacerlo, sé que puedes, confío plenamente en tí."

Después de las palabras por parte de Caeli me dirigí al balcón... Ya hablaríamos después mas intensamente sobre la llave.

Salí al balcón, en donde cientos de cabezas sorprendidas comenzaron a girarse, mirándome con cierta incredulidad, posiblemente al darse cuenta de que las habladurías y rumores sobre la caída del rey Kain que ahí les habían reunido eran ciertas... Algunos vítores se escucharon de fondo, callados por el silencio de otros, ningún abucheo, solo expectación y sorpresa ante lo desconocido. Así, en mi puesto elevado los examiné con tranquilidad, retirando tras esto de golpe la tela que cubría la espada de Kain y llevando mi diestra a su mango, mientras con la zurda sujetaba la vaina, desenvainando en un rápido movimiento la espada oscura mientras con el uso de mi propia oscuridad hacía que la silueta del corte se expandiera a lo lejos... Comenzando a hablar con un tono solemne y lo suficientemente alto para que con el eco de aquel lugar se me escuchara a la perfección.

- Todo lo que habéis oído es cierto, el antiguo rey renegado Kain ha sido derrocado... - Mientras decía esto envaine con tranquilidad la espada oscura, dejándola apoyada tras esto en la repisa - Su reinado al fin ha sido derrocado sin la necesidad de utilizar demasiado poder, fue derrotado en duelo por dos príncipes de aire contra sus llamas y no supo siquiera ponerles en apuros.. Y así, como nuevo rey me presento a vosotros... Esperando devolveros la gloria, la esperanza y recuperar la llama interior que el rey del fuego os arrebató y que os pertenece por derecho propio - Me acerqué mas al balcón, apoyando mis manos sobre la elevada repisa mientras parte de mi cuerpo se asomaba - Pero esto ya ha terminado... Todo el desprecio que ha sido dado a nosotros, la humillación, las ofensas y la incapacidad del antiguo rey para hacer respetarse a los nuestros terminan ahora. ¡¡Todos sabrán cual es nuestro poder y así el lugar que merecemos se nos entregará tal y como debería haber ocurrido hace tanto tiempo!!

Después de aquel silencio inicial y mientras los cuchicheos y la expectación iban aumentando poco a poco, valieron las últimas palabras salidas de mis labios para que un gran vítores se extendiera por la plaza... Todos deseaban darse a conocer y respetar de una vez por todas.

- Sin embargo, no son buenas noticias todo lo que vengo a comunicaros...

Permanecí en mi posición, a un lado y un poco por detrás de Noctis, escuchando el discurso. Se me podía ver más desde lejos, que los que permanecían más cercanos al castillo. Mi mirada recorrió cada rincón mientras escuchaba, llenándome la vista grandiosamente de cada cabeza que componía la multitud demoniaca.

Ya conocía todo aquello que Noctis le contaba a sus súbditos, sin embargo, el que lo hiciera para toda aquella gente era inspirador, y me contagió a mi también de la misma emoción, haciéndome sentir orgullosa de ser una Demonio.

Bajé la mirada solemnemente cuando Noctis cambió entonces de tercio. Ahora venían las malas noticias...

El silencio se había hecho una vez mas con el ambiente pleno, pero era un silencio distinto, no era desconcierto ni temor, era simple expectación a lo que fuera que tenía que decir, lo que daba una grata señal sobre la confianza que estaba comenzando a ganarme entre ellos.

- No os mentiré, antes de presentarme ante vosotros una reunión de emergencia con otros reyes me llevó lejos, y lo que traigo son malas noticias... Un posible fin se acerca, y no hablo del fin de este reino, si no de Igdrasil entero, unas fuerzas capaces de rivalizar con los mismísimos dioses están haciendo acto de presencia después de siglos dormidas y encerradas y nada podemos hacer para que este ser regrese al mundo... Pero... No necesitamos esto, no necesitamos detenerle, no solo porque sea imposible, si no porque la única manera viable ahora mismo es prepararnos, reorganizarnos y estar listos para que cuando el momento llegue nuestro ejército esté preparado para como mínimo demostrar a ese ser que los dioses no son lo único a lo que debe temer, y si así hiciera falta en caso de que las tuviera aniquilar a sus huestes, no nos marcharemos sin luchar... Yo ahora partiré para hacer lo impensable, volver a unificar el infierno bajo un mismo poder de ataque para aliarnos con nuestros hermanos de las llamas, y mientras tanto vosotros, afilad vuestras espadas, abrillantad y arrancad el óxido de vuestras armaduras y estad preparados... Porque si de verdad el fin se acerca... Si de verdad es imposible evitarlo, si de verdad creen que nos quedaremos de brazos cruzados, entonces... ¡Demostraremos que han cometido el mayor error de juicio de su vida!

Golpeé la barandilla de piedra con las dos palmas de mis manos ante mis últimas palabras al tiempo que mis alas se extendían por completo, provocando que un golpe de viento, incrementado por mi control elemental se extendiera, haciendo agitarse el faldón de mi gabardina y pasando por entre todos los presentes, los cuales según el viento y mis palabras les iban alcanzando estallaron en un grito de guerra al pos que alzaban sus manos y alas al cielo... Así sin mas replegué mis alas a mi espalda, recogiendo la espada de oscuridad, girándome y volviendo a entrar en la sala del balcón para desaparecer con ello entre las sombras mientras del exterior podía escucharse el clamor de la multitud a mi nombre, les había dado lo que necesitaban, poder, prestigio, esperanza y un método de mostrarse valerosos... Muchos morirían y ellos lo sabían, pero no habían entrado en un combate eterno para que se les tuviera olvidados en lo mas profundo del infierno...

El silencio que se formó era abrumador. Todos le prestaban toda su atención al discurso de Noctis. Y a pesar de la gravedad de lo que contaba, no se daban la vuelta y se marchaban, sino que permanecían allí, expectantes. Parecía que Noctis había logrado inspirarles aquello que necesitaban. Asentí con seguridad, frunciendo el entrecejo seria. Y alcé el puño para unirme a la multitud con los gritos de ánimo conforme el discurso se iba volviendo más motivador.

La gente pareció impresionarse con el golpe de viento, pero justo después comenzó un estruendoso aplauso, seguido de ovaciones y silbidos de apoyo.

Sonreí para mis adentros, realizando una pequeña inclinación cuando Noctis pasó por mi lado para volver al interior. Permanecí en aquella postura hasta que desapareció entre las sombras, luego me incorporé, avancé un paso hacia el centro dirigiéndoles una mirada sonriente y firme, y, al igual que Noctis, me di media vuelta para abandonar el balcón.

Tardé unos instantes en acostumbrarme a la luz después de atravesar las sombras. Aun llevaba la cabeza gacha y mis manos permanecían sobre mi vientre la una sobre la otra. Me acerqué con pasos decididos hacia Noctis y me detuve frente a él. Vacilé unos instantes antes de levantar la mirada y sonreírle.

- Ha sido muy motivador. Me ha gustado -Le dije con sinceridad.

Miré a Caeli con tranquilidad y satisfacción... A mi también me había parecido un buen discurso, pero uno mismo nunca es buen juez para examinar sus propios actos.

- Gracias... Pretendía comunicarles toda la verdad de lo ocurrido y lo que puede ocurrir. Me alegra pensar que están decididos a seguirme hasta el final si bien espero que no sean necesarias demasiadas muertes para lograr detener el fin, claro que con evitarlo debería ser suficiente.

Dicho esto avancé hasta la puerta, abriéndola y esperando en silencio unos minutos, hasta que casi al unísono un grupo de demonios se presentó ante mi, tardando unos instantes mas en llegar algunos de apariencia anciana... Inclinándose todos como signo de respeto, momento en el cual me coloqué frente a todos estos, examinándolos con la mirada y leyendo su aura, antes de sonreír maquiavélicamente y girarme.

- Gracias por venir... Princesa, caballeros, seguidme por favor...

Y sin mas comencé a caminar, seguido de cerca por los que allí se habían presentado y esperando que Caeli estuviera haciendo lo mismo, ya fuera a mi lado o a mis espaldas...

Sonreí ampliamente con un pequeño asentimiento, a mi también me agradaba saber que teníamos el apoyo de nuestra gente.

- Pues lo has hecho bien. Y a mí también me alegra. Desde luego, saber que tienes el apoyo de tu pueblo, facilita mucho las cosas -Le dije con una profunda sonrisa.

De repente se acercó a nosotros un grupo de demonios. Guardé silencio al instante y me aparté, colocándome a un lado de Noctis y un poco por detrás y le dejé hablar a él. Yo no intervendría en esto a menos que él me lo pidiese, respetaba al Rey y no le faltaría al respeto en ese sentido y bajo ningún concepto. Simplemente, les saludé con una pequeña inclinación de cabeza y me limité a observarles con una pequeña sonrisa.

Entonces, Noctis nos pidió que le siguiéramos, y tras realizar una nueva inclinación, le seguí guardando la distancia anteriormente establecida, por delante de los demás demonios.

Después de unos minutos andando llegamos a una habitación, abriendo con tranquilidad la puerta e indicando a los que me seguían que se adentraran dentro de esta con una sonrisa en la cara... Dentro estaba todo iluminado por la luz de unas cuanta antorchas, mostrando una enrome mesa redonda rodeada de sillas... Por el resto la habitación no tenía demasiada decoración después de todo había sido un descubrimiento de última hora y no me había dado tiempo a prepararla pero al menso estaba limpia.

- Sentaros por favor... Tengo cosas que pediros y encargaros a todos no será una reunión especialmente extensa principalmente porque tengo que partir a hacer algunas tareas, pero será lo suficiente para informaros de lo que tengo planeado hacer a partir de ahora y de cuales serán vuestras tareas y obligaciones.

Mientras decía esto uno a uno fueron entrando en la sala esperando a que todos pasaran para hacerlo tras estos y una vez cerrada la puerta dirigirme para sentarme a uno de los asientos libres concretamente uno con unos detalles un tanto mas logrados que hacían ver su posición especial... Que si bien ni me era necesario ni me interesaba había sido un detalles de los que habían limpiado la estancia.

Noctis nos condujo hacia una sala nueva. Pasé al interior en cuanto nos lo indicó, para ver una amplia mesa redonda rodeada de sillas. Contuve por un momento el aliento al escuchar que tendría que volver a marcharse para cumplir unas ciertas tareas. Esperaba que tuviéramos algún tiempo para nosotros, aunque comprendía que ahora tuviera cosas más importantes de las que preocuparse.

En seguida divisé la silla que estaba ornamentada diferentemente al resto y me apresuré con pasos tranquilos a colocarme junto a la silla que estaba justo a su derecha. Esperé a que todos escogieran sitio y hasta que Noctis no dio su consentimiento, no me senté. Posé mi mirada en cada uno de los presentes, antes de devolvérsela a Noctis, posando toda mi atención de nuevo en él, para escuchar aquello que tuviera que informar.