Problemas en la Puerta del Reino

Había llegado finalmente al primer lugar que debía ir. El Reino Licántropo. Les debía quizás algo, pero no era capaz de recordar qué era.

Me detuve frente a las rejas, observando la sólida puerta con mirada severa, cerrando levemente los párpados. El viento era suave, de manera que mis cabellos se movían hacia un lado. A pesar de ello, parecía tener un aspecto de enfado. Mis puños estaban ligeramente apretados. Finalmente, con tono seco, me dirigí a un guardia.

Soy Amy Sunie. ¿Podría entrevistarme con Ian?

El guardia la miró inquisitivo, pero no podía responderla en el mismo tono ya que sería despedido. Espere un momento. -dijo rápido y se fue corriendo aprovechando la velocidad de los lobos a preguntarlo a un superior y volvió algo fatigado. Puede usted pasar, acompáñeme. -emprendió la marcha hacia el castillo.

OFF Por favor, no te tomes muy a mal lo que va a pasar. Es sólo un "embrujo" que hemos concertado para darle algo de diversión a esto.

ON

Me crucé de brazos mientras esperaba en la puerta. Mis dedos estaban ligeramente violáceos, así que traté de esconderlos bajo mis brazos, con cierto disimulo. Vi venir finalmente al guarda, y asentí serena, siguiéndole poco después. Iba de brazos cruzados todo el camino, debido a lo anteriormente dicho, observando a diestro y siniestro aquella arboleda con cierta mirada de análisis

Me avisaron de que una ángel de mucho poder había llegado en busca mía. Bajé rápido con muchas dudas, a pesar de ser un ser de luz, el mayor ser de luz si se podía decir, tenía constancia de contactos de la reina renegada con seres oscuros, con vampiros como Luccie que seguía sin saber que pensaba de mí, o con demonios como Wataru que quería mi sufrimiento. Sabía que yo también había mantenido contactos con seres oscuros, y los seguiría manteniendo pero, toda precaución es buena. Mantuve a los arqueros en sus puestos, y todos los lobos estaban esperando mi señal, para atacar o para relajarse. Esto no lo había hecho con nadie que fuese de luz, pero me daba muy mala espina. Ella estaba esperando en la entrada cuando llegué respaldado por los guardias, hice una reverencia mirándola a los ojos. Amy Maya Sunie, soy Ian, rey licántropo.
Conocía a la perfección a esa mujer, como a todos los altos cargos de Yggdrasil, aunque nunca llegaría al nivel de Walter y sus espías.

(OFF: no te preocupes, le dara emocion al asunto, aunque no aseguro que salgais del reino jajaj)

Finalmente nos detuvimos frente a la entrada del castillo. Dejé caer mis brazos, siempre ocultando mis dedos conmigo misma. Ian parecía tener un rostro preocupado, por lo que traté de acercarme con lentitud hacia éste, intentando esbozar una leve sonrisa, aunque parecía quizás algo forzada. Mi tono sonaba también algo forzado, aunque no mucho.

Saludos, Ian, encantada de conocer al líder de un tan admirable reino. Conoces mi nombre, así que deduzco que sabrás quién soy en mayor profundidad. De hecho, nos hemos reunido alguna vez, jejeje.

Agregué con una risita por lo bajo. Me acerqué un poco más a él, e inclinándome levemente ahcia el frente, le hice una petición.

Me gustaría hacerle una petición...a solas si puede ser....

Aproveché que estaba tan cerca de mí para cerrar los ojos y olerla. Despacio y suave, para no asustarla. Estaba preocupada, algo ocurría, podría ser importante, se notaba en su corazón que estaba aceleradísimo, y en su mente la cual no podía penetrar pero podía notar el rápido movimiento de sus neuronas. Abrí los ojos de repente. Era un ángel, no podía negarme a estar a solas con ella.

Acompáñeme, majestad.

Dije antes de darme la vuelta y echar a andar. No era normal, estaba demasiado preocupado y no sabía porqué, mucho más que cuando me reuní con Neliel, y ahí si tenía mayores motivos para desconfiar.

Me parecía curioso que un humano me estuviera olfateando. Quizás es una forma de identificación, o a saber. Allí en el cielo a veces nos damos cuenta de quiénes son quienes por el color de piel, ya que allí en el cielo el sol es muy muy suave, y tenemos cierta blancura.

Repentinamente vi cómo abrió sus ojos acaramelados y me dirigió una mirada neutra, pero con cierta seriedad que no habría visto nunca en él.

Acepté su sugerencia, inclinando levemente la cabeza, tras lo cual le seguí al interior del castillo.

Atravesamos varios pasillos, cubiertos de piedra antigua, pero muy decorativa y bonita he de decir. Tenía todo un aspecto medieval muy decorativo, sobre todo por aquellas banderas alargadas acabadas en punta.

Podía oler como los licántropos más jovenes se asomaban por las esquinas para curiosear y más de uno quería acercarse a saludar a la reina, de no ser porque sus progenitores les paraban los pies. Tras un ratito andando llegamos a una gran puerta que daba paso al despacho, mucho más formal y menos decorativo como el resto del castillo ya que su misión no era aparentar precisamente. Abrí la puerta y la invité a entrar. Estaba completamente vacío ya que las personas que se encargaban del secretariado habrían ido a hacer algún trabajo. Las estanterías estaban repletas de informes y documentos sin mucho valor, ya que los importantes estaban mucho más escondidos.

Me detuve frente a la puerta los pocos segundos que Ian estuvo ante ella girando el cobrizo picaporte con lentitud. Estaba con la mirada maquinadora, observando el picaporte, luego a Ian, y a los pocos segundos clavé mi aparentemente ansiosa mirada en la puerta de madera que teníamos ante nuestros rostros.

Ante su invitación, me incliné levemente, y entré en el despacho, cerrando la puerta tras de mí. Parecía un lugar bien aparente, muy indicado para situaciones como ésta. Papeles, carpetas, documentos, todos cuidadosamente clasificados en la estantería por orden alfabético. Bastante interesante, he de decir.

Sin embargo, yo tenía algo que hacer, algo que cumplir. Me encontraba de espaldas a Ian, observando la estantería en sí, con aparente interés en mi postura. Mi mano sostenía con dos dedos mi barbilla, elevándola así mismo levemente.

Entonces, con un tono de voz bajo y algo más grave de lo habitual, me dirigí a éste.

Ian...no sé si sabes bien a qué vengo...pero...a veces desearía poder pedir perdón por esto...Mas algo me insta a hacerlo...Con Saña e ira...

Se podía observar que apretaba el puño derecho levemente. Sabía que Ian estaba cerca de mi, como si lo estuviera viendo. A una distancia prudente, pero suficientemente cerca para notar mi presencia.

Repentinamente me giré sobre mí misma, y con mis delgadas manos, le tomé por el cuello, escudriñándole los ojos con una mirada asesina, y los párpados tan abiertos que parecían platos. Segundos antes de tomarle por el cuello, éste debía poder haber visto los dedos ligeramente violáceos, a saber por qué razón.Apretaba los dientes, pero no las manos. Sólo le sostenía.

Ian...de veras que lo siento...pero...debes ser...mi...presa....jejejeje...

La risita había tenido un ligero toque pícaro, extraño ciertamente en mi misma.

Me has traicionado...jejeje....

Me detuve unos segundos para que pudiera contestar, porque en el fondo quería saber más.

Una mano salió disparada haca mi cuello con rapidez, aunque podría haberla esquivado no lo hice ya que no me lo esperaba. Sí que vi sus dedos violetas, claro que los vi, como para no verlos, pero la ocasión no era como para preguntarla por ello.
Sus dedos no apretaban mi cuello, algo que me pilló de sorpresa ya que si agarras a alguien así será para ahogarle no para jugar a ningún juego, aún así los músculos del cuello se tensaron al máximo y si quisiese ahogarme la resultaría algo dificil.
¿Que la he traicionado? -me empecé a reir por la extraña situación que vivía. La única persona que podía haber llegado a traicionar fue a Wataru y la situación lo requería aunque me equivoqué. Y Angeline la tracioné si, y de eso si que me arrepentía.
Amy, si quieres apretar apreta, pero no juegues. Así que explícame porqué te he traicionado porque no lo recuerdo. -los músculos del cuello seguían en tensión.

Notaba que había endurecido su cuello, y más aún, comenzaba a reirse levemente. Eso me estaba desconcertando en cierta medida, aunque en el fondo me hacía sonreir a mi misma.

Fue entonces cuando comencé a esbozar una sonrisa pícara en mis labios, tras haber oído su petición. Mis ojos brillaban con un tono extraño, como si supiera que hoy iba a pasar algo grande. Paseé mi lengua por mis rosados labios, como si estuviera intentando incitarle, tras lo cual, le respondí.


No lo sabes...¿eh?

Bajé la mirada hacia su pecho, oscureciéndose mi rostro por mi propia nuca. A pesar de eso, se veía un ligero brillo en mis ojos, como si tuvieran luz propia. Mis cabellos castaños apoyaban esa ofuscación, dejando que cada vezz se viera menos de mi cara. Tan sólo se podían ver mis labios, ligeramente apretados, y los ojos ligeramente brillantes. Bajé un poco el tono, haciéndolo más grave y apagado.

Luccie....me pidió ayuda....para tratar de ayudarte a ti...pero cuando vi a aquella maestra... Claro, claro que la conoces...Ian...


En mis labios se notó una ligera sonrisa desesperada, probablemente creada por el sentimiento de dolor que me transmitieron aquel día.

Ella...estaba inmersa en odio....a pesar de que la soltarais....os odia...a muerte...Y...me he sentido...obligada a ayudarla a ella también... No me puedo creer que seais tan desgradecidos con los honorables vampiros....Pero el problema no es ese... Nunca intentasteis ayudarme...nunca... Me vi envuelta en aquel secuestro...y vosotros...nada...No sólo eso, hicisteis daño a aquella chica, Angeline...

Apreté ligeramente su cuello, aunque no tenía fuerza suficiente en aquel momento para intentar ahogarle. De todas maneras, no era eso lo que buscaba

Bajé la mirada entristecido cuando relató la historia, tenía mucha parte de verdad pero no toda. La miré directamente a los ojos acercándome a ella poco a poco, no obstante tenía más fuerza que ella. Reina, tras todo este tiempo ya deberías saber que se debe conocer las dos partes para actuar. -dicho esto me giré para que no me viese. Sabía perfectamente que me soltaría ya que si quería hacerme daño ya lo habría hecho en su momento.
Dado la vuelta, bajé la cabeza y mis ojos se llenaron de lágrimas. No lo entiendes Amy, no lo entiendes... -susurré a sabiendas de que ella me escucharía.
Me giré para mirarla de nuevo, sabía que vería mis ojos pero ya me daba igual. Mira en mi corazón Amy, eres un ángel y te resultará fácil hacerlo. Miralo y dime que es lo que ves. Busca algún síntoma de arrepentimiento acerca del apresamiento de la vampiresa, búscalo, porque lo encontrarás, en todos los rincones de mi alma.

Veía cómo me clavaba los ojos en mi mirada. Bien era cierto que hay que conocer ambas partes, pero yo no estaba razonable en aquel momento. Le solté por un momento, mientras veía que se giraba sobre sí mismo.

Me encontraba ligeramente sugestionada por la ira. Una ira que no sabia de dónde salía. Me erguí lentamente, apartando con mis delgadas y blanquecinas manos la mata de pelo de mis mejillas, para poder observar mejor.


Me consternó entonces ver su rostro en llanto tras su nuevo giro. No lo podía entender en aquel instante. ¿Se estaría arrepintiendo?
Así que para salir de dudas, accedí a su petición, y escudriñé con mi mirada, a través de sus acaramelados ojos, su corazón, su alma, sus sentimientos. Prácticamente a partir de los ojos es posible ver cualquier sentimiento que se tenga o incluso haya tenido. Bien era cierto. Ian estaba arrepentido por lo que hizo a Angeline.

Ahora me sentía ligeramente culpable. Pensaba que era una criatura que se dedicaba a odiar y a ser odiada.
Bajé la cabeza, hablando en tono pausado y grave.

Estás...estás arrepentido de tus actos...no sabía...nada de eso...

Bajé la cabeza, pensativa, para pensar si era bueno seguir en esto o no. De repente, se me iluminó la mirada, con ojos astutos, y una sonrisa maliciosa se iba dibujando en mi rostro. Ya no sabía si era yo o no, pero tenía un fuerte sentimiento de...ira...

Estiré la mano a un lado, hacia un hueco vacío del despacho, y abrí la palma completamente. De repente, se comenzó a iluminar una pequeña luz en la palma de mi mano, y se separó unos pocos centímetros de mi.

Ésta luz se hizo más grande, más grande, más grande, hasta que fuera suficientemente grande como para envolverme a mi y a Ian. Entonces aparecieron a través de él unos arcángeles reales, guerreros de la guardia personal de la corte, armados con espadas largas en sus manos. Su rostro estaba tapado por unos yelmos, que cubrían su cara por completo excepto por tres líneas que iban desde la boca hasta la nariz y luego hasta los ojos.

Luego, tras hacerlo, levanté mi rostro nuevamente, para observar a Ian a la cara. Mi mirada se notaba diferente. Ya no parecía ser yo misma.Y además, hablaba con un tono socarrón.

Ian, jejeje....lo siento....pero no puedo dejarte marchar....vas a tener que venir conmigo....o unirte a nosotros....tenemos una cruzada que hacer....reinos que conquistar...jajajajajaja...

Ahora lo entiendo todo. Por lo visto se había aliado con los vampiros para apresarme. No podía culparla, se decía que era muy facil de convencer y los vampiros eran hábiles estrategas en temas de sugestión, solo había que mirar a la propia Angeline.
No me iba a resistir, pero antes tenía que aclarar algunas dudas.
¿Está Luccie detrás de todo esto? ¿En serio conoces toda la historia como para tener el poder de apresarme? ¿Unirme a quién y qué reinos conquistar? Si contestas a estas preguntas me voy sin luchar y sin avisar a los lobos que ya están alerta y a punto de entrar. -dicho esto esperé a que respondiese. ¿Porqué me recuerdas tanto a la vampiresa? -hice esta última pregunta sin pensar, y aquello si que me dio que pensar ya que no había llegado a esa conclusión hasta ahora, pero su forma de hablarme con ese tono de superioridad mezclado con esa risa sarcástica era demasado parecida a la de Angeline.

Sonreía con cierta picardía ante sus preguntas, que iba formulando una tras otra.

No, Luccie no tiene nada que ver...por ahora, jejejeje. Y no sé qué historia debo conocer, sólo sé que debo hacerlo.Porque necesitamos de tus habilidades, jejeje...

Me tomé una ligera pausa, mientras me cruzaba de brazos, asintiendo suavemente, para que los arcángeles se colocaran a su espalda. Ya no podía escapar. Luego levanté nuevamente la cabeza, y desvié una mirada penetrante a sus ojos melosos.

Unirte a mi...y a mis aliados...Vamos a intentar tomar los reinos que tanto nos odian, que tanto nos quieren destruir. Para unificarnos todos juntos en uno....y así acabar con tanto dolor...

Sin embargo, me sorprendió aquella última pregunta. Tomé entonces sus hombros con mis delgadas y frescas manos, y me acerqué a éste, notando así su calor corporal. Y en un susurro hacia su oído le respondí, con un tono que pretendía ser sensual.

Porque...ahora soy parte de ella...jejejejeje...

Tras eso, me separé levemente de él, y con un ademán, ordené a los arcángeles que le escoltaran, con cuidado de que no hiciese movimientos sospechosos.

Sólo esperaría a que Ian comprendiese lo que dije, para llevármelo al Cielo.

Escuché sus respuestas sin hacer ningún movimiento y sin mostrar nada. Mi cara era un muro impasible. Tenía muchas preguntas en mi cabeza, muchas cosas que me faltaban saber para terminar de completar el rompecabezas y ésta era la razón principal por la cual no huía de la habitación en ese momento, algo que podría hacer por mucho que los arcángeles se situasen detrás mía. Simplemente aprovechar la velocidad, cosa que solo igualaba Luccie en este mundo, y dirigirse a la pared y con un golpe seco abrí un boquete suficientemente grande como para poder salir. Pero no iba a hacerlo.
Solo voy si es por mi propio pie, si no, los lobos entraran. Que por cierto, con un simple gesto entrarán cientos y cientos. -dije ofreciéndolla la mano.
Noté como detrás de la puerta unos lobos rastreadores se estaban planeando entrar.

Sabía que todo lo que había hecho era peligroso. Venir aquí, intentar tomarle de aquella forma en su propio castillo, traer guardias aquí.. Todo parecía resultado de un espionaje o un posible secuestro. Además, si era su propio castillo, seguro que conocía lugares por donde escapar.

Asentí entonces a su petición. Sabía que era cierto, aunque yo también tenía ases bajo la manga. Tomé entonces su mano con sutileza y cuidado, como si se tratara de una figura de porcelana.

No te preocupes, se te nota que realmente vas a venir conmigo. Me gusta que lo hayas entendido

Avancé entonces, tomando de la mano a Ian hacia el portal, seguidos ambos de los arcángeles. Frente a él, desvié una mirada hacia Ian, sonriendo con cierta dulzura, que apareció repentinamente sólo en ese momento, y avancé, internándome en el portal, cruzándolo con éste.

Cuando los arcángeles hubieran cruzado el portal, éste se cerró, no dejando rastro de nuestra presencia allí.

OFF Nos vamos aquí---> https://creatureswars.forosactivos.net/t1717-reunion-familiar#33976