La recompensa de un trabajo bien hecho

Escuché las palabras de William aun de perfil, pero fue lo último que dijo lo que me hizo devolverle la mirada. Mis ojos diamantinos brillaban más de la cuenta a causa del velo de humedad que se había ocasionado en ellos, mi mirada atravesó los ojos de William como si fuera capaz de ver más allá.

Reí, aunque lo que salió de mis labios fue una carcajada sarcástica.

- Discúlpame, William... ¿pero ves en este reino más demonios que los guardias que guardan la puerta? Estoy sola... aunque no es lo que me preocupa. Sacar este reino adelante no es el mayor de mis problemas...

No quise usar aquél tono a causa del nudo que tenía en la garganta, me di cuenta tarde, cuando ya no lo podía rectificar. Y le dirigí una mirada de arrepentimiento. Tenía miedo... pero no de él ni de lo que pudiera suceder a partir de ahora, sino de mi misma... estos acontecimientos podrían desatar la catástrofe de mi ser...

Me levanté de golpe, tirando casi la silla. Sebastian se despertó del susto y gruñó algo ofendido.

- Poniéndote así no vas a solucionar nada. No necesito aliados débiles, Caeli...

Aquellas palabras fueron duras y secas, pero en realidad lo que pretendían era que la diablesa saliera de su sueño dogmático en el que estaba sumergida.

Me sobresalté notablemente ante su reacción, levantándome de la silla. Había logrado abofetearme metafóricamente y hacerme volver en mi misma, pero el pulso se me había acelerado por el susto y respiraba agitadamente. Le observaba sin pestañear.

Permanecí inmóvil por un instante, valorando el peso de sus palabras sin apartar la mirada. “William...” Me sentía como una niña pequeña recién regañada. Sin previo aviso, me lancé a sus brazos y le abracé con fuerza.

- Lo siento, perdóname William... no sé qué me ha pasado, ¡tienes toda la razón! -Le dije con suavidad al oído, intentando que mi tono voz no temblara, intentando con todas mis fuerzas sobreponerme-. Si flaqueo yo, el reino se vendrá a pique... y no puedo permitirlo... -Mi voz fue ganando confianza a medida que pronunciaba cada palabra, y al final, parecía que el temor y la duda habían desaparecido, sólo sentía calma...

En aquel momento la princesa de los demonios parecía sumamente frágil. Una fragilidad que a su vez demostraba una fuerza escondida inigualable. Me sorprendió un poco que viniera corriendo a abrazarme. La rodeé con los brazos y la dije.

- No esperaba menos de tí. Los débiles son siempre los que primero caen... recuérdalo.

Me mantuve unos segundos más abrazada a William mientras le escuchaba. Después me separé de él, pero sin retroceder, y asentí mirándole a los ojos. Había un leve rubor en mis mejillas que no pude evitar al verle tan de cerca, cosa que no había sentido al abrazarle.

- Mi fuerza reside en mi debilidad, William... La verás relucir cuando aparezcan los ángeles -Sonreí con picardía ante esto último. Mi voz sonó firme aunque suave y mi mirada se había enternecido, pero William había conseguido devolverme el coraje que necesitaba-. Gracias, Will...

Me incliné hacia él y besé suavemente su mejilla. Después regresé a mi asiento y le di un nuevo trago a mi cerveza.

Cuando se separó de mí la sonreí afablemente. Después me volví a sentar. Crucé mis dedos y la miré fijamente a los ojos.

- Si tienes algún problema con Aspicious hablaré yo con él. Sería muy triste que los demonios estuvieran separados en la guerra. ¿No crees?

- No tengo ningún problema con Aspicious -Aclaré-. Ni si quiera lo conozco aún. Pero mantengo amistad con uno de sus Príncipes, concretamente con Darksik. Y estoy a favor de formar una alianza con ellos si no tienen inconveniente. Pero, alianza -Recalqué, para que quedará constancia de ello-. Es decir, colaborar en la guerra como reinos independientes, pero sin convertir a mi ejército en unos cuántos más escuadrones bajo su mando.

Hice una pequeña pausa y le di otro trago a mi cerveza. De nuevo hice una nueva mueca, no me terminaba de acostumbrar.

- Estaré de acuerdo en negociar con él todo aquello que sea negociable, dialogando. Pero no me pondré bajo su mando -Di otro trago a mi cerveza. No me terminaba de agradar pero tenía la boca seca y estaba fresquita. Empezaba a notar sus efectos al no estar acoatumbrada-. Si sus propuestas y estrategias me convencen, aceptaré de buen grado, no lo dudes.

Sonreí. Parecía más feliz de lo normal debido a los efectos del alcohol. Pero yo no me daba cuenta de ello, simplemente estaba más feliz.

Empecé a notar que Caeli estaba comenzando a dar signos de primeriza en el alcohol. Al parecer ella no estaba acostumbrada y le estaba subiendo bastante a la cabeza. Sonreía de una manera un tanto estúpida, pero cómica a la vez. Aquello me hizo mucha gracia, seguramente era el único que la había visto en ese estado. Pese a ello seguí hablando con naturalidad.

- Eso estaría bien, así no me tendría que preocupar de hacer enemigos indeseados, jajaja.

Miré mi jarra vacía. Me la había bebido de un trago.

- ¿Podrías traerme algo más de beber? - pregunté educadamente.

Sonreí de nuevo y dejé escapar una pequeña aunque encantadora carcajada.

- Por supuesto, caballero -Respondí con una mirada pícara.

Me levanté de la mesa, tomé la jarra grande de cerveza que el demonio nos había dejado acompañando de extra por si queríamos repetir sobre la bandeja, y a continuación di la vuelta a la mesa hasta colocarme al lado de William para servirle más cerveza. Tomé su jarra con la mano libre y la incliné, inclinando después con cuidado la jarra grande, ya que estaba muy llena. La cerveza comenzó a deslizarse suavemente por el cristal, llenando el recipiente poco a poco y generando una buena capa de espuma blanca en la parte superior, la cantidad justa.

- Aquí tienes, Will -Sonreí, esta vez con complicidad, depositando su jarra de nuevo en la mesa, justo delante de él y apoyé también la grande sobre la mesa, quedándome por un momento observándole sin moverme del sitio.

Reí de nuevo, no sabía el qué pero algo parecía haberme hecho gracia.

Caeli estaba ya seriamente perjudicada. La verdad es que me hizo bastante gracia. Resultaba que era una borracha alegre. Le di un par de sorbos a la cerveza y la miré fijamente un rato, sin hacer ni decir nada más.

Mi mirada era seria, al igual que mi rostro. Esperé para ver como reaccionaba. Jugar a un serio con un borracho era entretenido, y más con la princesa de los demonios renegados. En realidad, por mis adentros me estaba riendo a carcajada limpia, pero nadie se percataría de ello.

- Bueno, entonces si quieres podemos ir a ver a Aspicious ahora -Dije toda feliz, casi encaramándome sobre la mesa para alcanzar mi jarra de cerveza que estaba al otro lado y la mesa era más bien ancha, pero la alcancé. Me reí por mi victoria y luego le fui a dar otro trago a mi cerveza, para terminarla-. Eso sí, cuando acabemos con esto, jeje -Señalé la cerveza.

Acerqué de nuevo la jarra grande y me serví un poco más de cerveza. Después de darle otro trago, la dejé sobre la mesa, a un lado. A continuación, me puse de espaldas a ésta, apoyé las palmas de las manos en el borde y me impulsé para sentarme directamente sobre la mesa, justo al lado de William. Las piernas me colgaban y las iba movía esporádicamente como si pareciese estar nerviosa, pero en realidad estaba un poco hiperactiva. Parecía una niña pequeña, alegre.

*Creo que ya es suficiente* - pensé para mis adentros

Quité la jarra de cerveza a Caeli y la miré algo preocupado.

- Deberías dejar ya de beber. Se te está subiendo mucho a la cabeza, ¿no crees? - la dije en un tono serio - No creo que sea buena idea ir a ver a Aspicious ahora en tu estado.

Me quedé mirándole con los ojos como platos y las mejillas sonrosadas. No me podía creer que me hubiese quitado mi caramelo... pero por otro lado, quería saber lo que tenía en mente. La mirada de sorpresa se me transformó en una pícara.

- ¿Y qué sugieres, Will? -Pregunté ladeando el rostro, con aire juguetón, como una niña pequeña.

Porque había confianza, porque en ese momento y estando como estaba, William podría haber hecho lo que le diera la gana conmigo. Aunque conociéndole, seguramente me trataría bien, como hasta ahora... o quizás no, no lo podía asegurar tratándose de un cazador de sus características...

Cerré los ojos y suspiré. No podía creer lo que estaba viendo, pero en aquella situación, no podía hacer otra cosa.

- Caeli, vete a dormir. Necesitas descansar. Ya hablaremos con Aspicious.

Le ofrecí mi mano para que bajara de la mesa, aunque dudaba seriamente de si podría ir ella sola hasta su habitación.

Sebastian ronroneó ligeramente y me empujo con el hocico en la pierna. Al parecer él también estaba algo preocupado.

- ¿Por qué eres tan aguafiestas, William? -Puse cara de no respirar, como una niña pequeña, fingida, por supuesto, y mantuve una mirada desafiante con aquella expresión de enfado. Pero cuando me ofreció la mano cambié el chip repentinamente-. Vale.

Me apoyé en él y brinqué al suelo. Me quedé muy cerca de él y tuve que abrazarme a él para no desequilibrarme.

- Ups... -Reí adorablemente y me apoyé en él. Le miré a los ojos a muy escasos centímetros-. Casi me caigo... Gracias, Will -Besé efusiva y fugazmente el lateral de su mejilla y me abracé a él con fuerza.

Volví a suspirar. En aquel momento Caeli parecía tan sumamente frágil... Con un simple movimiento hubiera podido acabar con su vida, como he hecho incontables veces. Sin embargo, por una vez, no sentía ningún tipo de instinto asesino. Sentía que quería proteger a aquella diablesa.

La agarré fuerte para que no se cayera y la acerqué a uno de los sofás que había en la sala.

- No sé dónde están tus aposentos, y tampoco veo conveniente que tus subordinados te vean en este estado... Túmbate aquí y duérmete un rato, te hace falta - dije bastante serio. Quería que me hiciera caso por su bien.

Me abracé fuerte a él, acurrucándome, y dejé que me transportara ligeramente hacia el sofá. Me sentía tan bien en sus brazos... Una vez tumbada en el sofá, me puse de perfil y me quedé unos instantes mirándole a los ojos con cariño, con la mejilla apoyada en la mano. Con la otra mano, le acaricié la mejilla con suavidad.

- Buenas noches, Will... -Y lentamente fui dejando que se me cerraran los ojos.

La sonreí justo antes de que cerrara los ojos.

- Que descanses... - dije en un susurro.

Una vez se quedó dormida me quedé embobado mirando su rostro...

*Podría ser que...* - pensé algo distraído.

Después me di cuenta de que si se quedaba así cogería frío. Me quité la capa y se la eché por encima. Como era tan larga, le tapaba por completo, dejando solo asomar su cabeza.

Dormía plácidamente. Por alguna razón, me sentía demasiado bien, tranquila, segura, protegida.. y eso volvía mi sueño mucho más plácido que de costumbre. Me acurruqué un poco más al sentir el peso y el calor de la capa sobre mí, dejando un hueco a mis pies en el que bien podría caber una persona tranquilamente. Suspiré, respirando el aroma que traía consigo... y parecí relajarme incluso más.

Vi un hueco en el sofá y me senté con cuidado, no quería despertarla. Me quedé mirando un buen rato su dulce rostro durmiente. No pude evitar sonreir mientras le acariciaba suavemente una de sus mejillas.

Mientas tanto Sebastian había decidido moverse y acurrucarse de nuevo en los pies del sofá.

Dormí igual de plácida el resto de la noche y a la mañana siguiente me desperté desperezándome y estirándome como si hubiese sido la noche que más cómoda había dormido y necesitase estirar mis músculos. Sin querer golpeé algo con el pie y me incorporé ligeramente para ver lo que había golpeado, descubriendo a William a mi lado, Sebastian a los pies del... “¿Sofá?” Me pregunté extrañada, pero más aun al mirar a mi alrededor y descubrir que me encontraba en el salón...

- ¿Qué... William, qué haces todavía aquí...? Y, ¿por qué estaba durmiendo en el sofá...? Uff... -Me llevé la mano a la frente al sentir una fuerte punzada al incorporarme-. Me va a estallar la cabeza... -Me senté en el sofá abrazándome las rodillas, envolviéndome en la capa, ignorando que fuese de él-. Esto es muy raro... ¿Qué ha pasado?

Me había pasado toda la noche en vela. Por los ventanales había podido observar la macabra belleza del infierno. Un paraje bastante inhóspito, pero acogedor para aquellos con un alma tenebrosa. Fue entonces cuando me di cuenta... Los rasgos de Caeli eran... ¿angelicales? Un escalofrío me recorrió el cuerpo, al fin y al cabo, detestaba a los ángeles. Esos seres emanaban demasiada luz. Sin embargo Caeli solo emitía oscuridad... Eso me tranquilizó un poco, pero no pude evitar pensar en ello.

Al cabo de un rato la princesa de despertó bastante aturullada.

- Me temo que bebiste demasiado anoche... - dije aún algo distraído, mirando por la ventana - Tendrás una resaca considerable, pero no te preocupes, nadie te vio así, solamente yo.

- ¡Madre mía! -Salté del sofá y me puse de espaldas a la chimenea, algo nerviosa-. Lo siento mucho, William... ¡Qué vergüenza! Espero no haber dicho o hecho algo de lo que me deba avergonzar... -Un adorable rubor fue coloreando mis mejillas progresivamente-. Lo lamento de veras...

Verle allí sentado, todavía, me llevó a pensar que...

- ¿Has... Has pasado toda la noche despierto?

No podía dar crédito.

Caeli era bastante mona cuando se ponía de aquella forma. No pude evitar reírme al verla ruborizarse. Con una voz muy tranquila la respondí.

- No sufras, no hiciste nada de lo que te tuvieras que arrepentir. Simplemente ten más cuidado la próxima vez a la hora de beber...

Después me levanté del sofá y me acerqué a uno de los ventanales. En el infierno, el amanecer no es que fuera precisamente bello. El paisaje seguía siendo tan tétrico como por la noche.

- ¿Qué tal descansaste? - pregunté sin apartarme de la ventana.

Me tranquilicé un poco con sus palabras y emití un largo suspiro para mitigar los nervios que me habían entrado hace un momento.

- Creo que no volveré a beber... -Estaba un poco traumatizada, la verdad, y no podía dejar de preguntarme qué habría hecho.

Vi que William se levantaba y se dirigía a la ventana. Me acerqué a Sebastian un instante y le acaricié la cabeza con cariño, rascándole detrás de las orejas. Luego, fui hacia la ventana y me quedé al lado de William.

- La verdad es que dormí bastante bien, a pesar de ser en el sofá. Me siento bastante descansada -Reflexioné, respondiéndole con total sinceridad-. Will... ¿qué hice anoche?

Me quedé mirando mi reflejo en sus ojos con un leve rubor en mis mejillas. Me daba vergüenza preguntarle, pero sentía curiosidad...