De regreso

Aparecimos en la entrada del castillo. Todas las velas de las lamparas estaban encendidas, más por costumbre que por necesidad. Solté a Luccie y me quedé mirandola con la decepción aun grabada en el rostro. Suspiré y la abracé.
-Ya pasó... Lo que quiera que haya ocurrido ya ha pasado... -Dije en tono tranquilizador en su oido.

Me aparté levemente aun sollozando y sin mirarle a la cara-yo..lo siento..-dije sujetandome los brazos levanté la cabeza, quería contarle todo lo que había pasado, no queria dejar las cosas asi, tal como estaban, asi que se lo empecé a contar todo, trnauqilamente, aun que aveces mis palabras se entrecortaran por que aun estaba llorando. termine de contarselo y le agarré de la camiseta-lo... sien..to, yo no... no me odies..., por favor.-

La abracé aún con más fuerza cuando acabó el relato.
-No te preocupes... No podria odiarte. No tienes nada que sentir. -La hice mirarme a lso ojos y la sonreí quitando sus lagrimas con mi mano con delicadeza. -No tienes de que preocuparte.

me quito la lagrimas y y le cojí de la mano-no si... si que pasa... tendria que haberle apartado,pero no pude...no sabía que hacer... ni siquiera que estaba pasando... lo siento tanto...-dije volviendo a empezar a llorar.

-A menudo son las situaciones que menos esperamos las que más nos aturden. No tienes nada que sentir si no hicisteis nada. -"Pero ese demonio me las pagará" Todavia seguia abrazandola y seguí asi un buen rato. No tenia nada que reprocharla, Simplemente la habia pillado desprevenida. Sin embargo ese demonio retrasado.

Le abracé lo mas fuerte que pude-Walter... te quiero tanto... no se que aría sin ti..-cerré los ojos mientras le abrazaba, nunca había querido a una persona/vampiro tanto, como para ponerme asi. Era lo mas importante en mi vida.

-Yo tambien te quiero, Luccie. -Cntinué abrazandola y luego la besé poniendo todos missentimientos en ello. Como si no fuese a haber un mañana. Mientras tanto continuaba pensando que iba hacer con Wataru.

Le respondí a ese beso, con toda la dulzura que pude, no había besos como los suyos, eran realmente especiales y no los cambiaria por nada en el mundo. Le abracé con fuerza temiendo que fuera un sueño, y cuando nos separamos deje caer mi cabeza a su pecho, recostada.